lunes, 6 de abril de 2009

EL EUSKERA COMO FETICHE (1)



1. Introducción

Hace tres años (febrero de 2006) una mujer árabe siro-palestina, Wafa Sultán (Baniyas, 1958) mantivo en la TV Al-Jazeera, frente al profesor islámico egipcio Ibrahim al-Khouly, un debate sobre conflicto y choque de civilizaciones. Como siempre, llegó el momento de ajustar el sentido de las palabras, concretamente, qué es lo que está en conflicto. A partir de ahí, la cuadratura del círculo se reveló imposible, y el debate cedió paso a un alegato de 5 minutos, que desde entonces circula en la Red Mundial.

«No es un choque de religiones ni de civilizaciones. Es el choque entre dos contrarios, dos eras: Una mentalidad medieval, y otra del siglo XXI. El choque entre civilización y primitivismo, entre lo bárbaro y lo racional, entre libertad y opresión, entre democracia y dictadura. Es el choque entre los derechos humanos, por un lado, y la violación de esos mismos derechos por el otro… Las civilizaciones no chocan, compiten.»

Eso dice Wafa. Sin duda, el momento más impactante es cuando el clérigo la interrumpe para anatematizarla por hereje, y ella impávida le espeta:

Hermano mío, tú puedes creer en las piedras, si gustas, con tal que no las lances contra mí.

Esta réplica, a primera vista algo incoherente, la entiendo en función del término traducido por 'hereje' en femenino: muljida (مُلحدَە). 

En la jerga islámica hay diversos términos para designar la disidencia religiosa. Muljid en principio significa 'apartado', pero una de sus acepciones se refiere al 'enterrado aparte', eufemismo para indicar lo que la inquisición islámica reserva al disidente. Wafa, por supuesto, ha cogido al vuelo la insinuación de enterrarla en un hoyo hasta la cintura para la pedrea.

Recomiendo repasar el vídeo. Para hacernos una idea de la situación: Es como si alguien, en el País Vasco y en la EITB de Andoni Ortuzar, se atreviese a decir que el dilema que se abre aquí ahora no es entre dos opciones políticas compitiendo en democracia moderna, sino el choque entre (a) un identitario vasco abertzale mitológico, excluyente, opresivo y obsoleto, con una política lingüística retrógrada; todo ello frente a (b) otra opción social también vasca, pero racional, integradora, liberal y moderna. Y que, ante el reproche de 'mal vasco' y 'enemigo del euskera', replicase que esta lengua, más entrañable que útil, se devalúa y desprestigia convertida en fetiche:

–Amigo mío, hable usted la lengua que le plazca, mientras no me la imponga como bandera de discriminación.

La cuestión lingüística es uno de los puntos clave del reciente acuerdo PSOE-PP; también motivo de reticencias y críticas nacionalistas. Es cuestión que no deja indiferente, y aprovecho el momento para ir poniendo en limpio unas reflexiones que me atrevo a compartir, no desde tribuna pública, sino en este discretísimo rincón, para mí mismo y para los pocos que tengan a bien leerme.

Agradezco de antemano cualquier puntualización, comentario, crítica, discrepancia. Todo será bienvenido y útil, para dar forma al borrador que voy perfilando.

2. Vascuencemente ágrafos
El euskera o vascuence es una lengua singular en sí misma y extraordinaria por diferentes razones. Endémica, relíctica y ágrafa pertinaz, sólo mediado el siglo XVI un clérigo vasco-francés la pone en letra de molde en un librito, verso y prosa, para presentarla en sociedad, de la mano del latín.

En 1545, Bernardo Dechepare daba a luz Linguae Vasconum primitiae («Las primicias de la lengua de los vascones»). Hasta la ortografía merece mimo del autor, que (siempre en latín) dicta normas para la composición y corrección de pruebas. El latín era más que la lingua franca, la lengua referencial en una Europa donde ya muchas lenguas vernáculas alternaban, a favor de la imprenta.

A aquel baile de lenguas literarias, el cura de San Miguel el Viejo sacaba orgulloso la suya, como doncella sin par, a la faz del mundo entero. Nada menos:

Ezein ere lengoajerik,ez franzesa, ez bertzerik;orai ezta erideitenheuskararen parerik

«Ninguna entre las lenguas, sea el francés, u otra cualquiera, le es comparable» Ea, pues,

Heuskara, / ialgi adi kanpora…Heuskara, / ialgi adi plazara…Heuskara, / ialgi adi mundura…, habil mundu guzira…Heuskara, / ialgi adi danzara.

Precioso. ¿Sublime? Hombre. tanto como sublime… Pero como pieza inaugural, impecable y valiente. No entramos ahora en el trasfondo histórico-político del evento.
Porque esto era, repito, en 1545.

¿Tuvo mosén Dechepare el éxito apetecido? Lejos de eso, su propio libro cayó en olvido, al hacerse poco inteligible. La lengua vasca como tal siguió ágrafa, salvo retazos impresos de literatura religiosa, y poco más. La agrafia propició el divorcio de dialectos que, con el calibre actual de la lingüística autonómica, serían otras tantas lenguas propias diferentes. En la década de los 60 del siglo XX, el voluntarismo de la construcción nacional los redujo a norma unificada como euskara batua.*

Esta labor ingente y desinteresada se hizo en cenáculos académicos y literarios, entre el desconocimient o la indiferencia del público, que seguía hablando sus dialectos y/o el castellano o francés, según el mapa lingüístico de entonces. Fue una empresa tenaz y discreta a la vez. 

Discreta, digo, más por el autismo de sus gestores que por otra cosa. Licencia épica sería compararla a una destilería clandestina bajo un régimen de ley seca, pues los supuestos moonshiners no corrían otro peligro que el de perder su tiempo y dinero en nada. El Gran Pretor de Madrid no hacía caso de esas pequeñeces.

Finalmente, el Gran Pretor desaparece, en 1975. Fue un punto crítico para muchas cosas, también para el euskera unificado. Mientra el otro vascuence –el de los dialectos– seguía su curso natural, como cualquier lengua viva, el batua estaba en el dilema de ser o no ser, morir tal vez, casi sin haber nacido.

Si la transición política del franquismo no hubiese sido favorable al autonomismo, es muy probable que el euskaranto –reproche de su carácter artificial–, a merced de la ley de bronce lingüística, y mirado de reojo por muchos euskaldunes, habría languidecido como un intento más de 'restauración' del euskera. En estas cosas, ya se sabe, la subvención, la pasta gansa, es a vida o muerte.

Pues bien, la transición fue como fue, y el espíritu de reconciliación nacional trajo la nueva España de la Autonomías, donde Cataluña y Euskadi brillaban con la luz de sus 'lenguas propias'.

Para el batua fue golpe de suerte, lo nunca visto. Con la adopción oficial, una lengua que poquísimos euskaldunes usaban, y apenas conocían, empezó a crecer de modo exponencial.

Y con la difusión oral vino la literaria. Literatura copiosísima que, acumulada en estanterías y rimeros, ahí queda para la posteridad como milagro de la generación presente, que se ha volcado sobre todo en un género literario: los boletines, edictos y demás papelamen oficial, donde la lengua milenaria con acta de nacimiento en 1968 se empareja con la lengua española de toda la vida, repitiendo lo que esta dice, como traducción que es mayormente de la misma. Ejemplar hermanamiento de ambas lenguas oficiales. El vascuence como lengua propia, de todos los vascos, incluso de aquellos que la desconocen, y a su lado el castellano, común a todos, y lengua materna de la mayor parte de la ciudadanía vasca.

A esta literatura le sigue, en extensión o cantidad, un segundo género representado por letreros, carteles, rótulos, boletos. También aquí suelen hermanarse las dos lenguas, aunque ya no tanto en columnas parejas, sino la una encima de la otra, en mayor cuerpo y dominancia del vascuence, cual corresponde a la lengua más débil.

Fuera de eso, el euskera ha prosperado también en otros géneros literarios, por los que ya empieza a salir al mundo. Todavía no es el Contrapas de mosén Bernat, pero todo se danzará.

El resto del cuento lo conocemos, hasta el estallido de la supernova Tontxu Campos, uno de los meteoros más insólitos e increíbles en un país en libertad. Claro que libertad, libertad, sólo relativa en el País Vasco, en todos estos años. Ahora Campos se va como por un agujero negro, no sin antes emitir sus últimos destellos como Júpiter sobre Dánae, lluvia de oro, al higuí, al higuí.
(Continúa)
_______________

*) La tesis de la modernidad dialectal ha tenido un éxito superior a su mérito científico, como más favorable a la unificación nacional.


10 comentarios:

  1. Don Belosti, impecable. Voy a anunciarlo donde usted sabe, si no le parece mal.

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  2. Magnífica crónica de la historia del euskaranto y sus géneros literarios.

    Por cierto, no se si el término es de su cosecha; es perfecto para describir lo que describe.

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  3. No, Candela. Si busca en la Red 'euskeranto' o 'euskaranto', verá que se emplean bastante, y por cierto no siempre en sentido peyorativo, ni referido al vascuence unificado.

    Para mí es término neutro, sin pro ni contra. Creo que en el desarrollo del discurso quedará claro.

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  4. Querido Belosticalle,
    a mí me encanta ver el texto así: "Bascoac oroc preciatzen Heuscara ez iaquin harren", con la grafía de la época, en la que por supuesto no existía la "K" de hoy en día, tan totalitaria y excluyente.

    Magnífica entrada.

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  5. Toda la razón del mundo, Catalina. Así es como debe escribirse. Lo que pasa es que el libro de Dechepare no lo tengo aquí en Bilbao, y he tenido que acudir a la Red.
    Gracias por la precisión.

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  6. Más, para doña Catalina (22:50).
    Es kurioso ke ya antiguamente se hizo algún ensayo de meter la k fonética en la ortografía española.
    Ejemplo, el maestro Gonzalo Korreas (sic): . Ortografia kastellana, nueva i perfecta: dirigida al prinzipe Don Baltasar N.S.; El manual de Epikteto, i la Tabla de Kebes, Filosofos Estoicos. En Salamanca: En kasa de Xazinto Tabernier, 1630.

    Es notable que el arbitrista Correas no se atrevió a escribir el segundo nombre de su augusto destinatario: Baltasar KKKarlos.
    Y, a mi modo de ver, fue suerte que al principito no lo dio por imponer por decreto la reforma. La k es una letra bastante molesta, creo yo.

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  7. NO creo que sea cierta la tesis central, que el euskera batua nació como un proyecto de construcción nacional.

    Lo cual no quiere decir que el euskera, especialmente el batua de AEK, no haya sido usado como instrumento de construcción nacional. Pero esa es una instrumentalización a posteriori.

    Es como si dijéramos que el castellano de San Millán de la Cogolla fue un invento para la construcción de la España de la Reconquista. Narrativamente parecería coherente, pero no sería cierto.

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  8. Perroantonio (23:36), mil gracias por su observación, de la que tomo buena nota.
    He usado la expresión ‘construcción nacional’ en un sentido amplio y posiblemente algo anacrónico incluso.
    Lo que sí recuerdo es que, allá por 1958-59, en Aránzazu tuve algún contacto con el padre Villasante, que me habló de la decisión irrevocable de unificar el euskera, como cirugía radical para salvarlo. En ese sentido (tiene usted razón), la posterior ‘construcción nacional’ soberanista no era por entonces determinante.
    Por otra parte, mi ‘tesis central’ en toda esta reflexión no versa sobre filología vasca, que ni sé ni me interesa mucho, sino sobre ‘libertad’ --libertad lingüística, sobre todo--, como espero dejar patente.

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  9. Amigo Belosti,

    Esos ensayos antiguos con la ortografía del español evocan el esperanto, el ideal de confraternización universal y también el intento filantrópico de facilitar la vida a los hablantes. Todo lo contrario de lo que hoy en día sugiere la grafía del vascuence unificado.

    Las dificultades de la unificación, que yo entiendo que existan, las habríamos aceptado si no hubieran venido pegadas al totalitarismo. Aunque probablemente hubieran quedado en lo mismo que los ensayos de Correa, porque los hablantes somos tercos.

    Pero dicho rápido y por lo tanto mal, no creo que un idioma tan minoritario y en retroceso como el vascuence pueda sobrevivir si no va pegado a una política de corte totalitario.

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