domingo, 22 de septiembre de 2019

‘Monje y Demonio’



«El maligno enreda, el demonio tienta,
el diablo molesta, pero Satán persigna.» 
(‘Proverbio’ ruso) [*]

Hace unas semanas di por casualidad con un cartel de película rusa tentadora. Qué menos: Monakh i bes (2016). En inglés, ‘The Monk and the demon’. Pero el ruso, como el latín, carece de artículo, de modo que en castellano podría ser ‘Monje y demonio’. Y esta sería la traducción más exacta, ya que la historia versa sobre un buen monje endiablado, mejor que endemoniado a secas. Tentadora, pues, por definición
El tópico del santo poseso (o la santa), en la mística cristiana es una extravagancia curiosa y más bien desagradable, cuando no repulsiva. Tratarlo con humorismo y gracia, para recreo filosófico, depende del talento narrativo y plástico, y hace el mérito de esta comedia. 
Dirigida por Nikolay Dostal, sobre guión de Yurii Arabov, con Timofey Tribuntsev como monje y protagonista, secundado por Georgiy Fetisov en el papel de demonio, más un atinado panel de intérpretes, recrea vida y milagros en un monasterio perdido de la Rusia profunda, primera mitad del siglo XIX [1]. 
Película de fantasía y magia, misticismo y picaresca, ironía y sátira, paradoja y humor a lo Gógol, y algo también a lo Pushkin – ambos mencionados (sin nombrarles) en una escena de la película. Y dado que en otro pasaje se da a Pushkin como todavía vivo, la acción transcurriría entre 1826 y 1837, pongamos hacia 1830 o poco después. Primera década de Nicolás I (1825-1855), cuando éste ya dispone de su famosa policía secreta, y de incógnito, con su privado el conde Aleksandr Khristóforovich Benkendorf, recorre en persona sus dominios inmensos en guisa de inspector militar, atento al desarrollo, pero no a costa de la seguridad del territorio. 
Un santo endemoniado
Iván Simiónovich es un monje inquieto por su convicción de llevar dentro de sí o pegado a los talones a un mal espíritu, con el que convive malamente y en vano trata de quitárselo a patadas contra el aire. 
De ahí le viene, junto con una pequeña tartamudez, un trastorno bipolar severo: a ratos humilde monje, a ratos cínico o violento, imprevisible y extraño siempre en sus palabras y obras. Obras de efecto admirable aunque ambiguo, que a ojos  simples pueden pasar por milagros, pero a espíritus más avisados –como el del igúmeno o padre abad (Borís Kamorzin)–, más parecen pompas de magia demoníaca. Desconcertante, porque si los  discursos del monje Iván no son siempre conformes con la lógica, tampoco su personalidad se ajusta al canon de la santidad. ¿O tal vez sí?
Con todas sus alharacas, el mal espíritu nada puede contra el libre albedrío de un asceta forjado en el dominio de sí mismo, con ayuda divina. En efecto, Iván no es esclavo de su demonio familiar en ninguno de los pecados capitales, y en este sentido sería un santo normal o del común. Sin embargo, él se acusará ante Dios y los hombres de toda maldad imaginable, resumida en un solo y único pecado gravísimo, que le ha sumido en esta situación miserable y desesperada. 
¿Qué clase de pecado? Aquí la paradoja. Ante todo, no un pecado in actu, sino in habitu: un modo de ser, una segunda naturaleza pecaminosa. Un estado de amor compulsivo universal  a todas las criaturas en Dios. Amándolas tales como ellas son, mejores o peores. Lo explicará el propio Iván al abad en confesión:
– ¿Y qué hay respecto a los prójimos?
– A los prójimos, miedo me da hasta corregirles. Los quiero tanto, que no puedo  vivir sin ellos. En especial a los enemigos.
– A ver, a ver: ¿tú amas también a tus enemigos?
– Tengo esa debilidad.
– ¿Incluso a los enemigos de la Iglesia de Cristo?
– A esos en particular.
Amor tanto más fuerte, cuanto más enemigos son. ¿Y quién mayor enemigo y más aborrecible que el demonio?
Pues bien, resulta que Iván una vez, siendo todavía un niño, oyó explicar en la iglesia el precepto evangélico del amor. Y esa fue su ‘conversión’ a mejor vida, de modo que salió de misa hecho un mar de lágrimas. Cierto demonio que andaba por allí al acecho reconoce por instinto al santo en ciernes, y aprovecha para hacerse querer e introducirse en él, convirtiéndose en su ‘demonio de la guarda’.  
Un demonio subalterno, limitado en sus poderes, sin prestigio, sin ficha, un diablo anónimo. De hecho, a falta de nombre propio, dirá llamarse Legión, igual que aquel diablejo en el Evangelio de Marcos (5: 9), como quien dice ‘del montón, uno de tantos’. 
– Extraño nombre el tuyo: ‘Legión’. ¿Es de origen armenio?
– ¿Lo has olvidado, cómo dijo Él de nosotros? «Se llaman ‘Legión’»
 – O sea, que tú también conoces a Cristo?
– Yo no. Mi abuelita.
– ¿Y qué te dijo?
– Le caía bien
– ¡Embustero!...
– Nosotros éramos los únicos que sabíamos que él no era el Mesías, pero…
– En el nombre de Dios, cierra el pico.
– Judas de hecho quiso alzarse contra Roma, e informó a Jesús sobre ello.
– No te entiendo, Legión. Cuándo me mientes, y cuándo no. Eres un tipo raro. U-u-un extraño.
–¿Cómo puede ser un extraño quien lleva tantos años contigo? Y eso que en una ocasión la fastidié, aunque… Bueno, yo tenía que haber puesto una bomba a los pies del monarca e implantar la república este mismo año.
– ¡Demonio tenías que ser! ¡Al ungido de Dios, ¿una bomba?!
– Exacto. Pero me dio lástima, y por el bien de nuestra carrera. ¡Yo quiero ponerte en lo más alto!
– ¡Simiente de Judas!... ¡Escoria! Diablo, Caín… Y Satanás… –perdón, Dios mío– ¿qué pinta tiene?
– Un líder muy eficaz.
– Con todo, ¿tú no le quieres?... ¿verdad, Legión?
– Yo… le odio. Es nuestra norma.
– Extraño lugar, el i-i-infierno. Todo el mundo se odia, pero viven juntos.
– El vuestro es aún peor.
 – ¿P-p-por qué?
– Recuerdo una vez, acostado en mi cama, abro los ojos…, y mi mamá, con mucha dulzura –acababa de rizarse los cuernos–, y tan suave: «Legiosha, hay que calentar la sartén. La noche ha sido muy fría…» –conque me levanto– «Echa un poco de carbón, para que sufran los pecadores» … –¡ah! y hacer los deberes para casa, y aprenderte de memoria el ‘Secreto de la Iniquidad’» 
–¿Y eso qué es? … ¿el s-s- ‘Secreto de la Iniquidad’? ¿Me lo puedes revelar?
– Anda, ve a dormir. Mañana pensamos cómo destruir el mundo.
Diabolismo optimista
Pushkin con un demonio
El diabolismo es típico en la literatura rusa, con exponentes románticos como los poemas de Pushkin (Bes, ‘El demonio’, 1823; Besy, ‘Los demonios’), o Lermontov (Moi bes, ‘Mi demonio’, 1829/30; Bes, 1839). Típica tambièn la figura del melkii bes, diablo menor o incluso diablejo, cuya maldad a la postre no resulta  ‘menos mala’ que la de sus superiores en rango.
Insignificancia, a lo que se ve, compatible con la ambición de medrar y hacer carrera. Nuestro melkii bes, o sea Legión –’Legiosha’ para sus íntimos (empezando por el propio  Iván)– vio en su huésped el instrumento idóneo para poner el  monacato ruso patas arriba. Pero no se pienso en una relajación moral al uso, a base aflojar en los votos religiosos y observancias de convento. Eso a Legiosha le traía sin cuidado. Su revolución era más original y más de su tiempo. Laica progresista de izquierdas (valga todo el pleonasmo).
Generalizando el ejemplo de la película, cabría juzgar que dicho monacato vegetaba en solemne rutina, cerrado a la cultura y a la sociedad, e inútil total para ésta. El plan de Legión iba por una reforma social revolucionaria de signo populista: libertades individuales, «el sufragio femenino, talleres de costura, emancipación de la mujer respecto del hombre y viceversa, emancipación total, de todo respecto a todo»... De entrada, fundar en el convento una sociedad secreta para desbancar al abad. Luego una comuna, ‘La Ciudad del Sol’... Pasito a pasito, hasta el poderío universal, éxito seguro. (La estrategia de propagar la mala semilla desde un monasterio silvestre, dirigido por Iván,  supongo que sería para burlar a la ‘III Sección’, la policía secreta zarista.)
Ahora bien, el monje Iván hijo de Simón no le salió dócil a su maestrillo. El que por amor puro a la criaturas cayó víctima del parásito oportunista, enemigo de Dios y del género humano, jugará la baza divina de ese amor para redimir finalmente al compañero y amigo, su ‘demonio de la guarda’. 
Este extremo paradójico no tiene sentido en el esquema teológico convencional adoptado por la Iglesia de Occidente. Aquí tenemos, en lo místico, el caso de Francisco de Asís y su Cántico de las Criaturas, expresión de amor universal, pero menos, pues no incluye a los demonios. Para esa ortodoxia (repito, convencional), los ángeles caídos, al igual que los humanos réprobos , son criaturas irrecuperables, y por eso su exclusión es eterna [2]. Estas pobres criaturas pueden ser objeto de compasión humana, pero no de amor, no a lo menos de un amor teologal.
Por el contrario, algunos teólogos antiguos orientales, como Orígenes (m. 254) contemplaron un panorama más optimista, donde el beneficio de la redención por Jesucristo alcanzaría finalmente y por igual a todos los hombres, e incluso a los demonios. Es la idea de la apocatástasis, restauración o repesca total, donde el Infierno algún día quedará inservible y será destruido – a menos que se disponga conservarlo como museo de horrores, curiosidad eterna de lo que fue, según Dante, “la última de las obras creadas para la eternidad”:
Dinanzi a me non fur cose create,
se non eterne; ed io eterno duro.
¿Cómo se tomaba estas cosas el demonio de la película? Ante todo, Legión es poco o nada religioso. Le ha tocado ser como es, y no cuestiona ni renuncia a su destino, o si se prefiere, a su vocación de cambiar las cosas, de mejorar el mundo a su manera. Todo  demonio es un ángel caído y condenado para siempre. De hecho, aunque parte de su trabajo lo hagan en el mundo y entre los humanos, su domicilio propio es el infierno, donde de pequeño Legiosha obedecía a su mamá echando una palada de carbón a la caldera de los pecadores. Ahora aquel diablillo es un adulto. ¿Y luego? A Iván le intriga la cuestión:
– Por curiosidad, ¿a dónde va un demonio cuando muere?
– Al cielo.
– ¡¿A la bienaventuranza eterna?! ¿Cómo así?
– Bienaventuranza, lo será para vosotros, los humanos… Para nosotros, un espanto.
– ¡Otra vez mintiendo!...
– Está bien, no me hagas caso. Por una vez, digo la verdad.
Verdad diabólica, pero lógica: si el goce de un demonio enamorado de su oficio es tentar, molestar y atormentar, ¿qué destino más horrible para él que alabar a Dios por siempre, bajo la mirada burlona y risitas de los ángeles, sus antiguos compañeros, y el desprecio de los santos a los que no supo engañar?  El diablo en el cielo es la imagen de un fracaso total. Al mismo tiempo, es la versión irónica de la ‘restauración general’, según Orígenes y su escuela, con resonancias en la ortodoxia rusa.
 T. Tribuntsev (monje Iván) - B. Kamorzin (Abad) - N. Tarasov (Nicolás I) - G. Fetisov (demonio Legión)
Un cuento divertido y bien contado 
Que todo este preámbulo no haga fruncir el ceño a mis invitados al cine, recelándose un bodrio teologal infumable. Todo lo contrario, nos espera una historia humana simpática y entretenida. Me he alargado en las premisas porque son clave para exprimirle el jugo, y también porque he visto críticas negativas de gente defraudad, a mi juicio por ignorar o no tener en cuenta el motivo teologal paradójico que sustenta la trama. 
Hace ya tiempo recomendé aquí mismo otra película rusa de monjes, Ostrov, ‘La Isla’ [3]. Y recuerdo que entre sus valores señalé uno que en ninguna de las críticas que pude leer entonces vi destacado: el humorismo. Aquí esta cualidad no hay casi ni que mencionarla, porque ‘Monje y demonio’ es humor y es ironía desde la primera secuencia hasta la última.
Ambas historias coinciden en tener como protagonista de la lucha eterna  yo-bueno/yo-malo a un monje excéntrico, extravagante, caído por ventura en una comunidad regular más bien rutinaria y pedestre. 
Ante todo, confieso mi debilidad desde muy joven por las viejas historias monásticas edificantes en general, sobre todo las de yermos y conventos molestados por el diablo, o si se prefiere, sacudidos de su somnolencia por algún  yuródyv, uno de aquellos temibles devotos ‘locos de Dios’ (o locos por Dios), medio chiflados, medio pícaros por fuera, inquietantes y sugerentes por dentro.
Adelanto sin embargo que lo de hoy no es más de lo mismo. Dentro del género, son dos obras totalmente diferentes. En ‘La Isla’ era el drama de un hombre, Anatoly, atribulado por el peso de una cobardía que le salvó la vida a costa de la de un compañero. Huido del mundo, la lectura profunda de su conciencia le ha enseñado a leer también las de los demás. Por lo demás, Anatoly no realiza milagros convencionales.
‘Monje y demonio’, por su parte, es tragicomedia mechada de comedia bufa. No es un caso de ‘crimen y castigo’, sino una parodia de leyendas monásticas del santoral ruso. En particular, la biografía legendaria de un san Barlaam de Khutin , muerto a finales del siglo XII, aunque no puede decirse que el monje vagabundo y poseso Iván hijo de Simón sea un trasunto o redivivo de aquel personaje. Se trata de alusiones, coincidencia, equívocos y algún que otro sinsentido, como todo a lo largo de este absurdo casi creíble (el Credo, quia absurdum incluso se cita en la película).



Pequeña guía para ver ‘Monje y Diablo’
‘Monje y Diablo’ es una comedia de diálogo y acción por igual, donde palabras, silencios y gestos, todo va cargado de sentido, y donde las pausas sólo son un respiro para tomar carrera. Es obra para vista más de una vez, siempre con gusto creciente.
La copia insertada, hablada en ruso, lleva subtítulos en inglés, que pueden transcribirse en libreto temporizado. Disponibles igualmente subtítulos en rumano y un serbio, pero no el libreto ruso original, una lástima. Archive.org ofrece la película con subtítulos en español, bastante incorrectos, y peor la imagen: ‘Monje y Demonio’
El filme dura 1 h, 50’, o poco menos. Demasiado, para algunos; yo me reitero en lo que escribí sobre el rito oriental, a propósito del mismo ‘defecto’ en ‘La Isla’. Para mí las dos obras duran lo justo.
Muchos comentarios distinguen dos partes netas: 1ª Parte, hasta 1 h, 10’; 2ª Parte, el resto. Comedia al fin, propongo una división en tres actos, en sucesión geométrica aproximada, que en efecto aligera el ritmo:
Acto I: Iván en el Monasterio. Episodios de la vida conventual (1  h) 
Acto II: El Demonio de descubre. Peregrinación a Tierra Santa (½ h)
Acto III El Retorno (¼ h)

Acto I - Escenas:
1. El monje Iván, en estado de autocombustión, recibido en el monasterio. 
2. Preparando el baño. Primera explosión de cólera
3. En el refectorio. Día de San Barlaam (6 de noviembre). Iván cuenta de su vida
4. Limpiando el viejo pozo
5. Las cuentas del Abad 
6. ¡El pozo ya está limpio!
7. En la Iglesia. Iván se confiesa con el Abad, que le niega la comunión
8. Sospechas sobre Iván y registro de su celda. Turbador hallazgo en el catre
9. Por orden del Abad, Iván de pesca
10. La visita del extraño Archimandrita...
11. … Que resultó ser diabla
12. Un pescado prodigioso
13. Viaje fluvial frustrado: el río devuelve a Iván a contracorriente
14. Destino para Iván: lavandería y plachado. Siempre a su manera 
15. Visita sorpresa: el zar Nicolás en coche averiado
16. Degustación del gran pescado
15. ¡Aquí se esconde un taumaturgo!
16. En la lavandería: Iván entrevistado por el Zar y su ministro
17. Iván como político. Consejos sibilinos y reformas para Rusia
18. El coche imperial arreglado con saliva
19. Despedida del Zar. Su gratitud en un anillo de esmeralda
20. Un retiro para Iván. A talar el bosque

Acto II - Escenas:
1. El Demonio ‘Legión’ se manifiesta. Diatriba con Iván
2. Gran desayuno: tentación de gula
3. Complot de Legión contra el Abad, frustrado
4. El Demonio se venga. Iván salvado de la hoguera
5. Último portento: el bosque talado
6. La tentación suprema: ¡a la Ciudad Santa!
7. Transporte aéreo
8. Falta de experiencia: Nos hemos pasado (Petra)
9. Por fin, en Jerusalén. Decepción de Iván
10. Mercado de reliquias y barullo en el templo. Iván desencantado...
11. ...Derriba los tenderetes. Le muelen a golpes. Legión le cura.
12. El Diablo agencia una visita privada al Santo Sepulcro. Iván le obliga a entrar
13. Algo ocurre dentro. Sale Iván. En sus brazos, el Diablo en síncope
14. A curarse en el Mar Muerto. Misión cumplida
15. Regreso problemático. La plegaria de Iván
16. Fletemos un barco
17. Diatriba: ¿Puede salvarse un demonio?

Acto III - Escenas:
1. De vuelta en Rusia. A la comisaría
2. Autoacusación en falso. Pena de azotes. El sayón se emplea a fondo
3. Agonía y muerte de Iván
Epílogo:
4. El Diablo, desposeído de Iván, le reemplaza en la lavandería del monasterio

Acreditada por millones de visitas, disfruten de una excelente película. 
_____________________
[*] Citado a menudo como ‘proverbio ruso’, la frase está sacado de un párrafo de un viejo diccionario de folclore supersticioso de Rusia: «Maligno (chërt), diablo (dyavol), demonio (bes), Satán (Satana): a estos personajes de ficción el pueblo llano  les asigna diversos grados y dignidades, y así aseguran que el maligno enreda, el demonio tienta, el diablo molesta, mientras que Satanás hace la señal (de la cruz)». Mijaíl D. Chulkov, Abecedario (Abvega) de las supersticiones rusas, ofrendas sacrificiales idolátricas, ritos nupciales del pueblo sencillo, hechicerías, chamanismo etc. Moscú, 1786 [en ruso]. Hay edic. contemporánea de la obra: АБеВеГа русских суеверий...  Aegitas, 2014, 274 págs. Es patente el sabor volteriano del texto. El insigne lexicógrafo y folclorista ruso Vladimir I. Dal’ (o Dahl), sin referirse a Chulkov, modificó el papel de Satanás: «En numerosos cuentos sobre el espíritu inmundo encontramos también definidas las diferencias entre sus múltiples denominaciones: el chërt’ enreda, el bes tienta, el dyavol molesta, el satán hace falsos milagros para seducir». Sobre creencias, supersticiones y prejuicios del pueblo ruso [en ruso]. Artículos de revista (1845-1846), editados como libro póstumo en 1880. Edic. moderna, DirectMedia, 1996, pág. 376.

[1] Las escenas correspondientes se filmaron en el dominio del gran monasterio Kirillo-Belozersky (San Cirilo de Lago Blanco), en la región de Vólogda, al N de Moscú y al E de San Petersburgo.
[2] En Teologìa escolástica se discutió hasta el agotamiento, sin conclusión cierta obviamente, la cuestión de la predestinación al cielo o al infierno. Cuestión relacionada lógicamente con el conocimiento previo que Dios tiene de la suerte final de cada criatura salvable o condenable. Sin entrar en ello, recordemos el significado de la palabra precito (del latín prae-scitus, sabido de antemano), condición de aquellos que finalmente se condenarán, y Dios lo sabe, aunque esa condenación no se produce hasta el juicio post mortem, y entre tanto Él se comporta con tales criaturas como si nada estuviese decidido.
[3] Donde por cierto también interviene Tribuntsev, doblando en joven al protagonista.





7 comentarios:

  1. Gracias por la peli Belosticalle.

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  2. ¡Yastamoooos! Mañana me pongo a verla, magister Belosti. Vd siempre tentando-me con estas quisicosas monástico diablunas...

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  3. Por cierto... me he acordado de El Diablo y Margarita, que leí cuando era joven y recuerdo que me divirtió bastante... Tendré que volver a releer.

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  4. Brrrr. El Maestro y Margarita, de Bulgákov.
    Es el otoño, que empieza y le patinan a una las neuronas.

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  5. ¡Qué apetecible, Don Belosti!. Ese Legión parece un tipo simpático.

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  6. A ver...

    que sepas arameo, lo veo normal....pero también sabes ruso ?

    En fin. Lo intentaré a ver si después me "arranco" a hablar ruso...

    ya os contaré.

    Ata

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  7. ¡Buenísimo, Don Belosti! Una historieta bufa, pero también dramática, com vd. dice. A ratos, me recordaba alguna historieta bufona irlandesa. Me ha gustado la interpretación de Trebuntsov, aunque continuamente estaba viendo al otro monje, al de "la Isla" (cojea igual, ¿es cosa del actor o es rasgo de los personajes?). En el fondo, ¡casi que da pena el pobre diablo "desposeído"!

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