El mapa lingüístico vasco ha sufrido cambios en la historia, desde mucho antes de Franco, o de Moyano, o incluso de Tontxu Campos. Y cómo no, si antiguamente era un mapa etnolingüístico. La Edad Media conoció fronteras movedizas entre lenguas y dialectos, incluidas las algarabías o el beréber. Primero en las invasiones (también de vascos), en las reconquistas, luego en la repoblación señorial.
Cada cuál llevaba a cuestas su etnia y lengua propia, en un mestizaje espontáneo, y es posible que ese 'vigor híbrido' de que hablan los genéticos –en el antipolo del racismo purista sabiniano– haya tenido que ver con la personalidad de la gente vascongada en su paso a la Edad Moderna. Lenguas propias. Cuando cada errialde, cada pueblo y aldea, hasta cada hogar y caserío, se distinguían por su peculiaridad lingüísticas, más que por sus vacilantes apellidos.
De mi segunda patria chica, Ayala, dejó escrito Fernán Pérez (1306-1385), el padre del Canciller don Pedro López: «E los que vinieron a repoblar la tierra, dellos eran bascongados, e dellos latinados». Certera expresión. Y cómo me venía a la memoria, pocos años atrás, cuando un neoconverso euskaltzain, con más arrogancia que fuste, arremetía contra la expresión, 'Provincias Vascongadas'. «¿Vascongadas o vasconizadas, por quién?», preguntaba desafiante el… (aquí me callo; iba a decir, el majadero).
Ayer oíamos a un inminente lendacari portugalujo expresarse como auténtico vascongado, con su acento propio y cierta licencia expresiva. Hasta con faltas de ortografía, para el ceño de otro zoilo académico. Tenía que hacerlo. Era una sesión muy especial del Parlamento vasco, donde varios oradores trataban de humillarle, dirigiéndose a él exclusivamente en euskera, como invitándole a ponerse los auriculares. No suele ser tan euskalduna la Cámara, cuando le importa que el público entienda. Ayer, ya digo, era como la misa en latín, donde la lengua se volvía fetiche sagrado.
Con buen acuerdo, el portugalujo Patxi López no se prodigó en bilingüísmo. Y eso me trajo a la memoria otra expresión de un clásico vascongado, refiriéndose a Portugalete: «donde el vascuence fenece». No hoy, sino en el siglo XVI, cuando Esteban de Garibay escribió eso en su Compendio Historial. Un pasaje donde el mondragonés recuerda el trasiego de portugalujos a Bilbao, ostensible hasta en el tocado de las mujeres. Aquella cornamenta agresiva, falciforme, de lino blanco, impertérrita en la iglesia de Santa María a los truenos y relámpagos del padre agustino Coscojales desde el púlpito.
«Donde el vascuence fenece». Cuidado: fenecer en Garibay no quiere decir que esa lengua estaba desapareciendo en la zona, sino que allí estaba en su tiempo la frontera con el castellano.
No se avergüence por tanto el nuevo lendacari. Hablamos de mucho antes de la invasión maqueta. Es probable que su Portugalete fuera entonces bilingüe, zona de contacto. Pero las Encartaciones, como la mayor parte de Álava, eran mayormente 'latinados' unilingües. Sin aversión al euskera, cierto, pero también sin añoranza por hacerse euskaldunizar. Su identidad se expresaba más en las modas de las damas hidalgas que en la supuesta lengua de supuestos ancestros.
Parece que el nuevo lendacari tiene propósito de dominar el euskera. Si ya tiene un imposible vencido, y el más difícil, el otro larramendiano se le dará por añadidura. Pero eso sí, tenga presente que si la opción lingüística es institucional en su caso, ha de ser personal y libre para todos aquellos conciudadanos vascos 'donde el vascuence fenece'.
Recojo este comentario en el
ResponderEliminarBlog de Santiago González:
Jokin dijo... 3:10 PM
Belosticalle:
No hay que olvidar, además, que Portugalete es la patria de Lope García de Salazar (1399-1476).
Ya sé que Patxiló no es Demóstenes y tampoco pido que lo sea, pero creo que no habría resultado demasiado pedante mencionar que él, además de ser hijo y nieto de obreros anti-franquistas, es del pueblo del Herodoto de la historiografía vasca.
Al fin y al cabo, la Vasconia de los nacionalistas no es muy distinta del señorío vizcaíno retratado en las "Bienandanzas e fortunas". O sea, una lucha perpetua de bandidajes, a pedrada limpia, por ver quién es más garrulo, por demostrar quién "vale más" o quién es "más de aquí", porque estas castañas han caído en mi solar y no en el tuyo...
No hay más que oir la bravuconada de Egibar -lo de la cabeza de Ibarretxe exhibida a modo de pompeyano trofeo- para entender que, por mucho que se citen siempre las guerras carlistas como precursoras de los conflictos nacionales, más bien hemos de remontarnos a las luchas de linajes bajo-medievales.
Belosticalle dijo… 5:20 PM
Amigo Jokin (3:10), totalmente de acuerdo. Soy lector de don Lope, aunque no estoy tan seguro de que fuese portugalujo. Es secundario, para lo que usted señala con toda razón. Por ejemplo, la explicación que da sobre el origen de las banderías seculares entre oñacinos y gamboínos –que si las andas al hombro, o las andas colgando– es como para que cualquier ‘maketo’ se lo pensara mucho antes de venir a afincarse en esta esta noble tierra de cabezudos.
[Y más diré. Mientras los 'parientes mayores' saldaban sus guerras con matrimonios de interés, sus lacayos respectivos seguían a la greña. Lo de siempre.]
Jokin dijo... 6:14 PM
Belosti:
ya bueno, tienes razón. Pero creo que Portugalete es el único ayuntamiento que le ha tributado un monumento. Además fue preboste de la villa entre 1430 y 1456, y en ella murió, al ser recluido a la torre de Salazar.
Las Bienandanzas las escribió en la Torre de San Martín de Muñatones, que si no me confundo está en el término municipal de Musquiz.