viernes, 30 de agosto de 2013

Sabino y la Plaga, por Navarth


'Pescadores vascos' (Valentín de Zubiaurre)


En diciembre de 1893, en el número 4 de ‘Bizkaitarra’, Sabino escribe un artículo titulado ‘Los invasores’:

«Con este título ha visto últimamente la luz pública en un semanario de Bilbao un bien escrito artículo que se ocupa en las varias clases de maketos y en su pestífera influencia.»

Sabino se congratula de que al fin alguien se haya decidido en la prensa a atacar “de frente y sin viles respetos a la invasión maketa”, y en consecuencia manda a su autor “la más bizkaina enhorabuena.” A partir de este momento, y hasta el final de sus días, Sabino se dedicará a exponer, de forma machacona, obsesiva y sin variaciones, su visión de un mundo dividido en vizcaínos (y por extensión vascos) y maquetos (todos los españoles no vascos).
Para resumir, los primeros están dotados de todas las virtudes imaginables; los segundos, de todos los males y perversiones. La distinción no radica en un elemento cultural sino de raza: para Sabino hay algo en la sangre que lleva a los vascos a ser nobles, valientes y trabajadores (y, como veremos, a odiar el organillo), y a los maquetos a ser inmorales, gorrones, feos, traidores, navajeros y ocasionalmente antropófagos [1]. Como los maquetos llevan la maldad en la sangre son contagiosos: al contacto con el vasco lo contaminan y provocan la degeneración de sus esencias. Y como la sangre, a diferencia de la cultura o la religión, no se puede cambiar, la redención del maqueto es imposible: las únicas medidas posibles ante él serán profilácticas, de aislamiento y/o erradicación.
Este esquema yin-yang de Sabino genera naturalmente una sustancia que lo lubrica: el odio. Si hay una raza impura y malvada que amenaza con su contacto la nuestra (que es maravillosa), es normal que sintamos tanto cariño hacia ella como hacia un germen nocivo. Esta secreción de odio será sistemáticamente potenciada por Sabino. Continúa diciendo en ‘Los invasores’:

«Ese camino del odio al maketismo es mucho más directo y seguro que el que llevan los que se dicen amantes de los Fueros, pero no sienten rencor hacia el invasor.»


A continuación anima a escribir un libro sobre el asunto (propone el título ‘La invasión española en Bizkaya’) y sugiere el siguiente índice:

PARTE PRIMERA: Los maketos
Cap.I: Naturaleza del maketo:
-       Caracteres físicos
-       Caracteres morales
Cap.II:  Clasificación del maketo
Cap.III: Estadística:
-       Conquistas del maketo
-       Frutos del maketo

PARTE SEGUNDA: Los maketófilos

PARTE TERCERA: La reacción
Cap.I. Remedios especiales
Cap.II: Remedio general

Para no aburrir al lector, me limito a poner como ejemplo el índice del capítulo 3. 2 de la parte primera:




Sobre los maketófilos, otra piedra angular de la doctrina de Sabino, nos detendremos más adelante. Sí debemos mencionar este párrafo:

«Así como la estadística es esencial a la primera parte, esta segunda habría de ir acompañada de datos históricos, con los nombres de las personas  y todos los pelos y señales, siendo de advertir que, cuando se sacan a luz los hechos con los nombres de sus autores, no hace falta aplicar a éstos ningún calificativo, porque el lector se encarga de juzgarlos.» [2]

Esta es, pues, la fase de señalamiento, paso previo imprescindible para la ominosa tercera fase en la que se indicarán los ‘remedios’ profilácticos contra el contagio maqueto [3].
Hay que decir que Sabino se muestra especialmente inspirado en este número de ‘Bizkaitarra’, y en otro artículo titulado Nuestros moros’ vuelve a arremeter contra la plaga:

 «Los maketos. Esos son nuestros moros.
Con una diferencia: que los moros odian a los españoles, porque están por éstos en parte dominados; y los maketos, ellos son los que nos esclavizan; y no contentos con esto, pues nos aborrecen a muerte, no han de parar hasta extinguir nuestra raza.

(…)  El maketo: ¡he ahí el enemigo! Y no me refiero a una clase determinada de maketos, sino a todas en general: todos los maketos, aristócratas y plebeyos, burgueses y proletarios, sabios e ignorantes, buenos y malos, todos son enemigos de nuestra Patria, más o menos francos, pero siempre encarnizados.
Y entiéndase que no los aborrecemos porque sí. Si el español se estuviese quedo en su tierra, no tendríamos por qué quererle mal.
Pero es nuestro dominador y nuestro parásito nacional: nos ha sometido y privándonos de la condición a que todo hombre y todo pueblo tiene derecho, la libertad; y nos está carcomiendo el cuerpo y aniquilando el espíritu, y aspira a nuestra muerte. ¿Cómo hemos de quererle bien?»
En junio de 1895, en el número 29 de ‘Bizkaitarra’, Sabino publicará uno de sus artículos más conocidos: ‘¿Qué somos?’. En él se dedicará a hacer una descripción, si no excesivamente científica, sin duda minuciosa sobre las diferencias de carácter entre los vizcaínos y el resto de los españoles. Muchos de sus párrafos son conocidos. Yo recomiendo una lectura en su totalidad.



______________

[1] ‘Bizkaitarra’, nº 24, marzo de 1895: «También en Europa hay antropófagos. Verdad es que España está unida a Europa sólo por una ocurrencia de la naturaleza. Hace poco participaban los periódicos de Madrid que en la misma villa había sido sorprendida in fraganti una familia o sociedad de antropófagos»  etc.
[2] Del matonismo de Sabino se hablará más adelante.
[3] La lectura de las obras de Sabino genera continuamente una pregunta: ¿qué habría ocurrido si hubiera llegado a ser gobernante todopoderoso de su territorio soñado? No es descabellado pensar que tras la aplicación de los remedios ‘especiales’ y ‘generales’ anunciados podría haberse llegado a decidir un remedio final.

8 comentarios:

  1. Sr. Navarth la lectura de su artículo me ha calentado la sangre y no precisamente en la forma que suele agradecer mi señora. El personaje con la avenida de José Antonio Primo de Rivera de Bilbao (Vamos, sustituyen a un racista por otro) era un memo de los de marca mayor.

    Y un reprimido.

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  2. Impresionante la clarividencia de este hombre, Don Navarth. Gracias por recordárnoslo. Y que haya quienes le sigan y sigan siendo legales...

    Saludos,

    arcu

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  3. Don Lebato lamento la reacción que le he provocado, pero me temo que las obras completas de Sabino (3 tomos) consisten en la repetición obsesiva de cosas como las que figuran en la entrada de hoy. Póngame a los pies de la señora Muniadona.

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  4. Gracias a usted querido Arcu. Creo que es bastante necesario desvelar al personaje, y para ello basta con exponer sus teorías. Saludos.

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  5. Amigo y colega Navarth, me permito copiar aquí este comentario que he puesto en su blog, sobre la vigencia y oportunidad del tema tan bien presentado –esto ya se lo he dicho en particular–, ya que mucha gente, o tiene sólo vaga idea de la brutalidad, o piensa que el nacionalismo actual se ha desprendido de ese lastre.

    Es verdad que como insulto, el término maqueto ha decaído. Pero es notable que al discrepante no nacionalista con harta frecuencia se le invita a trasponer el Ebro o, en general, a largarse del país. Es decir, Maquetania sigue existiendo.


    (1)
    El tema aberrante de los ‘maketos’ se ha querido desnatar y relativizar, como si fuese un simple aderezo opcional en la receta sabiniana, cuando es uno de sus ingredientes sustanciales. Otra cosa es que Sabino, como cualquier demagogo, calcule cuándo conviene la estridencia (‘Bizkaitarra’), o al contrario, templar un poquito la gaita (‘Baserritarra’).

    Algunos apologistas arguyen que las citas de Sabino por españolistas están sacadas de contexto. ¿Pero qué contexto, cuando es el monotema de artículos y más artículos? ¿Qué contexto puede disculpar el artículo que enlaza Navarth, una sarta de lindezas?

    La excusa contextual no vale gran cosa; y prueba de ello es cómo los primeros discípulos de Sabino le rieron la gracia, repitiendo el leit-motif ‘Maketos-Maketania’ con renovada furia, quedando para el maestro (mientras vivió, que no fue mucho) la función de moderador complacido y complaciente.

    También se ha querido diluir el racismo de Sabino en el sarampión etnopolítico de raíz romántica que indudablemente picó antes de sus días, en sus días y después de sus días. Véase, por ejemplo, la Historia de Euskal Herria (Tafalla, Edit. Txalaparta), tomo III (‘El nacimiento de una nación’; 1ª ed. 1995, 5ª, 2006), por José Mª Lorenzo Espinosa.

    No es raro que autores nacionalistas de apellidos no vascos propendan a mitigar el racismo de Arana. El prof. Lorenzo Espinosa se recrea en que Machado y otros hablaron mal de España, o de Castilla, y tampoco olvida citar las célebres declaraciones racistas de Cánovas (1896) contra los negros.

    Para Lorenzo Espinosa, el racismo ni siquiera sería ingrediente primario de la receta magistral sabiniana, descargando esta opinión a la cuenta de Javier Corcuera. Algo así como el ‘carlismo per accidens’, que decía el propio Sabino.

    Y no es así, ni puede ser. Léase para muestra su artículo ‘La pureza de la raza’ (‘Bizkaitarra’, nº 24, 31-03-1895), donde a vueltas de un exordio camaleónico y funambulesco ata muy bien los cabos del ‘quién será quien’ en la inminente Bizkaya libre.

    Sabino definía la pureza racial por los medios disponibles en su tiempo, sobre todo la genealogía o apellidos (ya que la antropometría no daba resultados convincentes). Luego vendrá la serología con el Rh y demás parafernalia, y por último la lectura del ADN.

    Para Sabino, la raza es la razón de ser de una confederación libre y voluntaria de estados vascos. Pero nadie se confunda: una Bizkaya (o Euzkadi) independiente, basada en maketos no va con él, sería sólo «un nombre en el mapa», no la verdadera Patria de los Vascos.

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  6. (2)
    Antimaketismo y racismo son las caras de la misma moneda. Sabino abomina de la plaga maketa como contaminadora de la raza vasca, no sólo por el contagio del vicio, sino por la semilla maldita en los emparejamientos mixtos.

    En el mismo número citado del ‘Bizkaitarra’ se estrena un firmante ‘Baso Jaun’ (Señor Salvaje), primer embozo de Engracio Aranzadi, con un artículo conciliador ya desde el título: ‘Ojo por ojo’. Allí habla de «dos razas que a muerte se odian, la euskeriana, cuyo origen casi se confunde con el del primer hombre, , y la española, monstruoso engendro de la innoble mezcla de celtas, iberos, griegos, fenicios, cartagineses, suavos, alanos, visigodos y árabes».

    A este ‘Señor Salvaje’ –tras nuevo artículo incendiario xenófobo, ‘¡Vengan escobas! (Suplemento IV, 21-07-1895)– le cupo el discutido honor de poner broche y corona final a ‘Baserritarra’, con ‘La invasión maqueta de Gipuzkoa’ (nº 32, 05-09-1895), provocación que colmó la paciencia del Gobierno civil y fue motivo del cierre del periódico y prisión de su director. El caballero ‘Baso Jaun’ no dio la cara.

    José Antonio Engracio Aranzadi (San Sebastián, 1873.1937) era un ex integrista que colgó el hábito benedictino, y en el PNV fue redactor de Bizkaitarra. En la ciaboga final ‘españolista del Maestro, Aranzadi (‘Kizkitza’) se acomodó al posibilismo. De hecho fue cabecilla con Ramón de la Sota, cuando el desembarco de ‘euskalerríacos’ en el PNV, y director del diario ‘Euzkadi’ (1913-1927).

    Engracio Aranzadi estampó aquello de que «[los vascos] constituimos la aristocracia del mundo, la nobleza de la tierra». Claro que, entre que si fue una frase fuera de contexto, y que entonces mucha gente escribía cosas así, los principales libros de ‘Kikitza’ tuvieron la mala pata de coincidir en el tiempo con el despegue de ‘Mein Kampf’ (1925-1928). Qué le vamos a hacer. También el corvo lauburu vasco se esquinó hasta convertirse en cruz gamada, aunque según dicen, nuestro ‘ventilador’ giraba en sentido contrario al hitleriano.

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  7. Don Belosti, y yo me permito copiar lo que allí he contestado:

    Querido Don Belosti, no puedo estar más de acuerdo. Para mi próxima entrada tengo previsto profundizar sobre el racismo de Sabino y su temor a la contaminación maqueta. Porque me parece escandaloso que, a estas alturas, todavía se quiera edulcorar el racismo de Sabino, y que se quiera pasar por alto la carga de odio que sembró. Eficazmente, por cierto, porque el nacionalismo es una mercancía averiada, pero que se vende muy bien.

    Efectivamente, en ‘La pureza de la raza’, así como en los estatutos de su bachoqui, detalló perfectamente cuáles son los derechos de ciudadanía que tenía reservados para los maquetos en caso de que llegara a gobernar.

    Porque aquí está la cuestión: Sabino no llegó a gobernar, y de este modo no sabemos qué habría llegado a hacer. Permítanme una comparación que a algunos parecerá desaforada: ¿qué pensaríamos de Mein Kampf, o “del segundo libro” de Hitler si no dispusiéramos de los datos adicionales que nos proporciona la experiencia del gobierno nazi? Es posible, si Hitler no hubiera llegado al poder, que en estos momentos hubiera un Partido Nacional-Socialista concurriendo tranquilamente a las elecciones en Alemania. Y quizás sus partidarios estarían relativizando el contenido de Mein Kampf, y asegurando que Hitler no era más antisemita que el alemán medio.

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  8. Estoy empezando a cojer manía a los maketos... comenzando por mi suegra.

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