No tengo idea de quién fue Talión, ni si tal legislador existió. Pero a juzgarle por su propia ley –el talión–, hay que reconocer dos cosas: que era justo y equitativo, y que le preocupaba sobre todo la venganza.
La venganza es un derecho (también un deber, depende de culturas) y en todo caso el talión no la exalta, la modera: un ojo por un ojo (no dos por uno). El talión será antiestético, pero no injusto.
Además, está sacralizado por la Biblia. Esto obliga en Occidente a no mirar con desdén a países como Irán, donde rige el talión incluso a título individual ejecutivo. La principal crítica que se le puede hacer al talión iraní es que discrimina a la mujer: tomando como unidad de medida al varón, ella y todo en ella vale la mitad; la mujer es sólo medio humana.
Una joven iraní residente en España, Amene Bahrami, 30 años, replantea el talión, y de rebote la cuestión no resuelta de la relación entre Derecho y Ética.
Hace 4 años, un pretendiente despechado, con una rociada de ácido a la cara, la dejó desfigurada y ciega. Ahora a ella su país le reconoce el derecho de cegarle a él, también con ácido, por lo menos de un ojo, o incluso los dos, pero pagando la diferencia, que le sale por la friolera de 20.000 euros.
Como Ameneh no está por la labor de repatriarse para ejecutar personalmente o ver ejecutar la pena, la operación la realizará allí un técnico aplicando anestesia al ojo u ojos del paciente.
El aspecto vindicativo de las leyes penales es algo que el progresismo tiende a diluir, incluso a sacrificar, en favor de otros valores tanto o más importantes, como es la rehabilitación del reo, la 'reinserción' del que se ha salido de la norma social.
La obsesión por la rehabilitación ha llegado a desvirtuar la privación de libertad, olvidando a veces que la desinserción puede ser y es a menudo una decisión libre.
Volviendo al talión iraní. ¿Repugnante venganza? Lo dejo en venganza. Desde que que el consejero de Justicia del Gobierno Vasco, el todavía en funciones Joseba Azkarraga, imparte lecciones de Ética-Derecho, con peculiar embestida contra ciertas 'venganzas' no de su gusto, me he vuelto más cauto al valorar los aspectos vindicativos de la justicia. Incluso como satisfacción a título individual. Los ojos de Ameneh son suyos, mejor dicho, eran. La sociedad sigue siendo vidente, y en su inmensa mayoría vive ajena al caso.
"Como Ameneh no está por la labor de repatriarse para ejecutar personalmente o ver ejecutar la pena"
ResponderEliminarAhí esta el quid, amigo. Si esta desgraciada mujer tuviera que ejecutar directamente la venganza, apostaría por que no sería capaz de hacerlo. Yo también la he visto en la tele y es dramático todo el asunto. Una salvajada no elimina a la otra, la dobla. Desgracia irremediable... ¿no hay castigo posible sin caer en la bárbara ley del Talión?.
“Desgracia irremediable... ¿no hay castigo posible sin caer en la bárbara ley del Talión?”
ResponderEliminarPussy Cat, 6 de marzo de 2009 10:38
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Si no hay remedio, haya al menos paliativo. El talión es antiestético, peor aún, es un seudopaliativo.
Más práctico sería imponer al individuo trabajos forzados a beneficio de la víctima que dejó en la miseria. Sería, a la vez, más ejemplar.
Pero dudo que la idiosincrasia islámica iraní admita esa humillación a su sexo noble.