lunes, 30 de marzo de 2020

Lecturas en Cuarentena (1): Donde dice ‘Turco’...


«Lo que fue, eso será, y lo que se hizo, eso se hará: nada nuevo bajo el sol.»
 (Qoheleth) 

Buscando otra cosa, en esta cuarentena del Covid-19, por los Campos Posidóneos de la Red, me sale al encuentro éste tipo de la gorguera agitando un panfleto: «‘Astronomisch Schreiben’…! ‘Astronomisch Schreiben’…! »
Parece alemán, veamos que trae.
Un criado del desconocido ha dejado en el suelo una espuerta llena de pliegos de cordel. Vendedor de almanaques, sin duda:  
Astronomische Schreiben! Caballero, por ser para usted, vier Groschen, wenn Sie so gütig sind.
El hombre me hablaba de voz y con la mano: cuatro dedos extendidos, el pulgar en flexión: 
Vier Groschen…  vier, cuatro
– Tres, y no se hable más.
 ‘Astronomisch Schreiben’…! ‘Astronomisch Schreiben’…! Doktor Herlitz: El Turco se acaba. Pronóstico seguro.  Astronomisch Schreiben’!
A todo esto, el vendedor de almanaques sin mirarme me tendía otro pliego:
Es gibt noch ein ander’ Teil...  Ja, ‘Segunda Parte’... Interessiert? Los dos, fünf Groschen…  
En efecto, el pulgar ahora estaba en abducción completa: cinco groses, ni uno menos. Así que le dije:
– Ahí tiene: cuatro por la pareja.
Jawohl, danke.  ‘Astronomisch Schreiben’…! ¡Doktor Herlitz, pronóstico seguro!...
 La ‘Carta Astronómica’ que me vendió el estrellero en persona, estaba toda en alemán, para que la gente entendiera... y comprara. Sólo por guardar las formas, y de paso causar impresión, la autoría venía en latín. Algunos ejemplares más caros llevaban en rúbrica latiniparla esta cabecera:
TRACTATUS THEOLOGASTRONOMISTORICUS
Mi ejemplar, de los económicos, iba directamente al grano:

Carta Astronómica, a Su Gracia el Príncipe Elector de Brandeburgo
Del actual Imperio Turco, su decadencia y final destrucción. 
Como también de las alteraciones de algunos tiempos pasados, y cuánto le queda al Mundo por durar. Junto con algunos signos y cometas en el cielo. 
El todo deducido de varias conjeturas y suposiciones sacadas de la Sagrada Escritura, la Astrología y las Historias, por 
M. DAVIDEM HERLITZIUM MEDICUM
Professorem Mathematum de la Universidad 
de Greifwald, en Pomerania
Impreso en Lich, M. D. XCVI.
Cuando desperté de la cabezada, los panfletos seguían allí, en pantalla. Idénticos a lo soñado, tal y como los pesqué en la Red. El Dr. David Herlitz, latinizado Herlicius, me sonaba vagamente de otro encuentro también casual que no hace a caso. ¿Un charlatán? En aquel siglo y mundo de charlatanes, ese título había que merecerlo. Yo diría que sí, que en el trivio  de su tiempo, entre la tardo escolástica, la seudo ciencia y la ciencia natural, él tiró por la vía de en medio. De dos ciencias verdaderas –Matemática y Astronomía–, él fue de los que hicieron y propagaron una falsa: la Astrología. 
Hoy siguen existiendo los almanaques, calendarios, agendas. Utilitarios, o de lujo … típico obsequio de amistad y de propaganda comercial por las Navidades. Aparte el Zaragozano y algún otro superviviente, tienen poco que ver con los almanaques antiguos, y no es fácil hacerse idea de lo que representó aquel género, y cuánto hizo gemir las prensas durante siglos. Todavía en el XVIII, el Gran Piscator de Salamanca, de Villarroel, tuvo más tirada que toda la producción junta de la Universidad salmantina en toda su historia. 
Los almanaques de mi siesta eran de otro tiempo. El siglo XVI, con su epígono el XVII, fue un siglo apocalíptico para Europa, entre la amenaza del Turco y las Guerras de Religión. Los pronósticos de entonces no solían tratar mucho del tiempo atmosférico, sino de cometas, planetas y signos zodiacales; también de monstruos, niños nacidos con un diente de oro y criaturas que lloraron en el vientre materno, sin descuidar profecías y conjeturas bíblicas  sobre la caída de imperios y fin de los tiempos.
A David Herlitz (1557-1636) no le veo en la Wikipedia española [1]. Tiene también gran entrada como Herlicius (David), en el Manual Bio-Bibliográfico de los calendaristas desde 1550 a 1750. La tiene en el Diccionario de Pedro Bayle, con no poco chismorreo a cuento de sus dos matrimonios infecundos y su afición faldera. Y en fin, bajo muy diferente luz, en el panteón que el gran Juan Cristóbal Adelung dedicó a sus egregios imbéciles como Historia de la Locura humana (1787), nuestro Herlicio tiene nicho propio (el Nº 49).
Nacido en invierno, el día de los Santos Inocentes de 1557 en Zeitz (Sajonia-Anhalt), y establecido en Stargard (Pomerania) desde 1614,  muere en plena canícula de 1636, probablemente de pesar por la pérdida de su biblioteca en un incendio, asediada la ciudad en la Guerra de los Treinta Años.
Era por tanto alemán, a lo que él fue agregando por su cuenta y mérito propio la calificación en Medicina, Matemática, Astronomía, Historia y Poesía latina, sin olvidar la Música, que le ayudó a pagarse los estudios interpretando. Su hermano mayor Elías fue organista y compositor de algún mérito (‘Musicomastix’, 1606, comedia musical satírica) y tuvo otro hermano cantor profesional de iglesia. David estudió en Jena y Wittemberg y se graduó en Rostock o en  Leipzig (1580). En Greifswald enseñó Matemáticas (1585-1598), pero mal avenido con la vida académica, una vez doctorado en medicina retomó su profesión de médico municipal en Stargard (Pomerania). En 1605 ya era Poeta Laureado del Imperio, aunque no se sabe dónde ni cuándo ni por qué poema.
Este contemporáneo senior de Juan Kepler (1571-1630) y más joven que Ticón de  Brahe (1546-1601) desde 1590 vendía muy bien uno de tantos almanaques con pronósticos para el año, muy solicitados en tiradas repetidas en distintas regiones, con especial interés a las efemérides astronómicas y sobre todo astrológicas. Todavía 20 años después de muerto Herlicio se seguía explotando la mina de su Calendario Herliciano
Otra fuente de ingresos fue la confección de horóscopos para figuras ilustres (Gustavo Adolfo de Suecia, por ejemplo); pero era una ocupación que él afectaba despreciar, como la ‘escoria de la verdadera Matemática’. Un mohín que solía cubrir dos objetivos: cobrar mejor el trabajo y cubrirse las espaldas ante eventuales pifias. Por lo demás, la verdadera escoria y ganga de la Matemática era la Astrología, tan en boga. Luterano ferviente, Herlicio fue uno de los últimos defensores de la Astrología Evangélica, en la tradición de Felipe Melancton.
“Como en teatro de marionetas, el Sacro Imperio frente al Gran Turco…” 
El pronóstico del Dr. Herlicio para 1596 fue especial, dentro de la serie. El grabado en madera de la portada representa, como en el teatro de marionetas, dos personajes afrontados. El Emperador del Sacro Imperio ni siquiera empuña un arma. Con el cetro y poma del Sacro Imperio en la mano izquierda, Rodolfo II desafía al nuevo Gran Turco Mehmet III, que le mira con gesto abatido, la cimitarra apuntando al suelo y la mano izquierda sobre el pecho. La Medialuna ha entrado en menguante vertiginoso, y el ocaso del Imperio Otomano se anuncia para el año que viene de 1600. 
El autor presentaba su trabajo a Juan Jorge de Hohenzollern, Elector por Brandeburgo (1525-1598): «la más alta y noble Cabeza de los potentados cristianos, el que con cordura y acción más se opone a estos nuestros enemigos de la Cruz, los fastidiosos Turcos». La adivinación del futuro político siempre fue sospechosa al poder. Roma tuvo sus adivinos oficiales en exclusiva, con los Libros Sibilinos como texto obligado. Particulares, abstenerse. Dedicar los pronósticos a un magnate era para Herlicio y sus colegas una forma de blindarse el trasero y certificar la autocensura.
El astrólogo de 1596 presenta a su protector su experiencia profesional, en particular sus pronósticos del año 1592, con supuestos aciertos retrospectivos «a partir de causas físicas y arte astronómica»: los mismos instrumentos que, junto con textos de la Escritura, permiten ahora pronosticar el final del Gran Turco. Nada menos.
Como siempre, el autor dice haber consultado sus puntos de vista con gente entendida, es decir, tan empapada en fantasías astrológicas como él mismo. De todas ha recibido confirmación y plácemes. Con la misma disposición, ofrece ahora nuevas conclusiones. ¡Ojo! No se trata de fijar fechas, ni demostraciones, ni fatalidades estoicas. Sólo indicaciones, conjeturas y presagios. ¿Nos suena?


Quién era entonces el Gran Turco 
La llamada ‘decadencia’ del Imperio Otomano comienza a la muerte de Solimán I el Magnífico (1520-1566), con su sucesor Selim II (1566-1574), llamado ‘el Beodo’ por lo mal que aguantaba la bebida. Su madre era la célebre y misteriosa Alejandra Lisowska, hija (eso dicen) de un cura polaco, cautiva, esclava, favorita y finalmente dueña del harén como cuarta esposa legítima del Magnífico, en aquella corte y capital abigarrada, llena de europeos y asiáticos de toda procedencia, que el autor de El viaje de Turquía, sin haber estado allí, pintó maravillosamente. El hígado de Selim II resistió hasta conocer la gran derrota naval de Lepanto (octubre, 1571), más aparatosa que efectiva, pues dos años después el dueño de aquel hígado maltrecho era de nuevo dueño y señor del Mediterráneo.
Recojo lo de la ‘llamada decadencia’, porque los historiadores modernos no ven tal cosa, sino una transformación natural de aquel imperio tan en contacto con Europa. El hijo y sucesor de Selim, Murad III (1546-1595) –el Amurates de nuestros clásicos– tuvo por madre a otra europea, la veneciana Cecilia Baffo. Cierto que el Turco estaba atenazado entre Persia y el Sacro Imperio austríaco. Sin embargo, la transformación del Imperio Otomano obedeció según parece a causas económicas internas.
Sea como fuere, a finales del XVI el Turco seguía siendo el Coco de Europa, aunque los papas ya no predicaban cruzadas y suculentas indulgencias con aquella convicción de antaño. ¿Para qué, si los astrólogos coincidían que aquél tenía los días contados?
Nuestro panfleto de Herlicio lleva un buen grabado en cobre del nuevo sultán Mehmet III (1595-1603), cuyo reino estuvo ocupado por la Guerra Larga (1593-1606) contra el Imperio austríaco y principados dependientes. Mehmet se inauguró con el rito dinástico del asesinato fraterno, liquidando de golpe a sus hermanos varones, posibles competidores por el trono; sólo que su caso llamó la atención por lo cuantitativo, al sumar una veintena. Eso sin contar a otras tantas hermanas, a concubinas de su padre, también a criaturas, a lo Herodes. Gajes del oficio.
–Hijo mío– le dijo la viuda Safiye, su madre, –has hecho tu deber como quien eres: la ‘Sombra de Alah sobre la Tierra’. Lo contrario de monarquía es anarquía, y la anarquía es el cáncer de los pueblos y de los imperios.
–Como digáis, señora. Dios me perdone.
El nuevo sultán y la Sultana Madre se asomaron al mirador sobre la plaza, donde la Guardia de Jenízaros estaba formada, y el heraldo real pronunció la fórmula solemne:

«No hay dios sino Alá en los cielos, haya pues un solo sultán sobre la tierra, Mehmet señor nuestro, Alá le guarde» 
El duro deber cumplido en pro de la monarquía cósmica islámica infundió al muy culto pío Mehmet un hartazgo vital, con horror invencible a la violencia y al derramamiento de sangre. De modo que, dejadas a la Sultana Madre las riendas del gobierno, él llevó vida casi privada. Sólo una vez acompañó al ejército en campaña, precisamente este año de 1596, cuando los turcos derrotaban a los austriacos y transilvanos y toman Erlau. Y dicen que Mehmet, que de cañonazos sólo conocía las salvas de Topkapi, aturdido por el fragor de su propia artillería lo tomó por la al-Qárica –la Gran Cacerolada del Día del Juicio, según el Corán–, y por poco no manda batirse en retirada.
El mensaje de la Carta Astronómica para 1596. Profecías
El cuerpo de la Carta se desarrolla en 20 capítulos. El Primero:
«Qué es el Turco, etimología, principio y origen de su estado, sus mentiras y falsa religión.»  (Curioso: la palabra Alcorán, reconocida por Herlicio como arábiga, para él significa ‘confusión, mezcolanza, batiburrillo de artículos judíos, cristianos y gentílicos’. Como también la palabra turco, dice que significa ‘devastador’.)
Entrando en materia, encontramos varias profecías corrientes entonces, alusivas al final de la pesadilla turca, que buena falta hacían en aquel momento:
Cap. 2: Profecía sobre los turcos, del monje Juan Hilten, para el año que viene de 1600. 
«Poco antes de nacer el Dr. Martín Lutero, un piadoso monje franciscano profeta, hombre instruido, de nombre Juan Hilten, vivió en el convento de Eisenach (Turingia), muy maltratado por sus hermanos de orden –sólo porque él con buen celo les reprendía por sus errores groseros, malas obras y supersticiones–, hasta meterlo en oscuro calabozo. Enfermo, pidió al padre guardián le aliviara la prisión, y al recibir agria respuesta le dijo:
–Yo nada he hecho por molestaros, salvo una reprensión fraternal por algunas supersticiones y malos usos. Pero cuando se escriba en las fechas ‘año 1526 del Nacimiento de Cristo’, otro monje vendrá que a vosotros los monjes bien que os reformará, y contra el Papado arremeterá hasta abatirlo.» 
Tan extraña profecía corrió y llamó la atención de Lutero y su primer cenáculo. Felipe Melancton en especial entendió que el año 1526 de Hilten se refería al inicio de la Reforma luterana, bien que las Tesis de Lutero fueron un año después, en 1517. Hilten no era ningún desconocido. Había publicado un Comentario al libro de Daniel, donde por comparación con Ezequiel y Apocalipsis le resultaba que el misterioso pueblo de ‘Gog y Magog’ era el Turco, y que el fin del mundo no andaba lejos. Nuestro Herlicio se dedica con entusiasmo a demostrarlo:
«Del mismo [Hilten] hay también una bello Comentario sobre varios lugares del profeta Daniel y de la Revelación de San Juan, que a la muerte del autor se enterró debajo de un árbol, guardado allí como un tesoro por corazones píos. Allí, entre otras profecías se encontró ésta:
“El año de 1600 un Tirano reinará en toda Europa.” (Algunos dicen que puso  expresamente ‘los Turcos’, y que nombra a Alemania y al Mundo.) Y aunque no es palabra de Dios, tampoco es despreciable… Porque el número 1600 es particularmente notable»… etc. etc. Por ahí no vamos a seguirle nosotros.
Cap. 3. La profecía de Elías.
Otra herramienta de pronóstico era la que llama ‘Analogía del Vacío, la Ley y la Gracia’, sacada de «cierta ‘Profecía de Elías’» , que él enuncia así:
«Dos mil Vacío, dos mil Ley, dos mil Cristo»
Aunque Herlicio no lo diga, la ‘Profecía de la Casa de Elías’ fue un vaticinio judío  contenido en el Talmud Babilonio (Sanhedrín, 97a), recogida también por Melancton (1533) [2]
«El Mundo son 6.000 años. De ellos, 2.000 el Vacío, 2.000 la Torah, y 2.000 los años del Mesías; pero éstos se quedarán cortos, por nuestros muchos pecados»  
El ‘Mundo’ (o Siglo) era el tiempo bíblico. El ‘Vacío’ no era el paganismo, sino la humanidad antes de la Ley de Moisés. Sin embargo el autor sigue otra cuenta más adecuada a sus cómputos, y su Vacío bíblico alcanza «desde Adán hasta Lot», metiendo a Abraham en la Ley, para que hasta Cristo resulten 2.000 + 2.000 = 4.000 años. Y aquí vuelta a los cálculos y ajustes, hasta hacer que casen. 
A propósito: los cambios de siglo en general han intrigado; y los de milenio no digamos: fascinantes, al menos mientras la gente creyó en esas cábalas. Y por gente entiéndase también cabezas como Newton, que tanto de su precioso tiempo gastó en estudiar la Biblia como clave de los tiempos.
Más profecías: El Turco contra el Turco
Hemos visto el empleo de una profecía judaica. Ahora viene algo más sorprendente: demostrar la caída del Imperio turco mediante otras profecías, pero… ¡turcas! 
En efecto, el cap. 5 se refiere a cierto milenarismo islámico, que según testimonios transmitidos  por cautivos y viajeros cristianos, ponía ese límite al poderío turco, que por tanto estaba al caer. 
Cita por ejemplo al célebre « N. (sic, por Juan) Schiltberger de Munich, que sirviendo el rey Segismundo de Hungría en 1394 (sic) cayó preso de los turcos y estuvo cautivo 33 años, hasta 1427». Schiltberger tenía 15 años cuando cayó prisionero en Nicópolis (1395), y en su largo cautiverio fue militar y gran viajero de su época. Ya de vuelta a casa preparó su autobiográfico y muy interesante Libro de Viajes, donde a propósito de la ‘Historia de Mahoma’ (1, 49 [46]) cuenta así la profecía:
«Siendo Mahoma un muchacho pobre se puso al servicio de una caravana de mercaderes, haciéndose notar porque siempre llevaba una nube negra sobre la cabeza. En un viaje a Egipto acamparon junto a una aldea. Todo Egipto era entonces cristiano. Vino el cura y les invitó a almorzar, cosa que aceptaron, dejando a Mahoma al cuidado de las caballerías y camellos. Preguntó el cura si estaban todos y respondieron que sí, menos el mozo de las caballerías. Ahora bien, al cura le preocupaba cierta profecía que había leído, sobre el nacimiento de un hermafrodita, fundador de una fe enemiga de la cristiana, y reconocible porque de pie o andando una nube negra le acompañaba sobre su cabeza. Pidió, pues, a los  mercaderes que le trajeran al muchacho. Y al ver la nube negra, el cura pidió a los caravaneros que le dejaran al muchacho. Accedieron, y el cura le preguntó su nombre. “Mahoma”, respondió. Entonces el cura se dio cuenta de que era el hombre de la profecía, que sería poderoso y terrible para los cristianos; pero que (según la misma profecía) la nueva fe que él traía no duraría más de 1.000 años» 
Bosra (Siria) - Iglesia de Bahira (siglo IV)
Aquí, según tradición, el monje cristiano Bahira adoctrinó a Mahoma
La historia se alarga en otros detalles que no hacen al caso. El relato refleja a su aire el episodio bien conocido de la infancia de Mahoma, cuando de paso por Bosra (Siria) la caravana de su tío Abu Talib recibió la invitación del monje Bahira, o Sergio, que descubrió en el muchacho dotes proféticas para catequizar a su pueblo. El monje, nestoriano o de otra secta cristiana, habría leído las señas de Mahoma en algún evangelio ‘auténtico’ que poseía, sin sospechar que su improvisado discípulo haría carrera propia como profeta. 
Cap. 6. Más herramientas predictivas: El Período Fatal.
«Con el milenio coincide el periodus fatalis: un círculo de años con régimen astral preferente, que alcanza a los más de los regímenes políticos y monarquías, con sus principados y demás señoríos dependientes e implicados en un mismo final. Es un período de 500 años en números redondos, deducido del libro de Daniel (cap. 9), y por tanto reducible a 490, pues se trata de ‘semanas de años’.» 
Manos a la obra, Herlicio despedaza (literalmente) en trozos de 500 años la historia sagrada y profana, ajustando donde conviene. Bien entendido que ni aun así funciona siempre, porque
«a menudo, en los períodos de 500 años encontramos algunos que se quedan cortos. En efecto, tal es el estilo justo y sabio de Dios, que a los gobernantes impíos, impenitentes y sin arreglo, a veces les apea en march de sus sillas y pone a otros, como dice el Salmo 190: ‘Sus días serán menos; y Sirac, 10,  8: ‘Por la tiranía, la injusticia y la corrupción, pasa el poder de un pueblo a otro’.»  
 (Otra traducción se me ocurre, más maquiavélica: ‘los cambios hegemónicos se dan de tres modos: por la fuerza, por la injusticia y por la riqueza’. Y es que como el autor acaba de reconocer, a la discreción divina pertenece poner las cosas mayormente en claro, pero a veces dejarlas en turbio.)
«Este número 490 es un numerus mysticus et climactericus, ya que 7 x 70 = 490; número que nuestro Señor Jesucristo aplicó a Pedro, que debería perdonar hasta 70 veces 7. El mismo número se halla también en otros muchos períodos magnarum mutationum, como yo lo demuestro en mi libro ‘Los misterios de los números’.»
La ‘Poma Dorada’
Orbe imperial - Viena
Con este breve y muy razonable ‘pausa para la publicidad’, saltamos el resto del capítulo al siguiente; mejor dicho, a los dos siguientes, pues ambos tratan de los mismo. El autor introduce aquí «otras profecías también turcas y bien conocidas, sobre su Imperio de Constantinopla –lo que ellos llaman la ‘Poma Dorada’ , y cuántos años ha de durar».  
‘Poma dorada’,  ‘Manzana Roja’,  da lo mismo: en turco Kizil Elma. Herlicio pone en latín Pomum aureum, que él mismo traduce Gülden Apfel. A mí personalmente ‘poma dorada’ me pone, me sabe a profético añejo. Pero no voy a  disputar, que si rojo, que si dorado, cuando los italianos llaman pomodoro al tomate y una variedad de manzana se llama golden.
Pero antes de dejarnos hincar el diente a la manzana, nuestro autor se saca del capirote otra profecía también turca numérica, de las que tanto le gusta marear. Dice así (cap. 7):
«Siglo y medio (otros ponen 140 años) dominará el Turco en Estambul».  
La verdad es que, para hacer pronósticos (y no sólo), la matemática flexible viene de perlas: ‘siglos y medio’ de 140 años, como antes ‘medios milenios’ de 490, «y si eres malo te los recorto»… Bien, a partir de ahí, ustedes elijan: año lunar o año turco, calendario juliano o reformado gregoriano, más la elección de términos a quo y ad quem y los ajustes de rigor. Lo dicho: matemática flexible:

Constantinopla por C. Buondemonte (1422)
«Constantinopla fue tomada por los turcos en 1453 (el 29 de mayo), y así ha estado hasta el presente 1596, 143 años, de modo que faltan 7 años que cumplen el próximo 1603, calculando en años julianos. Pero si fuesen sólo 140 años, se han cumplido en 1593, año en que emprendieron la actual guerra.
Si en cambio queremos calcular en años arábigos o turcos, tomamos el año juliano 1452 y sobre la base de 149 le sumamos 140 años arábigos (que es como lo computan los turcos), equivalentes a 135 años julianos más 303 días, lo que nos da 1588 años y 87 días. Entiéndese entonces que el imperio sólo les dura 140 años. Sin embargo, partiendo de la base de 150 años, como preconiza el eruditísimo historiador Mateo Dresser, Doctor en Medicina y Profesor en Leipzig, el resultado no anda lejos de 1599, una buena aproximación a 1600, el año según el cálculo de Juan Hilten.» 
Conviene decir que aquí y en todo el calendario los cálculos del texto se hacen intuitivos al margen de caja en forma de operaciones aritméticas, para que cualquiera lo entienda. En cuanto a la reducción de años arábigos a solares y otros detalles del cómputo, Herlicio nos remite a «Herr Segismundo Suevo en su Aritmética», o sea la Arithmetica Historica de dicho matemático y numerólogo, que se presenta en portada como «Servidor de la Santa Palabra divina de la Iglesia de Cristo en Breslau, preboste en el Santo Espíritu y párroco de San Bernardino de Newstadt» (Breslau, 1593).  
Con esto pasamos ya a la segunda profecía turca numérica, la conocida propiamente como de la ‘Poma Dorada’. Un vaticinio de enunciado tan corto como largo ha sido su recorrido literario: 
«Tienen los turcos una profecía que en sus reuniones suelen traer a colación con tristeza. Dirigida a Amurates I de este nombre, el tercero de los sultanes turcos (otomanos) por un clérigo profeta, también suena a menudo con con grave preocupación en sus conversaciones. Bartolomé Georgievicz lo pone en su Epítome de las costumbres de las Turcos’, cap. 3:
«Un emperador nuestro vendrá, que el reino del Príncipe infiel tomará, y también la ‘Poma Roja’ conquistará. Si hasta el año septeno la espada de los Cristianos no se levanta, él les dominará hasta el año doceno: edificará casas, plantará viñas, cercará huertos, procreará hijos. Mas cumplido el año doceno (de la ‘Poma Roja’ sometida), vendrá la espada cristiana que ponga al Turco en general desbandada» 
Profecía de la 'Poma Dorada'
en otomano y latín, según Georgievicz
Bartolomé  Georgievicz (h. 1506-1566) fue un croata de gran disposición para las lenguas, que en 1526 cayó prisionero de los turcos, viviendo en cautiverio 13 años como esclavo en las peores condiciones, con intentos de fuga que pagó cruelmente, hasta que puso pies en polvorosa. Ya en seguro, hecho todo un orientalista, publicó sus experiencias y conocimientos sobre el enemigo común de la Cristiandad, siempre con idea de promover una cruzada, que esta vez sería la definitiva. 
La obra citada por Herlicio es sin duda la más importante del autor sobre la materia, aunque el título se presta a confusión. Consta de VI capítulos heterogéneos. El III, sobre ‘Derrotas cristianas, fin de la secta (islámica) y conversión de los turcos’ (págs. 109-124) comienza por el ‘Vaticinio de los Infieles’ (la ‘Poma Dorada’), en turco con traducción latina y comentario.
Claro que la profecía turca hoy sabemos que tampoco era turca, sino bizantina, porque esos bulos son de recambio, y la caída de Constantinopla ya tuvo también sus profetas de fuera y de dentro. En suma, que los imperios nacen y mueren, como todo en el mundo. Libros como Daniel lo presentan en imágenes acompañadas de tentador aparato numérico. Y para las últimas noticias, Apocalipsis
Además de las profecías de los turcos «en sus libros secretos», Herlicio discute también otros infundios, como el gran terremoto de Constantinopla el 5 de marzo de 1572, en que 
«se descubrió un pedestal de mármol que había sostenido la efigie del emperador turco [sic!], con una inscripción hebrea traducible más o menos así: “El tiempo es ido, así que no habrá más pastor ni agostadero, y sí una comunidad por el bautismo y el renacimiento. Por eso te ordeno que te bautices, esta es la voluntad eterna.” Por esta historia, atestiguada por un caballero Grio Malvii (?), es manifiesto que la fe cristiana durará por siempre. Por el contrario, la superstición del Imperio Turco sediento de sangre será erradicada y al cabo se acabará.»  
He dicho infundio, refiriéndome sobre todo a la noticia estupenda de un sultán en estatua sobre pedestal, cosa prohibida por la ley coránica, con o sin pedestal, ni en relieve o en pintura. Pero es que ni del terremoto en esa fecha, ni del caballero testigo tampoco encuentro nada [3]. Seguiremos buscando. En fin, historias como esta sirven de base a cómputos de nunca acabar, hasta dar con el resultado preestablecido.
Empeñado en liquidar al Turco por la vía rápida, Herlicio repara en el nombre del nuevo sultán Mehmet III, para proponer (Cap. 9) una «Conjetura histórica y presunción deducida del nombre del actual Sultán Mahoma III». Y aquí su pagafantas va a ser un pastor y predicador luterano de pura cepa, profesor en Wittenberg y alcaide preboste de la Capilla del Castillo –la misma en cuya puerta Lutero había clavado sus Tesis–. El Dr. Jorge Myli (o Muller, o Gering, 1544-1607) había publicado Contiones contra Turcas, una tanda de sermones o ‘Mítines contra los Turcos’.
Él también era milenarista. En una de las arengas traía una supuesta profecía del propio  Mahoma moribundo en Medina. Sus amigos preocupados le preguntaban cuánto creía que iba a durar el negocio del atraco a las caravanas, y el profeta, impedido de la lengua, extendió los dedos de las dos manos, como indicando que ‘diez siglos’. 
Esta vez, predicando en 1566, el pastor Myli comentaba cómo los turcos se habían hecho grandes ilusiones con el nombre de su nuevo amo, Mahoma, dado que el primero de ese nombre, Mehmet I (1389-1421) puso en marcha la máquina turca imparable, y Mehmet II (1451-1481) Ganó Constantinopla; ergo, a la tercera, el nuevo Mehmet… 
«Triste verdad, en cuanto a los dos primeros», argüía Myli, mientras daba la vuelta a las ampollas del reloj de arena del púlpito; «pero yo deduzco lo contrario. El nuevo ‘cabeza de diablo’ de esa trinidad infernal de Mahomas se ha inaugurado asesinando a sus 19 hermanos todos en un mismo día, mal presagio. Ved lo que pasó con los emperadores Constantinos:  Constantino I el Grande fundó Constantinopla, y el último Constantino la perdió. Y los dos murieron en el mismo mes de mayo. Y los dos tuvieron madre llamada Elena… ¿Por qué no ha de ser lo mismo con los Mehmets, o Mahomas?», etc.  
Era una muestra de lo que se llama wishful thinking, descurrir como gustar. De hecho, la parrafada oratoria concluye con una sentida invitación a rezar a Dios por que así sea. Hoy, a posteriori, los adeptos a la Astrología podrían hablar de aproximación al acierto, ya que el último sultán otomano se llamó Mehmet VI (1918-1922), en el que se abolió el sultanato para dar paso a la República. 

Y con esto nos ponemos en el Cap. 10 de nuestra Carta Astronómica, que es a mitad del panfleto. Aquí el gasto lo hace «un distinguido erudito italiano con su profecía sobre la caída del Imperio Turco en los próximos años».
Antonio Torquato de Ferrara era otra autor de calendarios. Un «filósofo, médico y astrólogo, que hace 115 años lo profetizó en un Pronóstico bien conocido también entre los turcos, y en 1480 predijo a Matías Corvino las mutaciones de reinos en Europa… el cual  dijo muchas cosas que todas se han cumplido bien y puntualmente». Efectivamente, como astrólogo de la corte húngara, este médico paisano y contemporáneo de Savonarola, colega suyo también en el don de profecía, se hizo un nombre con vaticinio De eversione Europae (‘Europa patas arriba’),  para 1480-1540. 
El panorama de Torquato incluía, cómo no, el espacio turco, de lo más prometedor: La catástrofe del Turco, que Herlicio copia de las Crónicas Turcas de Juan Leuwenklawes (libro 18). Un texto, como los viejos oráculos, lo bastante oscuro y ambiguo como para asegurar el cumplimiento; bien es verdad que las sucesivas versiones lo iban precisando. Por ejemplo, “un revés severo de los Venecianos», sin fecha, se comenta al margen: «¿Alusión a la pérdida de Chipre, 1570?», o sea, profecía ya cumplida:
«Tras un revés severo de las Venecianos, luego los turcos en masa se harán cristianos, y los renegados volverán a Cristo, y ambos Imperios volarán juntos a un mismo Emperador, y la secta de Mahoma cesará, con el bautismo general de musulmanes y judíos.»  
Pintiparado: «un mismo Emperador» era el Rey de Hungría, cómo no, si el astrólogo-médico estaba a sueldo en la Corte, igual que el predicador, o el bufón. Pero veamos: de lo de Chipre hacía 25 años, y el profeta ni lo insinuaba; tampoco el año 70: «Todo sucederá por el año de Cristo 1594 o 1595», gran suspense para ir vendiendo almanaques. 
En fin, volando ya nosotros (como entrambos Imperios) hacia el final del panfleto de Herlicio, veamos otro razonamiento autocumplidero irrefutable (Cap. 17):
«¿Por qué el turco sube, y sube? Para dar mayor caída. Esta es la experiencia de todos los regímenes y gobiernos: Ut lapsu graviore ruant, tolluntur in altum.» 
Y aquí uno ya no sabe si el autor nos está tomando el pelo, porque de pronto va y cita una profecía en dísticos latinos, que apareció «escrita en Roma y dedicada al papa Pío en tiempos de amenaza turca». El aviso le viene de boca del Gran Turco [4]:
Hados avisan, estrellas indican y de aves el vuelo: 
       Mazo de la Ciudad yo repentino seré.  
Roma, que tanto traspiés ha dado con grandes errores, 
       Cae y deja de ser del mundo la capital.
Una profecía sobre la caída de… ¡Roma, a manos del Turco!  ¿Una ‘pasquinada’? Todavía no, pues la estatua parlante de Pasquino no se descubrió hasta 1501; pero sí un epigrama satírico contra Pío II, predicador en desierto de una cruzada para acabar con el Turco, reinando Mehmet II (1459).

Trígonos ígneos de los Planetas mayores 
Para ser el autor un astrólogo, llama la atención el poco uso que ha hecho de esa ciencia hasta ahora, en contraste con tanta Numerología profética. El Cap. 12 viene a suplir ese defecto, y de paso nos asoma al estilo de esa ciencia, que no ha variado mucho desde entonces: «Predicción Astronómica sacada de los Trígonos y grandes Conjunciones de los Planetas mayores». Es la que llama ‘doctrina de los Triángulos y conjunciones de Saturno y Júpiter en el signo de Aries’: 
«En cualquier terna astral, por dos veces, y antes de que la terna concluya, de todas formas se siguen grandes mudanzas, como viene ocurriendo desde el principio del mundo. Ya ha habido seis de esas conjunciones desde la creación, y ahora estamos en la séptima. O en la octava, si con los antiguos maestros contamos como primera la que se produjo el día mismo de la creación del cielo y la tierra. En todo caso, estamos en la última y definitiva.» 
Ilustración del Triángulo Ígneo, de Adán a Cristo
 Pasa el autor a enumerar dichos triángulos a lo largo de la Historia del Mundo, señalando «la notable historia que se ha desarrollado en los Δ ígneos», empezando por el primer pecado de Adán y Eva, su maldición y el asesinato de Abel por Caín, siguiendo luego por la Historia Sagrada, hasta la 6ª conjunción y gran mudanza, del Antiguo Testamento al Nuevo. 
De ahí pasamos a la Historia profana con la 7ª conjunción y triángulo de fuego, el año 4.759 del Mundo y 789 de la Era Cristiana. En dicho triángulo se sucedieron dos mudanzas: el Concilio de Nicea, primero ecuménico, así como la transferencia del Imperio, de Oriente a Occidente, bajo Carlomagno fundador del Sacro Imperio. Finalmente:
«El 8º y último trígono ígneo ocurre en mayo de 1583 al final de los Peces, y el año siguiente 1584 se reúnen casi todos los planetas en el Carnero, a fines de Marzo y comienzo de Abril. Hemos entrado en una situación astral similar a la de Noé, el año 1583 de la creación del mundo, cuando empezó a predicar penitenciágite  74 años antes del Diluvio, y cuando (según Beroso) ya llevaba cuatro años construyendo el Arca por orden de Dios. Esto significa que el mundo debe prepararse para un gran castigo. Se lo advierto al discreto lector para que lo considere.»
«Esta última gran conjunción de nuestro tiempo, iniciada el año 1583, al final del triángulo acuoso y principio del ígneo, tras el curso medio e igual del otro semejante que ocurrió una vez en 800 años, volverá a repetirse el año 1642 al inicio del triángulo ígneo. Por lo cual [al margen: Nota bene] es fácil deducir lo que durante esos años, o sea a partir del 1583 y hasta dentro de 60 o 70 años, es de temer: las novísimas alteraciones, también las vinculadas al cielo y a la Naturaleza toda en su curso y obra, creadas y ordenadas al efecto por Dios, se cumplirán hasta el fin. En especial las de los 20 años subsiguientes, hasta la fecha de 1603, cuando por primera vez ocurra la perfecta coniunctio Planetarum in igneo trigono. Entretanto, los años serán mutationis Trigoni aquei in igneum; en los cuales de todas formas se darán las grandes alteraciones y desasosiegos.» 
Constelaciones zodiacales - estrelladigital.com
«En suma, los matemáticos tiene una regla: Statuta et imperia florent sub illis Triangulis in quibus ceperunt. Los señoríos, estados y países alcanzan su apogeo en el Trígono en que se crearon. La historias atestiguan que el Imperio de los turcos y Mahoma se inició bajo el triángulo acuoso, pero el Imperio Romano y el Cristianismo bajo el trígono ígneo. Los turcos han llegado al cenit de su poder en los 200 años pasados del Trígono acuoso, cuando los cristianos y el Imperio Romano estaban bajo mínimos. Es de notar: el Turco, al final de su Trígono acuoso, todavía organizará un gran baño de sangre en su intento de exteriorizar su poderío; pero en vano, porque su buena ventura pasó. Por el contrario los Cristianos, recomenzado su Trígono ígneo, entran en una recta de ventura y prosperidad.» 
«Escriben los historiadores que el comienzo del Imperio mahometano vino precedido por la gran conjunción en Cáncer, el años 590 de JC., bajo cuyo triángulo acuoso tuvo gran auge el poderío Turco; y al repetirse dicho triángulo en 1385 fue manifiesto el daño de los cristianos de parte de los turcos. Ahora bien, el último triándulo ígneo, el que gobierna en nuestro tiempo y es contrario a los turcos, durará hasta 1782. De ahí sacan los matemáticos un Pronóstico de la abolición y flaqueza del Imperio Mahometano, puesto que el Imperio Turco se fundó y tomó auge en el trígono acuoso. O sea que ahora en el triángulo ígneo le toca padecer gran daño y mengua. Dios lo dé con la verdad y la fuerza de su mano todopoderosa. Amén.» 
El autor advierte: 
«Estos juicios [5] y signos en verdad no se lanzan al viento, como otros que a menudo corren entre los ignorantes, y aun también entre los doctos. Es el caso... de los actuales calvinistas y anabaptistas, para quienes este juicio es sólo pasatiempo y sutil fantasía para divertir la vista y el sentimiento. Pero se equivocan, y mucho, negándose a ver que Dios ha escondido especiales misterios y secretos en el curso del cielo, los cuales el astrólogo descubre por observación y cuidadoso cálculo para explicarlos bien a los hombres. 
Guillermo Misocacus
Pronóstico o Práctica para 1583
El Dr. Guillermo Misocaco, expertísimo en el arte, ha escrito muy bien acerca de las grandes conjunciones en su Pronóstico para 1583. Ojalá dicha Práctica ande todavía en manos de la gente, pues allí se puede encontrar mucho de notable. Otro que tiene escrito un opúsculo sobre Las grandes conjunciones de los planetas superiores es Cipriano Leovicio, cosa fina, no desconocido de los matemáticos. Al mismo remito también al avidum lectorem.» 
Tanta  recomendación de dos astrólogos por otro del oficio no nos haga pensar en un Herlicio generoso con la competencia, pues nunca lo fue. Sencillamente, Misocaco acababa de morirse el año anterior, 1595. Cipriano Levovick, astrónomo calculista bohemio y astrólogo de los Fúcares o Fugger, lo había hecho antes, en 1574, pero dejando tela para largo: un clásico en la materia.
De todas formas, el autor no se hace ilusiones, los almanaques ya no venden tanto (Cap. 13):
«Las artes, y entre todas también la bienamada Astronomía, se buscan el pan y a menudo no lo encuentran. Puede que un día ella lo busque y no haya pan para ella. La mayor parte de la gente tiene en poco esa arte gloriosa y deja a sus cultivadores y profesores hundirse en la miseria. La precaución largamente anticipada es garantía del presente.» 
El Turco ha de caer, más tarde o más temprano. Y para eso hay que ayudarle, hay que combatirle. Pero entonces, ¿qué decir de las feas costumbres entre la soldadesca cristiana? ¿Es forma esa de hacer la guerra? (Cap. 18):
«Nuestro panceteros (panketter) teutones comen, beben y juegan. El bohemio se tumba y duerme. El húngaro sólo busca un escondite donde  hacer su guerra a candil matado. El español siempre atento al pillaje. El italiano tan pancho en el burdel. El francés toma asiento y se pone a cantar…
Leemos que Sinán Pachá, de vuelta de una correría por tierras húngaras el año 1594, se llevó cautivos a unos alemanes, a los que paseaba por Constantinopla en cuerda de presos, en la diestra un vaso de vino y en la otra mano un naipe, lindo espectáculo. Así mostraba a los turcos qué arte de guerra conocían los tudescos (no todos, por fortuna)...» 
Aviso: Nunca estemos seguros...
Así termina Herlicio su panfleto. Sabemos que venceremos al Turco, pero no cuándo ni cómo. Motivos de consuelo y ánimo no faltan, pero no hay que bajar la guardia. El turco muere, pero matando. Cientos de miles de vidas, tantas ciudades hermosas, cuánto sufrimiento…
«El Dr. Lutero profetizó, hace más de 50 años, algo que ha de cumplirse: El turco dará a Alemania un bofetón. Me temo que pasará a mayores. A menudo siento lástima y me pongo a sudar.» 
¡Ah, el sufrimiento del líder! Los que nos gobiernan, los que velan por nosotros, esos sí que lo pasan mal. Tengamos compasión, sudemos con ellos la gota gorda, si es que nos queda siquiera una.
Página de almanaque alemán con apuntes
Ha sido para mí un placer presentar esta muestra de una literatura que se plasmó en impresos para un vasto público. Las tiradas más caras y cortas, en buen papel de hilo, eran para la noblez y la burguesía, mercaderes, magistrados, militares y clérigos de alto rango, con mucho espacio en blanco para apuntes y agenda. Coleccionables y encuadernados de lujo, son joyas de biblioteca. 
Ha sido una diversión, sobre todo, recorriendo los pronósticos y conjeturas, comprobar el parecido entre las predicciones de entonces y las de ahora. Muchas veces me ha ocurrido, donde pone ‘Turco’, leer ‘Covid-19’, y el efecto es de incómoda comicidad. Hagan la prueba, si después de leerme todavía les queda gana.


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[1] Puede consultarse el artículo en alemán y obtener la traducción (ratón, botón secundario). Donde resulte algún contrasentido, puede que el original tampoco sea muy claro. 
[2] Cfr. Miguel A. Granada, La ‘tradición de la Casa de Elías’. Res Publica. Revista de Historia de las Ideas Políticas, 18/2 (2015): 315-318.
[3] Cfr. Alexander E. Gates, David Richties, Encyclopaedia of Earthquakes and Volcanoes. Infobase Publ., 2006, pág. 123.
[4]              Fata monent, stellaeque docent, aviumque volatus,
            Totius subito malleus Urbis ero.
      Roma diu titubans magnis erroribus acta
             Decidet, et mundi desinet esse caput.
       
       Los dísticos, nada malos –mi traducción no les hace justicia–, vienen sin nombre de autor. ¿Serán del propio Herlicio? Recordemos, fue poeta laureado.

[5] Judicia. Por ello, la Astrología se apellidaba judiciaria.


8 comentarios:

  1. Empiezo a entender sus alusiones a las celestes intromisiones del virus en la vida humana a causa de sus muchos pecados. Debía de ser una forma muy sibilina de hacerse publicidad.
    Si sigue llegará a la intromisión de los turcos en la música de Haydn, Mozart, Beethoven y Rossini. Seguro que a muchos
    mas.
    Como compra de su almanaque le pago con : https://www.youtube.com/watch?v=NeUovGDZoj0
    Apéndice: He visto hasta hace muy pocos años vender el Zaragozano en el quiosco de mi esquina.

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    1. Entra el Grumete:
      Efectivamente, el Calendario zaragozano sigue en venta. 2,40€. Véase www.calendariozaragozano.net
      El maestro sigue en la brecha. Un día tendré que hacer un estudio temático de su blog y su evolución. Es totalmente imprevisible saber a donde va a apuntar con su próxima entrada.

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    2. ...imprevisible de toda imprevisibilidad.

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  2. El fresco del puro es Radu Lupo, rumano. Sigue en activo aunque ahora creo que está enfermo. Es uno de los pianistas famosos que circula por los conciertos y los discos.. Realmente todos los que salen en el vídeo lo son o lo eran. Una reunión difícil de repetir. Lo que tocan es un arreglo de una obra orquestal. Beethoven le decía al final de su vida al primer violín que ejecutaba sus cuartetos que escuchaba a su espíritu, no a los tristísimos virtuosos de la época.

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  3. Reentra el Grumeta:
    Espléndido, como siempre, Maestro.
    Pero no es este el motivo de mi entrada. Echo de menos la presencia virtual de Viejecita, que hace unos meses que no se pasea por cubierta. Así que si Viejecita me lee, no estaría de mas un "hola, tripulación, sigo por aquí. No es meramente curiosidad sino, digamos "cariño virtual".

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  4. Que no se puede publicar?....Veamos...

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  5. Feroz en Lunes, 6 abril 2020 a las 9:57 am
    Don Belosti, yo se lo anuncio antes de ponerme a leerlo. A lo mejor soy pesado para alguno con esta manía de ponerlo aquí, pero en su blog me pasa como a Dª Viejecita, que no tengo forma de escribir, así que le doy una voz desde mi bancada. Si lo encuentra usted antes no hace falta que se espere a mi aviso

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