jueves, 18 de junio de 2009

Hoy se lee Peru Abarca




Hoy 18 de junio, en el Teatro Arriaga de Bilbao.

Lectura pública de la obra Peru Abarca. de 8 de la mañana a 8 de la tarde.

Organiza el euscaltegui Bilbo Zaharra, por encargo del Área de Cultura (Euskera) del Ayuntamiento de Bilbao, Bilboko Udala.

Con que Bilbo. Allá el nombre, para quien le guste. Insultar así al Bilbao de Unamuno, a mi Bilbao, es y será un disparate toda la vida, para ignominia de la Academia de la Lengua Vasca.

Y gracias a que en el Ayuntamiento manda quien manda, pero sobre todo, gracias al Athletic, por quien la Villa de Don Diego es conocida en el mundo entero por su único y auténtico nombre. Lo que es por lo euskotalibanes, el día menos pensado me despierto 'bilbotarra', incluso en castellano.

Con la toponimia vasca se vienen cometiendo despropósitos sin perdón de Dios. Se encorseta el mapa, se nivelan localismos de forma mecánica, indocumentada o mal entendida. Resultado empobrecedor. Procurando, eso sí, premiar como vascas de verdad las formas más alejadas del 'castellano' (¡?)…Pero vamos a ver, entre tantos miles de topónimos que cubren este país, ¿es creíble que haya tan pocos idénticos en vascuence y en la 'lengua oficial del Estado'?

Y lo más raro y sospechoso, la facilidad con que los nativos de cada pueblo acogen tanto rebautismo. Incluso con fruición. Cuando lo normal sería lo contrario, una sana remolonería en cumplir las ordenanzas.

Algún día volverá la sensatez, y aprenderemos a distinguir entre coloquialismos e hipocorísticos por un lado, seudocultismos escribaniles por otro, y entre los dos extremos viciosos, esas formas vivas que siempre hemos conocido, machacadas por la apisonadora batuesca y oficialesca.

¡Y Bilbo Zaharra, para decir Bilbao la Vieja! ¿Qué pinta esa hache y esa segunda a en un topónimo vizcaíno? Lo dicho, eso será una traducción al batúa, pero nunca el nombre auténtico de un rincón histórico entrañable allende la ría. Bilbo Zaharra no es más que el nombre de un euskaltegi. Peor para el euskaltegi.

De pura lástima, casi me olvido de Peru Abarca.

Es la obrita del presbítero Juan Antonio de Moguel (1741-1804), párroco de Marquina. Descendiente de médicos y cirujanos, su padre Juan Ignacio Moguel Almazán fue un ilustrado, de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País. El hijo sería el primer escritor distinguido en vascuence vizcaíno, aunque dominaba todos los dialectos de la lengua vasca. Y aunque escribió varias obras y ensayos, su fama se basa en la que hoy se lee íntegra en público, Peru Abarca.

Ayer me puse en contacto con Cultura-Euskera del Ayuntamiento Bilbaíno, preguntando si la lectura se haría por el original vizcaíno, o traducida al vascuence unificado. No supieron darme razón, y me remitieron al euscaltegui de tan feo nombre. Llamo, repito la pregunta, y le reacción, muy de aquí, no se hizo esperar:

«La lectura es en vizcaíno… Pero oiga, ¿quién es usted? ¿por qué lo pregunta? ¿qué es lo que quiere saber?...»

Natural. Ese género de preguntas entre nosotros es de lo más mosqueante. Se puede uno interesar por el lugar del acto, por la hora, por si abre la lectura el señor Alcalde, o incluso por si hay traducción simultánea a las lenguas propias de Galeusca. Pero, ¿preguntar si se lee en batúa o en dialecto? ¡Vaya usted a saber, con qué intenciones viene un tipo que, encima, saluda y hace la consulta en castellano!

«Quién es usted?...» A punto estuve de descubrirme como Belosticalle, o Belosti a secas. Preferí lo otro, callar, como desconocido que soy, y nada profeta en mi tierra. Relacionarme con esta bitácora sólo podría empeorar las cosas.

En cualquier caso, excelente ocasión para releer, después de tantos años, una obra casi olvidada.

¿Qué es Peru Abarca? 'La primera novela vizcaína', se ha dicho y repetido, siempre con reparos. Y con razón, porque no es una novela. Su género literario es el diálogo instructivo, que tanto se cultivó en el Siglo Ilustrado, como secuela del diálogo renacentista. El tema principal de conversación es la lengua vascongada en todos sus aspectos, con especial énfasis en su léxico y pureza, propiedad, riqueza, proverbios. Según eso, la referencia obligada en castellano es el Diálogo de la lengua, de Valdés. Ya en el espíritu empírico de la Ilustración, se rompe el molde estático, buscando el contacto directo con realidades tangibles y situaciones prácticas. Pero a diferencia de tanto coloquio insípido que produjo aquella época tan pedante y moralizante, el Peru Abarca entronca con la tradición lucianesca, jocosa y satírica, con precedentes del Siglo de Oro, como El Viaje de Turquía, o El Crotalón.

Como todos los diálogos extensos, la obra se divide en episodios o jornadas, que Moguel llama 'autos', es decir, actos, como los de una comedia. He ahí otro punto de referencia, la tragicomedia más conocida como La Celestina, que también se divide así.

Ahora bien, quien quiera seguir diciendo que es 'novela' dialogada, añada al menos el adjetivo 'picaresca'. Ya el mismo título completo lo sugiere: El Doctor Peru Abarca, Catedrático de la Lengua Vascongada en la Universidad de Basarte. 'Basarte' hace alusión al medio rural cerrado y asaz asilvestrado, donde Peru, 'un rústico solitario' ha aprendido todo lo mucho bueno que sabe, o cree que sabe, presto a ejercer magisterio coloquial en la persona de maisu (maese) Juan, 'un barbero callejero'.

Ambos se conocen fortuitamente en una taberna-ventorrillo, pasando de la desconfianza a la franqueza y amistad, ya desde la segunda jornada, en que el barbero declara su admiración por lo bien que se expresa en vascuence el aldeano. No necesita más Peru para tomarle por alumno, invitándole a su casa, convertida para el efecto en un 'euskaltegi'. Así se van sucediendo los 'autos', hasta seis, en que se da por cumplida la formación, entre filológica, cultural y catequética, del pobre diablo.

Porque eso es maese Juan, un pobre diablo, que sólo a primer golpe de vista engaña al sapientísimo patán, por su traje elegante y su estudiada distancia, alardeando de triple título por Madrid y una formación moderna, muy lejos de los clásicos barberos y saludadores a la antigua. Sorprende como Moguel encarna el oficio de sus abuelos en un personaje con más apariencia que fuste, y que a la primera de cambio se revela un bribón con poca moral, que por no pagar a la ventera que pretende estafarles, atenta contra su integridad física y por poco la mata. El hombre tiene curiosidad, pero su saber depende de libros y apuntes que él mismo toma a cada paso, en la tradición de los médicos con su cuaderno de notas o rapiario.

Todo lo contrario Peru, el iletrado, debe sus conocimientos a la observación y reflexión, en una existencia con impresiones muy limitadas. Pero su sabiduría es, por así decirlo, innata, o al menos infusa a través de algo que le es connatural: el eusquera, la lengua primigenia. El autor no lo dirá expresamente, porque como clérigo sabe que la lengua del Paraíso debió de ser el hebreo. Pero a la vez que recuerda la génesis del lenguaje en boca de Adán, cuando éste puso a cada ser su nombre propio, Moguel presenta al omnisciente Peru como dominador de una lengua igualmente capaz y expresiva de las esencias de las cosas.

Otros personajes intervienen en los autos del diálogo: la vieja tabernera o ventera y su criada; los hijos de Peru (uno de ellos, estudiante); unos ferrones de una fragua que se visita, para muestra de dominio léxico del aldeano, extensivo a todo arte y oficio; unas obreras que elaboran la fibra de lino, más una hija del mismo Peru, que es tejedora; dos visitantes vascos, labortano y guipuzcoano, como representantes de sus dialectos; un cura cazador, igualmente aleccionado por Peru (esta vez en etimologías); y por último un alguacil que introduce un minuto de suspense, pues en principio debería detener al barbero por su fechoría. Cosa que no ocurre, porque Peru encubre a maese Juan, y la justicia sale burlada.

Mucho se ha hablado del ideal moral ultraconservador que Moguel pretendería inculcar con su 'novela', amén de fomentar el buen vascuence representado por el vizcaíno de Marquina. No entro en ello. Lo que sí digo es que, tal como se desarrollan los autos, el Peru Abarca resulta mucho más cómico y divertido imaginándolo escrito por un ilustrado escéptico y crítico para con la sociedad vasca que le rodea, a la que satirizaría de forma críptica y sibilina.

Por supuesto, ese 'como sí' es indemostrable, y seguramente falso, pues Moguel fue toda su vida un cura ejemplar, y más que celoso, familiar del Santo Oficio. Sin embargo, con el Peru Abarca sucede un poco como con el Quijote, que a menudo no sabe uno a qué carta quedarse, en cuanto a la intención de Cervantes. Dicho sea sin ánimo de comparar ambas obras, salvo en el detalle de su lectura en público.

Se dice que Moguel escribió hacia el final de su vida. Sin embargo, el vasco francés se presenta como un desertor de la guerra declarada por España a la Convención (1793-1795), a modo de cruzada o guerra santa, en que salimos malparados, sobre todo por el Pirineo Occidental. Cataluña se portó mejor, a las órdenes del general Antonio Ricardos, hasta la honorable paz de Basilea.

Quedémonos, pues, con unos diálogos graciosos a su aire, en pro del purismo lingüístico referido sobre todo al léxico, pues fuera de eso y de sus castellanismos, el barbero se expresa con igual corrección gramatical y sintáctica que Peru.

Lectura pública muy indicada en Bilbao para la promoción de una lengua doblemente 'propia' (como vascuence y como vizcaíno), y más bajo el patrocinio de un euscaltegui que lleva su nombre, aunque sea tan desfigurado e infeliz como Bilbo Zaharra.

1 comentario:

  1. Gracias por la historia de Peru Abarca, no la conocía. Es una delicia leerle, señor mío.

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