jueves, 23 de abril de 2009

EL EUSKERA COMO FETICHE (4)

8. El fetiche Mamón

Una pregunta que me hago, cada vez que me concentro para hilvanar estos párrafos sobre el euskera: ¿Pensará la gente que soy un entusiasta del tema? ¿un obseso, tal vez? Créase o no, aquí y ahora mismo declaro que me cuesta ponerme a escribir sobre ello, y lo hago como a la fuerza.

He agrupado todas estas entradas de bitácora en la sección Diatriba (debate) y no puedo olvidar el sentido original del término griego, δια-τριβή: 'desgaste por el uso'. Que es lo que ocurre con cualquier diatriba o debate cuando se alarga. Y no sólo eso, también ocurre en ciertos debates, que en algún momento notas que la cuestión de fondo se escamotea, se vuelve impronunciable. Empezamos con una cosa, y de pronto estamos hablando de otra.

Me he metido en un templo extraño, el de los fetiches del identitario vasco. He visitado la capilla del fetiche Euskera. En toda esta excursión me he acordado mucho de Pausanias, magistral guía del fetichismo religioso griego. Pues bien, en más de una ocasión este autor del siglo II, visitando en persona alguno de los viejos santuarios de máxima devoción, al referirse al ídolo titular confiesa no poder describirlo porque no lo vio; y no pudo verlo, por estar oculto bajo un montón de vestidos, joyas, lámparas y exvotos. De esto sabemos algo en Bilbao con la Virgen de Begoña, cuando al retirarle el manto y otros aderezos, bastantes personas perdieron la devoción y algunas posiblemente la fe, al ver la santa imagen a cuerpo.

Ocurre también con bastantes fetiches. Se adora al santo por la peana, y cierta clase de devotos redondea la peregrinación con visita admirativa al tesoro nada despreciable. En suma, un fetiche rico engorda a expensas de otro fetiche modesto, como parásito en huésped. Ese fetiche de vocación monoteísta tiene nombre: Mamón.

¿Y quién es Mamón? Para Jesucristo, es el Anti-Dios: «No podéis adorar a Dios y a Mamón» (Mateo 6: 24). En plano más pedestre, al bueno de Mamón lo topamos por todas partes, y como buen parásito oportunista, no siempre alardea ni se prodiga. Al contrario, hoy prefiere pasar desapercibido, dejando que el huésped dé la cara. Como en el cuadro del Bosco, El Prestidigitador, el negocio principal no lo lleva el trilero en la mesa –que también–, sino el cortabolsas entre el público.

El culto del Euskera no se libra de ese convidado insaciable y rapaz, con su turba de adoradores mamones del Presupuesto. No falla. Nadie toma en público el nombre de nuestra bienamada lengua propia, si no es cobrando por ello, o esperando hacerlo.

Ahora que vienen éstos, «¿qué va a pasar con el Euskera? ¿qué hará el gobierno de Patxi López con el Euskera?», preguntaba hace poco el Diario Vasco

Dos formas de expresar la misma pregunta, a cuál más sorprendente para el que no conozca la peana dorada del fetiche. ¡Qué hará el Gobierno con el Euskera! ¿Abolir por decreto la hache? ¿Volverá por la honra de Bilbao, barriendo el apócrifo Bilbo? ¿Impartirá EITB cursos buenos y gratuitos de vascuence a todos los niveles?... Esas sí que serían buenas preguntas; pero no va por ahí la cosa. La cosa va por si se aflojará la tenaza impositiva, dicho de otro modo, si algunos verán cambiar por ello sus espectativas de ingresos.

1. No a otra realidad se refería un cantautor, Benito Lertxundi, «desafiante» y desafinante: «¡Que se atrevan a hacer recortes…!» ¿Recortes? ¿habla de dinero el artista? Por supuesto que sí. Y eso que Lertxundi, a estas alturas, se considera y es muy capaz de subsistir sin la mamada imperiosa de la ubre presupuestaria que otros de su profesion necesitan. «Los que vivimos en euskera continuaremos haciéndolo aunque haya un gobierno socialista». ¡Vale, vale, don Benito! No hace falta que se ponga digno. Por mí, como si dice usted «los que vivimos del euskera». Menos pudoroso, pero nada indecoroso.

En efecto, nada tendría de malo que un poeta se refiera al vulgar parné, salvo si lo hace apelando a los aspectos menos presentables de la lengua vasca: su monetización, a través de su politización: «La lengua es política pura y dura» –sostiene–, y a los que dicen que el euskera es de todos, les pide que lo demuestren. ¿Aprendiéndolo, usándolo? Bueno, eso, allá ellos; Lertxundi piensa en otro tipo de demostración, en otro teorema: «Que Patxi López y todos los suyos
demuestren que verdaderamente tienen tanto interés con el euskera como los nacionalistas».

En la misma línea mamaria abunda la actriz Maite Agirre, productora de teatro bilingüe. El espectáculo, o más aún la literatura, sin subvención agoniza en castellano, pero en vascuence expira con placidez, y el público ni se entera.

2. La otra parte del «qué va a pasar ahora» se refiere al aspecto coercitivo, a eso que se llama 'normalización' del euskera, 'euskera vehicular escolar', 'discriminación positiva' y otros eufemismos. Eso que a primera vista no es dinero, pero siempre acaba en lo mismo.

De entrada, voy a citar un texto algo antiguo, del siglo XVIII, especialmente interesante porque su autor tuvo estrecha relación con el País Vasco, y hasta es posible que se pronunció por vez primera en Bilbao, donde Pedro de Calatayud, jesuita, cosechó sus mayores éxitos predicando misiones.

Advierto que es un párrafo tremendo, de lo más duro que conozco en toda la apologética, y en la literatura católica en general. Quien vacile en su fe, o sea sensible a las motivaciones profundas de la creencia, tal vez desee saltar el resto del capítulo.

Dice así el padre:

Figuráos, pues, ahora una hypotesi deplorable (que nunca será), y es que quantos viven en los Reynos de la Religión Christiana tuviessen libertad para seguir la Religión o Secta que quisiessen, sin temor del castigo humano: que se derribassen por tierra los muros y antemurales con que nuestra Santa Fe y Religión se conserva, es a saber, los Sagrados Tribunales de la Santa Inquisición: que sólo se castigasen por las Cabezas políticas y Sagradas aquellos delitos públicos que trastornan el concierto exterior, gobierno político y civil, como son latrocinios, muertes, tumultos, etc.

Pregunto ahora: de todos los Christianos que oy son miembros de la Santa Iglesia, unos dañados, otros sanos, ¿quántos juzgáis que dentro de ocho años permanecerían, no sólo creyendo los mysterios, sino también guardando los Mandamientos de nuestra Ley?

Sería tan considerable el bajío en personas Religiosas, Eclesiásticas y Seglares, que de cien Christianos que oy viven, no quedarían veinte sanos.

(Pedro de Calatayud, s.j., Opúsculos y doctrinas prácticas. Logroño, F. Delgado, 1754; 1 vol. in fol., págs. 78-79.)

¡El 80 % de católicos nominales se darían de baja en menos de una década, sin la amenaza pendiente de la Santa Inquisición! Hoy vemos que no iba descaminado el religioso. Pues aplicando el cuento, cambiemos mentalmente: donde dice 'reinos' leer 'País Vasco', cambiar 'religión' por 'euskera', 'muros y antemurales' por 'normativa', 'unos sanos y otros dañados' por 'euskaldunes y semieuskaldunes', y dejemos lo de 'ocho años' y 'castigo' donde está. Ya sabemos que, como bien dice Calatayud, se trata sólo de «una hipótesis que nunca será» –a menos, claro, que un mal día llegue la hora del PP y del Poder de las Tinieblas–…

Porque en ese, ya digo, imposible supuesto, consumadas dos legislaturas peperas (el cielo no lo permita), vendría la gran pregunta: ¿Cuántos quedan? ¡Pero si había un consenso social unánime para salvar el Euskera…!

Pues velay. Menos mal que este ha sido un experimento mental y con gaseosa. No como los del difunto Tripartito con Tontxu Campos y Miren Azkarate.

Mañana vuelvo con «La Caja de Pandora».

3 comentarios:

  1. Excelente. Una exquisitez.

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  2. Era yo pequeñita cuando murió Franco, amigo Belosticalle, pero no olvido las colas de españoles llorosos para visitar su capilla ardiente.

    Aquella gente tan devota perdió su devoción de la noche a la mañana, y hoy, pues existe algún residuo pintoresco, pero ya no queda nadie.

    Entonces ... ¿qué lloraban?

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  3. Buenas noches Belosti.

    Benito Lertxundi, cantautor cantamenazas.

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