martes, 21 de marzo de 2017

Bostezos



Cada año me da más pereza escribir y hasta discurrir sobre política nacional. Se ha vuelto deprimente y aburre. El nacionalismo, sobre todo. En los ocho años que tiene cumplidos este blog, el nacionalismo periférico español no ha cambiado tanto, pero yo sí, y por eso lo que al principio me parecía tema de reflexión y debate es hoy un ver pasar, y a ver qué pasa.  Aun siendo consciente de la inanidad y nula influencia de estas páginas, aquellos desahogos se me antojaban granos de arena positivos: «Un granito más de sobrecarga desloma a la bestia, y quién sabe…» Me hacía gracia pensar en los partos judíos: «¡Ánimo, mujer, empuja! A lo mejor traes al Mesías...»
Hoy los nacionalismos vasco y catalán me siguen interesando, faltaría más, como ciudadano pasivo sin pasión, y sin ganas de hacerles sitio aquí, donde lo que pienso de ello ya lo he dicho, por si a alguien le importa. Fuera de eso, no tiene sentido discutir con la fatalidad, y menos reñir con ella. Y la fatalidad, en ese ruedo, la marca la torpeza de los poderes centrales que se han turnado en la lidia de esa res. Unos maletas.
Los nacionalismos llamados ‘periféricos’ o centrífugos son como son por su naturaleza. Una vez conocidos, su comportamiento es predecible, como en Mecánica el de un cuerpo sólido respecto a su centro de giro. Esto se cumple en todos, pero con tanta mayor exactitud cuanto más radicales. Mientras los poderes centrales no lo entiendan así y actúen en consecuencia, los nacionalismos van ganando.
De esos poderes del Estado español, el ejecutivo ha estado en mayoría absoluta repetidas veces, tanto en manos de socialistas como de populares. Lo de las mayorías absolutas es determinante: no necesitaban negociar para gobernar. Y van, y negocian… ¡sobre ETA, y con ETA! Lo más irreducible del nacionalismo. Una y otra vez han negociado, o más bien han apostado, y naturalmente han perdido. Las victorias sobre ETA han sido policiales.
Nadie discute que hasta hace seis años España ha tenido un problema crónico prioritario, que era ETA con su chantaje de terrorismo y extorsión. Es verdad, pero sin olvidar que ETA era y es una banda nacionalista separatista, una continuación de esa política por otros medios. ETA, la Izquierda Abertzale y el PNV serán todo lo diferentes que se quiera, y mucho más, pero siempre han tenido en común el objetivo final, que es su razón de ser. Desde que compartes algo con alguien, en ese algo estás más cerca de ese alguien que de los demás; y si lo que compartes con un criminal son nada menos que objetivos y fines, entonces a la hora de juzgarle se hacen inevitables los distingos. Y con los distingos, la ambigüedad. Lo puso diabólicamente claro aquél que habló de árbol y nueces, con aquella reserva de no dañar el precioso nogal.
La presión terrible de ETA ha hecho a menudo olvidar su doble naturaleza y doble brazo: violento (el hacha) y político (la serpiente), siempre ‘perseverando en los dos’ (bietan jarrai). De hecho, ambos brazos, el violento y el político, no sólo han coexistido hasta hoy, sino que han concurrido a veces en una misma persona, como en los casos paradigmáticos –mejor que ‘ejemplares’– de Josu Ternera y Arnaldo Otegi.
La ETA de todos estos años, organización ‘militar’, nunca ha ocultado su vocación de liderar el nacionalismo y controlar sus vías políticas. Hasta puede parecer paradoja  (aunque no lo es en absoluto) que su presencia activa ha frenado a los nacionalismos ‘moderados’ en su marcha hacia el objetivo final. ETA militar soñó con una victoria a su estilo. La violencia obscena de una banda criminal como abanderada del separatismo, decidida a construir el estado vasco sobre víctimas inocentes, inhibió a los nacionalismos ‘moderados’, y a ninguno se le ocurrió por entonces publicar una hoja de ruta hacia la declaración de  independencia. Explico esto último.
Es verdad que en 2008 el lendacari Juan José Ibarretxe empezó a enredar en serio con su ‘plan’ de consulta/referéndum sobre ‘derecho a decidir’ el pueblo vasco su futuro político. Y eso ocurría con tres años de antelación a la renuncia a la violencia por parte de ETA, en el otoño de 2011. Pero es que este cese de ETA militar ya estaba previsto, decidido y hasta ensayado, desde que su brazo político Herri Batasuna recibió  del Tribunal Supremo las credenciales para entrar como un partido más en la arena política. Su legalización formal se produjo en mayo/junio de 1986, aunque desde dos años antes, 1984, se gestaba y veía venir.
Sin ir al fondo de esta sentencia legalizadora tan grave, dejando aparte su valoración jurídica, ética y política, la nueva situación significaba que la izquierda patriótica vasca no podía jugar por tiempo indefinido con las dos barajas : la violenta con un brazo y la parlamentaria con el otro. Si el PNV venía protestando esporádicamente que ETA (le) estorbaba, ahora con HB como competidor ya pudo plantearlo así sin ambages: «O vosotros, o ETA. Si vosotros, entonces ETA ya no pinta nada.»
Así pues, cuando ETA dejó las armas, su pretendido activo político llevaba 25 años amortizado. Por eso precisamente las deja, sin disolverse ella misma para no renunciar a su interlocución con el Estado y con la sociedad. Esa ha sido la estrategia de la izquierda nacionalista para, a cambio de nada, dar un vuelco a su situación de desventaja, como también de desprestigio por sus silencios ruidosos ante los desmanes del socio. Obviamente, la incursión de HB en política real obligó al PNV a enfatizar en su discurso el irrenunciable separatismo.
Pero, en fin, tampoco porfío, porque en todo caso la ocurrencia de Ibarretxe (que le costó la presidencia) no fue su plan de ruta y el derecho a decidir –que hoy los suyos proclaman a todo viento–, sino haberlo sacado a destiempo. Y ‘a destiempo’ era cuando una ETA en declive más estorbaba... Estorbaba, se entiende, al buen rollo entre PNV y HB en el Parlamento vasco.
«Todo no es ETA»: un argumento simplista tan repetido como válido, y tan válido como decir en Palermo que «todo no es la Mafia». Estas ‘familias’ no reparten carnets de afiliado, como no reparten pistolas a la población adicta, pero conocen a los suyos para cada servicio, y en ese sentido ETA sigue operativa hasta donde alcanzan sus colaboradores, propagandistas, simpatizantes y beneficiarios de su violencia.
Antes de llamarse ETA, los fundadores pensaron en las siglas ATA (Aberri Ta Askatasuna, Patria y Libertad), pero renunciaron porque ata en vascuente es ‘pato’. Pues eso: «andas como ATA, nadas como ATA, graznas como ATA…»  Además, a diferencia de la Mafia o la Camorra, ETA ha hablado mucho y ha escrito más. Imposible maquillar a posteriori lo que consta, negro sobre blanco.
Ninguna transición democrática podía ser a gusto de todos, y la española, aunque muy alabada dentro y fuera, por lo que se ha ido viendo estos años diríase que no satisfizo a casi nadie. Unos rechazan la Constitución y el modelo de España que configura, porque se produjo en condiciones de libertad vigilada y amedrentada por la casta militar de querencia golpista. Esta tesis es grata a las izquierdas españolas, pero más todavía a los nacionalismos, y en especial al vasco. Nacionalismo que, por su parte, no quiere reconocer el peso decisivo del terrorismo etarra en la negociación de sus ventajas y privilegios dentro del ‘Estado’, la innombrable España.
Euzkadi, ikurriña, euskera, fuero, concierto económico, cupo…, esas fueron y por ese orden las primeras y gordas nueces al saco nacionalista vasco, mientras ETA sacudía de firme. Imponer a un país la bandera de un partido político y el nombre elegido por ese partido, sin guardar siquiera las formas de un referéndum, fue rasgo propio de dictadura. También de irresponsabilidad en los Padres Conscriptos que lo consintieron, y de ceguera si no sabían por dónde tiraban los bueyes de Sabino. Es de creer que, en la euforia del momento, les importó un comino la sociedad vasca plural, y si alguien puso algún reparo, con el ruido de pistolas y sables nadie le oyó.
El resto fue como era de prever, pues milagro habría sido que a los nacionalismos les diese una venada de lealtad a lo pactado ni de miramiento al prójimo. Eso sí, sobreactuando siempre, ‘como si ya’. Para ellos, donde empieza Cataluña o Euskadi se acabó España, donde plantan su bandera sobra la española, y lengua propia pasó a significar lengua vehicular única en la enseñanza, condición sine qua non para ganarse la vida. La competencia educativa  fue el gran bordón para emprender la travesía hacia la independencia. Inmersión lingüística desde el jardín de infancia, pues ya lo dijo Horacio:
Quo semel est imbuta recens servabit odorem
 testa diu…
(El barro joven guarda largo tiempo
aquel primer aroma que lo impregna)

Pero ¿por qué me cuento estas cosas, si ya me las sé? Me las cuento, porque lo más difícil de entender es la indiferencia de los poderes centrales ante tanto atropello a la Constitución. Cuarenta años en el mismo plan es de aburrimiento crónico. Y ahora que el gobierno catalán saca en sus varietés un número algo renovado, va el gobierno español y lo chafa diciendo que no vale nada. Cuando un rey de taifa anuncia una fechoría, aunque sólo sea un golpe de estado y una declaración unilateral de independencia, lo menos que puede hacer el Califato es tomarlo en serio. Salir en cambio con que un referendo o consulta ilegal es una parodia sin efecto es ponerlo difícil a la fiscalía del Estado y al poder togado. Eso de puertas adentro. De puertas afuera es ayudar a los nuevos embajadores de Cataluña en sus misiones extranjeras, para lograr  que las demás naciones tomen a España por el pito de un sereno.
¿Pero se van? ¿no se van? La cuestión no es esa, sino el cuándo. Decir que no se van porque no les trae cuenta, ¡pues vaya consuelo! Puestos en plan horaciano:

Non  missura cutem nisi plena cruoris hirudo.
       «No soltarás mi piel
     sino henchida de sangre, sanguijuela.»







Por lo demás, tranquilo. De momento no son las boqueadas, sólo bostezos.



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Créditos de fotos:
Macaco japonés - Daisuke Tashiro
Hipo:
Tigre:
Lobo - Karen Lowe:
Dos leones: Social yawn
Popeyawn:
Bebé - Jack Kirby:
Hirudo:




6 comentarios:

  1. Dn. Belosti, estupendo. Le entiendo lo del bostezo totalmente, nunca mejor explicado.

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  2. Que gran resumen el de la sanguijuela, maestro.

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  3. ¡ Que verdadero, Querido Profesor , y que pena todo !

    Lo de los bostezos, no creo que sean tanto de aburrimiento, como de Hambre : Hambre de algo que los de a pié podamos hacer, ya que los que tenían que haber reaccionado ni levantan una ceja...
    Pero cuando los de a pie presentamos recursos a los Tribunales contra las resoluciones golpistas de los parlamentos secesionistas, nos contestan que nosotros no pintamos nada, y lo mismo hacen los Tribunales Europeos... y si vamos al "Defensor del Pueblo", nos manda a hacer calceta alguien con un currículo secesionista dentro de ese organismo...

    Habrá que dedicarse a leer novelas policiacas, y a ver películas de superhéroes, que por lo menos, esas acaban bien, y entretienen la espera...

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  4. Qué terrible lo de hoy, D. Belosti!
    Muy interesante su sosegada reflexión, aunque no por ello menos desasosegante.
    A día de hoy nadie es inocente. Más de 35 años con la misma música no pueden dejar intacta la credulidad.
    Decía el padre Coloma que a partir de cierta edad, la ingenuidad es prima hermana de la tontería. En fin

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  5. Don Belosti, es normal que a usted le dé pereza escribir sobre política nacional, y en especial sobre el nacionalismo.
    Incluye usted una relación de términos: Euzkadi, ikurriña, euskera, fuero, concierto económico, cupo…, que leídos me llevan inevitablemente a pensar en "caca, culo, pedo, pis..." (y ya me perdonará por la escatología)

    Afortunadamente, leer sus reflexiones nunca es aburrido. Si acaso alguna vez abro la boca en tal trance es siempre con admiración.

    Un abrazo

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  6. No estoy de acuerdo con usted en eso de "nula influencia de estas páginas".

    Precisamente la lectura de reflexiones como las suya permite que, de vez en cuando, dejemos de bostezar en esta Euskadi de ikurriña, eusquera, fuero, concierto económico, cupo y mediadores internacionales...

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