Advertencia
Es de sobra conocido el interés de Navarth por figuras extravagantes que, por razones no siempre explicables, han llegado a ejercer influencia sociopolítica. De ellos ha juntado buena muestra en su blog.
Pues bien, últimamente —creo que con ocasión de haberle regalado a Navarth su señora, por su compleaños, cierto volumen de Obras completas— no ha tenido más remedio que fijarse en otro espécimen de los que estudia. Sólo que éste, ¡ay!, nos cae a todos más de cerca: Sabino de Arana Goiri. El fundador del PNV, y por consiguiente el verdadero Padre de la Patria Vasca.
Pero no es eso todo (ojalá lo fuera): para espanto mío, el buen Navarth también se ha fijado en mi persona, no para estudiarme y disecarme conceptualmente, como a Arana Goiri, a Dios gracias, sino para que entre los dos intentemos ofrecer un boceto medianamente comprensible del fenómeno. Y como a un requerimiento de tal procedencia y naturaleza no sé decir ‘no’, pues heme aquí embarazado; dichoso por colaborar con un gran amigo, aunque seguro de no rayar a su altura en la finura del análisis.
Nuestros esfuerzos mancomunados irán apareciendo simultáneamente en el blog de Navarth y aquí. De todas formas, habiéndose augurado el estreno para este fin de semana (según cierta zahorí del Blog de Santiago González), me dice mi colega que me adelante, que no será mucho.
Aquí va, a modo de obertura o proemio, un artículo de Navarth sobre el grupo humano de los agotes o cagots de allende y aquende los Pirineos. Sirva de ilustración de esas fobias primitivas, misteriosas y absurdas que nos hacen odiar a ‘los otros’ como coartada para afirmar la super excelencia del ‘nosotros’. Uno de los apodos aplicados al agote fue belarrimotza, el de oreja corta, o más bien cortada. Apodo caro a Sabino, que curiosamente lo prodigó a los inmigrantes o maquetos, venidos en el siglo XIX de toda España a industrializar Vasconia, y de paso corromper la pureza racial euscariana.
Por si se aburren..., Navarth tiene la palabra.
Una procesión de cagots |
“(...) los dichos agotes dezienden del dicho Zihezi maldito y no de la compañía del dicho conde Don Ramón la qual maldición oy siempre les ha durado y les dura porque por las partes interiores quedaron leprosos y damnyados (...) y aunque sean cristianos no se suelen batizar en pila donde los otros cristianos se batizan y ellos que sean leprosos inficionados siempre claramente porque haun las yerbas que con sus pies tocan se secan y pierden la birtud natural y una manzana o alguna otra fruta que pongan en sus manos o seno se prodere y en sus personas y cosas queden como personas que son contamynadas de grave dolencia cuya conbersación entre los otros fieles cristianos sería muy contagiosa y peligrosa” [1].
Así argumentaba en el año 1517 Caxar Arnaut, ujier del Consejo Real de Navarra, al pedir a las Cortes que no fallasen a favor de los agotes de Bozate, en el valle del Baztán. Por esas fechas también los agotes del navarro valle del Roncal, procedentes de Bearne, entablaban un pleito para que se les reconocieran iguales derechos que a sus vecinos. Porque en ambos valles, así como en todos los lugares donde se establecían, los agotes constituían minorías discriminadas y marginadas. Normalmente los pleitos les daban la razón, pero las sentencias rara vez se cumplían, y así los litigios se volvían crónicos.
¿Por qué esta discriminación? ¿Quiénes eran los agotes? Lo cierto es que nadie se ponía de acuerdo en esto. Ni siquiera sobre su aspecto físico. Según Pío Baroja tenían la cara ancha de pómulos prominentes y el pelo castaño o rubio, aunque él mismo reconoce que los había morenos y de cara alargada. Justin Cénac-Moncaut, menos benévolo, les atribuía cabeza grande, cuerpo raquítico, piernas torcidas, bocio y mirada apagada, esto último normal, dado todo lo anterior. Otros autores afirmaban que en lugar de pelo exhibían una especie de plumón. Según otros tenían una de las orejas considerablemente más grande que la otra y cubierta de pelo, lo que daba mucho juego en historias en las que un agote era descubierto al quitarse el sombrero. Curiosamente en otras fuentes se menciona que tenían fama de guapos. De hecho, a pesar de la estricta prohibición existente de casarse con agotes, no era infrecuente tomar mujeres agote como amantes.
Matracas de leproso |
Los agotes provenían de Francia, donde eran conocidos por muchos nombres pero especialmente por el de cagots [2]. El primer texto que habla de ellos es la Coutume de Marmande (1396), según la cuál se les imponía la obligación de identificarse llevando de forma visible una señal de tela roja en el vestido, so pena de multa y confiscación de éste [3]. La marca tenía que tener forma de huella de pie de pato, y sobre esto hay explicaciones pintorescas. Además de la marca, a veces se exigía a los agotes hacer sonar unas tablillas, como a los leprosos, para alertar a la gente de sus presencia.
Se cree que en el siglo XI los cagots del Bearne se vendían y se legaban en testamento como esclavos, y en juicio se necesitaba el testimonio de siete cagots para igualar el de un hombre libre. En el siglo XV se les prohibía caminar descalzos para que no quemaran las plantas y no infectaran el empedrado callejero. La discriminación se manifestaba especialmente en las iglesias, donde los agotes debían ocupar los últimos bancos, tenían una pila bautismal diferenciada, y en ocasiones una puerta aparte. No se les permitía acercarse al altar a recibir la comunión, y no podían recibir la ceniza en cuaresma. Además sus ofrendas de pan se separaban cuidadosamente de las del resto a fin de no contaminarlas.
Pila benditera especial para cagots |
Curiosamente en ocasiones la discriminación les proporcionaba ventajas. Por ejemplo los cagots estaban exentos de realizar el servicio militar y de pagar el impuesto de la talla. Además, como tenían asignados oficios considerados indignos, acababan prestándolos en régimen de monopolio.
El desprecio y la discriminación eran muy reales; las razones para ello no tanto. Para algunos los agotes eran descendientes de los cátaros albigenses. Para otros, de los sarracenos que fueron derrotados por Carlos Martel en Poitiers. El mencionado Caxar Arnaut aporta en sus alegatos una versión libremente adaptada del Antiguo Testamento. Todo empezó cuando el general Naamán de Siría contrajo la lepra y fue curado por el profeta Elíseo. Agradecido, Naamán quiso recompensar a Eliseo, pero este lo rechazó orgullosamente. Sin embargo su siervo Giezi sí los acepto lo que motivó la cólera de Eliseo y la transferencia de la lepra erradicada previamente de Naamán a Giezi. Los agotes, según Arnaut, eran leprosos que descendían de este último (Zihezi), aunque no precisaba de dónde había extraído esta revelación. El asunto de la lepra no parece muy convincente: si los agotes hubieran sido leprosos, no habrían estado conviviendo con sus vecinos sino recluidos en lazaretos. Sin embargo la identificación de los agotes con leprosos es recurrente, aunque ante la ausencia de la enfermedad física se solía aludir a que eran algo así como “leprosos del alma”, malditos por la realización de algún hecho innombrable.
Eliseo rechaza el obsequio de Naamán (Pieter F. de Grebber) |
Para los vecinos de los agotes todas estas sutilezas carecían de importancia: venían de fuera, debían ser discriminados y punto. Racionalizaban posteriormente su odio aludiendo a supuestos pactos de los agotes con el diablo, o a que abrasaban la hierba al pisarla con los pies desnudos. A esto añadían motivos variados y con frecuencia contradictorios: los agotes eran taimados, obtusos, viciosos, coléricos, cretinos, zoofílicos, avaros... Estas razones eran intercambiables. Si tanto los odiamos, parecían pensar los vecinos, sin duda debe existir alguna razón.
En los últimos tiempos se ha relacionado a los agotes con los inevitables templarios. Según esta innovadora versión los agotes poseían un conocimiento oculto, extraído del templo de Salomón, que les permitió ser los maestros constructores de catedrales góticas. Además el pie de pato que portaban en sus vestiduras no era una señal de oprobio, sino un signo gnóstico (y aquí vuelven a aparecer los cátaros) que remitía a un misterioso juego de la oca (tal cual) cuyo avance en el tablero permitía desentrañar los secretos del mundo.
[1] Estas transcripciones de pleitos de los agotes provienen del libro “Los agotes. El fin de una maldición”, de María del Carmen Aguirre Delclaux.
[2] La etimología de cagot o cacous es discutida. Para algunos derivaría de “perros godos”, pues según esta teoría se trataba de descendientes de godos arrianos renuentes a adoptar el catolicismo.
Louis le Pelletier deriva el nombre de "caque" (barrica para almacenar arenque; apócope de casque, en castellano casco), lo que haría una referencia al mal olor. Court de Gebelin asegura que el nombre dado a los cagots y a los cacous "es el nombre céltico "Caeh", "cakod", "Caffo" que significa "hediondo", "sucio", "leproso"". Baurein veía que la denominación de "gahet" derivaba del verbo gascón "gahar", que significa engancharse, atraparse, atarse, sin duda, dice él, porque los gahets estaban afectados de una enfermedad que se propalaba fácilmente (Variedades Bordelesas; T. I, pl 258; t. IV, p. 16).
Laboulinière parece tomar la etimología del nombre de los cagots de una lengua africana: "M. Bruce, al respecto de Abisinia dice que el nombre "gafat" viene a decir oprimido, desarraigado, rechazado, expulsado violentamente; y habla de una nacion de tal nombre que parece haber hecho parte de las tribus perseguidas por Roboam, hijo y sucesor de Salomón. Más adelante, habla de otro pueblo condenado a servir a los reyes de los agaazi o de los pastores [En Abisinia] a causa de la maldición de Canaan, y que de tiempos inmemoriales llevan el agua y cortan la madera" (Viaje a las fuentes del Nilo , tomo II, p.223 y 225). Más adelante, p. 79, Laboulinière se explica así en otra nota: "Lo más probable es que esta nueva denominación de "cagots" sea una alteración de los antiguos y que no haya sido empleada como ellos, sino como signo de desprecio. En la Romagna y Nápoles, se da el nombre de "caffoni" a las gentes de la campiña, las menos civilizadas y más groseras".
Rabelais se sirve frecuentemente del nombre de "cagot" y que acompaña casi siempre de aquellos de "bestia maloliente". La lepra y el mal olor eran dos de los reproches que se le hacían a los cagots.
Pero la más curiosa etimología de esta palabra, es aquella que ha dado recientemente un autor que, nos parece , habría debido evitar, en atención a la gravedad del sujeto. Véase como se explica el Sr. Pierquin de Gembloux en su libro de los dialectos y de la utilidad de su estudio (Historia literaria , filológica y bibliográfica de los dialectos, París, 1841): "En algunas de nuestras provincias los cretinos son llamados "cagots". Vanamente investigué la etimología graciosa de este binomio, ininteligible a día de hoy. Sin embargo esta denominación no figura por primera vez más que en la "nueva costumbre de Béarn" reformada solamente en 1551, mientras que los manuscritos dicen "chrestiaas", es decir aquellos a quienes pertenece el cielo, los pobres de espíritu, los cabezas de familia, los cristianos por excelencia. Ahí podría muy bien estar el origen tan buscado también de "cretino", que tanto se parece a "cristiano".
Pero los nombres que acabamos de enumerar no son los únicos que se les han dado a los cagots; los de la vertiente Meridional de los Pirineos no solo eran llamados "Agotes", sino también "Sistrones" o "Chistrones" ("Ponderaron por afrentosas...y están comprehendidas las que a esta parte hazen las contrarias, llamandolos "Agotes", "Chistrones" y "Leprosos""
[3] Como la señal judía, también estas de leprosos y agotes caen pronto en desuso.
Los cónsules de viarias villas de Languedoc y Guyena consultan al rey Carlos VI, que por patentes de 7 de marzo 1407 renueva las ordenanzas, añadiendo alguna otra sobre cierta especie de leprosos (capots, casots), obligados a llevar marca distintiva. Como los cagots de Languedoc, los de Bearne también habían abandonado la señal. En 1460 los Estados piden a Gastón de Bearne, príncipe de Navarra, que obligue a los cagots a llevar la antigua marca de pata de oca o pato, y ello en el convencimiento de que eran ladres. Un siglo después, 1573, los jurados de Burdeos, que hasta entonces no se habían preocupado del problema, emiten una ordenanza, que no osen salir de sus casas ni entrar en la ciudad sin portar la señal y andar calzados. F. Michel, Histoire des races maudites de la France et de l’Espagne (París, 1847), recoge testimonios de Oihenart, Florimond de Raemond etc. sobre ordenanzas de entonces, aunque variando la pena (multa, azotes, destierro); 1578, Casteljaloux; 1581, Capbreton; 1592, Espelette; 1593, Labourt; 1604, Soule.
¡ Por fin !
ResponderEliminarEstaba a punto de ponerle una reclamación a la Tal Vidente, en el Colegio profesional de mediums, por anunciar algo que no aparecía, y por referirse a los autores del modo en que se refería.
Este aperitivo me encanta. Yo sabía de los agotes por "Gárgoris y Habidis" de Sanchez Dragó, que me dejó epustuflada.
Y es que Argote es uno de mis apellidos, y creí que era un derivado de Agote, para disimular, por más que en mi familia lo negasen con vehemencia.
Pero Góngora en realidad se llamaba Argote, y era vilipendiado por Quevedo debido a sus orígenes dudosos... ( A mí me parecen mucho peor sus inaguantables poemas que sus dudosos orígenes )
Bueno, pues ¡¡¡ Muchas Gracias !!!
Profesores Belosticalle y Navarth
Queridos amigos:
ResponderEliminarMe llama especialmente la atención la propuesta etimológica que relaciona "agote" con "godo" porque este último término utilizado como calificativo en castellano es sinónimo de rico, poderoso, ilustre, noble, aristócrata y linajudo; mientras que como apelativo racista o xenófobo sirve para señalar al no nativo de las vascongadas, pero también, por ejemplo, de las canarias.
Esto promete mucho y bueno.
Muchas gracias memorable pareja.
Nunca he entendido lo de Godo en Canarias.
EliminarNavarth & Belosticalle, los agostes.
ResponderEliminar"Según Pío Baroja tenían la cara ancha de pómulos prominentes y el pelo castaño o rubio, aunque él mismo reconoce que los había morenos y de cara alargada."
Grande D. Pio. En estos momentos, y gracias a su concisa descripción, soy capaz de distinguir a un agote entre millones de chinos, japoneses e hindús. No hay bnada como dejar las cosas claras para que luego no haya equívocos.
Sea bienvenida esta colaboración. La historia de las razas malditas apunta maneras. Aquí estaré presto a leerles.
ResponderEliminarLes leo y les leeré.
ResponderEliminarPermitanme contarles algo. En el año 2011 hicimos una excursión a Elizondo, capital del valle del Baztan. Entre las cosas que nos enseñaron estuvimos en una exposición de escultura en un precioso terreno. El Ayto. se lo ha cedido a un escultor local de cierto prestigio que se llama Xabier Sanchotena. Su escultura es lo de menos. Según él mismo, en una presentación que duró tres cuartos de hora, lleva años estudiando a los agotes, y entre sus muchos descubrimientos ha llegado a la conclusión de descienden directamente de .....Carlomagno. La mala fama es pura envidia. Entre tanta verborrea es lo único que se me quedó grabado.
Perdonen la intromsión.
Buenas noches. Me he acordado de que hace unos años hicimos una excursión por el Bearn, visitando un típico pueblos que se llamaba Bastide, con una formación curiosa, hecha para protegerse de los ataques enemigos. Pero lo que más me llamó la atención fue el cementerio que tenía aparte otro para los Agotes. Ni les dejaban enterrarse en sagrado, increíble.
ResponderEliminarConozco personalmente a un par de familias que se apellidan Agotes y en una de ellas tienen un descendiente en prisión por ser de Eta. Se ve que no le han explicado bien el asunto de su "belarrimotzez".
Mi abuela era de Arizcun y siempre nos hablaba de los agotes del barrio maldito, de Bozate y de cómo se ponían en misa al final. Otros entraban a la iglesia directamente desde su propia casa. También nos cantaba una canción: ``Eta tiro, eta tiro, eta tiro beltzari. Belarri belarri belarrimochari´´. Era una especie de Carrero voló en el que supuestamente tiraban al belarrimocha al río. Pero yo creía que lo de orejas cortas se refería a los castellanos.
ResponderEliminarLa gente dice que el eusquera no tiene insultos. Eso es porque nunca escucharon a mi abuela.
Es cierto lo que cuenta Pussy, hace bien poco cogieron un etarra que se apellidaba Agote. Lo que viene a ser como si los descendientes de Kunta Kinte se alistasen en el KKK con el argumento de que llevan mucho más tiempo en USA que otro tipo de emigrantes, más actuales. “Los míos llevan siglos siendo discriminados en el País Vasco, y tú eres un recién llegado”. La peña lo jerarquiza todo de forma enfermiza.
Napo
ResponderEliminarDon Belo, don Navarth, pues... agote pronto, puedo afirmar con el bar que me corresponde por la Seguridad Social hay varios tíos que concuerdan con las descripciones de don Pio Baroja. Mañana, haré la prueba del nueve a lo Gali: Hay mucho agote por aquí ¿Aquí se huele a agote? Y si no funciona recurrir a lo infalible de “agote, agote, maricón el que no agote”.
Es una pena que no haya una información más precisa sobre esas gentes. Yo ya sabía de ellos, y es uno de esos temas curiosos e interesantes de los que nunca tienes claro si lo que sabes es cierto o sólo bulos.
Creo que la mejor línea de investigación sería vía trabajos y oficios que realizaban.
Me asomaré a mirar a menudo.
Enhorabuena a esa unión de neuronas of luxe. No me perderé ninguno de sus partos.
Entro brevemente para agradecer al anfitrión de lujo varias cosas. Lo primero, que haya aceptado que colaboremos en este proyecto: es como si Rafa Nadal aceptara jugar un partidito de tenis con un servidor. Y lo segundo esta magnífica introducción al tema. Ha hablado el maestro Belosticalle de mi interés “por figuras extravagantes que, por razones no siempre explicables, han llegado a ejercer influencia sociopolítica” y lo ha clavado. De hecho los planteamientos de Sabino de Arana y Goiri recuerdan notablemente a los de otros ilustres pensadores de los que he tratado en mi blog.
ResponderEliminarMe pide, por último, Don Belosticalle que haga los honores de responder a los que tan amablemente han entrado en su blog y comentado esta entrada, y así lo haré. Pero tendrá que ser esta tarde. Saludos a todos.
Pues aquí estoy, instalado temporalmente en Ca’n Belosti (incluso le he tomado prestadas una bata y unas zapatillas
ResponderEliminarDoña Viejecita me encanta eso de que los mediums tengan que colegiarse profesionalmente para ejercer (y "epustuflada" es una gran palabra)
Buena observación Don Cándido. Yo tampoco he entendido nunca la denominación ‘godo’ que usan los canarios para referirse a los españoles peninsulares.
Piense Don Neo que si hubieran sido fácilmente identificables a simple vista no habría hecho falta ponerles la marca del pie de pato para reconocerlos. Esta falta de seriedad fisonómica de los agotes (una más de sus maldades) complicaba al pueblo sus sanas intenciones discriminatorias.
Mr. Thompson&Thompson usted siempre será bienvenido.
Don Anónimo1 algo parecido he oído sobre el cuidador de un museo agote en Bozate. Que en su opinión la discriminación era motivada por la pura envidia porque los agotes eran en realidad mucho mejores que el resto de sus vecinos. Es decir no criticaba lo esencial (establecer una categoría diferenciada de gente sobre criterios irrelevantes o absurdos) sino que la quería utilizar para obtener reconocimiento.
Doña Pussy Cat es verdad: se me ha olvidado poner lo de los cementerios. Respecto a lo del etarra belarrimocha, benja lo ha contestado mucho mejor que yo. Le recomiendo una excursión por el valle del Perigord para ver más de esas bastides. Concretamente hay un pueblecito que se llama Domme que es una maravilla.
Benja parece que el mote infamante de belarrimochas se trasladó después a los castellanos, y Sabino Arana lo usó de forma masiva en sus poesías. Curiosamente en la prosa no, donde empleaba invariablemente el término maketo. Me encantaría tener la canción completa de tu abuela, e incluirla en alguna entrada de esta serie. Por cierto, la analogía del negro en el KKK, genial.
Don Napo en mi caso lo de los ‘partos’ puede ser interpretado en varios sentidos.
Cordiales saludos a todos. Esto no ha hecho más que empezar.
Don Belosti,
ResponderEliminarQue conste que lo de los libros de Sabino no ha sido idea mía, yo ya tenía preparados los calcetines de rigor pero la respuesta: “qué bien me vendría la obra de Sabino” a la pregunta “de qué color te gustan los calcetines” me hizo decidir de otra manera.
Qué le vamos a hacer!
Un abrazo,
Querida Brunilda, me lo sospechaba. Habría sido refinamiento de crueldad, y eso no cabe entre ustedes.
ResponderEliminarEn fin, ya tienen en su biblioteca al gran Sabino. Yo no he tenido esa suerte. El sábado pasado bajé a una buena librería vasca, pedí las ‘Obras completas’ de marras, y no le digo a usted cómo me miraron. ¿Sabino Arana, ‘Obras completas’? Vamos, como su hubiese pedido un oxímoron en pasta. Ni hurgando en el ordenador remaneció un solo ejemplar.
Una experiencia inesperada, sorprendente. Aunque, pensándolo más despacio…
menudo ejercicio de virtuosismo va a ser ocuparse de Sabin sin un solo insulto.
ResponderEliminarHe echado de menos unas 'vidas paralelas' de Prat de la Riba, Arana Goiri y Castelao, aunque la nómina de orates no termina en estos tres -me viene a la cabeza Blas Infante disfrazado de Lawrence de Arabia-.
Lo mejor de todo:
¡esto no ha hecho más que empezar!
Estoy feliz: sé que me voy a divertir.
Estimado Sr:
ResponderEliminarTal como hice constar en el blog de Navarth, sería de desear que, cuando use información tomada de otro blog, tuviera la deferencia de hacer constar la fuente de la que sale dicha información. Lo digo por lo que se refiere a los pasajes de Pierquin, Laboulinière y Rabelais que aparecen igual en http://traducireler.blogspot.com.es/2013/02/le-pelletier-da-la-siguiente.html , parte del blog en el que publico mis traducciones.
Quedo atento a su respuesta a este comentario, por si pudiera ser un error inocente de su parte, así como de su disposición a corregirlo.
Estimado Sr. Paper:
EliminarNo reprocho que Ud. defienda lo que es suyo, yo haría lo mismo, y le ruego crea en mi disposición a corregir cualquier ofensa mía a cualquier propiedad intelectual, dando satisfacción por ella.
Lo que ocurre es que, en este caso, no hay error de mi parte, ni inocente ni malicioso, pues no he hecho uso ninguno de información de su apreciable blog en ningún texto firmado por mí. Vamos, que no le he plagiado.
Yo me he limitado a reproducir aquí varios artículos del Sr. Navarth, con su permiso, y no puedo responder de sus fuentes, ni modificar sus textos mientras él no me lo indique. En cuyo caso, procederé sin demora a eliminar o cambiar lo que proceda.
Y más le diré, si me lo permite. Me sorprende que se dirija Ud. a mí con esa imputación, cuando ya lo ha hecho directamente en el blog del Sr. Navarth como autor del artículo sobre los agotes; el cual, por lo que veo, se ha ofrecido a tratarlo directamente entre ustedes.
A poca idea que Ud. tenga de mi modesto blog, se habrá dado cuenta de que: 1) lo primero, es mi norma ser escrupuloso en mis citas y con mis fuentes; y 2) que no acostumbro abrevarme en blogues ni traducciones ajenas, máxime cuando, como es el caso, me manejo a gusto con los originales.
Creyendo haber respondido a su nada pertinente insinuación, reciba mi atento saludo.
Sr. Belosticalle:
ResponderEliminarComo ya le había dicho en mi primer comunicado, he hablado con el Sr Navarth del tema y añado que, aparte de que ha reconocido que fue un error ajeno a él, lo ha subsanado. Mal puedo yo dirigirme a él de nuevo si sólo usted incluye la información tomada de mi blog. En los mejores términos me he dirigido a él (como lo he hecho con usted) y dicha paciencia ha sido pertinente. Lamentablemente, si con usted no lo es, tendré que indicarles, tanto a él como a usted, que ni ahora ni en un futuro quiero que usen nada de mi blog en obras suyas. Sobre todo porque parece usted entender que el Sr. Navarth puede indicarle o no si publica cosas que yo haya escrito, cosa que es lo suficientemente enojosa como para no querer que vuelva a suceder.
Creo haber aclarado mi posición que, hasta este momento, no es otra que permitir que use mi trabajo cuando reconozca e indique que lo es y con la debida moderación, sin otra traba por mi parte. De otra manera, estoy seguro de que en su apreciable blog podremos disfrutar de su gusto por los originales.