lunes, 9 de julio de 2018

La Navarra pre-Arista (y 2)

Garibay, visto por Julen Urrutia

Hasta aquí hemos visto por qué ambages y vericuetos documentarios llegó Esteban de Garibay a su idea de una monarquía navarra muy anterior a la convencional, adelantando en un siglo el reloj de la primera Reconquista pirenaica. A tal fin explotó la tardía y absurda Crónica de San Juan de la Peña, navarrizando aquella invención aragonesa y vasquizando por su cuenta la historia pirenaica, a expensas de godos, francos y otras gentes: en suma, llevando el agua a su molino del vasco-tubalismo primordial y esencial de España.
La serie dinástica según Garibay
De aquella fuente contaminada, más algún sorbo de otras más sanas, bien destilado todo por su caletre, he aquí la monarquía navarra que le resulta [1].
A. Reyes pre-Arista:
1º. García Jiménez. 2.º García Íñiguez I. 3.º Fortún Garcés I. 4.º Sancho I Garcés. 5.º Jimeno, «de quien la común opinión de los autores no ha hecho mención» [2].
Aquí algunos historiadores postulaban un interregno, del que habría salido elegido rey Íñigo Arista. Garibay, legitimista y enemigo de cambio dinástico, lo rechaza. Su Jimeno tuvo por hijo y sucesor a Íñigo, de apellido Jiménez (mejor que García, según otros, y mucho mejor que de padre desconocido) :
B. Desde Arista, a la primera unión histórica con Aragón (siglos IX-XI):
6.º Íñigo Jiménez Arista. 7.º García Íñiguez II.
Aquí de nuevo rechaza «lo que los autores hablan» de un segundo interregno navarro, pues «al rey D. Garci Íñiguez sucedió su hijo mayor el rey D. Fortuno, segundo de este nombre»:  
8.º Fortún II (Garcés) el Monje, «de quien ningún autor hasta ahora ha hecho
mención».  9.º Sancho II (Garcés) Abarca, que «sucedió a don Fortún su hermano, y no al padre». 10.º Garci Sánchez I, «de quien hasta ahora ningún autor tampoco ha hecho mención». 11.º Sancho III (Garcés), «del cual tampoco, como de su padre,  ningún autor nos ha dado noticia alguna». 12.º García (Sánchez) II el Tembloso, «que hasta ahora ha sido contado por hijo de Sancho Abarca, recibiendo en ello manifiesto engaño, porque fue biznieto». 13.º Sancho IV (Garcés) el Mayor. 14.º Garci Sánchez III de Nájera.
Con Sancho el Mayor alcanzamos el Año 1000, y la historia navarra se hace más segura, al tiempo que se mezcla con la de los reinos vecinos, Castilla y Aragón. De hecho, el libro 22 se cierra con el interregno (éste sí) que puso en el trono navarro a Sancho Ramírez, «rey de Aragón, uniéndose por algunos años Navarra y Aragón» (1063-1094).
Un cuadro ayudará a golpe de vista:

En fondo amarillo se marca la ‘prótesis’ de Garibay, lo que llamamos la Navarra pre-Arista. La 1ª columna fija la serie numérica, marcando en verde los tres nombres de reyes calcados y repetidos de la serie histórica ‘jimena’ posterior, en marrón, de modo que 2 = 7, 3 = 8, 4 = 9. Por otra parte, van escritos en marrón los reyes descubiertos por Garibay, que hicieron fortuna, así como los parentescos que él señaló. También figuran sobre azul los dos primeros interregnos que otros autores ponían con cambio dinástico y Garibay rechaza.

¿Arista o Aritza? Sobre el apellido o apodo de D. Íñigo
Muchas cosas quedan por aclarar, pero sólo nos fijaremos en dos: ¿Quién era aquel D. García I, supuesto fundador de la monarquía navarra? ¿Quién fue, y de dónde, el primer rey ‘histórico’ de Pamplona, Íñigo Arista?
Sobre lo primero, como fábula que es, allá Garibay, que navarriza la leyenda del Reino de Sobrarbe. Según él, los nobles reunidos en la capital aragonesa Ainsa
«alzaron por su Rey y señor al dicho García Ximénez, señor de Abárzuza, en este mismo año de [setecientos] diez y seis, en el año que el Rey don Pelayo fue alzado en Asturias» [3].
En cuanto a D. Éneco o Íñigo apellidado Arista, la cosa se complica. El arzobispo Rada creía saber que fue de la parte de Bigorra, y que lo de ‘Arista’ (en latín, ‘filamento áspero de la espiga seca, brizna inflamable’) era apodo que le vino por su ardor en la pelea. Garibay se atiene a ello, aunque sin poner en duda su oriundez navarra, como ya hizo con la de García Jiménez [4]. Bigorra y Sobrarbe caen en el mismo tramo del Pirineo, en las vertientes norte y sur respectivamente, como ya observó el historiador aragonés Zurita, totalmente contrario a las novedades de Garibay, aunque ni le nombra [5].
A D. Íñigo, muchos le hicieron godo, y casi todos aquitano de Bigorra; aragonés, según alguno, pero mejor navarro, y concretamente de Viguri o Viguria, cerca de Estella, según García de Eugui, historiador navarro y obispo de Bayona. Confundir la oscura aldea navarra con el condado de Bigorra era fácil, con tal de demostrarlo.
Ahora corre la moda de  vascongar el Arista en Aritza (roble, en vascuence). Creo que lo divulgó primero el navarro Arturo Campión, siguiendo más o menos una conjetura del francés suletino Arnaldo de Oihenart. Éste trata del linaje y patria de Arista en su Noticia de ambas Vasconias (1638). Él también pensaba que Bigorra era confusión del topónimo, y hasta creía tener y probar otra solución mejor [6]. Abrevio el pasaje omitiendo detalles:
«Hay en la Baja Navarra una aldea llamada Baigorria, distante sólo diez leguas vascongadas de Pamplona. Lugar que antaño también se llamó Biguria, escrito a veces Beygur, o más a menudo Baigoer. En dicha aldea todavía queda la antigua e ilustre familia de los Vizcondes de Baigorri, que hasta los tiempos de nuestros abuelos siempre usó como suyos propios los nombres de Iñigo, García y Jimeno, con sus apellidos.
Yo diría que Íñigo García [sic, no Jiménez] fue de esta aldea, más bien que del condado de Bigorra; porque además de próxima a Navarra y pegante a su frontera, cae en los lugares montuosos y ásperos del Pirineo, a los que expresamente de refiere el Toledano don Rodrigo como preferidos de Íñigo: condiciones ambas que faltan en el Condado de Bigorra…
Ayuda no poco a nuestra conjetura la onomástica, tan importante para distinguir las familias antiguas. En toda la serie de Condes de Bigorra no hay un solo nombre que se corresponda con los de los reyes navarros, mientras que en los Vizcondes de Baigorri la concordancia onomástica con los primeros reyes de Navarra apenas falla… [Oihenart aporta documentación al canto.]
Todavía hay otras conjeturas que nos inducen a hacer a Iñigo Arista oriundo de los señores de Baigorri… Y en fin, el apellido Arista (mal derivado de las ‘aristas’ por el común de los historiadores) tiene fácil explicación, si se admite que la patria de Íñigo fue dicha aldea baigorritana, pues su barrio principal, hoy conocido como Ermita de Sant-Esteban, antes se llamó Harizeta, como consta por tablas antiguas del Vizconde de Baigorri Lope Íñiguez que cité arriba. Ahora bien, los navarros en general, al pronunciar palabras del vascuence, suelen omitir la aspiración, como también eliden muchas vocales entre consonantes; y así de Harizeta sacaron Arista. Y como harizeta en vascuence significa Robledo, yo diría que de ahí les vino a estos reyes primeros llevar el roble como enseña.»
Me he alargado en la cita, porque creo que algunos apreciarán su curiosidad. No cabe duda de que la conjetura es ingeniosa y bien trabajada por el erudito de Mauleón. Otra cosa es su valor crítico, pues dejando aparte la incongruencia heráldica, estamos hablando de un personaje del siglo IX, del que poco cierto podían decir los papeles de un oscuro vizconde del XVII, que encima se tenía por descendiente. Sin duda una familia de hidalgos agramonteses oriundos de la Navarra peninsular y afincados en la ‘Tierra de Vascos’. Pero, en fin, el Harizeta > Arizta de Oihenart es de esas cosas que engolosinan al vulgo aberchale, y a nadie debería chocar ni ofender que ese público lo reciba con entusiasmo.
Cumplido así el compromiso del título, aquí podría concluir este relato. Nadie piense que nuestro autor se limitó a piratear un producto ajeno averiado. Garibay tenía sus ideas muy claras, y para sostenerlas fue trabajador inteligente. Aparte de los reyes apócrifos de La Peña –que no son más que dobletes de otros que vinieron después–, él documentó su propuesta de otros desconocidos: Jimeno (el padre de Arista), Fortún Garcés, García Sánchez I y Sancho Garcés II. Esta novedad se considera acertada o interesante. Hizo también ajustes de parentesco en la línea dinástica:  Íñigo Arista fue hijo de Jimeno; Sancho Garcés II fue hermano de Fortún Garcés; García Sánchez II el Tembloroso fue biznieto, no hijo, de Sancho Garcés Abarca.
Enemigo de la Ley Sálica, Garibay reconoce el derecho de las hembras ‘propietarias’ y es respetuoso con lo que él llama ‘hacerse femenina’ una línea dinástica, sin que eso le obligue a ocultar su preferencia por «la sancta y bendita línea masculina» que nos viene de Adán [7].
Y lo mismo que no simpatiza con lo francés en general, tampoco comulga con el goticismo de Rada, que hizo escuela y casi iglesia entre la nobleza española. Garibay, que como genealogista de profesión tanto supo de falsos linajes, casi compadecía a sus clientes aferrados a lo godo, siendo así que la hidalguía más rancia era la española, y la más genuinamente española de todas, la suya vascongada. Ambas reconquistas, la astur-cántabra y la pirenaica, tienen para Garibay raíz hispana autóctona, no goda, con su máxima expresión en el caso de Navarra.
De ahí el silencio perplejo del historiador mondragonés ante indicios históricos de que aquella estirpe navarra resultó ser, entre todas las de la España reconstruida, la más contaminada por la mezcla con el enemigo moro. De ahí su repugnancia a admitir que todo un rey navarro como Íñigo Arista hubiese otorgado fuero de coronar, por razón de estado, incluso a un ‘pagano’, un rey de Navarra musulmán. De ahí su autocensura, para no mencionar siquiera el hallazgo estupendo de su colega el cronista Ambrosio de Morales: las que hoy conocemos como Genealogías de Roda [8].
Antigua iglesia Catedral de Roda de Isábena (Huesca)
De Rada a Roda
Con este juego de palabras trato de fijar la atención sobre la singularidad histórica de Navarra entre los reinos de la Reconquista española.
Metidos en este laberinto de monasterios, códices y catálogos regios, va siendo hora de salir a la luz, y vamos a hacerlo por la más extraña de las bocas: la Genealogía de Roda. Se trata de otra serie de reyes de Pamplona, según el Códice de Roda, propiedad de la Real Academia de la Historia. Se llama así, o también Códice Rotense, porque algún tiempo estuvo en la antigua catedral aragonesa de Roda de Isábena (en Ribagorza), aunque su origen se podría buscar  en la propia Corte Navarra cuando la capital fue Nájera (en La Rioja), y posiblemente por los alrededores del año mil.

El códice Rotense es de lo más orosiano, en el sentido que dijimos. De hecho empieza por la Historia de Orosio con otros textos históricos conocidos, a los que añade a modo de suplemento listas de reyes cristianos y moros, incluida la serie de Pamplona desde Íñigo Arista, expresada al modo bíblico [9].
Y aquí viene la sorpresa: el parentesco de mixta religión de aquellos monarcas, como puede verse en esta página del códice (al folio 191, recto), que transcrita en su latín macarrónico y puesta en romance dice así:

ORDO NVMERUM REGUM PAMPILONENSIUM

1. [E]nneco cognomento Aresta genuit Garsea Enneconis et domna Assona qui fuit uxor de domno Muza qui tenuit Borza et Terrero…

2. Garsea Enneconis accepit uxor domna ...  filia de ... et genuit Furtunio Garseanis et Sanzio Garseanis et domna Onneca qui fuit uxor de Asnari Galindones de Aragone.

3. Furtunio Garseanis accepit uxor domna Oria filia de ...  et g. Enneco Furtunionis, et Asenari Furtuniones, et Belasco Furtuniones, et Lope Furtuniones, et domna Onneca qui fuit uxor de Asenari Sanzones de Larron.

4. Sanzio Garseanis accepit uxor domna [... ] et g. Asnari Sanziones qui et Larron.

5. Asnari Sanzionis accepit uxor domna Onneca, Furtuni Garseanis (fi)l(ia), et [g.] Santio Asnari, et domna Tota regina, et domna San(zia...). Ista Onneca postea accepit uirum regi Abdella, et g. Mahomat Ibin Abdella.   [... ]


ORDEN NUMÉRICO DE LOS REYES DE PAMPLONA

1. Íñigo apellidado Arista engendró a García Íñiguez y a doña Assona, que fue esposa de don Muza, teniente de Borja y Terrer...

2. García Íñiguez tomó esposa a doña … hija de …, y engendró a Fortún Garcés y a Sancho Garcés y a doña Óñeca [Íñiga], que fue esposa de Aznar Galíndez de Aragón.


3. Fortún Garcés tomó esposa a doña Oria, hija de…, y engendró a Íñigo Fortúnez  y a Aznar Fortúnez y a Belasco Fortúnez y a Lope Fortúnez, y a doña Óñeca que fue esposa de Aznar Sánchez de Larraun.


4. Sancho Garcés tomó esposa a doña …, y engendró a Aznar Sánchez, que también de Larraun.

5. Aznar Sánchez tomó esposa a doña Óñeca, hija de Fortún Garcés, y engendró a Sancho Aznárez y a doña Toda reina, y a doña Sancha... Esta Óñeca luego tomó por esposo al emir Abdalá y engendró a Mohamed Ibn Abdalá. ...

Con que «Don Muza... , el rey (o emir) Abdalá I, su hijo Mahomat ibn Abdalá», es decir, el padre del primer califa de Córdoba Abderramán III, ¡descendientes directos del fundador de Navarra, Íñigo Arista! ¿Qué enredo era este?
Ahora entendemos el sobresalto que tuvo el cronista oficial regio de Felipe II, Ambrosio de Morales, cuando descubrió y leyó esta misma lista de Roda en copia de la biblioteca de San Marcos de León. ¿Una broma de falsario? No lo pareció, y menos desde que volvió a leerla en otro códice del Escorial, donde Morales era bibliotecario. Así lo describía en 1586, para sorpresa  de muchos –también de nuestro Garibay [10].
«Yo diré aquí ahora una cosa muy nueva y extraña; mas, por haberla hallado en un libro muy antiguo de la libreria de Santo Isidoro de León, cuya copia también está en el real monesterio de San Lorenzo del Escurial, la pondré como allí está…»  
[Morales repite lo que acabamos de ver; y concluye:]
«Así el rey Abderramán es nieto de la reyna de Córdoba Íñiga, y bisnieto del rey García Íñiguez, y cuarto nieto de Íñigo Arista. Hasta aquí llega aquella memoria… Yo digo en esto todo lo que hallo, y de lo cierto doy los testimonios que lo comprueban, y después prosigo con conjeturas. A quien estas no le parecieren bien, siga las mejores que el tuviere.»
Enlaces Pamplona - Córdoba - Aragón (G. Martínez Díez)
Lo que hoy sería sólo un hallazgo documental para la Historia, en la España del siglo XVI era una bomba. Una bomba de racimo, si se permite el anacronismo; porque sin limitarse a la estirpe regia navarra, la mezcla de sangres a cualquier vascongado podía reventarle la hidalguía. Porque el privilegio de los vascos dentro de España, empezando por su hidalguía universal, se fundaba en la pretensión de ser inmunes de mezcla racial judía o agarena, como gente que siempre vivió aparte en sus montañas.
No era para menos. Morales revelaba algo que sin duda todos los buenos historiadores sospechaban, aunque nadie lo decía. Era levantar la cortina sobre un parentesco demasiado próximo entre los cristianos navarro-aragoneses y la morisma en sus esferas más altas.
Garibay, que tanto se preciaba de haber revuelto los archivos monásticos de Navarra y La Rioja, debió de quedarse atónito. Él mismo había cerrado su Compendio Historial con una historia de la España árabe, donde no supo o no dijo nada parecido. También conoció lo que vimos del Fuero de Sobrarbe, y cómo Íñigo Arista decretó que si alguna vez los navarros no encontraban rey cristiano que les conviniese, podrían elegir a un infiel [11]. Garibay recoge la noticia, añadiendo de su cosecha que «lo tocante a infiel no quisieron admitir, como cosa fea y malsonante», sin sospechar que para el rey de Pamplona al fin todo quedaba en la familia: una familia extensa y mixta de cristianos y musulmanes.
Garibay acierta sin duda cuando dice que la mayor parte de la tropa que invadió España con los árabes estuvo formada por norteafricanos muladíes (conversos al Islam) o incluso cristianos. Más difícil era, en su ambiente y para su mentalidad, reconocer la amplitud del fenómeno de conversiones al Islam o al Judaísmo –que en las invasiones musulmanas  solía afectar a familias enteras, incluso a poblaciones–; pero sobre todo la persistencia de matrimonios mixtos precisamente en una raza como la vascona, supuestamente la más antigua de España y la más purasangre católica. Familias muladíes medievales en el poder, como los Banu Qasi, rompían el esquema, mezcladas de un lado con sus correligionarios musulmanes, del otro con sus convecinos y parentela cristiana. El prejuicio moderno de la limpieza de sangre se proyectaba sobre unos ancestros totalmente ajenos a tales preocupaciones. Todo ello en favor de una pedagogía nacional orosiana,  y para sosiego de conciencias nobiliarias. De ahí la autocensura generalizada y el ocultar o ignorar los historiadores el elemento islámico navarro-aragones.
Como historiador, Garibay no ignoró la existencia de los Banu Qâsi (los Casios o Cásiez, diríamos hoy, Hijos de Casio) señores del Valle del Ebro en los siglos VIII-X, clientes primero y enemigos después de los Omeyas de Córdoba. El epónimo fue un conde Casio, uno de los primeros conversos hispanos al Islam y maula o cliente de los Omeyas. Un descendiente suyo, Musa ibn Musa ibn Fortún (h. 800-862), fue el popularísimo y coloquial ‘Moro Muza’, llamado en su tiempo «el tercer rey de España», aunque lo que nos importa más aquí es su doble parentesco con Íñigo Arista: nacidos ambos  hermanos de madre, a su tiempo fueron también yerno y suegro.
La madre común se llamó doña Óñeca, casada primero con un Jimeno, y en segundas nupcias con un ‘casio’ llamado Musa.  Dos familia muy unidas, pues Arista dio a su medio hermano por esposa en matrimonio fecundo a su hija Asona; de modo que el ‘Moro Muza’ y el segundo rey de Pamplona, García Íñiguez, fueron cuñados. Son circunstancias que hacen pensar en otros muchos enlaces mixtos que no pasaron a la Historia [12].
Vemos, por otra parte, cómo el códice rotense deja espacios en blanco para suplir nombres que desconoce. Dice, por ejemplo, que «Fortún Garcés –Fortún el Monje, de Garibay– tomó por esposa a doña Oria, hija de …». Hija de Lubb ibn Musa, es decir, del casio Lope, hijo del moro Muza, con Asona, y nieto por tanto de Arista.
Pero esto no era lo más fuerte. La gran revelación del Códice de Roda, que pasmó a Morales y quedó sepultada en el silencio, decía que una Doña Óñeca o Íñiga, hija de Fortún Garcés el Monje y bisnieta de Íñigo Arista, casó en segundas nupcias con el emir de Córdoba Abdalá (888-912), con el que tuvo a Mohamed ibn Abdalá, padre de Abderramán III. El fundador del Califato de Córdoba era nieto de esta otra Óñeca, y cuarto nieto de Íñigo Arista, como advirtió Morales.
Un cuadro genealógico simplificado bastará para dar idea de lazos muy estrechos familiares y políticos entre Córdoba y Pamplona, aquí a través de los Banu-Qasi.


Óñeca (o si se prefiere, Íñiga Ordóñez), en el harén cordobés fue conocida como ‘Al-Durr’, la Perla. Pero no una perla en solitario, ya que su nuevo marido el emir Abdalá I tuvo por madre a Uxar ‘la Vascona’. Lo que significa que por Abderramán III circulaba más sangre navarra que árabe, o al menos una muy notable proporción. Y algún atractivo físico, moral y político tendrían las reales hembras navarras, cuando también el háchib o Gran Chambelán del Califato, Almanzor, siguiendo el ejemplo de su señor, se casó con una hija de Sancho Abarca.

Medina Azahra, la ciudad mágica de Abderramán III cerca de Córdoba, este pasado 1 de julio ha sido incluida en el Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Por allí anduvo doña Óñeca. Más de un visitante vasco-navarro se figurará su sombre huidiza en el Salón Rico, y creerá oír por algún rincón psicofonías femeninas e infantiles en vascuence, no es disparate. ¿Llegó a haber euscalteguis en aquella corte? ¿Cátedras de uskara, academia de la lengua? ¿Se produjo en la sabia y políglota Córdoba la primera gramática vasca? Preguntas en el aire que, con algún estipendio público, más de uno estaría dispuesto a investigar.





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[1] Compendio Historial, t. 3, libros 21-22.
[2] Ibíd., lib. 1, c. 13; t. I, pág. 26 (edic. de Barcelona, 1628).
[3] Comp. Hist. 21, 7; 3: 16. También: «En algunas obras se escribe que fue señor de Amescua y Abárzuza, pueblo no lejos de donde se fundó después la ciudad de Estella».
[4] Comp. Hist. 21, 13 (3: 27-28); 22, 1 (3: 29-31). «Yñigo Arista, a quien otros llaman don Yñigo Garcia, que era señor de Abarzuza y Bigorra, y quieren más algunas historias de Navarra, que tenía su casa y habitación en Val de Junquera, que las mesmas obras dicen ser cerca de Salinas de Oro, y que su padre se llamó don Ximén Yñiguez Arista [sic]…» (3: 28).
[5] Zurita es totalmente contrario a las tesis de Garibay, aunque ni le cita, y como mucho admite que los ‘reyes nuevos’ anteriores a Arista serían duques de obediencia franca.
[6] A. de Oihenart, Notitia utriusque Vasconiae, tum Ibericae, tum Aquitanicae.  París, 1638, lib. 2, cap. 12; págs. 248-252. Diré de paso que, por contraste con Zurita, Oihenart es más considerado con Garibay, al que a menudo cita, en pro o en contra; cfr. Notitia, pág. 224.
[7]  Comp. Hist, 1, 10; 1: 10.
[8] El citado T. Ximénez Embún quitaba importancia a las genealogías del Códice de Roda, dándolo como «uno de tantos entretenimientos monásticos de los siglos XIII o XIV». Ensayo histórico, o. cit., pág. 50. Sin embargo es pieza de primer orden. Sin embargo, se considera pieza histórica de primer orden.
[9] Del Códice de Roda hay edición facsímil digital de su depositaria, la Real Academia de la Historia:
[10] A. de Morales, Los cinco libros postreros de la Corónica General de España. Córdoba, 1586, libro 15, cap. 36, fols. 183-184.
[11] Comp. Hist., 3: 28, A-40.
[12] Ver Cuadros genealógicos en Gonzalo Martínez Díez, El Condado de Castilla (711-1038). Pons-Historia, 2005, vol. I. Los Banu Qasi, pág. 141; Dinastía de Pamplona I: Enlaces con Aragón y los Banu Qasi, pág. 174 En este línea, una tataranieta de Musa ibn Musa, doña Urraca bint Abdalá se casará con el rey de León Fruela II (h. 925); ibíd., pág. 141.
[13] Sobre lo tratado puede verse bibliografía más amplia en el artículo de referencia: Jesús Moya Mangas, Esteban de Garibay y la invención de la Navarra pre-Arista. HUARTE DE SAN JUAN. Geografía e Historia (Univ. de Navarra), 24 (2017): 9-50.