Una característica de
la Izquierda Abertzale ha sido y es el adanismo. Incluso cuando plantean el desenlace o salida
de una larga historia, como es la suya en o con ETA, ellos son adamitas por
principio. Adamitas hasta de sí mismos. Con ellos se abre cada mañana un nuevo
escenario, y todo valor universal se redefine: razón, justicia, democracia, el
bien y el mal. Con ellos siempre se parte de cero, ellos son el cero absoluto. Desde
esa premisa ejercen su magisterio infalible.
Infalible, hasta en la autocrítica. Ahora la IA reconoce errores –errores de ETA, más que suyos, todo sea
dicho– y hasta renuncia a su bien ganada victoria, en aras de una
reconciliación sin vencedores ni vencidos. ¿No es eso hacer autocrítica? Un gesto de condolencia, un «lo
siento», queda bien. Socializado el sufrimiento, toca ahora socializar la
reconciliación.
Socializar
Al nacionalismo
sabiniano le dio por inventar palabras con su sentido propio: jeltzale,
aberri, ikurriña, lendakari... Medio diccionario vasco es suyo.
El nuevo nacionalismo
batasuno no suele crear neologismos, le basta en plan Humpty-Dumpty crear
acepciones. Así, poco a poco, ese mundo se va haciendo con un
léxico nada rico en verdad, pero que desde el primer párrafo permite
identificar cualquier discurso suyo: escenario, mesa (para «sentarse
a la mesa» o «poner sobre» ella algo), diálogo y negociación,
parámetros, dar pasos, la pelota en el tejado, conflicto y fase resolutiva, lucha
armada, represión, presos políticos,
fascismo…
«Poner sobre la mesa». Una ‘parabellum’, por
ejemplo. Cuántas veces se ha oído aquello de «cuando José Miguel Beñaran,
‘Argala’, puso su pistola sobre la mesa de diálogo…» Acojona, ¿eh? Y eso es
lo que cuenta, el gesto jaquetón, el empaque del rito, como en el western. (Lo
insustancial es quitarle hierro, como hace ahora la IA, como que «aquella
era la prueba de que ETA estaba dispuesta a dejar las armas allí mismo, si se
llegaba a un consenso» . ¡Por favor, un respeto a la estética, aunque sea la de lo feo!
Otro artículo muy de
poner sobre la mesa son los muertos. Ahora, en la etapa posviolenta, la consigna es socializar
el luto: «¿Tus muertos? Pues aquí los míos, hagamos cuentas».
Equidistando
La equidistancia está
mal vista. Con todo, acepto el envite. Yo también voy a buscar la
equidistancia, definiendo primero el campo: ética o política.
La equidistancia en el
oportunismo político no plantea dificultad alguna. Es amoral. Las reglas son simples: ‘Antón
pirulero’ y ‘a quien Dios se la dé, san Pedro se la bendiga’. No; yo me atrevo aquí con la otra
equidistancia, la ética pura y dura. Se es, o no se es un canalla, al margen de
que el otro lo sea igual, o más. Tu honradez es sólo tuya, no depende para nada
de la ajena.
¿Y qué pasa? Que
nuestros adamitas redefinen la ética. Por lo visto, para ellos la ética
absoluta pertenece a la esfera de ¡la Religión! La ética que a ellos les vale es la de
su mundo, la relativa, la del «y tú», o «tú más». En eso consiste su reconciliación
socializada.
Yo venía dispuesto a admitir
como hipótesis rigurosa de trabajo que también existe la violencia injusta contra el
crimen. Esa que ellos tanto jalean, como si el estado de gracia y de justicia
fuese un balance mercantil, entre ETA y el Estado. Siempre como hipótesis, pero en serio, yo admito
que todas las víctimas de agresión injusta son equivalentes, dignas por igual
de consideración y reparación. ¿Lo admiten ellos? Yo diría que no, viendo cómo
proceden.
Hasta ahora han ignorado
por principio la dignidad de las víctimas de ETA. «No toca», decían. «Condenando
no se arregla nada». De pronto, la consigna es que sí, que por narices nos tenemos que reconciliar. Pero aun ahora, el buen patriota de izquierda, antes de dar
un pésame por una víctima de ETA, primero comentará en voz alta si lucía uniforme, placa
policial; si ostentaba cargo público, liderazgo político; si escribía, en qué
periódicos, si… «¿Lo ven? Era parte en el conflicto».
A falta de esos indicios escandalosos, al que sólo parece un simple
cadáver de a pie, un pobre diablo colateral, todavía se le hurgará en los bolsillos, cualquier cosa vale,
un papelito, qué ideas tenía, de qué pie cojeaba, cuál fue su «algo habrá
hecho».
Todas las
justificaciones del Holocausto, sin excepción, incluyen esa penosa tarea.
Religión
Pero, como digo, el
último hallazgo del eusko-Humpty Dumpty es la exclusión del arrepentimiento,
por su naturaleza ‘religiosa’.
¡Si sabrá de eso don Patxi
Zabaleta! Por su boca, «Aralar asegura que el arrepentimiento que se
exige a ETA es ‘religioso’»:
«No puede exigirse a los presos etarras que se
arrepientan para acceder a beneficios penitenciarios, puesto que el
arrepentimiento es un "concepto religioso"…
El concepto de arrepentimiento es una cuestión
de índole personal, individual, que no se puede transferir a la legislación… En
la normativa, no existe ese concepto; porque no puede existir, porque es un
concepto religioso… La objetividad legal exige que las cosas puedan ser
comprobadas, y un arrepentimiento no puede ser comprobado nunca.»
¿En qué quedamos? ¿Por
religioso, o por incomprobable? ¡Pero si da igual!:
1. Por sus estudios del
seminario, el Sr. Zabaleta debe saber que ‘religioso’ no es lo mismo que
teológico o sobrenatural. La ‘religión’ (religio), como la ‘piedad’ (pietas),
entra perfectamente en la esfera secular, pues en definitiva es un concepto
asociado a la naturaleza social del hombre. Por eso la sociedad civil y secular
exige compromisos religiosos con el nombre genérico de ‘juramento’. No el del Catecismo
de Astete, por supuesto, ni el de Scarlett O'Hara–«poner a Dios por testigo» etc. –; pero eso ya lo sabe
Zabaleta. Por lo civil, un juramento no es más que un compromiso serio con la
verdad. Y la verdad es lo más religioso que hay bajo la bóveda celeste.
2. Vamos ahora con lo
otro: lo del arrepentimiento imposible de comprobar. A mí me da que también
aquí le ayudan poco las nociones del seminario. Arrepentimiento se dice de
muchas cosas, muy diferentes. A menudo se confunde con ‘contrición’, ‘dolor de
corazón’ o mero pesar por el mal hecho o por sus consecuencias. Aquí no se
trata de eso, sino del estado de ánimo que lleva al propósito de enmienda, la
decisión firme de no reincidir.
¿Incomprobable? Como
cualquier otro compromiso. ¿Qué diferencia hay entre «haré esto» y «no
haré lo otro»? Cierto que hay hábitos que tocan a la ‘flaqueza humana’ –los
pecados capitales, en general–, donde la reincidencia es más previsible o
probable. No parece que sea el caso del terrorista
‘arrepentido’, que decide dejarlo y colaborar con la Justicia. Parece que
bastantes terroristas de hecho están arrepentidos en ese sentido, a falta sólo
de que la disciplina de omertà se relaje. Figúrese, yo creo mucho más en la reinserción de esas
personas, que en la renuncia a la violencia de ETA/Batasuna, Bildu o Amaiur,
por oportunismo, al calentón de las urnas. ¿No le ocurre lo mismo al Sr. Zabaleta?
La IA, tan criada a los
pechos de la religión y al calor de sacristías, se ha quedado del cristianismo
con la caricatura, y ha desechado lo más noble. La caricatura es el casuismo
jesuítico que les lleva a la autojustificación del fariseo, complacido consigo
mismo. Repudian en cambio el compromiso responsable: «No se puede servir a
dos señores». Dicen que es religioso y no comprobable.
La iniciación bautismal,
como bien sabe mucha Izquierda Abertzale, incluye una renuncia definitiva e
irreversible a Satanás, sus obras y sus pompas. La renuncia del neófito (o
sus padrinos) se complementa con un exorcismo.
Esto viene de muy
antiguo. Y la pedagogía misionera a veces aconsejaba atar bien los cabos. A los
germanos paganos, por ejemplo, el Diablo no les decía nada, no eran clientes
suyos. Otra cosa era su vieja trinidad nacional, formada por Wotan (Odin), Thunar
(Thor) y Fro (Freyr). ¡Renunciar a Thor, que les daba las las victorias! No
había más remedio.
Copio de una fórmula de
las más antiguas, de tiempos del Apóstol de Alemania, san Bonifacio (siglo
VIII). Más antigua que las latinas conservadas. Aunque está en viejo bajo
alemán se entiende perfectamente. El verbo ‘renunciar’ es casi como el inglés forsake; ‘sociedad’ es gelde (como Gilde,
guild), ‘obra’ es wercu (como
Werke, work), ‘palabra’ es wordu (como Wort o word).
Con eso, a renunciar se ha dicho:
–Forsakhis du Diabolae? (¿Renuncias tú al Diablo?)
–Ec forsakho Diabolae (Yo renuncio al Diablo)
–End allum Diabol gelde? (¿Y a toda la sociedad
del Diablo?)
–End ec forsakho allum Diabol gelde (Y yo renuncio a toda
sociedad del Diablo)
–End allum Diaboles wercum? (¿Y a toda obra del Diablo?)
–End ec forsakho allum Diaboles wercum end
wordum: Thunar, ende Woden, ende Saxnote.
–Forsakhis du…?
–Forsakho…
A mí la fórmula me gusta. Secularizada, por su puesto. Y ese verbo, forsacar. Basta de melindres y camelos, eso es lo que hay que oír, algo entendible y creíble:
–Forsaco a ETA. ¡Forsaco! ¡¡¡FORSACO!!!
[Crédito de figura: Travis Louie]
Maestro D. Belosticalle, le doy las gracias.
ResponderEliminarYa sé que lo que habrá que hacer es perdonar y tragar. Nosotros muchísimo más que ellos. Pero, lo que de verdad me pide el cuerpo, es cambiar la “F” del título de su estupenda entrada por una “P”. Es imposible, lo sé. Pero ganas no me faltan.
Mi respeto y admiración. Gracias de nuevo.
Citando a Luigi (27-2-2012): ¡Demonios!
ResponderEliminar¡qué poco aprovechó o qué mal les sentó la vieja filosofía tomista a estos seminaristas post Vaticano II! (otro ejemplo: Aranzadi el antropólogo)
ResponderEliminarEs como si hubieran recibido una "versión LOGSE"
Da que pensar la cantidad de nacionalistas egresados de esos centros, aunque mucho se ha escrito ya sobre el fenómeno de sustitución de una religión por otra -catolicismo por nacionalismo-. Lo llamativo es que el fenómeno sea especialmente intenso entre los llamados a ejercer como ministros de la primera. A mí me parece más grave su pecado -concepto que no les es ajeno, y que me parece muy pertinente-
.
ResponderEliminarSotanás, los curas de eta.
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Es un honor, Elefante de Guerra. Un saludo.
¿Estamos seguros que “forsaco” quiere decir renuncio? Bien podría ser hartazgo del interpelado ante una fórmula excesivamente exhaustiva:
ResponderEliminarP. ¿Renuncias al Diablo?
R. Renuncio al Diablo.
P. ¿Y a la sociedad del Diablo?
R. Y a la sociedad del Diablo.
P. ¿Y a las obras del Diablo?
R. (...) ¡Qué sí!
P. ¿Y a Thunar y demás?
R. ¡Forsaco!
Me ha gustado mucho la entrada, Maestro. Mi agradecimiento.
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