lunes, 19 de agosto de 2013

Sabino Arana: la enfermedad del bronce



            «Cuando se sacan a luz los hechos con los nombres de sus autores, no hace falta aplicar a éstos ningún calificativo, porque el lector se encarga de juzgarlos.» (Sabino Arana Goiri, ‘El Bizkaitarra’, Nº 4, dic. 1893)
El 30 de noviembre de 2003, el ya caído o descabalgado preboste del Partido Nacionalista Vasco (PNV), Xavier Arzalluz, se despedía a su estilo  autocrático, inaugurando en Bilbao la primera estatua del fundador Sabino Arana.
Fue idea toda suya. La designación de artista y aprobación del proyecto, suya la elección de emplazamiento, suyo el discursito  inaugural, biliososo como suyo y maleducado, donde no tuvo el detalle de dar las gracias o pedir disculpas a la ciudadanía, por haber  plantado semejante estorbo en lugar público. Presidiendo nada menos que los Jardines de Albia, feudo secular de D. Antonio de Trueba (Benlliure, 1895), hay que ser patán.
Y de pocas luces el Ayuntamiento que lo dio por bueno, imponiendo a la Villa la presencia cotidiana de quien es hoy en día, incluso para el partido político sabiniano, un impresentable en sus escritos.
Porque todo monumento es lo que la palabra dice: un recordatorio. Pues bien, recordemos al estatuario Sabino Arana. No es otro el propósito de esta serie de capítulos entre Navarth y yo, con toda la frustración que supone hurgar en un bronce hueco y una personalidad esquiva. ¿Entonces…? Pues eso: que la estatua está ahí, expuesta al público, y lo menos que puede hacer el transeúnte es preguntarse (ya que nadie se lo explica en la peana) qué méritos nos hizo el tal Sabino para estar donde nos lo han puesto.
Porque toda estatua pública pide una explicación. Y Azcuna nos la debe, como alcalde nuestro que es; aunque a diferencia del de Villar del Río, no nos la piensa pagar.
El Trueba de enfrente, sin ir más lejos. ‘Antón el de los Cantares’, seudónimo del cuentista y cronista del Señorío de Vizcaya, no será gran figura literaria, pero fue un tipo honesto y sobre todo popular, que en su peana ofrece el catálogo de sus pequeñas obras sencillas y sensibleras. Tan popular como lo fue la suscripción que sufragó el monumento.
Pero este otro bronceado, ¿qué pinta aquí?
Fundó un partido político....
Bien, ¿y eso qué?
Deje acabar. No un partido cualquiera. Sabino Arana  fundó el PNV, un partido centenario, el partido-guía.  El Partido. Además nació aquí al lado, en ‘Sabin-Etxea’, la actual sede central del Partido.
Ahí le iba. Lo lógico sería erigir la estatua en ese  solar natal, en el atrio de la sede del partido. Aquí donde está es una publicidad partidista inadmisible.
—  ¿A usted qué le importa, si no le cuesta nada? Esta estatua la costearon los afiliados al partido.
— Pues razón de más para no plantarla en un parque público, como si fuese su  jardín particular. ¿Qué le debe a Sabino Arana quien no sea del PNV ni nacionalista?
—  A Sabino Arana debemos el nombre de Euskadi, la bandera de Euskadi,  el himno de Euskadi.
—  Imposible, señor mío. Euskadi es una comunidad autónoma de España constituida a tenor de la Constitución Española de 1978.  Arana  no pudo nombrar lo que nunca conoció. Además, él renegó de España y de todo lo español, así que mál pudo dedicar himno ni bandera a un ente político basado en la Constitución española. Si algo tuvo que ver la Euzkadi sabiniana con la Euskadi actual, sería como antítesis.
— Es una manera de ver las cosas. Los nacionalistas lo vemos de otro modo.
— Sí, jugando al equívoco con las palabras y los símbolos. Pero es que Sabino, además de antiespañol furibundo, fue un racista xenófobo sembrador de odio entre los vascos contra los ‘maquetos’ españoles y un lenguaraz. Un sujeto así no merece monumento público. Una estatua tiene que ofrecer un minimo de ejemplaridad ciudadana.
— Lo del racismo se ha exagerado. Sabino Arana fue hombre de su tiempo, y entonces todo nacionalismo era xenófobo, incluso racista. ¿Acaso no celebra España el Día de la Raza?
—   ¿Me toma usted el pelo? Esa ‘raza hispana’ (como retórica, discutible) es término inclusivo, no exclusivo. En él entran por igual castellanos, andaluces, gallegos, aragoneses, navarros, catalanes y, por supuesto, vizcaínos y guipuzcoanos… El racismo de Sabino es todo lo contrario: racismo biológico excluyente, hasta negar (con toda razón) la existencia de una raza española, mientras mantiene la suya, la raza vasca, como raíz y principio de todo derecho cívico.
—   
El diálogo imaginario podría hacerse interminable. Es así siempre con el nacionalismo. El diálogo que siempre ofrecen y reclaman es de desgaste. Dejémoslo así.
Pero algo hemos aprendido en la imaginaria discusión: la estatua de Sabino no se ha pagado con dinero público ni tampoco con suscripción popular. ¿Cómo pues? Si es cierta la versión nacionalista, Arzalluz habría pasado la gorra por toda la lista de  afiliados al partido, a cambio de sendos ‘sabines’: diplomas personalizados para enmarcar y colgar en la chimenea de la sala, para orgullo de hijos y nietos. Se non e vero...
Al santo por la peana
Nos acercamos con disimulo a la estatua. Es la primera vez que lo hacemos, y nos da reparo, parece que la gente nos observa. Casi de reojo y sin detener el paso leemos la inscripción del bloque que la sostiene:
EUZKOTARREN  ABERRIA  EUZKADI  DA
SABINO ARANA GOIRI
1865 -I- 26   1903-XI-25
Mal empezamos, faltando al respeto al bronceado. Él no quiso firmarse así, sino Goiri eta Arana’ taŕ Sabin. Pero no importa, y hasta lo celebro.  En adelante me permitiré la misma licencia para escribir nombres, apellidos y topónimos vascos con mi ortografía escolar, que fue la tradicional de todos ellos.
Otro tanto cabe decir del lema. El original sería más o menos así: «Euzkotaŕen abeŕija Euzkadi da».
Tercera consideración: qué vida tan corta, 38 años y 10 meses.
En efecto, Sabino Arana murió joven, del síndrome de Addison o ‘enfermedad del bronce’; una degeneración suprarrenal misteriosa en sus causas, que pudo ser debida a tuberculosis, aunque también se ha especulado con la sífilis. No tengo datos de esto último, ni me molesto en buscarlos, porque me da igual.
La  estatua engaña. Sabino no fue el hombre provecto que ella representa, por cierto, con poco parecido físico, como lo demuestra abundante iconografía.
Como obra de arte, qué decir. Al senador peneuvista Iñaki Anasagasti le encantó, porque —sólido criterio estético—  «se entiende a la primera».
Tipológicamente es una estatua anodina, como aquellas romanas antiguas ‘de testa intercambiable’. Ni fu ni fa, entre el paseante desocupado con la mano izquierda bien metida en el bolsillo del pantalón, y el contemplativo con la mirada fija en algún punto del espacio… un punto…
[¡Pero qué punto, madre mía! El balcón de Colón de Larreátegui, 13, 4º izquierda. El balcón del que fue mi despacho editorial durante más de 30 años. Qué coincidencia. Menos mal que ya no trabajo allí.]
Así pues, Sabino Arana vivió poco, y de ese poco, su carrera política se redujo a dos décadas. Debió de ser, según eso, hombre de cerebro fecundo y actividad frenética... Pues no. Por más que la hagiografía lo quiera paliar, Sabino fue, como su hermano y mentor Luis, un señorito bilbaino zángano, que vivió de sus rentas. Y en cuanto a actividades, salvo para enredar, apenas dieron golpe.
La gandulería de Sabino Arana no fue ninguna imputación de sus enemigos. Él mismo la reconoció a menudo; y no sólo en la intimidad, sino nada menos que en el famoso banquete y discurso de Larrazábal (3 de junio 1893), que fue su debut, su estreno de pantalón largo ante un grupo variopinto de políticos que le invitaron a merendar, por curiosidad y para tomarle las medidas al nuevo líder salvapatria.
Otro día hablaremos de aquella merienda-cena y homilía de marras, en que el nuevo profeta puso a sus anfitriones a caldo. Es de suponer que Sabino sabía lo que decía, y lo que todos pensaban de él, cuando les leyó estas palabras:
          «Por ella [mi Patria] desde hace diez años estoy trabajando: por ella dejé la carrera, pues me parecía indigno el ocupar mi  poca actividad en acopiar bienes de fortuna..., y si hasta ahora tan poco he producido, ha sido por la negativa pasión de la pereza, que por desdicha largas temporadas me ha tenido dominado. Efecto de esa pasión...  Unos cuantos folletos y el opúsculo ‘Bizkaya por su independencia’ es cuanto mi pluma hasta el presente ha dado a la publicidad.»
El propio Sabino reconocía sin rubor que en su vida leyó muy poco, y que si por casualidad abría un libro raramente llegaba a terminarlo. Pues lo mismo en todo lo demás. ¿Y por qué había de ruborizarse, si esa era su manera de afirmar su originalidad absoluta?
Pero volvamos a la lacónica peana. ¿Qué dice el lema? Traducido del euzkera sabiniano, esto dice, ni más ni menos:
«El aberri de los euzkotarras es Euzkadi»
¡Pero eso no es una traducción! Cierto, no lo es, porque tampoco el original es vascuence. Ningún vascongado de cuna en su tiempo lo pudo entender sin comentario; porque quitado el verbo sustantivo, las otras tres palabras fueron invento de Sabino: aberri, Euzadi, euzkotarra. ¿En qué neoparla o jerigonza se inscribe, pues, el principio y fundamente y quintaesencia de toda la doctrina del hombre de la estatua?
Ya esta primera muestra grabada en la piedra pone de relieve la personalidad incongruente del tipo de la mano en el bolsillo. Enuncia este su primer teorema sobre un pueblo multimilenario, y de entrada hete con que ese pueblo no tiene nombre. Un pueblo con lengua propia, la mas antigua de Europa y una de las más antiguas y perfectas del mundo, y resulta  que esa lengua no tiene palabras para expresar los pensamientos de Sabino.
Aberri: ‘la tierra o pueblo de ab’, ¿cómo se come eso? Pero si es muy fácil: si  abizen (ab-izen, el ‘nombre de ab’) —otro invento sabiniano—  quiere decir ‘nombre patrio, apellido’, entonces aberri (ab-erri), ha de ser ‘tierra patria, la patria’. Aun así, ¿de dónde ha salido ese ab o aba, ‘padre’, más arameo que vasco?
Las otra dos palabras también se las traen. Para Sabino, ni siquiera existía un equivalente vasco para decir ‘vasco’. Cierto, había una forma tradicional de designar el país y pueblo vasco:  Euscalerria (o Euscal Herria, también Escual Herria). Pero por alguna razón ese término no agradó al demiurgo, cuya mollera emanó el verdadero nombre de la cosa, digo, de lo vasco: euzk(o).
Dijo, pues, el demiurgo: «Haya Euzkadi». Y Euzkadi fue.  Volvió a decir el demiurgo: «Puéblese Euzkadi de euzkotarras, oriundos de Euzkadi». Y las cumbres y valles y tierra llana y costas de Euzkadi bulleron de gente ezkotarra, hombres y mujeres primigenios en el paraíso primigenio. Y hubo ocaso y hubo aurora. Era el día primero.
De ese modo el demiurgo, con toda soltura y desparpajo, fue cubriendo las carencias y tapando las vergüenzas de la geografía y de la lengua primigenia y perfecta. Y del mismo modo que Adán, según el Génesis «pasó revista a todas las criaturas poniéndoles nombre, y el nombre que Adán les impuso era el verdadero», así también el adanismo sabiniano dio para todo un diccionario vasco de neologismos para las ocurrentsias que iba creando.
Y una de las primeras fue Euzkadi, término formado por aglutinación de dos elementos, euzk-adi, donde -adi aporta la idea de conjunto o agrupamiento. Euzkadi, el conjunto de los vascos.
De los verdaderos vascos, para ser más exactos. Euzkadi no era, ni es para los patriotas vascos, lo que hoy entendemos por ‘sociedad vasca’, ni con mucho. Euscalerría estaba toda infiltrada de maketos y de vascos espurios. La verdadera Euzkadi es como la verdera Iglesia:  no el mogollón de toda la ciudadanía, sino sólo el cogollito de los predestinados, reconocibles entre ellos por la marca de adhesión al ideario sabiniano.
Al término Euzkadi, o Euskadi (como se impuso), se le ha reprochado de forma un tanto puntillosa esa terminación, -adi (o -di), propia de conjuntos vegetales, como si los vascos de Sabino fuesen alguna especie arbórea, fruticosa o herbácea. «El follaje vasco», que escribió aquí una vez D. Luigi. Supongo que nuestro demiurgo produjo su euzkadi sobre la falsilla de gizadi, gentío, y mi reserva, más que por lo botánico, va por el carácter amorfo, inorgánico, de ese conjunto que ni merece el nombre de sociedad.
Obras completas: el empujón del vago
En 1893, tras una década de trabajo patriótico, un indolente Sabino Arana se reconocía en público como pensador prácticamente ágrafo. Diez años después, enfermo grave de un mal incapacitante, decae y en pocos meses fallece. En este intervalo, sin embargo, desarrolló una actividad literaria que da para unas 2.500 páginas por lo menos, en las ediciones de sus Obras Completas.
La cosa es más notable, por cuanto que toda esa producción no incluye ningún libro ni trabajo de aliento –a menos que entendamos por tal la confección de cuadros gramaticales del vascuence, como ejercicio de oposición (frustrado) a una cátedra de esta lengua suya propia, que nuestro hombre desconocía por completo y nunca llegó a hablar con soltura. Otro día vemos esto.
Sabino ‘al completo’ se editó primero en Buenos Aires (1965), y nuevamente en San Sebastián (Sendoa, 1980, 3 tomos). Bien presentado, pero asaz caro para el bolsillo medio. Existe una gran Fundación ‘Sabino Arana’, entre otras cosas depositaria de los textos sabinianos, la cual debería tener como primer compromiso una edición crítica con garantías. Lejos de ello, se reserva el derecho de admisión y acceso a sus depósitos, y para el público sólo ha publicado antologías ‘ad usum delphini’.
Es verdad, por tanto, que «esos textos siguen en las catacumbas», aunque esto lo diga José Dueso, autor de una Antología de Sabino Arana (Roger, 1999). Y digo ‘aunque’, porque para este colaborador habitual de ‘Gara’, la culpa de que se interprete mal al buen Sabino la tienen sobre todo los españoles, que por sistema le sacan de contexto. ¡Con lo interesante, revelador  y hasta ameno que es Arana leído en directo!
Obras completas, tres tomazos y muy variados, en prosa y en verso . ¿Con que de un empellón el perezoso cambió las ‘ociosas plumas’ por la de escribir y se volvió polígrafo? Sólo a su aire. Siguió tan superficial como siempre y tan reiterativo como un molinillo de oración dándole vueltas a los mismos mantras. Mantras  insultantes, hay que añadir. Insultantes a España, ofensivos al maqueto, desde luego; pero sobre todo insultantes a la razón, a la inteligencia y al civismo.
Al emprender esta incursión por andurriales tan ingratos, tanto mi socio como yo hemos tomado como brújula la frase de nuestro hombre que encabeza este artículo. Cuando un ciudadano se convierte en bronce hay que escuchar cómo suena. Y si alguna frase suena a cuerda de horca, el contexto de la misma  es para el autor como su propio cuerpo, que le aprieta el nudo corredizo.
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Crédito de la foto: Wikimedia Commons (autor: Zarateman)

25 comentarios:

  1. Entretenidísimo. A mí me gustaría saber cómo habría evolucionado Sabino si hubiera vivido más. ¿Igual como Unamuno? No creo, pero 38 años no es exactamente la edad en la que mejor se demuestra madurez intelectual.

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    1. Don Benja, veo que mi compañero Navarth le ha respondido cumplidamente (a las 18:44).

      De todas formas, una evolución, maduración o como se la llame, ‘a lo Unamuno’ me parece improbable, porque son dos personalidades, intelectos y niveles culturales incomparables.

      Arana, a pesar de su corta carrera, tuvo una etapa final calificada de ‘españolista’, que tendremos que comentar, aunque puedo anticiparle que no es para hacerse ilusiones sobre la lucidez de nuestro personaje.

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  2. Ay, querido Benja... ¿38 añitos para madurar? Ni con los siete mil de los que presumen esta sarta de racistas lo podrán hacer.
    Estupenda entrada, clara como el agua.

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  3. Muy bueno D. Belosti; pero tengo una duda: esa mano que aprieta contra la razón, digo, contra el corazón, la chaqueta ¿oculta en el interior del bolsillo un informe psiquiátrico poco favorable?. Santo varón D. Higinio Arana.

    Jachuspa

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  4. Estos diálogos sabinianos me recuerdan a la biblia de don Neo y sus alimentos maketos prohibidos. Muchas gracias por su trabajo.

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  5. Esto promete...

    Hace tiempo oí una anécdota referida a los fieles seguidores de D. Sabino que, queriendo preservar todo lo que hubiera estado en contacto con el Padre Fundador, se presentaron en casa de su reciente viuda con el objetivo de llevarse, para su veneración y hermenéutica, los papeles que habían quedado en casa del difunto.

    Doña Nicolasa atendió amablemente a los admiradores de su difunto marido. Parecía no entender el interés de estos por los papeles de su esposo, pero se avino a entregárselos por la pasión y respeto que le demostraban.

    Dejándoles a la espera en la salita de estar, Doña Nicolasa fue al despacho de su esposo y regresó con una resma de folios de blanco impoluto, sin una sola letra pergeñada en su superficie. Eran los papeles de D. Sabino, los últimos que dejó en herencia a su patria vasca, la elegida de Jaungoikoa.

    L.G.

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    1. Gran anécdota, don Lindo.

      Asociándola con el magisterio cinematográfico por el que tantos le admiramos, me ha hecho pensar que los fieles sabinianos, al recibir con unción la reliquia del Maestro, se quedarían como Wendy Torrance en ‘El Resplandor’, al descubrir el ‘novelón’ que llevaba escrito su marido, ¿no le parece?

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  6. Se puede comparar a Sabino Arana con Rodrigo Díaz, mejor dicho le ha superado. Ha ganado más batallas muerto que ne vida.
    Como siempre D. Belosticalle consigue derrotar el aburrimiento, en esta ocasión hablando de aburramiento nacionalista.

    Magister Odolapaca.

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  7. Magnícifo retrato, Don Belosti, gracias por escarbar en la nadería del 'gran' Sabino Arana.

    Tengo entendido que en sus últimos años se tornó españolista y renegó de sus escritos y actitudes anteriores, pero eso está 'olvidado' por los nacis escuales (hallazgo lo de 'escual' en vez de 'euskal'...)

    Guardo esta serie que promete, y mucho: gracias, D. bellosti.

    arcu

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    1. Gracias, don Arcu, tan amable como siempre.

      Como he comentado arriba, habrá que calibrar el sentido y ángulo de ese giro ideológico, en una etapa de inestabilidad emocional de un enfermo que nunca fue lo que se dice un equilibrado.

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  8. Muchas gracias por este fabuloso principio de la serie sobre Sabino Arana, Profesor Belosticalle O ¿Hay que decir Profesores Belosticalle y Navarth ?


    Tengo un pequeño pero; ( ya se sabe que yo, si a "mis betters", no les pongo alguna pega, me da algo... mi vena anarquista ). El caso es que resalta usted lo corto de la vida de Don Sabino. Pero a mí esa vida no me parece tan corta.
    Que a Jesucristo le mataron con 33, que Alejandro Magno murió con 32, y Mozart con 35.
    Y los tres han subido a la Historia, y a La Leyenda por méritos propios.
    Y Mozart y Alejandro empezaron sus "carreras profesionales" desde muy jóvenes, pero Jesucristo sólo "ejerció " durante tres años.

    A mí me parece que lo de menos es que su vida fuera corta. Lo malo es que lo que se le ha hecho significar sea retrógrado y dañino.
    Porque aunque se hubiera muerto mucho antes, ya se hubieran encargado los nacionalistas excluyentes de endiosarle lo mismo, y de atribuirle los pensamientos y las ideas que a ellos les gustasen.
    Y aunque hubiera vivido el doble, no creo que hubiera tenido la grandeza para reconocer , como reconocieron Unamuno, Ortega y Gasset, o Marañón, que "no era esto"...

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    1. Hay que decir ‘Navarth y Belosticalle’ a secas, doña Viejecita. Lo de ‘profesor(es)’ sobra, porque en este negocio no tenemos más título que nuestra curiosidad compartida. Amigos curiosos por conocer.
      Como usted, exploradores de un fenómeno político-natural de museo, etiquetado ‘Sabino Arana Goiri’, eso somos.

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  9. "La verdadera Euzkadi es como la verdadera Iglesia: no el mogollón de toda la ciudadanía, sino sólo el cogollito de los predestinados, reconocibles entre ellos por la marca de adhesión al ideario sabiniano."

    Apocalipsis 7,4 : "Entonces oí el número de los marcados con el sello: ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de los hijos de Israel"

    Apocalipsis 14,1: "Tuve otra visión: el Cordero estaba de pie sobre el monte Sión y lo rodeaban ciento cuarenta y cuatro mil personas que llevaban escrito en la frente el nombre del Cordero y el nombre de su Padre."


    ¡¡¡Cagonlaostiapues!!! Más claro Txakolí... de Bakio.

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    1. Don Neo, ahora que le veo:

      Leo en la ‘Biografía sentimental de Sabino Arana’, por Elías de Amézaga, que en cierta coyuntura vital el fundador del PNV «acaba por desoír sirenas apocalípticas» (pág. 153).

      Por favor, usted que está puesto en Apocalipsis, conoce algún versículo donde se hable de sirenas, o al menos de manatíes o de dugongos?

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    2. Sirenas no, pero sabiendo que los españolazos hemos tergiversado el mensaje de Sabino esto puede ser lo que desoyó:



      "Luego, vi salir del mar a una bestia con diez cuernos y siete cabezas. En cada cuerno tenía una corona y en cada cabeza tenía escrito un nombre que insultaba a Dios. 2 La bestia era como un leopardo con patas de oso y boca de león."

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    3. No esperaba menos de usted, don And…, que me diga, don Neo.

      (Por cierto, ¿cómo va lo de vuestra clavícula? Porque al menos aquí en la ‘Osa qui Dexa’ raro es el paciente que sale con la clavícula indemne, tras una operación como la suya de cadera.)

      Pero eso que cita usted apocalíptico no puede ser: una bestia ‘con 10 cuernos’ (por tanto, herbívora), pero con ‘figura de leopardo’ (carnívoro), con ‘patas de oso’ (omnívoro), ¿cómo se come eso con ‘boca de león’?

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    4. "El lobo pastará junto con el cordero; el león comerá paja como el buey y la culebra se alimentará de tierra"

      No sabe usted D. Belosti lo bien adaptado a la circunstancias que está el León del Gorbea (Label vasco tiene, pues)

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  10. No me extraña que la educación sea competencia autonómica. Si nuestros escolares conocieran la biografía completa de este sujeto, les daría la risa floja cada vez que, visitando las tres provincias, vieran su nombre escrito en la mejor calle de cada ciudad y pueblo, por ejemplo. Totalmente incomprensible.

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  11. Benja, hay que decir que a lo largo de sus obras completas el personaje no parece experimentar la menor evolución. Continúa repitiendo machaconamente sus ideícas repletas de odio.

    Yapoco, pues esto no ha hecho más que empezar.

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  12. A Neo. Pues si aplican la regla proporcional, pocos se van a salvar de ese PNV. Segun los testigos de Jehova, esos 144.000 son todos los que mereceran estar a la diestra de Dios Padre, y con la caterva que somos.....
    Como siempre, un delicia estas lecturas. Hay ciencia, con sonrisas.

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  13. Maestros Belosticalle y Navarth, no saben cuánto me alegro de que hayan decidido dedicar su tiempo y su saber a don Sabino. Espero que sepan desentrañar cómo tan poco ha montado un lío tan grande.

    De la encarnadura intelectual del personaje da buena idea lo que menciona usted, cómo sus albaceas intentan esconder su obra. Es un caso para estudiar. Es el único líder intelectual de un movimiento político cuya obra es censurada y oculta por…los suyos.

    Parmenio

    Es una pena que el bronce sea tan soso. No está a la altura del personaje, parece un boticario. O un bolsista. Yo, sin lugar a dudas, hubiera tomado como referencia la famosa foto de la cárcel. Esa en la que está de levita y alpargata, tras las rejas de una cancela que tiene un candado abierto. Cuánto símbolo junto. (Además los niños podrían tirarle cacahuetes, como a Copito de Nieve)

    La etapa adánica del señorito indolente también tiene tela. Iba por los campos poniendo nombres a las cosas y a las personas. Recuerdo un episodio delirante en “El bucle melancólico” de don Jon en el que se relataba como le comunicaba a un paisano que desde ese momento se llamaba Gochón. Cosas de los nacionalistas. Antes de ellos era la gente la que decía su nombre al presentarse, pero Sabin y Juan el Bautista son así.

    Mil gracias anticipadas por el buen verano que nos van a dar. Ánimo.

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  14. Lo que más me preocupa de la “obra póstuma” de Javier Arzalluz, el Führer, es que su Sabino da la espalda a la Justicia y al derecho. Toda una declaración de intenciones.

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    1. Tiene usted toda la razón para preocuparse.

      Aunque se ha recortado de este artículo (ya un tanto largo), la intención de presidir los Jardines de Albia no quitaba la otra de ningunear a la Justicia.

      Sólo unos días después de inaugurar su Sabino de bronce, el padre de la criatura, como reencarnación sabiniana, presidió una manifestación de protesta contra el eventual procesamiento del presidente de la Cámara Vasca, Sr. Atucha, donde histriónicamente, con un paraguas a modo de batuta, dirigió y biseó el canto del 'Eusko gudariak'.

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  15. A la espera de nuevos capítulos, me gustaría detenerme en un aspecto. En el diálogo con el nazionalista, (que ejemplifica los argumentos habituales de este) se habla del carácter racista de Sabino. Con razón, el nazionalismo dice que ese tipo de pensamiento era habitual entonces.

    Lo que marca el hecho diferencial vasco, perdón, quise decir hecho diferencial del nazionalismo vasco, no es que Sabino Arana fuera un redomado racista, sino el que hoy en pleno siglo XXI según propios los dirigentes del PNV los que plantean su pensamiento "tiene toda la validez" y "plena vigencia". Este es el contenido esencial de los discursos que un año si y otro también y así durante las últimas décadas, realizan durante el homenje ante la tumba de este orate. Así de contundentes, sin matices, ni medias tintas, ni peros, ni minusvaloraciones ni despegos. Si alguien dice que "toda" es que quiere decir "toda" y e incluye obviamente un tema como este donde se explayó a gusto, es decir que no era ni marginal ni anecdótico.

    Mientras, ya no el PNV, todo el entramado nazionalista mantiene en el altar preferente, otros han retirado a un discreto segundo o tercer plano, sus referentes de esa época. Pongamos la "derecha española" que ni cita a Cánovas del Castillo, cuyos discursos sobre la esclavitud son sonrojantes. Incluso el nazionalismo catalufo no quiere saber mucho de Prat de la Riva, mientras que prefiere acordarse de un inútil redomado como Companys, pero que al menos no le daba por esos vicios.

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  16. ¡Lo pronto que murió y la peste que dejó!

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