lunes, 15 de junio de 2009
Seny y discreción
«Un juez de Barcelona…»
La expresión nos resulta familiar como comienzo de una noticia. Por supuesto, cualquier juez puede aspirar a ser noticiable, y otros jueces no de Barcelona, ni siquiera catalanes, lo consiguen. Sin embargo, ahí están esas 10.600 referencias que salen, si uno le tienta a Google con la citada cadena de caracteres.
«Un juez de Barcelona…
… absuelve al segundo violador del Ensanche…
… absuelve a un joven que dejó morir de hambre a su perro…
… condena a un nudista, a pesar de saber que el nudismo no es ilegal…
… confirma el cierre de un bar…
… tumba otro intento de las operadoras contra la tasa local…
… censura el 'decretazo'…
… tiene dudas de que el canon sea justo…
… anula una sentencia dictada minutos antes por él mismo…
… cita un filme de Walt Disney para dictar condena…
… emprende una cruzada contra el Código Penal.»
Realmente, si nuestro Código es tan malo que hay que recurrir a las películas de Disney para sustanciar el Derecho, se comprende la cruzada del juez. La misma perplejidad nos embarga ante redacciones como ésta: «Un juez de Barcelona ha absuelto a un hombre acusado de maltratar y golpear a su mujer».
Pero no es mi intención tocar al foro secular, sino comentar otra noticia relativa al foro eclesiástico. Si en la búsqueda gugueliana reemplazamos juez por párroco, dos cosas llaman la atención. La primera, la relativa parquedad de resultados (233). La segunda, que casi todos ellos se refieren a un mismo párroco y un mismo caso, que ha sido noticia ayer y anteayer en toda la prensa nacional:
«Un párroco de Barcelona se niega a dar la primera comunión a una niña que padece del síndrome de Down».
Para no repetir lo que ya todo el mundo conoce, baste una referencia que parece fiable. El hecho ha generado interpretaciones diversas y hasta contradictorias. No hay más que asomarse al listado de 'opiniones' de cualquiera de los periódicos, donde hay para todos los gustos.
Los opinantes en su mayoría se muestran adversos, incluso airados. Hay quienes invitan a la represalia pecuniaria (estamos en Cataluña), omitiendo la cruz al clero en la declaración de la renta. Alguno es más expeditivo: «Hay que desertar(¿?) al cura del pueblo». Tampoco se echa de menos la jurisprudencia: «Esto ya pasó hace años en Sant Julià de Vilatorta con Mossén Jaume, el párroco del pueblo (aún en activo), que pertenece al Opus Dei…» Un agitprop aprovecha la ocasión y exige: «Primera Comunión por lo civil, ¡ya!» No podía faltar el diagnóstico nacionalista: «La gente no se imagina cómo está la Iglesia en Cataluña. Un altísimo porcentaje de curas son más políticos que curas; y si no, que les pregunten a los integrantes del Foro Joan Alsina.»
Por supuesto, el párroco también tiene partidarios. Si la niña Carla, la paciente, ha demostrado en efecto ser deficiente mental profunda, hasta no discernir el pan eucarístico del pan cotidiano o común, entonces tendría razón mosén Josep Lluís Moles, el párroco de Teià (Barcelona), al decidir que la pequeña no necesita la comunión, aunque luego lo explique con un circunloquio eufemístico: «porque es un ángel de Dios». ¿Tanto puede un simple cromosoma de más? Porque esa es la causa asociada al síndrome, que antes se llamaba crudamente mongolismo. Con todo, lo más curioso es ver esa misma idea suscrita por otro opinante en este contexto:
«Vaya por delante que no soy católico. Ni siquiera religioso. Y sé perfectamente que lo que voy a decir no es políticamente correcto… Entiendo que para recibir un sacramento hay que ser plenamente CONSCIENTE. No se trata de integrar a esta niña con sus compañeros, o que pase un día contenta. No se trata de hacerle una gracia a sus padres. Actualmente la comunión para los niños se ha convertido en un festival familiar y social, pero creo que debería prevalecer su significado. En síndrome de Down, ¿es consciente de lo que está haciendo en la comunión?»
Tiene toda la razón el señor laico. A mí también me sorprendió, en un transporte público, un diálogo entre jovencitos, sobre dónde habían comulgado la vez primera:
–Yo en la parroquia del Carmen.
–Yo en mi colegio, el Urdaneta.
–Pues yo en la capilla del convento de mi tía la monja.
–Yo no hago la comunión. No somos practicantes…
–¿Y tú, dónde has hecho la comunión?
–Yo, espera... ¡ya!, en la 'Casa Vasca'.»
Debo añadir que nadie del grupo se rió de la salida. Muchos restaurantes anuncian (y dan o sirven) 'bodas, bautizos, comuniones'.
Pero si algo no ha podido estar ausente en el caso catalán es la voz del seny. Hablemos, pues, del seny.
Recuerdo mi primer contacto con el seny. Acababa de poner por primera vez los pies en Barcelona y subí a conocer Montserrat. En el viaje me tocó al lado un caballero con ganas de conversación. En cuanto me sonsacó que yo era de Bilbao, iba a decir que me felicitó, pero más bien se felicitó a sí mismo por ello:
–Los vascos y los catalanes tenemos mucho en común. Ustedes los vascos comparten con nosotros algo de esa característica tan catalana, tan nuestra: el seny…
–Ya, el sentido común…
–No exactamente, oiga. Sentido común, sensatez, cordura, buen juicio; todo eso, y mucho más. El seny es intraducible, y es muy difícil que el no catalán comprenda el alcance de…
Sorprendente. Al cabo de tantos años, aquella explicación recibida de un eventual vecino de asiento vuelvo a encontrarla, casi en los mismos términos, y me pregunto si el mismo individuo, algo más joven que yo (y por ende, muy posiblemente vivo todavía), habrá sido el autor de la entrada seny
en la Wikipedia.
Renuncio, pues, a comprender esa cualidad positiva que yo mismo, como vasco, en alguna medida debo de poseer, aunque no con la propiedad del identitario catalán. Como renuncio también a traducirlo o definirlo. En vascuence, aberri no es una patria cualquiera, sino 'la patria vasca'; como ikurriña es la bandera vasca, o erztaina un policía vasco. Pero patria, bandera, policía, al fin. Con seny la cosa se pone más difícil. No tiene equivalencia, y decir 'seny catalán' es un pleonasmo tan grande como el Tibidabo.
Otra cosa me enseñó aquel primer maestro catalán –que por cierto, también me salió luego catalanista–: para iniciar una aproximación provechosa al seny, nada mejor que acudir a su quintaesencia, es decir, El Criterio, de Balmes, cuya lectura me recomendó como indispensable. Más tarde he tenido amplia oportunidad de constatar cómo, en efecto, bastantes catalanes llevan un chip del Criterio balmesiano en el disco duro de la mollera.
De todo aquel fárrago –que si las 'víboras de Aníbal', o la 'mudanza de don Nicanor en breves horas', etc., yo me quedo con un capítulo: 'el hombre riéndose de sí mismo'; el que, por la práctica, parece que interesa menos a los propios catalanes.
Volviendo al tema. Esté tranquilo mosén Josep Lluís, que no seré impertinente con él. Eso sí, voy a recordar un ejemplo autorizado. Es un caso muy repetido en la Edad Media, cuya primera versión en Occidente se remonta a san Gregorio de Tours (siglo VI), que lo sitúa apud Bituricas, o sea en la ciudad de Bourges:
En una escuela primaria, los niños hacen su primera comunión. Uno de ellos, que era judío, también comulga. Al saberlo su padre, que era vidriero, monta en cólera y le mete en el horno encendido. La madre suplica en vano, sin poder hacer nada, hasta que se apaga el horno. Entonces aparece el niño dormido, ileso. Una señora con un bebé en su regazo le ha protegido de las llamas. La población cristiana exulta. El niño es bautizado, la madre se convierte. El padre judío es condenado al horno.
Esta leyenda se hizo muy popular, primero en anglonormando y francés, luego en otras lenguas. En castellano la recoge Alfonso el Sabio en las Cantigas, añadiendo de su cosecha los nombres del padre y de la madre, Samuel y Raquel, que le venían de perlas para rimar con menino d'Israel.
En este relato hay algo que no casa: a santo de qué comulga el niño judío en la escuela. En efecto, la misma historia tuvo otra versión recogida en la Historia Eclesiástica del sirio Evagrio el Escolástico, un abogado coetáneo de san Gregorio. Y aquí la cosa cobra sentido, si como apunta el historiador, el hecho sucedió en Oriente, concretamente en Constantinopla. En efecto, entre los orientales era costumbre renovar la eucaristía dando a consumir las especies viejas a los niños pequeños. Desde el patio de la escuela, la chiquillería oye al sacerdote que les llama para repartir el pan santo, y acuden a todo correr, antes de que se acabe. Entre los rápidos estaba el judío, y lo demás ya lo sabemos.
Leyenda o sucedido, esta anécdota del antisemitismo ancestral sirva al menos para meditar sobre las vueltas que da la vida. Ya sé que una historieta no va a darnos respuesta para las preguntas vitales: ¿Por qué un 'ángel de Dios' no puede recibir la eucaristía, si también la llaman 'Pan de Ángeles'? ¿Por qué para comulgar se requiere un discernimiento y asenso nunca exigido para administrar el bautismo? ¿Debe implantarse la comunión civil, y bajo qué especies civimentales? ¿Puede un agnóstico ser un padre de la Iglesia? ¿es correcto, incluso en Cataluña, expresar mediante sanciones pecuniarias la discrepancia religiosa? ¿Pueden el seny y el sentido común ir cada uno por su lado?...
Demasiada metafísica para esta humilde página.
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La inclusión de la voz "seny" en la Wikipedia en español, tal y como está redactada hoy, demuestra el peligro de confiar demasiado en las enciclopedias de libre participación y autoría desconocida (a nadie se le puede acusar de haber escrito eso y nadie se va a atrever a corregirlo). Conocía de primera mano la mezcla que hace la Wikipedia de artículos muy interesantes con verdaderas majaderías, pero no sabía que en el catalanismo se sufrían las mismas alucinaciones culturales que en el "abertzalismo". Otra palabra de naturaleza particular, como ikurriña, aberri o ertzaina, puede ser la de erdara ¿Sabe usted, señor Belosticalle, si existe en algún otro idioma culto un sustantivo que defina toda aquella lengua diferente a la propia? Muchas gracias y felicidades por su magnífico blog.
ResponderEliminarEstimado Anónimo, yo también pienso que nos hemos de tomar con unas gotas de ironía los brebajes wikipédicos nacionalistas, a menudo pura propaganda y apostolado.
ResponderEliminarSobre el término antiguo 'erdara' o 'erdera'. En efecto, suele tomarse como nombre sustantivo para designar toda lengua distinta del vascuence. O sea que a la singularidad de tener nombre propio para la lengua propia, 'euskara', lo cual ya es una rareza, pues las lenguas en general creo que no suelen tener nombre propio para autonombrarse (en general se usa una forma adverbial modal, o bien el adjetivo genitlicio correspondiente), el vascuence añadiría la singularidad de distinguir sustantivamente todo lenguaje extraño.
Sin embargo, no acabo de verlo así de claro, pues la terminación –ara, -era, podría ser modal adverbial. En cuyo caso, las expresiones 'euskaraz', 'erdaraz', sería doblemente modales, algo así como un adverbio modal intensivo. De ser así, adiós singularidad vasca.
En cuanto al significado exacto de 'erdara', tampoco sé si es segura la relación con 'erdi', mitad, aludiendo a la 'media lengua' de los niños, y de los extranjeros. O más exactamente, según lo expuesto, al modo de hablar a media lengua.
Sea como fuere, los términos antiguos 'erdara', 'erdaldun', no parece que tuvieron matiz despectivo. Las formas y acepciones despectivas (erdaltzale, erdalkeria etc.) son modernas y de perfil nacionalista.
Los griegos usaron la raíz onomatopéyica 'bar-bar', sugerente de tartamudeo o balbuceo, para designar, en principio, no la lengua extranjera, o la gente de habla extranjera, sino el griego pronunciado y hablado por extranjeros, así como esos mismo extranjeros chapurreando griego. Por ejemplo, barbarismós, giro o modismo bárbaro, lengua bárbara, en primera acepción sería griego mal hablado. Y lo mismo el verbo 'barbarízein', barbarizar, etc. Dicha raíz se populariza durante las guerras médicas, de ahí que los bárbaros por excelencia eran los medo-persas, incluso para los muchos griegos que les sirvieron como mercenarios.
Así es como lo veo, con franqueza y salvando juicios más competentes.
Me he alargado un poco, porque tampoco tenemos mucha conversación.
A mi esto del Mosén este me parece un verdadero disparate. Lo ví ayer en la tele, es un cura entradito en años, regordete y con un color bermellón en la cara que que delata una gran afición a celebrar la misa con el pan y mucho más con el vino. Repetía una y otra vez lo del ángel de Dios que es la criatura, era su único argumento para la defensa de su imperdonable torpeza.Está claro que no se cuestiona el nivel mental de los que van a tomar el sacramento creyendo a pies juntillas que ahí esta realmente el cuerpo de su Dios. Todo esto es contradictorio, pues ni los niños con los cromosomas justos ni sus papás están dispuestos a celebrar el sacramento sin el lujo,los regalos, los trajes, los estúpidos gastos, obviando el mensaje de amor y fraternidad del que en principio fundó esta historia.
ResponderEliminarEn cuanto a lo del "seny", que gatito me dice que se pronuncia "señ" ¿de seña de identidad?, hay una palabra que salvando mucha distancia se dice por aquí, el Pais Vasco y se utiliza como algo parecido y es "jatorra". El jatorra siempre se asemeja al buen vasco, es nacionalista o lo parece, habla o se esfuerza en hablar euskera, se integra en cualquier sociedad bien vista en el pueblo, es alegre, solidario con causas sociales, siempre que sean en la línea batzokiana, en fin, todo yerno que desearía una buena emakume, pues.El término puede convertir a un maketo en aceptable vasco. Muchas veces oí al referirse a un gallego aquello de "Es gallego, si, pero muy jatorra"... o sea, es el término mágico, vale para todo.
ResponderEliminarNo lo creo, amiga Pussy. El término jatorra no puede esconder su etimología ('oriundo', 'castizo', 'de pura cepa'). Luego viene todo eso que usted bien dice, y que viene a identificar al jatorra con el gutarra.
ResponderEliminarEl catalán seny es diferente, se refiere a cualidad mental. Sobre su etimología, se vacila entre signum, seña, sino, y sensus, sentido, como el vascuence zentzu(n).
En mi casa se decía mucho sinsumbaco, que Unamuno escribía sensumbaco, y así lo recogió Consuelo García Gallarín en su 'Léxico del 98' (pág. 151). ¿Tal vez metátesis de sentsungabe?
Ser un sinsumbaco no impedía al niño hacer la primera comunión, ni al cura administrarla.
Metátesis o no, el vizcaíno dice -bako, por -gabe (lotsabako, sinvergüenza).
ResponderEliminarQuiere decir que sensumbaco proviene de buen vascuence, aunque no lo veo en el diccionario de Sarasola.
Si, en la parte oriental de Euskadi, como dicen pomposamente en la Telebista, se utiliza el "gabe". Por ejemplo lotzagabe (sinvergüenza) es muy usado, creo que por razones obvias, desde luego. Pero lo que quería comentarle es que también se usa el término "sinsorgo", que suena bastante similar en significado y forma al que usted nos trae, sentzugabe. ¿que le parece?
ResponderEliminarPussy Cat, estuve a punto de ponerlo, pero por abreviar lo borré.
ResponderEliminarTambién en casa se usaba mucho sinsorgo, y por lo que recuerdo, era un grado de deficiencia mental más leve que el 'sinsumbaco'.
El sinsorgo no sólo podía comulgar, sino hasta hacer dos primeras comuniones.
Un chico sinsorgo del barrio, cuando su mamá se fue a comulgar, él detrás. Tan sinsorgo el cuitado, que comulgó sin fiesta ni nada. A su debido tiempo volvió a hacer su 'primera' comunión, esta vez como está mandado.
Por la misma regla y proporción, supongo que un cura sinsorgo podría decir seis misas en Navidad, en vez de tres, cobrando lógicamente los seis estipendios.
Pues verá usté señor Belosti.
ResponderEliminarTras deleitarme en la lectura de su post, me asalta una duda que le transmito.
Y tiene que ver con el copulativo...
Del título.
¿Por qué nomina su pieza seny Y discreción pudiendo optar por seny A discreción que a fin de cuentas es lo que le transmitió la enseñanza de su citcunstancial compañero de viaje?
Un placer leerle