lunes, 14 de mayo de 2018

NosferETA



«Je peux dire qu’à partir de 14h00 aujourd’hui, le 3 mai, ETA a cessé d’exister.»
(Puedo decir que a partir de las 14.00 de hoy, 3 de mayo, ETA ha dejado de existir)

David Harland, director del Centro ‘Henri Dunant’ (Ginebra)
Nominalismo a la vasca
Que ETA diga que se desarma, se desmantela, se disuelve, se evapora, se desvanece..., no significa que deje de existir, si no renuncia a su nombre. Porque «todo lo que tiene nombre existe», según el proverbio vasco: izena daben guztiak izatea be badauke.
Es uno de los proverbios con más vocación metafísica de todo el vascuence. Como metafísica, un tanto rudo, hay que reconocerlo, pues se parece demasiado al argumento a simultaneo, el que empleó San Anselmo para ‘probar’ a sus ateos la existencia de Dios. Izena, izana: nombre = ser; o lo contrario: nombre ≠ ser ). Y es que en realidad ese refrán vasco y su argumento proviene de los cuentos mágicos, donde efectivamente basta con nombrar las cosas para que se aparezcan o desaparezcan; luego ya existían, y siguen existiendo.
Por lo demás, nada existe porque tenga nombre, aunque lo diga el refranero de los presbíteros Azkue o Barandiarán. Otra cosa es que hasta la difunta ETA para el nacionalismo siga existiendo a fuerza de nombrarla. Y eso es de temer que puede ocurrir; porque ETA, mal que nos pese a muchos, nos la han convertido en una institución vasca.
No es, por tanto, hacer mucha violencia al aforismo eusco-metafísico si lo enunciamos de este otro modo: «Todo lo que se nombra existe, y mientras se siga nombre seguirá existiendo». ETA no pegará tiros, no secuestrará ni extorsionará. No sembrará el terror ni socializará el sufrimiento, si eso ya no sirve para nada. Por lo mismo, el pueblo español se olvidará pronto de ETA. Qué digo, la tenía casi olvidada, desde que dejó de apretar el gatillo, de no ser por el recordatorio recurrente de estos montajes publicitarios, incluido el hasta ahora definitivo final de Cambó.
Donde ETA seguirá presente mucho tiempo es allí donde se la admira. El pueblo necesita héroes, y este pequeño pueblo vasco abducido carece de epopeya nacional. No será una presencia clamorosa, desde luego, aunque en reductos del país profundo todo es posible.

Sobrevivir en el Relato
La prueba de que una parte del Pueblo Vasco no tiene previsto dejar morir de olvido a ETA es que ya se nos anuncia su Relato. Un relato donde el fantasma de la banda asesina sea como aquel Ángel Exterminador, recurrente en la haggadá o relato ritual de la Pascua Judía: el que en la noche última de Egipto mató a la estirpe mala y respetó a la buena.
Gente generosa, los aberchales, conceden también a los demás, a los de ‘sensibilidades’ diferentes, construir sus relatos propios: «Ustedes lo cuentan a su modo, nosotros al nuestro. Nosotros tenemos la versión auténtica y todos los medio públicos para difundirla e imponerla en nuestra gente, ya desde la escuela. Pero ustedes mantengan la suya, no faltaba más.» Así nos invitan a los discrepantes a seguir nombrando a ETA, que es como insuflarle vida y existencia. Eso, o dejarles a ellos con su Relato único convertido en haggadá patriótica.
Una de las mañas a las que ETA con sus tentáculos político-sociales nos tiene acostumbrados es fijar ella siempre los tiempos para impartir doctrina, dar  explicaciones, amonestarnos y darnos consejos morales o de conducta: «Ahora toca a la sociedad vasca hacer esto, o dejar de hacer aquello». Con ocasión de disolverse vuelven a lo mismo (no podía ser de otro modo), pero esta vez llevando la insolencia al extremo de advertirnos, ahora que ellos se jubilan, que no nos aprovechemos para hacer trampas con lo que ha ocurrido aquí, no ya desde que ETA hizo su primera víctima, hace 50 años (junio 1968), sino desde «el bombardeo de Guernica» (abril 1937), hace más de 80.
«Nadie puede cambiar el pasado», filosofan. El futuro sí, y ellos saben cómo: vueltos «de cara al futuro, la reconciliación es una de las tareas a llevar a cabo en Euscal Herria». ¿Pero cómo, que no se puede cambiar el pasado? Si ETA tanto siente (o eso dice) el mal que ha hecho a ese pasado, en su mano tiene cambiarlo a mejor, a mucho mejor, reparando hasta donde pueda el daño moral y material que ha causado a todas sus víctimas, y colaborando con la Justicia en el esclarecimiento y sanción de tantas fechorías impunes.
Ese sí que sería un gran paso «de cara al futuro», con reconciliación o sin ella. Porque la reconciliación que nos recomienda ETA pasa por implicarnos a todos en su quimera de «conflicto político» del Pueblo Vasco con los estados Español y Francés, y en «una solución democrática», que para ETA significa conforme a su proyecto nacionalista.
Y ojo, que aunque la banda se va, su proyecto y razón de ser sigue en pie. De ahí sus advertencias. Primero a las gentes de aquí, los que nos tenemos que reconciliar: «La reconciliación… es un ejercicio necesario para conocer la verdad de modo constructivo, cerrar heridas y construir garantías para que ese sufrimiento no vuelva a suceder».  
–¡Pero estos tipos son incorregibles!
Lo son. «Conocer la verdad de modo constructivo», tiene narices … Cuando les parece, hablan de relatos múltiples, a la carta; bien entendido que relato-relato sólo hay uno constructivo, el suyo. Constructivo nacional. El único que garantiza que ETA no volverá a las andadas. O sí; porque (siguen advirtiendo), sólo «dando una solución democrática al conflicto político se podrá construir la paz y lograr la libertad en Euskal Herria».
ETA ha utilizado sus anuncios de despedida para lavarse la capucha y «reconocer el daño que ha causado en el transcurso de su trayectoria armada». Hasta pesarosos a su modo:
«Queremos mostrar respeto a los muertos, los heridos y las víctimas que han causado las acciones de ETA, en la medida que han resultado damnificados por el conflicto. Lo sentimos de veras.»
Porque, a ver si entendemos, la culpa de todo no la tiene ETA. La tiene el Conflicto, con sus víctimas colaterales, como en toda lucha armada:
«A consecuencia de errores o de decisiones erróneas, ETA ha provocado también víctimas que no tenían una participación directa en el conflicto, tanto en Euskal Herria como fuera de ella. Sabemos que, obligados por las necesidades de todo tipo de la lucha armada, nuestra actuación ha perjudicado a ciudadanos y ciudadanas sin responsabilidad alguna. También hemos provocado graves daños que no tienen vuelta atrás. A estas personas y a sus familiares les pedimos perdón.… »
¿Cinismo? Es posible que quienes redactaron este disparate lo hicieran conteniendo la risa, porque hablar de muertos «en la medida que han resultado damnificados» no es para menos. Cuando se pervierte el lenguaje de ese modo no es para entrar en valoraciones éticas, pero ‘cinismo’ es buena aproximación.
ETA distingue entre sus víctimas…, perdón, las víctimas del Conflicto, poniendo a un lado a las que «no tenían una participación directa» en el mismo, «ciudadanos y ciudadanas sin responsabilidad alguna». Total, para remitirse a «las necesidades de todo tipo de la lucha armada», como si se tratase de errores fortuitos y, por tanto, de daños colaterales.  
Aquí es obligado preguntar –por poner un ejemplo– qué necesidad de su lucha les llevó a lo de Hipercor (1987). Como también, a contrario, qué condición culposa se atribuye a las otras víctimas de ETA, las que a juicio de la banda incurrieron en alguna responsabilidad, que ella misma juzgó y sentenció a pagar con la tortura o con la vida. ¿Alcanzará esa supuesta responsabilidad a ser familia de guardiacivil y vivir en una casa-cuartel? Queda por ver dónde figurarán las otras víctimas, de las que a ETA no le pesa ni se arrepiente, en la haggadá del Ángel Exterminador nacionalista.
La miseria de los auto homenajeados en su acta de defunción y testamento político se hace notar hasta en el detalle de ponerlo en las bocas y rostros de un Ternera y una Amboto. Por lo demás, el montaje del Centro ‘Henri Dunant’ en Ginebra –más inteligente y discreto que la patochada de Cambo-les-Bains–, todo estuvo pensado, comme d’habitude, para escenificar el ninguneo y desprecio olímpico del nacionalismo vasco a quien aquí piense y lo vea de otro modo. Tanto ETA como PNV afectan de nuevo dirigirse al Mundo, aunque su mensaje sólo alcance a su mundo.
Ortuzar en el funeral de ETA
Cambó, Mayo 2018
Que conste, no soy yo quien junta esas dos siglas. El PNV se suma al mundo de ETA, haciéndose representar al más alto nivel en la ceremonia de Cambó. La ausencia del lendacari Urkullu no tiene misterio, la cabeza del partido la lleva Andoni Ortuzar.
Para qué ha servido ETA
¿Y qué ha dicho la boca del PNV que Ortuzar ostenta en su cabeza? Entre otras cosas, refiriéndose a la protagonista del entierro, la banda ETA, dijo quedar con las ganas de reclamarle «que conteste a la pregunta, para qué ha servido». Si no lo leo, no lo creo.

¡Perombrepordiós, Don Andoni!, no moleste a su difunta con esa duda  que cualquiera de por aquí le puede resolver. Usted mismo. Usted habrá oído la parábola del árbol y las nueces. Si su despacho en ‘Sabinechea’ es el mismo que ocupó Arzalluz, seguro que todavía la repiten las paredes.

Aplique la oreja, y ellas le explicarán cómo el terror de ETA ha servido para que la Constitución Española incluya cláusulas que no tenía por qué, pues para España son inútiles, pero a ustedes les sirven de maravilla, incluso contra  España.

El mismo terror armado ha servido para que un partido político, el que hoy preside Ortuzar, haya podido imponer a esta comunidad su nombre, bandera y demás parafernalia partidista, sin consultar al pueblo como es de rigor en democracia.

El mismo terror armado sirvió para que el PNV y otros partidos nacionalistas y separatistas tengan en el estado  un peso representativo exagerado, que les ha permitido practicar con los gobiernos de turno el chalaneo y el chantaje.

Hubo un tiempo atroz en que ETA diezmó a mansalva a los partidos no nacionalistas, que a duras penas cubrían sus candidaturas electorales. Listas que en lugares pequeños nadie se atrevía a votar, por no significarse. Fue tiempo de cosecha opípara para el nacionalismo. Y el PNV, en vez de denunciarlo y exigir por civismo y pura ética la suspensión de elecciones hasta recobrar la normalidad, ¡qué va!, entró en el juego con ventaja.

Hasta que tanta atrocidad etarra dejó de ser rentable, por el hastío y la reacción del público. Sólo entonces el PNV se sumó sin reservas a la repulsa de la violencia, mientras urgía la legalización de un brazo político de ETA, por su conveniencia: una izquierda nacionalista que, con sus alharacas marxistoides, espante al voto más conservador hacia ese partido que hoy pregunta, por esa boquita de Ortuzar, para qué ha servido el trabajo sucio de ETA.

Y ya para terminar: si un día los proyectos nacionalistas se hacen realidad, aquí como en Cataluña o en otras regiones, y si, como lo deseó Sabino con toda su alma, España se rompe, más de uno se acordará de ETA con reconocimiento.

Esta o muy parecida podría ser la respuesta de un ciudadano común no nacionalista, a la pregunta del buruquide, no muy discreta que digamos. Pregunta que refleja el fariseísmo  de quienes, en estas largas décadas de plomo y luto, nada tienen de qué arrepentirse, porque en ellos el acierto político es innato.
Vemos, por tanto, que aunque el PNV dice haberse personado en las exequias fúnebres de ETA como notario espontáneo del óbito, lo ha sido también de cierta apoteosis. La apoteosis del Relato. ETA no sube al Olimpo, pero tampoco fenece: se nos queda, como Nosferatu.
El conjuro de NosferETA
Cierto, disponemos de otro relato objetivo, documentado, sobre Los contextos históricos del terrorismo en el País Vasco y la consideración social de sus víctimas (1968-2010). Se trata del Informe Foronda, elaborado en la Universidad del País Vasco. Un informe que, además, se hizo «por encargo»  y «a instancias de la Dirección de Promoción de la Cultura, del Gobierno Vasco» a finales de 2013 y se fechó en Vitoria-Gasteiz, diciembre de 2014.
El problema con el Informe Foronda es que al PNV no le gustó, y por tanto el Gobierno Vasco desde el principio le aplicó su acostumbrada damnatio memoriae. Ese partido y ese gobierno prefieren por principio sus marcas propias y sus caldos propios. Para el caso, el Secretariado General de Paz y Convivencia, que Urkullu puso, él se sabrá por qué, en manos de Jonan Fernández. Fernández fue concejal de HB en 1987-1991, años plúmbeos en que tuvo más de una ocasión de condenar la violencia etarra y no lo hizo, ocupado más bien en contabilizar la violencia del Estado en sus diferentes formas. ¿Un converso? Nadie le ve así, él menos que nadie. Y aunque lo fuese, «los conversos, a la cola» (I. Anasagasti).
Jonan, buen ordeñador de teta pública, a cambio de flexibilidad ideológica, fue el creador de colectivos subvencionados, como el pacifistoide Elkarri, desdoblado en Lokarri con la misma utilidad pública de jugar a las palabras. Recordemos, JF/Elkarri empezó negando a ETA su atributo más preciado, la calidad terrorista, porque

«el lenguaje tiene cierta importancia, y ciertos calificativos no tienen mucha utilidad con vistas a una solución…; hay que utilizar un lenguaje y unas palabras para desbloquear el conflicto, y no para encorsetarlo más».
Elkarri/JF ha evolucionado, desde la equidistancia entre víctimas y verdugos a ser (en expresión de Santiago González) «sólo la bisectriz entre el PNV y Bildu». Cada vez que se aparece Jonan no puedo evitar acordarme de aquel Igor:
«¿Joroba…? ¿qué joroba?»
«Euskadi nunca fue víctima de un conflicto con el Estado, sino de un intento de imposición de un proyecto totalitario por parte de ETA». He aquí una de las tesis del Informe Foronda. ¿Cómo va a gustarle a Ortuzar, o a Jonan Fernández? Sólo que, desde su cargo oficial, no lo atacará por eso, sino porque «estigmatiza de forma genérica» al conjunto de la sociedad vasca, al reflejar su escaso apoyo a las víctimas de ETA. Según él, esa estigmatización «oculta la autocrítica que cada uno debe hacer en cada momento sobre cómo actuó con las víctimas, con la violencia….No puedo aceptar esa estigmatización de toda la sociedad sin atender a ningún matiz». ¿Que este galimatías no se entiende? Toma, de eso se trata. Una vez más, el combinador automático de cincuenta palabras hueras lo ha conseguido: dejar a todos con la boca abierta.
Con tan hábiles enterradores, hay vampiro para rato. ¡Vergüenza y lástima!
Un aspecto del Juego de Pelota de Hernani (Guipúzcoa) - Cortesía de Maite Pagaza