lunes, 5 de marzo de 2012

Forsaco



Una característica de la Izquierda Abertzale ha sido y es el adanismo.  Incluso cuando plantean el desenlace o salida de una larga historia, como es la suya en o con ETA, ellos son adamitas por principio. Adamitas hasta de sí mismos. Con ellos se abre cada mañana un nuevo escenario, y todo valor universal se redefine: razón, justicia, democracia, el bien y el mal. Con ellos siempre se parte de cero, ellos son el cero absoluto. Desde esa premisa ejercen su magisterio infalible. 
Infalible, hasta en la autocrítica. Ahora la IA reconoce errores –errores de ETA, más que suyos, todo sea dicho– y hasta renuncia a su bien ganada victoria, en aras  de una reconciliación sin vencedores ni vencidos. ¿No es eso hacer autocrítica? Un gesto de condolencia, un «lo siento», queda bien. Socializado el sufrimiento, toca ahora socializar la reconciliación.


Socializar
Al nacionalismo sabiniano le dio por inventar palabras con su sentido propio: jeltzale, aberri, ikurriña, lendakari... Medio diccionario vasco es suyo.
El nuevo nacionalismo batasuno no suele crear neologismos, le basta en plan Humpty-Dumpty crear acepciones.  Así,  poco a poco, ese mundo se va haciendo con un léxico nada rico en verdad, pero que desde el primer párrafo permite identificar cualquier discurso suyo: escenario, mesa (para «sentarse a la mesa» o «poner sobre» ella algo), diálogo y negociación, parámetros, dar pasos, la pelota en el tejado, conflicto y fase resolutiva, lucha armada, represión,  presos políticos, fascismo…
«Poner sobre la mesa». Una ‘parabellum’, por ejemplo. Cuántas veces se ha oído aquello de «cuando José Miguel Beñaran, ‘Argala’, puso su pistola sobre la mesa de diálogo…» Acojona, ¿eh? Y eso es lo que cuenta, el gesto jaquetón, el empaque del rito, como en el western. (Lo insustancial es quitarle hierro, como hace ahora la IA, como que «aquella era la prueba de que ETA estaba dispuesta a dejar las armas allí mismo, si se llegaba a un consenso» . ¡Por favor, un respeto a la estética, aunque sea la de lo feo!
Otro artículo muy de poner sobre la mesa son los muertos. Ahora, en la etapa posviolenta, la consigna es socializar el luto: «¿Tus muertos? Pues aquí los míos, hagamos cuentas».

Equidistando
La equidistancia está mal vista. Con todo, acepto el envite. Yo también voy a buscar la equidistancia, definiendo primero el campo: ética o política.
La equidistancia en el oportunismo político no plantea dificultad alguna. Es amoral. Las reglas son simples: ‘Antón pirulero’ y ‘a quien Dios se la dé, san Pedro se la bendiga’.  No; yo me atrevo aquí con la otra equidistancia, la ética pura y dura. Se es, o no se es un canalla, al margen de que el otro lo sea igual, o más. Tu honradez es sólo tuya, no depende para nada de la ajena.
¿Y qué pasa? Que nuestros adamitas redefinen la ética. Por lo visto, para ellos la ética absoluta pertenece a la esfera de ¡la Religión! La ética que a ellos les vale es la de su mundo, la relativa, la del «y tú», o «tú más». En eso consiste su reconciliación socializada.
Yo venía dispuesto a admitir como hipótesis rigurosa de trabajo que también existe la violencia injusta contra el crimen. Esa que ellos tanto jalean, como si el estado de gracia y de justicia fuese un balance mercantil, entre ETA y el Estado. Siempre como hipótesis, pero en serio, yo admito que todas las víctimas de agresión injusta son equivalentes, dignas por igual de consideración y reparación. ¿Lo admiten ellos? Yo diría que no, viendo cómo proceden.
Hasta ahora han ignorado por principio la dignidad de las víctimas de ETA. «No toca», decían. «Condenando no se arregla nada». De pronto, la consigna es que sí, que por narices nos tenemos que reconciliar. Pero aun ahora, el buen patriota de izquierda, antes de dar un pésame por una víctima de ETA, primero comentará en voz alta si lucía uniforme, placa policial; si ostentaba cargo público, liderazgo político; si escribía, en qué periódicos, si… «¿Lo ven? Era parte en el conflicto».
A falta de esos indicios escandalosos, al que sólo parece un simple cadáver de a pie, un pobre diablo colateral, todavía se le hurgará en los bolsillos, cualquier cosa vale, un papelito, qué ideas tenía, de qué pie cojeaba, cuál fue su «algo habrá hecho».
Todas las justificaciones del Holocausto, sin excepción, incluyen esa penosa tarea.

Religión
Pero, como digo, el último hallazgo del eusko-Humpty Dumpty es la exclusión del arrepentimiento, por su naturaleza ‘religiosa’.
¡Si sabrá de eso don Patxi Zabaleta! Por su boca, «Aralar asegura que el arrepentimiento que se exige a ETA es ‘religioso’»:

«No puede exigirse a los presos etarras que se arrepientan para acceder a beneficios penitenciarios, puesto que el arrepentimiento es un "concepto religioso"
El concepto de arrepentimiento es una cuestión de índole personal, individual, que no se puede transferir a la legislación… En la normativa, no existe ese concepto; porque no puede existir, porque es un concepto religioso… La objetividad legal exige que las cosas puedan ser comprobadas, y un arrepentimiento no puede ser comprobado nunca.»

¿En qué quedamos? ¿Por religioso, o por incomprobable? ¡Pero si da igual!:

1. Por sus estudios del seminario, el Sr. Zabaleta debe saber que ‘religioso’ no es lo mismo que teológico o sobrenatural. La ‘religión’ (religio), como la ‘piedad’ (pietas), entra perfectamente en la esfera secular, pues en definitiva es un concepto asociado a la naturaleza social del hombre. Por eso la sociedad civil y secular exige compromisos religiosos con el nombre genérico de ‘juramento’. No el del Catecismo de Astete, por supuesto, ni el de Scarlett O'Hara–«poner a Dios por testigo» etc. –; pero eso ya lo sabe Zabaleta. Por lo civil, un juramento no es más que un compromiso serio con la verdad. Y la verdad es lo más religioso que hay bajo la bóveda celeste.
2. Vamos ahora con lo otro: lo del arrepentimiento imposible de comprobar. A mí me da que también aquí le ayudan poco las nociones del seminario. Arrepentimiento se dice de muchas cosas, muy diferentes. A menudo se confunde con ‘contrición’, ‘dolor de corazón’ o mero pesar por el mal hecho o por sus consecuencias. Aquí no se trata de eso, sino del estado de ánimo que lleva al propósito de enmienda, la decisión firme de no reincidir.
¿Incomprobable? Como cualquier otro compromiso. ¿Qué diferencia hay entre «haré esto» y «no haré lo otro»? Cierto que hay hábitos que tocan a la ‘flaqueza humana’ –los pecados capitales, en general–, donde la reincidencia es más previsible o probable. No parece que sea el caso del  terrorista ‘arrepentido’, que decide dejarlo y colaborar con la Justicia. Parece que bastantes terroristas de hecho están arrepentidos en ese sentido, a falta sólo de que la disciplina de omertà se relaje. Figúrese,  yo creo mucho más en la reinserción de esas personas, que en la renuncia a la violencia de ETA/Batasuna, Bildu o Amaiur, por oportunismo, al calentón de las urnas. ¿No le ocurre lo mismo al Sr. Zabaleta?

Abrenuntio
La IA, tan criada a los pechos de la religión y al calor de sacristías, se ha quedado del cristianismo con la caricatura, y ha desechado lo más noble. La caricatura es el casuismo jesuítico que les lleva a la autojustificación del fariseo, complacido consigo mismo. Repudian en cambio el compromiso responsable: «No se puede servir a dos señores». Dicen que es religioso y no comprobable.
La iniciación bautismal, como bien sabe mucha Izquierda Abertzale, incluye una renuncia definitiva e irreversible a Satanás, sus obras y sus pompas. La renuncia del neófito (o sus padrinos) se complementa con un exorcismo.
Esto viene de muy antiguo. Y la pedagogía misionera a veces aconsejaba atar bien los cabos. A los germanos paganos, por ejemplo, el Diablo no les decía nada, no eran clientes suyos. Otra cosa era su vieja trinidad nacional, formada por Wotan (Odin), Thunar (Thor) y Fro (Freyr). ¡Renunciar a Thor, que les daba las las victorias! No había más remedio.
Copio de una fórmula de las más antiguas, de tiempos del Apóstol de Alemania, san Bonifacio (siglo VIII). Más antigua que las latinas conservadas. Aunque está en viejo bajo alemán se entiende perfectamente. El verbo ‘renunciar’ es casi como el inglés forsake;  ‘sociedad’ es gelde (como Gilde,  guild), ‘obra’ es wercu (como Werke, work), ‘palabra’ es wordu (como Wort o word). Con eso, a renunciar se ha dicho:

–Forsakhis du Diabolae? (¿Renuncias tú al Diablo?)
–Ec forsakho Diabolae (Yo renuncio al Diablo)
–End allum Diabol gelde? (¿Y a toda la sociedad del Diablo?)
–End ec forsakho allum Diabol gelde (Y yo renuncio a toda sociedad del Diablo)
–End allum Diaboles wercum? (¿Y a toda obra del Diablo?)
End ec forsakho allum Diaboles wercum end wordum: Thunar, ende Woden, ende Saxnote.
–Forsakhis du…?
–Forsakho…

A mí la fórmula me gusta. Secularizada, por su puesto. Y ese verbo,  forsacar. Basta de melindres y camelos, eso es lo que hay que oír, algo entendible y creíble:

–Forsaco a ETA. ¡Forsaco! ¡¡¡FORSACO!!!

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[Crédito de figura: Travis Louie]

6 comentarios:

  1. Maestro D. Belosticalle, le doy las gracias.

    Ya sé que lo que habrá que hacer es perdonar y tragar. Nosotros muchísimo más que ellos. Pero, lo que de verdad me pide el cuerpo, es cambiar la “F” del título de su estupenda entrada por una “P”. Es imposible, lo sé. Pero ganas no me faltan.

    Mi respeto y admiración. Gracias de nuevo.

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  2. Citando a Luigi (27-2-2012): ¡Demonios!

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  3. ¡qué poco aprovechó o qué mal les sentó la vieja filosofía tomista a estos seminaristas post Vaticano II! (otro ejemplo: Aranzadi el antropólogo)
    Es como si hubieran recibido una "versión LOGSE"
    Da que pensar la cantidad de nacionalistas egresados de esos centros, aunque mucho se ha escrito ya sobre el fenómeno de sustitución de una religión por otra -catolicismo por nacionalismo-. Lo llamativo es que el fenómeno sea especialmente intenso entre los llamados a ejercer como ministros de la primera. A mí me parece más grave su pecado -concepto que no les es ajeno, y que me parece muy pertinente-

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  4. .
    Sotanás, los curas de eta.

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    Es un honor, Elefante de Guerra. Un saludo.

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  5. ¿Estamos seguros que “forsaco” quiere decir renuncio? Bien podría ser hartazgo del interpelado ante una fórmula excesivamente exhaustiva:

    P. ¿Renuncias al Diablo?
    R. Renuncio al Diablo.
    P. ¿Y a la sociedad del Diablo?
    R. Y a la sociedad del Diablo.
    P. ¿Y a las obras del Diablo?
    R. (...) ¡Qué sí!
    P. ¿Y a Thunar y demás?
    R. ¡Forsaco!

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  6. Me ha gustado mucho la entrada, Maestro. Mi agradecimiento.

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