miércoles, 29 de abril de 2009

BLANCA URGELL, NOMINADA PARA CULTURA

Parece que la Consejería de Cultura ya tiene nombre: Blanca Urgell, Catedrática de Filología Vasca, especialista en lexicografía eusquérica.

Urgell entraría al gobierno como independiente. Eso le merece un respeto especial en las presentes circunstancias. Y quiero expresarle el mío, ya que alguna vez hice de la profesora mención más considerada que admirativa. Concretamente el año pasado, el 1 de noviembre, a propósito de su candidatura a la Real Academia de la Lengua Vasca – Euskaltzaindia, escribí en el Blog de Santiago González:

«Nunca he dudado de la competencia profesional de Blanca Urgell. Es más, aguardo los resultados de su trabajo en equipo, con la edición definitiva del manuscrito Lazarraga.»

Urgell no resultó elegida académica, y eso ni me va ni me viene. Ahora se la anuncia como Consejera de Cultura, y con toda franqueza digo que no me gusta. Por varias razones –ninguna personal (no conozco a doña Blanca)– que se encierran en una primera:

1. Para muchos, seguirá vigente la ecuación Cultura = Cultura Vasca = Cultura Identitaria Vasca = Cultura en euskera. No afirmo, porque no lo sé, si la nominada va por ahí. Hablo de un efecto previsible. Hemos sufrido a otra filóloga vasca al frente de Cultura, incluida la política lingüística. Ayer mismo, Ramón Zallo publicaba un artículo (envejecido ya en 24 horas), donde sólo le faltaba postularse él mismo para seguir en el puesto de asesor de Cultura, pero sobre todo, donde la ecuación identitaria era manifiesta. Otrosí,

2. Blanca Urgell es la misma persona que dijo en una entrevista:

–¿Qué piensa del Manifiesto por la Lengua Común?

Es ridículo. El castellano es una lengua pujantísima en cuanto a difusión, número de hablantes, literatura... Quien diga que el castellano está en peligro, no sabe de lo que habla.

Así de rotundo: «Es ridículo». Algo se echa en falta: sindéresis, o sinceridad, a elegir.

3. Por cierto, Urgell pasa por adalid crítica frente a la impostura de Iruña-Veleia. Y en esa misma entrevista, de agosto 2008, como tal se revelaba. Sin embargo, en 2006 –cuando el 'Calvario' veleyano y demás infundios provocaban estupor, indignación y risa; o peor, cuando unas declaraciones del profesor Gorrotxategi venían a romper no sé que pacto de silencio sobre las inscripciones euskéricas–, todavía la profesora, en la órbita del crédulo Knörr, había hecho otras declaraciones mucho menos contundentes.

4. Este último punto es el más subjetivo, lo reconozco. Blanca es euskaldunberri. ¿Y bien? Yo respeto a los euskaldunes, como respeto a los ricos en general. Eso no quita para que los nuevos ricos me inspiren cierta reserva, frente a los ricos de toda la vida, los ricos por herencia (los que también prefería Marcial). Algo así me ocurre con algunos de los otros berris. Sospecho que ese esfuerzo tan meritorio puede inducirles a una sobreestima, a desarrollar celo de conversos misioneros, y por qué no decirlo, a pasar factura.

Con todo, reitero mi total estima personal a la nominada, con el testimonio de mi admiración por su temple, en esta coyuntura trágica. Ayer precisamente el presidente del Bizkai BB, Andoni Ortuzar, volvía a hacer alarde de miseria moral, despreciando el problema añadido a Patxi López para configurar un gobierno a su gusto.

Mucha suerte y acierto, doña Blanca.

lunes, 27 de abril de 2009

EUSKAL-DUMB-HERRIA


El 24 de abril, la Consejera en funciones Miren Azkarate presentaba en sociedad nuestro IV Mapa Sociolingüístico–2006.
Personalmente, los datos que me conciernen son los de mi villa, Bilbao, donde vivo como particular. El resto del territorio de la CAV casi sólo lo utilizo de paso a otras regiones. Así, he buscado con avidez mi lugar en este nuevo Mapa de Euskaldunberria. El resultado me tranquiliza, aunque también me da motivos de enfado.
Es tranquilizador que el Gobierno me confirme lo que ya sabía: que en Bilbao hay castellano para rato, y los castellanohablantes monolingües, así forzosos como voluntarios, podrán arreglarse muy pasablemente sin el vascuence. Eso les da un margen para pensar con desahogo si realmente les interesa aprenderlo. Si los bilingües son unos 81.000 (uno de cada 4 bilbaínos), los más de ellos muy jóvenes y ajenos a la política, eso quiere decir que la probabilidad de toparte aquí con un talibán tocanarices es baja. Yo no conozco a ninguno, y los pocos que he visto ha sido en algún programa de televisión.
A mi nieto le escolarizamos en el modelo D por tres razones: 1) Yo podía ayudarle en todo y a la vez seguir los contenidos de sus libros de texto; 2) Se prometía para el niño el trilingüismo, con euskera, inglés y, por supuesto, castellano; y 3) No queríamos que el día de mañana pudiese nadie quitarle puntos por una bobada. Durante años, yo le ayudaba a entender los deberes en su euskera 'vehicular'. Ya ni eso. Ahora sus dudas y consultas me las hace directamente en castellano. En cuanto al inglés prometido como reclamo, mejor si lo dejamos para el gobierno que viene.
El viceconsejero Baztarrika, siempre tan risueño –yo le llamo por mnemotecnia L'Homme qui rit– me asegura: «Si se mantiene la evolución como en los años pasados, es factible que dentro de 25 años el 75-85% de la población menor de 55 años sea bilingüe, aunque no lo sean en la misma medida,» Quiere decir que en Bilbao serán bastantes menos que en su Andoain natal.
Eso para mi es estupendo, una buenísima noticia, sobre todo teniendo en cuenta que a ese señor en este momento le toca ser optimista. ¡Señor, qué alivio, pensar que me queda un cuarto de siglo, o sea, más que el resto de mi vida, sin tener que cambiar de disco y pasarme al euskera, si un día me apetece salir a la calle y pegar la hebra.
No lo digo por pereza, por comodidad egoísta. Es que francamente, casi nada de lo que oigo hablar en mi lengua oficial minoritaria, cuando parece que se dirigen a mí, me interesa lo más mínimo. Algo de eso me pasa también (aunque no tanto) con la mayoritaria, el castellano. Pero al menos en esta y en otras lenguas erdéricas, vivas o muertas, tengo muchísima lectura que necesito y me es útil.
«La primera lengua es una característica para toda la vida», dice el folleto (pág. 62). Mi primera lengua es el castellano. En esto soy igual a la mayoría de gipuzcoanos, a la inmensa mayoría de alaveses y vizcaínos, a la casi totalidad de bilbaínos. Curiosamente, la impronta de esa primera lengua no la recibí en Bilbao ni en mi familia, sino en un caserío de Ayala donde me criaron. Lo que aprendí de vizcaíno fue por mi cuenta, en pleno franquismo y con libros impresos bajo aquel régimen. Luego vino el batua como jarro de agua fría. Con la democracia y la politización galopante del euskera, esta lengua dejó de interesarme. Posiblemente también porque no le he visto utilidad. El que no tuvo culpa ninguna fue Franco, eso lo juro.
He explicado el porqué de mi satisfacción. Toca decir con brevedad por qué esa misma buena noticia me ha irritado.
Lo acabamos de ver: Somos con mucho la mayoría en este país las personas mayores de lengua materna castellana. Mayoría que en grandísima parte coincide con las personas que se expresan, piensan y viven sólo en castellano. Personas que por imperativo biológico jamás se desenvolverán en euskera. Personas, en fin, que muchas de ellas no desean relacionarse con ni en esta lengua.
Personas. Personas. Personas, con su dignidad y su libertad. Mayores. Con las limitaciones propias de la edad. Cada vez con más problemas de adaptación y reflejos. Sencillamente, discapacitados. Hoy, cuando todo el mundo tiene a gala quitar barreras arquitectónicas, en este espejo de excelencia que es el País Vasco, a toda una generación se la molesta, a otra se la tortura y a todas se afrenta con barreras lingüísticas por todas partes, tanto orales como sobre todo escritas, en impresos y letreros donde se procura compensar a la lengua minoritaria –o como dice la Azkarate, «lengua minorada»–, escribiendo el castellano en letra más pequeña y más confusa. Lo he vuelto a comprobar en el recién estrenado Museo Arqueológico de Bilbao. Sí, de Bilbao: donde la gran mayoría etc. etc. etc.
Esas personas han ayudado, al menos con sus tributos, al "esfuerzo común" por la euskaldunización. No se merecen tal desaire. Por otra parte, si la crueldad con los animales está mal vista, tampoco está bien ser tan sádicos con la gente mayor. Hablo de personas de aquí, de toda la vida. No nos salga algún malnacido con eso de «si no os gusta la lengua de aquí, iros de Euskal Herria».
Estos mapas sociolingüisticos, que el Gobierno Vasco viene sacando desde 1989 ya van siendo dinastía numerada, junto con otros documentos, a manera de estudios objetivos. Ahora bien, como tales 'estudios', quizá encajarían mejor en otro contexto más independiente y académico, mejor que dirigidos y administrados por el Gobierno Vasco. Eso, sin contar con intromisiones en otra comunidad autónoma, Navarra –que dejó de emitir documentos conjuntos de estas series–, o incluso en otra nación, Francia.
La sospecha de sesgo político se confirma por el momento de darse a conocer este IV Mapa, justo en vísperas de un cambio político en la CAV, más las declaraciones y avisos de la propia consejera en la presentación. Este vicio reduce el presente IV Mapa a un panfleto de propaganda, de valor científico nulo, por más que Azkarate se acoja a la Ley de Normalización del Euskera» (pág. 6), como si ello fuese garantía de objetividad.
Al contrario; estos datos triunfalistas se ponen ahora delante de las narices del nuevo Gobierno en son de advertencia: «Esto os dejamos. A ver cómo tomáis el testigo. No avanzar es retroceder, y retroceder es destruir en breve tiempo lo que nosotros hemos levantado en una generación».
En suma, ya tenemos nuevo mapa 'sociolingüístico' (¿!), con su submapa de Euskaldunberria (el área paisana de los neos), y también –en el euskinglish de Think Gaur– el de Euskal-dumb-herria (la Euscalerría de los mudos o 'euskaldunes pasivos'). ¡Ah, y sin olvidar el capítulo-guinda : El euskera en casa. No tiene desperdicio. Quédese para otra ocasión.

sábado, 25 de abril de 2009

EL EUSKERA COMO FETICHE (5)

9. La Caja de Pandora

Esta semana, en 20-21 de abril, se ha celebrado en Bilbao una Conferencia internacional del ECRML (Consejo de Europa), bajo el título: La Carta Europea de las Lenguas Regionales o Minoritarias: Logros y Desafíos. La convocatoria oficial en inglés daba la dirección del evento así: Guggenheim Museum, Bilbo (Bilbao), Euskadi - Basque Autonomous Community Si alguien ve algo atípico en esas señas, ya seremos dos, por lo menos.

Especial relieve han tenido las declaraciones del experto noruego Sigve Gramstad a la prensa, publicadas el 22. Las versiones de distintos periódicos reflejaban matices diversos, aunque fieles a una sustancia. En especial, todas sin excepción recogían la conocida frase proverbial: «Es como abrir la Caja de Pandora». ¿Fue una misma entrevista o rueda de prensa? Preferiría pensarlo, pues lo contrario supondría extraña fijación con la Pandora y su dichosa cajita.

¿A qué se refería exactamente el Sr. Gramstad? Porque la Caja de Pandora no es de las que se abren sin ton ni son. Variadísimo su contenido, pero sobre todo volátil, de la dichosa caja puede escaparse cualquier cosa, en especial si es mala, y cuanto más imprevista, más pandorina. Que, para ser exactos, no era una caja, sino una vasija de cerámica. Luego hablamos de ello.

Volvamos a la entrevista, para ver en qué contexto se hizo la alusión, a qué pregunta concreta. Cosa nada fácil, a partir de diferentes lecturas. Por ejemplo:

a) El Correo Marta Fdez. Vallejo).

P. –¿Cómo se salva una lengua en riesgo de desaparecer?

R. –… es como abrir la Caja de Pandora.

b) Noticias de Gipuzkoa (Idoia Alonso).

P. –¿Qué hay que hacer para que no se muera una lengua minoritaria?

R. –Es como abrir una Caja de Pandora…

La principal diferencia es que en un caso la Caja se abre al principio, y en el otro sólo al final de la respuesta. Pero ojo, lo más importante: en una u otra versión, la respuesta no puede referirse al euskera, porque el mismo entrevistado dirá expresamente:

a) El Correo.

P. –¿Cree que la lengua vasca puede correr riesgo de desaparecer?

R. –El euskera es una lengua fuerte…que tiene garantizada su supervivencia.

b) Noticias de Gipuzkoa.

P. –¿Cuál es la situación del euskera?

R. –El euskera definitivamente es una lengua relativamente fuerte, porque tiene elementos clave para su supervivencia.

Sea como fuere, el experto noruego –que como vamos viendo y veremos se hace un poco el sueco–, da su «receta » (no vinculante) para todo «país con lengua minoritaria»:

1. Abrir la Caja de Pandora.

2. Formar personas bilingües en la escuela.

3. En la enseñanza debe haber asignaturas impartidas en esa lengua, por profesores que la dominen.

4. De igual forma hay que estudiar el idioma 'estatal'.

No sé si las comillas de estatal son del ponente o del periódico. Tampoco sé si 'idioma estatal' significa lo mismo en Noruega que en España o que en el País Vasco. (A decir verdad, no sé qué significa «el idioma estatal».) Lo que sí se entiende es que la receta prescrita no tiene nada que ver con las imposiciones del Consejero de Educación en funciones, Sr. Campos.

Admitida la enseñanza bilingüe, se plantea la cuestión de la libertad de elección de idioma escolar:

a) El Correo.

P. – En el País Vasco se enfrenta el derecho a elegir el idioma de enseñanza con el de impulsar el euskera.

R. – La libertad de elegir de los padres no puede ser absoluta, tiene que haber unos límites. Aunque el idioma a proteger no sea la lengua vehicular prioritaria, debe haber un mínimo obligatorio. Hay que estudiarlo como las matemáticas o cualquier otra asignatura. Un padre no puede decir «como mi hijo va a ser mecánico, que no dé matemáticas». En Noruega también hay protestas de familias porque sus hijos deben aprender sami.

b) Noticias de Gipuzkoa.

P. – Una de las claves del debate actual es el supuesto derecho que algunos padres reivindican para poder elegir la lengua de enseñanza para sus hijos. ¿Es una demanda plausible?

R. – El derecho de los padres a elegir la lengua es el mismo que el que tienen a elegir las matemáticas. Como tu hijo va a ser mecánico, ¿vas a pedir que no le den matemáticas?

No hay que ser muy agudo para captar cuál de las dos versiones es menos 'talibanesca'. El 'derecho a elegir' según (a), para (b) es sólo 'supuesto derecho que algunos padres reivindican para elegir' la lengua de enseñanza. Idoia Alonso –tengo la impresión– interpreta al Sr. Gramstad, más que traducirle; o, si es su estilo de traducir, le traiciona. «Para que no se muera una lengua minoritaria… es fundamental que la lengua minoritaria sea vehicular, la lengua de instrucción del sistema educativo.» ¡Pero si eso es el plan Campos!... Pues eso: la Caja de Pandora.

Respecto al punto que más me preocupa, la libertad lingüística, me quedo sin saber qué nos receta exactamente el experto a través de sus médiums. Remitiéndome a la versión moderada (Fernández Vallejo), se le ha pedido opinión sobre el conflicto de aquí entre la libertad de lengua vehicular y el impulso del euskera. Habría sido más claro preguntarle sobre la supresión de modelos, especialmente el A.

En todo caso, no se trata de que cada familia elija programa educativo a la carta, esta asignatura sí, esta no. El conflicto aquí no es si quiero o no quiero que mi hijo estudie el vascuence, sino en vascuence, y hasta qué punto. Si le han explicado bien nuestro problema, no viene a cuento el ejemplo de las matemáticas, ni el de algunas familias noruegas que no desean que sus hijos aprendan el sami local (ya ha dicho que hay tres samis, sólo en la Laponia Noruega). Aun así, tampoco explica Gramstad como resuelven esta última dificultad.

En la reseña del Diario Vasco sobre el congreso tampoco podía faltar la referencia mítica. «Centrarse en la educación es "como abrir una caja de Pandora"». Vaya, eso ya hace sentido. A falta de conocer de primera mano el discurso de Gramstad, creo que la reseña de este periódico refleja mejor el contenido, y desde luego deja como tendenciosa la versión que firma I. Alonso.

El experto «defiende la libertad de elección de los padres», no absoluta, por ejemplo negándose a que los hijos aprendan las lenguas de programa, lo mismo que la Historia o Matemáticas. «Otra cosa es que no quieran que la lengua minoritaria sea la lengua de instrucción o la lengua vehicular, y creo que se les debe respetar ese derecho…»

A punto estaba yo de batir palmas, cuando al experto noruego-sueco (¿o tal vez a su intérprete Sr. Baztarrika?) se le vuelve a abrir de pronto la caja de Pandora y suelta (sigo leyendo): «se les debe respetar ese derecho, siempre que se garantice que sus hijos tengan un conocimiento suficiente de la lengua minoritaria que se habla en su comunidad». La hemos fastidiado. ¿Qué 'conocimiento suficiente', qué 'garantía'? Si es Campos quien lo decide, incluso si es el Baztarrika de turno, vamos listos.

Cerremos esto con una nota risueña. No acabo de ver bien qué pinta aquí la Caja de Pandora, mejor que por ejemplo la 'caja de los truenos'. Como decía antes, el mito de Pandora no habla de caja, sino de πίθος, recipiente de barro que traducen por jarro, urna o tinaja, fuera cual fuese su tamaño. Era de barro, igual que la propia Pandora, la primera mujer, fabricada con ese material por Vulcano.

Lo cual nos retrae a tiempo muy antiguos, anteriores a la Edad de los Metales, cuando el dios herrero todavía trabajaba como alfarero. La bellísima Pandora con su jarro tapado y sellado era el regalo envenenado discurrido por Zeus para castigar la ofensa del titán Prometeo, el insolente robador del fuego. Su hermano Epimeteo, desoyendo su aviso, acoge a Pandora con su inseparable recipiente virgen, se enamora de ella, y como en el mito de Adán y Eva, a los dos les puede su curiosidad malsana. Rompen el sello, abren el vaso, y sin querer dan suelta a todas las desgracias que afligen al mundo. En el fondo del fondo oscuro de aquel receptáculo sólo quedó… la Esperanza.

Muchos siglos después, Erasmo recupera el mito, y estrena la 'Caja' de Pandora. El hombre sabía griego, lo que hace poco creíble una confusión. Digamos más bien que pudorosamente, ad usum delphini, para evitar los malos pensamientos cambió el obsceno recipiente de carne, digo, de barro, por algo más elegante, una de aquella cajitas del Renacimiento, joyeras o potingueras, repujadas y ricas.

De paso, reventó la historieta. Porque a ver quién entiende qué males pueden salir de una simple cajita.

jueves, 23 de abril de 2009

EL EUSKERA COMO FETICHE (4)

8. El fetiche Mamón

Una pregunta que me hago, cada vez que me concentro para hilvanar estos párrafos sobre el euskera: ¿Pensará la gente que soy un entusiasta del tema? ¿un obseso, tal vez? Créase o no, aquí y ahora mismo declaro que me cuesta ponerme a escribir sobre ello, y lo hago como a la fuerza.

He agrupado todas estas entradas de bitácora en la sección Diatriba (debate) y no puedo olvidar el sentido original del término griego, δια-τριβή: 'desgaste por el uso'. Que es lo que ocurre con cualquier diatriba o debate cuando se alarga. Y no sólo eso, también ocurre en ciertos debates, que en algún momento notas que la cuestión de fondo se escamotea, se vuelve impronunciable. Empezamos con una cosa, y de pronto estamos hablando de otra.

Me he metido en un templo extraño, el de los fetiches del identitario vasco. He visitado la capilla del fetiche Euskera. En toda esta excursión me he acordado mucho de Pausanias, magistral guía del fetichismo religioso griego. Pues bien, en más de una ocasión este autor del siglo II, visitando en persona alguno de los viejos santuarios de máxima devoción, al referirse al ídolo titular confiesa no poder describirlo porque no lo vio; y no pudo verlo, por estar oculto bajo un montón de vestidos, joyas, lámparas y exvotos. De esto sabemos algo en Bilbao con la Virgen de Begoña, cuando al retirarle el manto y otros aderezos, bastantes personas perdieron la devoción y algunas posiblemente la fe, al ver la santa imagen a cuerpo.

Ocurre también con bastantes fetiches. Se adora al santo por la peana, y cierta clase de devotos redondea la peregrinación con visita admirativa al tesoro nada despreciable. En suma, un fetiche rico engorda a expensas de otro fetiche modesto, como parásito en huésped. Ese fetiche de vocación monoteísta tiene nombre: Mamón.

¿Y quién es Mamón? Para Jesucristo, es el Anti-Dios: «No podéis adorar a Dios y a Mamón» (Mateo 6: 24). En plano más pedestre, al bueno de Mamón lo topamos por todas partes, y como buen parásito oportunista, no siempre alardea ni se prodiga. Al contrario, hoy prefiere pasar desapercibido, dejando que el huésped dé la cara. Como en el cuadro del Bosco, El Prestidigitador, el negocio principal no lo lleva el trilero en la mesa –que también–, sino el cortabolsas entre el público.

El culto del Euskera no se libra de ese convidado insaciable y rapaz, con su turba de adoradores mamones del Presupuesto. No falla. Nadie toma en público el nombre de nuestra bienamada lengua propia, si no es cobrando por ello, o esperando hacerlo.

Ahora que vienen éstos, «¿qué va a pasar con el Euskera? ¿qué hará el gobierno de Patxi López con el Euskera?», preguntaba hace poco el Diario Vasco

Dos formas de expresar la misma pregunta, a cuál más sorprendente para el que no conozca la peana dorada del fetiche. ¡Qué hará el Gobierno con el Euskera! ¿Abolir por decreto la hache? ¿Volverá por la honra de Bilbao, barriendo el apócrifo Bilbo? ¿Impartirá EITB cursos buenos y gratuitos de vascuence a todos los niveles?... Esas sí que serían buenas preguntas; pero no va por ahí la cosa. La cosa va por si se aflojará la tenaza impositiva, dicho de otro modo, si algunos verán cambiar por ello sus espectativas de ingresos.

1. No a otra realidad se refería un cantautor, Benito Lertxundi, «desafiante» y desafinante: «¡Que se atrevan a hacer recortes…!» ¿Recortes? ¿habla de dinero el artista? Por supuesto que sí. Y eso que Lertxundi, a estas alturas, se considera y es muy capaz de subsistir sin la mamada imperiosa de la ubre presupuestaria que otros de su profesion necesitan. «Los que vivimos en euskera continuaremos haciéndolo aunque haya un gobierno socialista». ¡Vale, vale, don Benito! No hace falta que se ponga digno. Por mí, como si dice usted «los que vivimos del euskera». Menos pudoroso, pero nada indecoroso.

En efecto, nada tendría de malo que un poeta se refiera al vulgar parné, salvo si lo hace apelando a los aspectos menos presentables de la lengua vasca: su monetización, a través de su politización: «La lengua es política pura y dura» –sostiene–, y a los que dicen que el euskera es de todos, les pide que lo demuestren. ¿Aprendiéndolo, usándolo? Bueno, eso, allá ellos; Lertxundi piensa en otro tipo de demostración, en otro teorema: «Que Patxi López y todos los suyos
demuestren que verdaderamente tienen tanto interés con el euskera como los nacionalistas».

En la misma línea mamaria abunda la actriz Maite Agirre, productora de teatro bilingüe. El espectáculo, o más aún la literatura, sin subvención agoniza en castellano, pero en vascuence expira con placidez, y el público ni se entera.

2. La otra parte del «qué va a pasar ahora» se refiere al aspecto coercitivo, a eso que se llama 'normalización' del euskera, 'euskera vehicular escolar', 'discriminación positiva' y otros eufemismos. Eso que a primera vista no es dinero, pero siempre acaba en lo mismo.

De entrada, voy a citar un texto algo antiguo, del siglo XVIII, especialmente interesante porque su autor tuvo estrecha relación con el País Vasco, y hasta es posible que se pronunció por vez primera en Bilbao, donde Pedro de Calatayud, jesuita, cosechó sus mayores éxitos predicando misiones.

Advierto que es un párrafo tremendo, de lo más duro que conozco en toda la apologética, y en la literatura católica en general. Quien vacile en su fe, o sea sensible a las motivaciones profundas de la creencia, tal vez desee saltar el resto del capítulo.

Dice así el padre:

Figuráos, pues, ahora una hypotesi deplorable (que nunca será), y es que quantos viven en los Reynos de la Religión Christiana tuviessen libertad para seguir la Religión o Secta que quisiessen, sin temor del castigo humano: que se derribassen por tierra los muros y antemurales con que nuestra Santa Fe y Religión se conserva, es a saber, los Sagrados Tribunales de la Santa Inquisición: que sólo se castigasen por las Cabezas políticas y Sagradas aquellos delitos públicos que trastornan el concierto exterior, gobierno político y civil, como son latrocinios, muertes, tumultos, etc.

Pregunto ahora: de todos los Christianos que oy son miembros de la Santa Iglesia, unos dañados, otros sanos, ¿quántos juzgáis que dentro de ocho años permanecerían, no sólo creyendo los mysterios, sino también guardando los Mandamientos de nuestra Ley?

Sería tan considerable el bajío en personas Religiosas, Eclesiásticas y Seglares, que de cien Christianos que oy viven, no quedarían veinte sanos.

(Pedro de Calatayud, s.j., Opúsculos y doctrinas prácticas. Logroño, F. Delgado, 1754; 1 vol. in fol., págs. 78-79.)

¡El 80 % de católicos nominales se darían de baja en menos de una década, sin la amenaza pendiente de la Santa Inquisición! Hoy vemos que no iba descaminado el religioso. Pues aplicando el cuento, cambiemos mentalmente: donde dice 'reinos' leer 'País Vasco', cambiar 'religión' por 'euskera', 'muros y antemurales' por 'normativa', 'unos sanos y otros dañados' por 'euskaldunes y semieuskaldunes', y dejemos lo de 'ocho años' y 'castigo' donde está. Ya sabemos que, como bien dice Calatayud, se trata sólo de «una hipótesis que nunca será» –a menos, claro, que un mal día llegue la hora del PP y del Poder de las Tinieblas–…

Porque en ese, ya digo, imposible supuesto, consumadas dos legislaturas peperas (el cielo no lo permita), vendría la gran pregunta: ¿Cuántos quedan? ¡Pero si había un consenso social unánime para salvar el Euskera…!

Pues velay. Menos mal que este ha sido un experimento mental y con gaseosa. No como los del difunto Tripartito con Tontxu Campos y Miren Azkarate.

Mañana vuelvo con «La Caja de Pandora».

lunes, 20 de abril de 2009

EL EUSKERA COMO FETICHE (3)

(Continuación)


6. El Gran Fetiche: Lendakaritza


La semana pasada, un burukide excelso proponía que si finalmente Patxi López sucede en el cargo al lehendakari Ibarretxe, no se le llame así, lehendakari, sino presidente. Andoni Ortuzar, lehendakari/presidente del Bizkai Buru Batzar, daba esta razón: «porque el bilingüismo se va a poner ahora de moda». Traición del subconsciente, porque el bilingüismo precisamente es el ideal que dice promover la política lingüística nacionalista, por ahora.

Pero esto aparte, la idea de cambiar el nombre no era de Ortuzar, otros la habían propuesto antes, desde que se vio venir lo inevitable. Es más, Iñaki Anasagasti cedía la iniciativa al enemigo, concretamente al «antivasco Martín Ferrand… y algunos fachas en Madrid». Paradójicamente, la razón de esos 'fachas' para devaluar el término lehendakari es que, según Jon Juaristi, «es un término
calcado sobre los vocablos fascistas de los años treinta que se referían al caudillaje de masas, como führer, duce, conducator y, por supuesto, caudillo de los que es estrictamente sinónimo».

La verdad, estas filologías al nacionalismo vasco le traen al pairo. Ellos también coinciden en que el maldito que viene en nombre del Maligno debe llamarse presidente y no lehendakari; mas no por el tufo fascista del vocablo vasco, sino porque el lehendakari encarnado es hoy por hoy Ibarretxe, como primero lo fue Aguirre, al que sucedió Leizaola. Anasagasti recuerda que «cuando Rubial fue elegido Presidente del Consejo General Vasco, a nadie se le ocurrió llamarle Lehendakari, ya que el Lehendakari era Leizaola, que seguía presidiendo un gobierno vasco en el exilio, y así lo ratificó Rubial yendo a visitarle a San Juan de Luz».

En efecto, no se trata de matices semánticos. A decir verdad, tampoco se trata de política, sino de teología. Lendakaritza es el Verbo, la Palabra que se hace carne, pero no en un cuerpo cualquiera, sino en la estirpe elegida.

Amigos como somos de buscar ejemplos exóticos para ilustrar nuestras rarezas, yo me iría al Himalaya en busca del mío, y diría que nuestros lendacaris en Euzkadi son como los lamas en el Tibet: encarnaciones de cierto Buda, o en nuestro caso, de Lendakaritza, divinidad-fetiche si las hubo. De paso noten que escribo el Verbo sacro sin hache, por respeto a la forma original en que nos fue revelado, en 1911. (Años antes, parece que se había manifestado ya como Lenenkari (1897): probablemente un avatar, eón o precursor de la emanación definitiva.)

Por tanto, señor López, sea usted o no euscaldún, no tiene nada que ver –tampoco lo era Ibarretxe cuando el chamán Arzalluz leyó en él los indicios de su lendacarización . Y no se esfuerce ni robe tiempo a sus deberes de gobierno para chapurrear vascuence, pues tampoco le valdrá de nada para transmutarse, de mero presidente efímero de la CAV, en Lehendakari de verdad y para siempre. ¡Hasta ahí podíamos!

Esta faceta del eusko fetichismo habría pasado desapercibida, de no haber sido por la magia negra de los números que la ha puesto en evidencia. O si se quiere, que ha puesto en evidencia ese fallo de la normativa electoral, que no toma en cuenta el hecho diferencial de nuestras instituciones más sagradas. A los foráneos, a los no iniciados en las intimidades del alma abertzale, a las mentalidades obtusadas por el maketismo, todo eso les parece bizantino. Y de bizantino nada; nuestro, y muy nuestro. Por eso, cuando el PNV dice que Ibarretxe, lo mismo que ha sido y es Lendakari en el poder, seguirá siéndolo en la oposición, no es cosa de risa, aunque podría serlo de psiquiatría.


7. «Napoleón soy yo»


El euskera de la gente común y de los filólogos es una lengua civil entre tantas. Puede hacerse de ella un fetiche, pero ella en sí no lo es. El otro euskera sabiniano, trufado de neologismos identitarios – batzoki (1893/1894), aberri (1896), ikurriña e ikastola (1897), ikastetxe (1899), jaurlaritza (1934), burukide (1962), lendakari…–, esotro ya es como la lengua sagrada de una religión fetichista tribal. Anasagasti lo dice, no yo, que de eso nada entiendo: «Lehendakari… este mágico vocablo consagrado por la Historia para los presidentes nacionalistas».

Quienes no son de la tribu, harán bien en mantenerse a discreta distancia del fano mistérico. En el Templo de Jerusalén había un atrio periférico para los gentiles (y las mujeres). Traspasarlo era abominación, a los ojos de Dios y de los buenos judíos, el único pueblo elegido. No ya por curiosidad, tampoco por devoción mal entendida era lícito invadir ciertos espacios. Absténgase el López de profanaciones y blasfemias. Desahuciar de Ajuria-Enea al actual inquilino ya es bastante impiedad, para encima usurpar el nombre del numen én él encarnado.

En la historia antigua, los eventos cruciales solían señalarse por prodigios. Uno muy célebre se produjo cuando la toma de Jerusalén por los romanos y la destrucción del Templo, el año 70 de nuestra Era. Al prender el incendio, cuenta Cornelio Tácito, se oyó una voz divina que decía: «¡Vámonos de aquí!» (excedere Deos). A lo que siguió un estrépito como de gente que se iba.

También en Ajuria Enea, al final de esta pequeña eternidad peneuviana, «¡nos vamos de aquí!» se oirá quizá decir al Lendakari, mero transmisor de voz de Lendakaritza, encarnado en él. Y Patxi López quedará chasqueado, porque cuando se meta en la casa, el numen ya no estará allí. Los bustos y retratos de Sabino, de Aguirre el Protolendakari, del último lendakari Leizaola y los demás que le han sucedido, ya con la hache de lehendakaris…, hasta las paredes, desde las sombras de los cuadros familiares recién retirados, repetirán con zumba: «¡Presi! ¡que eres sólo un presi!... ¡Presidenteee!»

Vendrá luego la hora de la verdad: la investidura en Guernica. También de eso hablan entre sí los arúspices y discuten los augures. ¿Tomará en vano López la fórmula 'tradicional' desvirtuada? «Yo no lo permitiría. Que se inventen la suya.» (Anasagasti)

Con que, Presidente, abra usted como abra la boca, en vascuence o en castellano, así o asá, será usted un blasfemo. Mire, no se esfuerce y procure decir algo que todo el mundo entienda. Algo así como que usted jura o promete cumplir las leyes y hacerlas cumplir; todas las leyes, incluyendo –porque somos de aquí–, los fueros y libertades de esta tierra. Déjese de barroquismos teologales y de fetiches tribales. Que todos le podamos entender, incluso los nacionalistas sensatos, que seguramente los hay, aunque poco se les nota.

Este país no anda bien de la la cabeza. Y en tales achaques, si llevar la contraria puede ser malo, tampoco es solución bailarle el agua al orate. Si uno se cree el Lendakari, como si afirma que es Napoleón, de poco vale que otro le diga:

–Pobre hombre… ¡Si Napoleón soy yo!

(Continuará)

miércoles, 15 de abril de 2009

EL EUSKERA COMO FETICHE (2)

(Continuación)

3. Aproximación al fetiche.

¿Qué es fetiche? ¿qué es fetichismo?

Como todo el mundo sabe, fetiche, voz de origen portugués (feitiço, del latín factitius), es polivalente, aplicándose sobre todo a figuritas mágicas, amuletos y sortilegios, como también a ídolos. Como adjetivo, denota peyorativamente lo ersatz, lo sucedáneo, ficticio o falso. Pero me gustaría precisar algo más, y he aquí que en mi ayuda viene un viejo amigo, De Brosses.

Charles de Brosses (1709-1777) fue un ilustrado caballero francés, del que tengo entre mis libros de cabecera sus 'Cartas de Italia', deliciosas y divertidas. Pero también autor de ensayos de gran originalidad, de esos que la crítica anglosajona califica de 'seminales'. Uno de éstos trata precisamente Du culte des dieux fétiches (1760, 282 págs. En 12º), donde introduce la palabra fetichismo para designar la forma más rudimentaria y pueril de religión.

Para Brosses, un dios-fetiche, o fetiche a secas, es todo objeto natural dotado de virtud numinosa que le es propia y por la que es objeto de culto. Fetichismo es la religión observada para con esos seres –animales o árboles, ríos, piedras etc., también genios o duendes–, por el bien o el mal que pueden inferirnos. El fetichismo sería más primitivo que la idolatría, donde el ídolo, sin dejar de ser objeto, ya es una abstracción representativa y simbólica de algo que lo trasciende.

Junto a eso, otra acepción de fetichismo se impuso para designar la sexualidad y erotismo proyectado hacia objetos vicarios del objeto primordial, natural o 'normal'. O también el commodity fetishism (fetichismo de la mercancía), como forma de subordinación basada en la excelencia mercantil del otro. En ambos casos hay transferencia del valor primario a otra cosa vicaria, lo que nos acerca a la idolatría, más que al fetichismo Brossesiano. De todo hemos de ver en relación con el culto primitivista al fetiche en que se ha convertido el euskera.

4. Un panteón de fetiches: el identitario.

El euskera, como toda lengua, tiene valor instrumental y utilitario, para la expresión y comunicación entre humanos. (Bueno, también de los humanos con Dios y viceversa.) Tiene también el valor de marca identitaria, impresa en la primera infancia y, al parecer, indeleble para cada individuo como 'mi lengua materna'. Dejando aparte si es posible tener dos o más lenguas rigurosamente maternas, nos quedamos con que la inmensa mayoría de la gente sólo reconocemos una. Y eso, aunque muchos desde niños puedan poseer otras adquiridas en edad muy temprana, cuando el aprendizaje de ciertas habilidades diríase ilimitado.

Las señas de identidad compartidas jugaron papel muy importante en la humanidad primitiva, para establecer grupos y subgrupos. Basadas casi siempre en la realidad, luego el imaginario grupal se encargaba de atribuirles valor añadido, encareciendo lo propio. Tampoco era esto lo primordial, fuera de ciertas celebraciones y de ciertas marcas. La lengua solía ser una de ellas, como demostrativa de la superioridad humanoide del propio grupo. Así, sólo la lengua propia era 'la' lengua, las demás eran mugidos o ladridos. Con todo, en la vida ordinaria prevalecía el valor instrumental, y si por una parte los hablantes de una lengua se complacían en distinguir dialectos, modismos y acentos subgrupales y hasta familiares, también era muy frecuente el plurilingüismo adquiridos en la infancia, en una babel lingüística de la que hoy no nos hacemos idea.

La señas de identidad grupal eran eso: señas. La propia 'identidad' como tal resultaba demasiado metafísica para la mentalidad primitiva, que la sentía e intuía, pero no la enunciaba o describía. Sólo la moderna evocación romántico del grupalismo (en versión nacionalista) ha recogido y catalogado, como también inventado, mal observando y malinterpretado señas y más señas, hasta configurar un identitario.

Uso esta palabra, identitario, como sustantivo –calcada en ideario–, con carga semántica. Un nacionalismo puede tener o no tener auténtico ideario –reducido casi siempre a lemas o consignas voluntaristas (tipo, «la patria de los vascos es Euskadi»)–. Lo que jamás le falta es el identitario, su verdadera y única razón de ser. Un ideario digno de ese nombre está sujeto a discusión racional, es revisable. El identitario no, por definición de lo irracional.

Pero si la semiótica primitiva, funcional, procuraba ser objetiva (aun no siéndolo siempre, por errores de interpretación), la semiótica identitaria es deliberadamente falaz hasta la contradicción. Pongo el caso del nacionalismo vasco sabiniano. La panoplia identitaria se sustenta en tres ejes materiales: raza, lengua, tierra. No importa lo chapuceramente que se defina la raza, ni lo desprestigiado que esté ese concepto, ahí está impertérrita la etnia vasca, que dotada de lengua propia ocupa desde siempre un territorio patrio.

Y aquí viene la primera contradicción. El nacionalismo vasco, que se autocreó sobre un identitario excluyente, desde la transición de España a la democracia, instalado en el poder sobre la Comunidad Autónoma Vasca, se marca una prioridad insólita: asimilar el conjunto de la población, como si todos los ciudadanos de dicha comunidad fuesen 'pueblo vasco', obligado moralmente a tomar conciencia de su identitario y asumirlo miméticamente, obrando en consecuencia.

Claro está que una asimilación racial no se contempla –al revés, muchísimos vascos son proclives a la endogamia vasca de apellidos–, pero siempre queda ese otro pivote identitario que es la lengua. Y en ello estamos, en proceso de euskaldunización. Proceso acrítico y radical, como cosa del identitario. Todo lo más, para el 'ideárium', este otra lema enteco, autodefiniente, tautológico: «La lengua de los vascos es el vascuence o euskera».

Treinta años de poder nacionalista, con impagable ayuda de 'maketos' obsequiosos, han venido dando por sentado que la ciudadanía de Euskadi desea unánimemente euskaldunizarse o ser euskaldunizada.

Será todo lo improbable que ustedes quieran, todo lo inverosímil; pero es 'como si'. En nada estaremos de acuerdo, como es lógico en una sociedad tan compleja. Absolutamente en nada, menos en esto. Todos hemos acordado, de una vez y para siempre, que queremos ser euskaldunes, amén. Descienda el euskera sobre nosotros y sobre nuestros hijos y permaneza por siempre jamás. No haya trabajo ni pan para quien no posea su lengua propia. Cualquier esfuerzo es poco para conservar la lengua de nuestro mayores. Todos juntos por el euskera, para la construcción de Euskal Herría, nuestra patria, la patria de todos y solos los vascos…

5. «Nuestros antepasados los vascones…»

La primavera de 2009, con su aritmética caprichosa y singular, ha forzado un acuerdo PSEE-PP, al margen del identitario nacionalista. Un punto clave de ese acuerdo es la revisión de la política lingüística, empezando por abolir los excesos euskéricos impuestos por Tontxu Campos, cuya representatividad se ha revelado vestigial.

La reacción nacionalista ha sido inmediata. Todo su frente patriótico ha protestado lo que ya llaman "retroceso" y "destrucción de lo construido en todos estos años", en "violación flagrante del consenso y voluntad de toda la sociedad vasca".

Según eso, es de esperar una resistencia ciudadana, tal vez una revuelta, una sublevación contra los que osan arruinar o al menos frenar la euskaldunización tan deseada por todos. ¿A que sí?

Pues no. Y no por este vuelco de fortuna que ha traído al gobierno a "los enemigos de lo vasco". ¡Qué va! Ya antes, cuando esto ni siquiera se adivinaba, el propio nacionalismo pragmático venía palpando una realidad heladora: la ciudadanía vasca pasa del euskera. Peor aún, venía mostrando síntomas de incomodidad y rebeldía frente a la más impolítica de las políticas, como es la imposición linguïstica a base de palo y zanahoria.

El motín, de haberlo, no iba a ser favorable al vascuence, sino justo lo contrario. Porque esto no ha sido el recorte de capa ni la prohibición del chambergo. Mucho peor, ha sido el recorte de la libertad lingüística, la supresión escolar de una lengua oficial, la materna de la mayoría, a favor de otra lengua llamada 'propia' por sarcasmo, porque es extraña para la mayoría de los padres de familia en esta comunidad. Así que esto no es todavía el motín de Esquilache. Pero ha empezado a notarse la movida. ¡Cómo! Pero entonces, todo ese avance oficial espectacular del euskera, ¿no ha sido fruto del entusiasmo popular, del afecto a nuestro patrimonio cultural, o de la devoción a la lengua de nuestros mayores?...

«Nos ancêtres les Gaulois…»«Nuestros antepasados los galos…»: así empezaba una lección de Historia de Francia Antigua, en libros de texto franceses de los años 50. Lo cual daba qué reir a no pocos ciudadanos de la vecina República, tan cosmopolita ella y acogedora, para quienes los galos eran poco más que la pesadilla y gloria de Julio César.

Pero esa risa no era nada, al lado de la que desternillaba a toda una enorme 'provincia' de Francia, llamada Argelia. Mejor dicho, una Argelia llamada 'provincia francesa'. Por supuesto, la mayoría de alumnos argelinos aprendía el francés con provecho. Era su lengua vehicular de cultura moderna, también la llave para incardinarse en la metrópoli. La gente sabe lo que le conviene. Ahora su lengua franca y vehicular es cada vez más el inglés. Por supuesto, nada de «nuestros pasados anglo-sajones, pictos, escotos…» –expresiones demasiado enfáticas para el inglés–.

Pues bien, algo similar siento yo, natural de esta tierra y este país, cada vez que se me intima cualquier cosa que tenga que ver con sentimientos de pertenencia ancestral al pueblo vasco. Sorpresa, desde luego. Indignación también, por lo que tiene de insulto a mi sentido del humor, por rudo que éste sea. Pero sobre todo, hilaridad.

Aquí se incluye la lengua vasca. El vascuence será hermoso o feo, fácil o difícil, útil o superfluo, todo ellos a discutir y allá cada cual con sus conclusiones. Lo que me hace reír es que se me presente como un fetiche al que le deba culto, o lo que es peor, al que le deba también dinero, porque hay que conservarlo y promoverlo, como seña de mi identitario vasco. ¡Y un cuerno!

(Aquí me autocensuro y tacho lo de 'un cuerno', porque he decidido mantener en toda la disertación un tono ecuánime. Pero nada ni nadie me puede impedir que me ría a mandíbula batiente, a la vez que me siento indignado.)

Con lo dicho, queda introducida una distinción, a mi juicio importante, entre lo que nos es propio y lo que no; entre lo que es apropiado o apropiable, y lo que no lo es, porque así lo decide el sujeto en uso de su libertad. De nuevo, mi libertad, frente al identitario ajeno. Cien veces habrá que repetir esa palabra, libertad. ¡Pero si no estamos hablando de otra cosa!

(Continúa)

sábado, 11 de abril de 2009

HOMILÍA DE VIERNES SANTO

Anteanoche me puse estoico y presencié la película de Gibson sobre la Pasión de Jesucristo, procurando concentrarme en lo puramente ‘estético’ de una obra deliberadamente antiestética. Como suelen serlo casi todas las representaciones de ese drama. Una excepción, para mi gusto, sería la versión estilizada de Passolini, en los antípodas del hiperrealismo revulsivo (y repulsivo) de Gibson.
Calma, no voy a meterme a crítico de cine. Sólo es una explicación del pronto que me dio, por abordar ese tema apasionante (sin cargar la suerte en el juego de palabras).
Dudoso estaba, si meterse en un berenjenal imprevisible. Para bien o para mal, vino a sacarme de la duda (y de quicio) el seudo documental que la misma Cadena 3 sirvió como postre: los ‘hallazgos’ de la osamenta –ADN incluido− del mismísimo Cristo y toda su parentela. No dudo de la honradez de los programadores, que seguramente avisaron en algún momento que la pretendida arquología era bazofia fermentada, malaleche-ficción, aunque yo no llegué a oír la advertencia.

La Vida de Cristo entró con buen pie en la programación escénica medieval. Sin embargo, las representaciones más antiguas versaban más bien sobre historias de su primera epifanía en este mundo: manifestación a los pastores y a los Reyes Magos. Dicen que fue san Francisco de Asís el primero que montó un auto navideño centrado precisamente en la Navidad, anticipo de todos los belenes vivientes e inanimados.
La Pasión del Señor vendría más tarde. En su contra obraba, supongo, la norma litúrgica de ocultar imágenes sagradas en la Semana Mayor. Con todo, la misma liturgia ofrecía un recitativo dramatizado de las Cuatro Pasiones del Evangelio, en las voces del Cronista, Cristo y la Turba. Luego vino el ponerle música, y con unos interludios y añadidos extralitúrgicos, ya podemos abrir los oídos al éxtasis de Bach…
Las Pasiones al vivo son otra cosa. A unos les conmueven, a otros les dan ocasión de reconocer a algún familiar o amigo para contarlo luego en el periódico, como el otro día en Valmaseda. Y a propósito, mi primera pasión viviente no fue ésa, sino una representación teatral en el Arriaga., montada por don Enrique Rambal (padre), esto último lo supe más tarde. 'La Tragedia (o el Mártir) del Gólgota', creo que se llamaba.
Pero antes que la Navidad y que la Pasión, parece que fue la Resurrección lo que se escenificaba. No la Resurrección en sí, misterio nunca visto por nadie, sino el primer testimonio sobre ‘La Tumba Vacía’, atribuido por el Evangelio a María la Magdalena.
Victimae Paschali es una composición anónima medieval, cantada como ‘secuencia’ en la misa de Pascua. La reminiscencia dramática se centra en un diálogo entre la Magdalena y el coro de cristianos:

−Dinos, María, /¿Qué viste en el camino?
−La tumba de Cristo viviente, /como vi también la gloria del Resucitado; /los ángeles testigos, / el sudario y los vestidos… / «¡Ha resucitado Cristo, mi esperanza!...
−Sabemos que Cristo ha resucitado /de veras, de entre los muertos…


Ahora bien, antes de esta conclusión, en el texto original el coro hacía este comentario:
−Credendum est magis solae / Mariae veraci, / quam Iudaeorum / turbae fallaci (Más de creer es María la veraz, / que de los Judíos la turba falaz).
Al editarse el nuevo Misal Romano (1570) corregido según las directrices del Concilio de Trento y la Contrarreforma, hubo cambios y también omisiones. Una muy significativa fue precisamente esa. En adelante, dejó de decirse que pesa más la palabra de una mujer sola, convencida de su verdad, que toda la mendaz judería
Me he acordado de ello esta mañana, al echarlo de menos en el interesante artículo del profesor Juan José Tamayo, ‘La resurrección de María Magdalena’.
Muchas correcciones tridentinas del Misal y el Breviario fueron de estilo. Esta era mucho más, toda una censura de una frase antisemita. ¿Fue por delicadeza hacia los judíos, hoy saludados por la Iglesia Romana como “nuestros hermanos mayores en la fe”? Ni pensarlo. Los judíos antes de Trento, en Trento y después de Trento, han sido siempre “los pérfidos”, los obcecados, y no se debe gastar tiempo en probarlo. Judíos y Cristianos siempre se tuvieron antipatía recíproca. Anoche mismo: si la película de Gibson parecía como picada de antisemitismo, no creo que el ‘documental’ de Cameron, 'La Tumba Perdida de Jesús', pueda presumir de irenismo, por más que se guarden hasta cierto punto las formas.
La hostilidad judeo-cristiana es patente en los evangelios, exacerbada en el de Juan, y andando el tiempo quedará dignamente correspondida en el Talmud. Lo que ya en tiempos de Jesús empezó como disputa familiar judeocristiana, terminó en aversión entre cristianos y judíos, sin que siempre quede claro qué tenga que ver el propio Cristo en el entuerto.
Además, ¿qué Cristo? La crítica aplicada a los Evangelios y demás fuentes cristianas aprendió a distinguir entre el Cristo de la Historia y el Cristo de la Fe. Por supuesto, este segundo es el más importante de los dos, y tal vez el único a tener en cuenta; pues el otro, el personaje histórico, es casi imposible de reconstruir documentalmente.
Esto es lo que me hace especialmente estomagante el engendro de James Cameron. No tanto los hallazgos de osarios en un suburbio de Jerusalén, sino el montaje tendencioso de las piezas, hasta dar por sentado que se trata de los huesos de Cristo y Señora, doña María Magdalena, con probabilidad rayana en certidumbre... ¡a la luz del ADN mitocondrial! Suena rotundo.
Durante siglos, los creyentes se las arreglaron sin pruebas materiales, como si éstas les estorbaran en su búsqueda de la verdad interior.
Así la arqueología cristiana empezó tarde y mal, cuando los viejos del lugar llevaban generaciones desaparecidos, y ningún viviente recordaba con exactitud dónde estuvo la cuadra de Belén, la roca del Calvario o el Cenáculo. No importa. Todo iría apareciendo, pieza tras pieza, sin faltar una sola.
Qué hacer con ellas, eso era otro cantar. Cuando toque encontrar los clavos de Cristo y llevárselos al emperador Constantino, no se le ocurrirá mejor empleo que encargar le forjen con ellos un freno para su caballo y alguna otra chuchería. (Lo cuál, con ser tan cierto, no quita para que los mismos clavos, tres o cuatro, todavía anden por ahí.)
A falta de herramientas tan científicas y seguras como las que alimentan el papanatismo moderno, en tiempos antiguos las tumbas y otros objetos ocultos se localizaban en sueños. Un sueñecito, y he aquí la tumba de san Esteban Protomártir, o la de san Gervasio y san Protasio . ¿Y la de la Virgen María? Pues una siestecita, y caso resuelto. En el documental de Cameron no interviene la oniromancia, pero las corazonadas a tiro fijo vienen a ser idénticas. Así, cualquiera. Lo malo es que la investigación arqueológica seria no suele funcionar de ese modo. Ni en Jerusalén, ni en Veleya.
En las cosas de la fe, allá cada cual si no se mete con nadie. La creencia sincera puede hasta dar envidia al que no cree. Un tramposo metido a redentor de creyentes produce asco y desprecio.

viernes, 10 de abril de 2009

JORNADAS PARA LA PUBLICIDAD

Interrumpo el discurso sobre el euskera durante estas fechas, en que vivo marginado de la Red, sin un acceso que merezca ese nombre. Con velocidades de hasta 14 kb/seg, el vértigo de las esperas me traslada a los tiempos de lejana juventud, con aquellos protocolos de 'conferencia' telefónica y enlaces rigurosamente aleatorios. Por cierto, en Guipúzcoa las conexiones se hacían a través de operadora (nunca operadoro). Otro tema de rechifla para el buen vecindario.

En realidad, poco trabajo cuesta colgar un post, como este mismo, o la continuación del comenzado, que tengo escrita. Pero debo pensar también en mis prójimos. Unos estarán en situación precaria como la mía, o todo lo contrario, felices en una desconexión total. De vuelta a la normalidad, volveremos sobre el 'Euskera como fetiche'.

Además, el corazón me canta que el próximo Aberri-eguna toca caño libre de inspiración, sobre lo que de verdad nos concierne como a vascos, nuestra identidad en crisis agónica permanente. Seguro que no han de faltar chalapartituras de alarma, ante la deseuscaldunización rampante que nos amaga, auspiciada por los enemigos de nuestro pueblo, ebrios de pírrica victoria. Venga todo a enriquecer el identitarium vasco: ese catálogo de señas de identidad, por el que, en el Armagedón…−digo mál− en el Arrigorriaga autodeterminista, Aitor reconocerá a los suyos.

De todos modos, la cortesía para con mis amables visitantes me sugiere proponer algunas reflexiones sobre 'el santo del día'. Esta tarde, concretamente, algo así como una homilía sobre Jesús de Nazareth. Recordemos que homilía significa coloquio, charla, conversación. Y entre los sinónimos no pongo 'diálogo', porque esta palabra me está cayendo aburrida, de tiempo a esta parte.

Luego homiliamos, si les parece. Un saludo.

lunes, 6 de abril de 2009

EL EUSKERA COMO FETICHE (1)



1. Introducción

Hace tres años (febrero de 2006) una mujer árabe siro-palestina, Wafa Sultán (Baniyas, 1958) mantivo en la TV Al-Jazeera, frente al profesor islámico egipcio Ibrahim al-Khouly, un debate sobre conflicto y choque de civilizaciones. Como siempre, llegó el momento de ajustar el sentido de las palabras, concretamente, qué es lo que está en conflicto. A partir de ahí, la cuadratura del círculo se reveló imposible, y el debate cedió paso a un alegato de 5 minutos, que desde entonces circula en la Red Mundial.

«No es un choque de religiones ni de civilizaciones. Es el choque entre dos contrarios, dos eras: Una mentalidad medieval, y otra del siglo XXI. El choque entre civilización y primitivismo, entre lo bárbaro y lo racional, entre libertad y opresión, entre democracia y dictadura. Es el choque entre los derechos humanos, por un lado, y la violación de esos mismos derechos por el otro… Las civilizaciones no chocan, compiten.»

Eso dice Wafa. Sin duda, el momento más impactante es cuando el clérigo la interrumpe para anatematizarla por hereje, y ella impávida le espeta:

Hermano mío, tú puedes creer en las piedras, si gustas, con tal que no las lances contra mí.

Esta réplica, a primera vista algo incoherente, la entiendo en función del término traducido por 'hereje' en femenino: muljida (مُلحدَە). 

En la jerga islámica hay diversos términos para designar la disidencia religiosa. Muljid en principio significa 'apartado', pero una de sus acepciones se refiere al 'enterrado aparte', eufemismo para indicar lo que la inquisición islámica reserva al disidente. Wafa, por supuesto, ha cogido al vuelo la insinuación de enterrarla en un hoyo hasta la cintura para la pedrea.

Recomiendo repasar el vídeo. Para hacernos una idea de la situación: Es como si alguien, en el País Vasco y en la EITB de Andoni Ortuzar, se atreviese a decir que el dilema que se abre aquí ahora no es entre dos opciones políticas compitiendo en democracia moderna, sino el choque entre (a) un identitario vasco abertzale mitológico, excluyente, opresivo y obsoleto, con una política lingüística retrógrada; todo ello frente a (b) otra opción social también vasca, pero racional, integradora, liberal y moderna. Y que, ante el reproche de 'mal vasco' y 'enemigo del euskera', replicase que esta lengua, más entrañable que útil, se devalúa y desprestigia convertida en fetiche:

–Amigo mío, hable usted la lengua que le plazca, mientras no me la imponga como bandera de discriminación.

La cuestión lingüística es uno de los puntos clave del reciente acuerdo PSOE-PP; también motivo de reticencias y críticas nacionalistas. Es cuestión que no deja indiferente, y aprovecho el momento para ir poniendo en limpio unas reflexiones que me atrevo a compartir, no desde tribuna pública, sino en este discretísimo rincón, para mí mismo y para los pocos que tengan a bien leerme.

Agradezco de antemano cualquier puntualización, comentario, crítica, discrepancia. Todo será bienvenido y útil, para dar forma al borrador que voy perfilando.

2. Vascuencemente ágrafos
El euskera o vascuence es una lengua singular en sí misma y extraordinaria por diferentes razones. Endémica, relíctica y ágrafa pertinaz, sólo mediado el siglo XVI un clérigo vasco-francés la pone en letra de molde en un librito, verso y prosa, para presentarla en sociedad, de la mano del latín.

En 1545, Bernardo Dechepare daba a luz Linguae Vasconum primitiae («Las primicias de la lengua de los vascones»). Hasta la ortografía merece mimo del autor, que (siempre en latín) dicta normas para la composición y corrección de pruebas. El latín era más que la lingua franca, la lengua referencial en una Europa donde ya muchas lenguas vernáculas alternaban, a favor de la imprenta.

A aquel baile de lenguas literarias, el cura de San Miguel el Viejo sacaba orgulloso la suya, como doncella sin par, a la faz del mundo entero. Nada menos:

Ezein ere lengoajerik,ez franzesa, ez bertzerik;orai ezta erideitenheuskararen parerik

«Ninguna entre las lenguas, sea el francés, u otra cualquiera, le es comparable» Ea, pues,

Heuskara, / ialgi adi kanpora…Heuskara, / ialgi adi plazara…Heuskara, / ialgi adi mundura…, habil mundu guzira…Heuskara, / ialgi adi danzara.

Precioso. ¿Sublime? Hombre. tanto como sublime… Pero como pieza inaugural, impecable y valiente. No entramos ahora en el trasfondo histórico-político del evento.
Porque esto era, repito, en 1545.

¿Tuvo mosén Dechepare el éxito apetecido? Lejos de eso, su propio libro cayó en olvido, al hacerse poco inteligible. La lengua vasca como tal siguió ágrafa, salvo retazos impresos de literatura religiosa, y poco más. La agrafia propició el divorcio de dialectos que, con el calibre actual de la lingüística autonómica, serían otras tantas lenguas propias diferentes. En la década de los 60 del siglo XX, el voluntarismo de la construcción nacional los redujo a norma unificada como euskara batua.*

Esta labor ingente y desinteresada se hizo en cenáculos académicos y literarios, entre el desconocimient o la indiferencia del público, que seguía hablando sus dialectos y/o el castellano o francés, según el mapa lingüístico de entonces. Fue una empresa tenaz y discreta a la vez. 

Discreta, digo, más por el autismo de sus gestores que por otra cosa. Licencia épica sería compararla a una destilería clandestina bajo un régimen de ley seca, pues los supuestos moonshiners no corrían otro peligro que el de perder su tiempo y dinero en nada. El Gran Pretor de Madrid no hacía caso de esas pequeñeces.

Finalmente, el Gran Pretor desaparece, en 1975. Fue un punto crítico para muchas cosas, también para el euskera unificado. Mientra el otro vascuence –el de los dialectos– seguía su curso natural, como cualquier lengua viva, el batua estaba en el dilema de ser o no ser, morir tal vez, casi sin haber nacido.

Si la transición política del franquismo no hubiese sido favorable al autonomismo, es muy probable que el euskaranto –reproche de su carácter artificial–, a merced de la ley de bronce lingüística, y mirado de reojo por muchos euskaldunes, habría languidecido como un intento más de 'restauración' del euskera. En estas cosas, ya se sabe, la subvención, la pasta gansa, es a vida o muerte.

Pues bien, la transición fue como fue, y el espíritu de reconciliación nacional trajo la nueva España de la Autonomías, donde Cataluña y Euskadi brillaban con la luz de sus 'lenguas propias'.

Para el batua fue golpe de suerte, lo nunca visto. Con la adopción oficial, una lengua que poquísimos euskaldunes usaban, y apenas conocían, empezó a crecer de modo exponencial.

Y con la difusión oral vino la literaria. Literatura copiosísima que, acumulada en estanterías y rimeros, ahí queda para la posteridad como milagro de la generación presente, que se ha volcado sobre todo en un género literario: los boletines, edictos y demás papelamen oficial, donde la lengua milenaria con acta de nacimiento en 1968 se empareja con la lengua española de toda la vida, repitiendo lo que esta dice, como traducción que es mayormente de la misma. Ejemplar hermanamiento de ambas lenguas oficiales. El vascuence como lengua propia, de todos los vascos, incluso de aquellos que la desconocen, y a su lado el castellano, común a todos, y lengua materna de la mayor parte de la ciudadanía vasca.

A esta literatura le sigue, en extensión o cantidad, un segundo género representado por letreros, carteles, rótulos, boletos. También aquí suelen hermanarse las dos lenguas, aunque ya no tanto en columnas parejas, sino la una encima de la otra, en mayor cuerpo y dominancia del vascuence, cual corresponde a la lengua más débil.

Fuera de eso, el euskera ha prosperado también en otros géneros literarios, por los que ya empieza a salir al mundo. Todavía no es el Contrapas de mosén Bernat, pero todo se danzará.

El resto del cuento lo conocemos, hasta el estallido de la supernova Tontxu Campos, uno de los meteoros más insólitos e increíbles en un país en libertad. Claro que libertad, libertad, sólo relativa en el País Vasco, en todos estos años. Ahora Campos se va como por un agujero negro, no sin antes emitir sus últimos destellos como Júpiter sobre Dánae, lluvia de oro, al higuí, al higuí.
(Continúa)
_______________

*) La tesis de la modernidad dialectal ha tenido un éxito superior a su mérito científico, como más favorable a la unificación nacional.


jueves, 2 de abril de 2009

Logomaquias


       Nadie sabe lo que esto dará de sí. Pero hasta los no optimistas, llegado el día, podremos decir que nos quiten lo bailado. Sólo con pensar lo que sería el escenario vasco –por usar la metáfora teatral tan trillada del léxico aberchale– de haber prosperado la candidatura de Ibarretxe, saludamos con alborozo el cambio de cartel y la animación del espectáculo.
       Y no es porque los nuevos empresarios vengan con un cartel de lujo, qué va. Es la nueva oposición la que corre con el gasto, la que aporta ingenio y sal como nunca lo había hecho hasta ahora. El PNV, en especial, se supera de día en día. Urkullu, Ortuzar, Azkarate, hasta Egibar, hasta el mismo Ibarretxe derrochando humor, a ver quién cuenta el chiste más gracioso, la anécdota más divertida…
       Vendrán luego sus adversarios políticos a redondear, a bordar sus ocurrencias. Pero el mérito es suyo, y la Historia en su fallo imparcial e inapelable les reserva el copirray de casi todo el humor del bueno que se derrocha esta temporada.En este espacio tan competido, hay un cómico de popularidad envidiable. Si caigo en la vulgaridad de aludir a su tupé, no tiene mérito, todo el mundo adivina que se trata de Iñaki Anasagasti, caracterizado siempre en escena por el 'tupé' o desparapajo descaradillo y picante de su verbo.
       Hoy mismo, en El Correo, hace una exhibición con un artículo hilarante, ya desde su título: El lobo feroz enseñó su patita Su objetivo es demostrar la rabiosa actualidad de los viejos hermanos Grimm, que «en 1812 escribieron uno de sus cuentos dedicado a un lobo que quería comerse a siete cabritillos» etc.; y aquí Anasagasti cuenta el cuento.
       ¿Qué dónde está la gracia? Pues en que uno de los animalitos del cuento no era en realidad un cabritillo, sino una niña llamada Caperucita de Bermeo. Ya saben, el cuento de Grimm, 'Caperucita o los Siete Cabritillos', escrito al alimón de una sentada en 1812.
       Sólo ha faltado explicitar la moraleja. Añadiendo, por ejemplo, que el supuesto cuento era en realidad una parábola, un panfleto en clave de propaganda política contra Napoleón. Actualizando: a ver si, como José Bonaparte, también el actual intruso Patxi López pierde su atambor en Vitoria. Sería un centenario memorable.
       Aplaudo el bien traído cuento, aunque permítame el maestro ponerle una tilde: demasiado 'prólogo' para tan corto epílogo. Mucho espacio dedicado por don Iñaki a mostrar que los socialistas vascos no van por buen camino, reprochándoles entre otros defectos recurrir a la logomaquia.
       Otra vez esta palabreja. Fue ayer mismo y aquí, en la página dedicada al obispo de San Sebastián monseñor Uriarte. Al hilo de un comentario perspicaz de Cristalina sobre perversión del lenguaje, le dediqué una nota que en su sitio está, aunque voy a destacarla también aquí:

La perversión del lenguaje –decía ella– tanto en el sentido de hacer ambiguos los términos como lo contrario, ceñirse a la literalidad con el fin de omitir significados inconvenientes, es un arma torticera de todo aquél que carece de argumentos. Los adolescentes la utilizan con admirable habilidad...
       Interesado por esa observación sobre el lenguaje en la adolescencia, que invitaría a «calar un poco, lo que tiene de 'adolescente' residual el lenguaje de muchos clérigos (y ex clérigos, obviamente)», me fijé en la misma palabra-insignia, para decirle:
«Es curioso, la palabra logomaquia (guerra verbal, disputa de palabras), tan conocida y usada, me parece que la inventó uno de los autores del Nuevo Testamento, uno que finge ser San Pablo, escribiendo precisamente a un obispo ("Timoteo"), para recomendarle que evite ese vicio a todo trance. Tengo aquí los textos:  
1. Una primera vez habla de la logomaquia, literalmente, como una "patología" dialéctica (1 Timoteo, 6: 4). 
2. De nuevo lo emplea (esta vez como verbo, si se me permite, 'logomaquiar'), para declararlo pernicioso porque lía a los oyentes (2 Timoteo, 2: 14).»
       El término hizo fortuna, aunque tuvo su historia particular. En los siglos III-IV, al plantearse las disputas pre bizantinas en torno a la naturaleza y ser del Verbo de Dios –el Logos–, un primer conflicto dialéctico pasó a mayores y corrió la sangre. Ante este segundo conflicto violento, con sus caleborrocas, atentados y terrorismo por extensas áreas del Imperio , surgieron los konpondus de entonces, empeñados en no distinguir entre ambos conflictos, con una distorsión del lenguaje increíble.
       Ni la misma palabra logomaquia se libró. De su sentido original, que como define Anasagasti admirablemente, «se centra en engañar con palabras para no ir al fondo del asunto», pasó a significar «disputa o guerra sobre el Logos», y por extensión, cualquier 'discusión teológica'. Se abrió la era –también de vez en cuándo la veda– de los logómacos.
       Pero de todo esto más sabe don José Antonio Pagola.
       La palabra como expresión del pensamiento, pero también como envoltura y ocultación del mismo. La mentira como caso límite de una transformación afín a través de la figura retórica. La Retórica, como arte de la persuasión y la disuasión por medio de la palabra… 

       Apasionante, curioso, divertido; y a la vez, demasiado serio para dejarlo a merced de mercaderes de toda laya. Caveat emptor ('ojo, el que compra').