viernes, 6 de febrero de 2015

Qué dijo Mahoma (2)



Higiene y sexo, rito y etiqueta
Estas páginas no van dirigidas contra el Islam ni su profeta Mahoma. Por lo mismo, llevan pocos adjetivos y juicios de valor. Ofrecen una muestra de textos auténticos tomados de ediciones islámicas oficiales y traducidos con fidelidad. Cualquier sugerencia de mejora en este sentido es bienvenida y agradecida de antemano.
Pintar a Mahoma como un compendio de toda perfección, bien está para los panegíricos. O para sus ‘retratos verbales’ (como el de cabecera).  No es aquí el caso. Como observaba Luigi Marracci (1698), nadie tiene que suponer nada, los propios musulmanes han dejado testimonios históricos de sobra para hacerse una idea de la calidad humana de su Profeta [1].
Sus devotos le atribuyeron el privilegio de la ‘isma, la «inmunidad» de error y pecado, así como la exclusiva de al-hall wa ’l-rabt, «soltar y atar». Perfecto: como San Pedro o el Papa. Sin entrar siquiera en ello, pues es punto de creencia subjetiva, lo que consta es que la conducta moral de Mahoma causó preplejidad entre los suyos más de una vez. Recordemos el caso de su matrimonio con Zeinab o Zenobia, tal como lo registró  el Tabari (839-923) en su Crónica.

Año 5º de la Hégira 

Este año el Apóstol de Alá tomó por esposa a Zeinab bint Jahsh...

      Fue el Apóstol de Alá a casa de Zaid ibn Haritha; aunque a este Zaid sólo se le conocía como Zaid ibn Muhammad [como hijo adoptivo que era de Mahoma].
Pues bien, necesitando a Zaid con urgencia, el Apóstol de Alá preguntó dónde estaba, y se dirigió a su casa en su busca, pero no le halló. Salió en cambio a recibirle su mujer Zainab, ligera de ropa, y viendo que el Apóstol de Alá la evitaba, dijo:
–Él no está aquí, Apóstol de Alá, pero entra, pues tú eres mi padre y mi madre.
El Apóstol de Alá rehusó entrar. Zeinab iba a vestirse, y cuando le dijeron que el Apóstol de Alá seguía a la puerta lo hizo más que de prisa, provocando la admiración del Apóstol de Alá, que se puso a mascullar algo ininteligible, salvo que exclamaba: «¡Gran Dios, alabado sea! ¡Alabado sea Dios, que trastorna los corazones!»  

Al volver Zaid a casa, su mujer le informó de la visita del Apóstol de Alá.
–¿No le has dicho que entrara?
–No le he parecido bien así, y se ha negado.
–¿Le has oído si decía algo?
–Le oí decir algo así como «¡Gran Dios, alabado sea! ¡Alabado sea Dios, que trastorna los corazones!»  
Zaid salió y no paró hasta encontrar al Apóstol de Alá:
–¡Oh Apóstol de Alá! Estoy enterado de que has venido a mi morada. ¿Cómo es que no entraste? Tú eres mi padre y mi madre, ¡oh Apóstol de Alá! ¿Acasa Zeinab te ha llamado la atención? Porque me divorció de ella.
–Ten a tu mujer.
Desde aquel día Zaid no volvió a cohabitar con ella. Terminó divorciándose de ella, y una vez separados quedó soltera.
Encontrábase el Apóstol de Alá conversando con Aixa, cuando le tomó el trance, y cuando se le pasó pronunció el ‘bismil-lah’ y dijo:
–¿Quién va a Zeinab a pedirle albricias por decirle que Alá me ha casado con ella?

En efecto, acababa de serle revelado un oráculo nuevo, que el Profeta recitó  entonces, y hace el versículo número 37 de la azora 33 del Corán:
«Y [recuerda] cuando dijiste a aquel a quien Alá hizo favor, y tú también se lo hiciste, ‘Ten a tu mujer y teme a Alá’. Pero tú disimulabas lo que Alá manifestaría, porque temías a los hombres. ¡Más te vale temer a Alá! Así que cuando Zaid tomó su decisión acerca de ella, Nos te unimos a ella, de modo que no tuviesen culpa los creyentes tomando las mujeres de sus ahijados, una vez tomada su decisión. El mandato de Alá es para obedecerlo.»
El revuelo en Medina fue inevitable. Cederle  a un amigo la mujer, como cualquier otra pertenencia, era potestativo del marido árabe. Pero aquí se trataba de la mujer de un hijo adoptivo, que para el caso era como la del hijo carnal [2].
Aquel versículo improvisado tampoco resultó muy convincente. Para salir del atolladero, nuevos oráculos fueron revelados e incrustados en la misma azora, a saber: el 4, donde Dios manda no confundir filiación natural y adoptiva; y el 47, donde el mismo Dios apostrofa a su Profeta para otorgarle una dispensa ad hoc y un privilegio:
«¡Oh el Profeta! En verdad te hemos permitido las mujeres que tienes, a las que tú mismo dotaste; como también las que vinieron a tu mano diestra de lo que Dios te concedió [las esclavas ganadas como botín], y las hijas de tu tío paterno y  las de tus tías paternas, y las hijas de tu tío materno y las de tus tías maternas, que emigraron contigo [de la Meca]; y toda mujer creyente, si ella misma se entregare al Profeta, siempre qué él quiera tomarla por esposa. PRIVILEGIO TUYO EXCLUSIVO respecto a los demás creyentes. Ya sabemos lo que para ellos decretamos acerca de sus mujeres», etc.
Aixa, al oír esta revelación tan alarmante para ella y sus colegas de harén, comentó con sorna:
–¡Bien veo cómo Alá se da prisa en complacerte!
Una historieta o chisme así daría argumento para una comedia, de no cruzarse lo sagrado. Porque si se cruza, la comedia es doble, o se vuelve drama. ¿Dice Tabari la verdad? ¿fue Tabari buen musulmán? Porque aparte de historiador, este gran intelectual persa fue también coranista y tradicionista. En todo caso, los ‘cristianos’ nada tienen que ver en todo esto.
Deriva de historias bíblicas: agua, piedra, golpes
Mahoma en su ingenuidad primera estaba convencido de que la revelación que recibía, calcada de un libro o tabla celeste, era la misma de la Biblia judía o el Evangelio cristiano. El anciano escriba Waraqa, como vimos, le indujo a ese error. De hecho, al cumplirse el aviso de Waraqa sobre la hostilidad que sufriría Mahoma de parte de sus paisanos de la Meca, éste se arrimó primero al lobby judío, poderoso en Medina. Hasta que éstos llegaron a la conclusión de que no tenía idea de la Historia Sagrada y se lo echaron en cara. Mahoma entonces pasó de la simpatía al odio antijudío. Su aversión al cristianismo no llegó a tanto, tal vez por su buena relación con monjes.
La deformación de relatos bíblicos se aprecia en el Corán, pero sobre todo en la Suna y en las tradiciones islámicas. Este ejemplo me parece ilustrativo:
La Historia Sagrada (Éxodo 17: 6) cuenta cómo Moisés, por orden de Dios, golpeó con su vara milagrosa una piedra e hizo brotar agua de ella para los israelitas en el desierto. Pero el relato añade que Moisés, desengañado de su pueblo duro de mollera, tuvo sus dudas sobre  el éxito de la operación y golpeó la piedra con fuerza varias veces. Por otra parte, un texto de san Pablo (1 Corintios 10: 4) podría dar a entender que la piedra no se quedó en su sitio, sino que acompañó como fuente móvil al pueblo peregrino. Una tradición improbable, aunque muy bonita.
Pero a Mahoma le preocupaba otra cosa: la decencia en los baños. Así aquel relato épico y simbólico de la Biblia pudo degenerar en chascarrillo. Es de Abu Huraira (uno de los más prolíficos transmisores).
Al-Bujari titula: «el que se bañó desnudo a solas». No menos apropiado sería:
Travesura de una piedra y su castigo  MSB 5, 10, nº 197 (pp. 139-140)
Dijo el Profeta:
–Los israelitas se bañaban desnudos, mirándose el uno al otro. En cambio Moisés se bañaba solo. Ellos decían: «¡Por Alá! Nada impide a Moisés bañarse con nosotros, salvo que tiene potra».
Una vez fue él a bañarse y puso su ropa sobre una piedra. Pero la piedra salió corriendo con su ropa, y Moisés tras ella: «¡Piedra, mi ropa! ¡piedra, mi ropa!»
Hasta que los israelitas se fijaron en Moisés y dijeron: «¡Por Alá, Moisés no tiene el defecto!» [Es decir, que no tenía la supuesta potra o hernia escrotal.]
Finalmente Moisés tomó su ropa y la emprendió con la piedra a golpes.
Y añadía Abu Huraira:
–Por Alá, que a la piedra le salieron mataduras: seis o siete, de los golpes tan fuertes que recibió.

No bañarse a la vista de la gente  MSB 5, 11, nº 19 (p. 140)
Esto lo cuenta una señora, Umm Hani, hija de Abu Talib. Era por tanto prima carnal de Mahoma. El padre rehusó el Islam en su lecho de muerte (cfr. SM7 1: nº 132, 39), pero la hija sin duda era musulmana.
Fui una vez a ver al Apóstol de Alá el año de la Conquista [de la Meca], y le encontré tomando un baño, mientras Fátima le ocultaba tras una cortina.
–¿Quién es?
–Soy Ummu Hani.
Y eso fue todo. La sustancia del relato sería la cortina.
Sexo, impureza y baño
Las preocupaciones rituales por razón del sexo alcanzan tanto a la mujer como al varón. Por supuesto, son ellas las que lo tienen más complicado, pues a la rutina menstrual se suma otro problema que luego vamos a ver.
Entre las purificaciones rituales es muy importante el baño que limpia la impureza causada por emisión de semen –la chanâba o janâba–, en el coito o fuera de él.
El baño ritual comenzaba por una ablución. Varios relatos nos informan de cómo realizaba Mahoma dichas maniobras. Como en otras materias, aquí se revela una personalidad rutinaria, por no decir maniática (SB7 1 nº 248):
«Según Aixa, mujer del Profeta, cuando éste se disponía a tomar el baño post eyaculatorio, primero se lavaba las manos y luego hacía una ablución como para la oración. Luego metía los dedos  en el agua y los pasaba mojados por las raíces del pelo. A continuación vertía sobre su cabeza por tres veces lo que cabe en ambas manos, y finalmente vertía el agua por todo su cuerpo.»
Esta versión y protagonismo de Aixa no satisfizo a los musulmanes curiosos, como tampoco a otra esposa de Mahoma, rival de aquélla (Ibíd. nº 249 y 257).
«Según Maimuna, esposa del Profeta, el Apóstol de Alá hacía la ablución como para la oración, salvo los pies. Limpiaba sus partes [farch: literalmente, la ‘raja’] y lo que hubiese de inmundicia, y luego vertía agua sobre sí. Finalmente apartaba los pies del lugar y los lavaba. En eso consistía su baño limpiador post eyaculatorio.»
La misma Maimuna, en otra versión más genérica (SB9 1: nº 266)
«Yo le ponía al Apóstol de Alá el agua del lavatorio y le ocultaba con un velo. Él vertía agua sobre su mano y la lavaba una o dos veces [Dijo Solimán: «No recuerdo si dijo hasta tres, o no»]. Luego con su mano derecha vertía agua sobre la izquierda y con ésta se limpiaba las partes. Luego restregaba dicha mano en tierra o en la pared. Luego se enjugaba la boca y las fosas nasales, se lavaba la cara y los antebrazos y se lavaba la cabeza. Luego vertía agua sobre su cuerpo. Finalmente se movía del sitio y se lavaba los pies. Yo le ofrecía una toalla, pero él hacía seña con la mano como que no la quería.»

Cantidad de agua lustral
Aixa dijo:
–Yo solía bañarme con el Profeta, con agua de una misma jarra de las que llaman faraq, con cabida de un qadah  [2 litros largos] (Ibíd., nº 250).
Según Ibn Abbas, el Profeta y Maimuna [otra de sus mujeres] se bañaban de un mismo jarro (Ibid., nº 253).
La cantidad de agua suficiente para un baño era de 1 sâ´ = unos 3 litros. Algún sujeto de pelo en pecho objetó:
–Eso a mí no me basta.
–Le bastaba a uno con más pelo que tú, y mejor que tú [aludiendo a Mahoma] (Ibíd. nº 252).

Rito del perfume (Ibíd. nº 258)
Según Aixa:
–Solía el Profeta, cuando tomaba el baño post eyaculatorio, pedir la ‘leche’ [hilab, nombre de un perfume]  o cosa por el estilo, y tomándolo en la palma de la mano se frotaba la cabeza, primero el lado derecho, luego el izquierdo y finalmente la parte de arriba  con ambas manos.

Cuándo obliga el baño post coitum  (MSB 5, 14 nº 202)
El capítulo se titula escuetamente: Idha-ltaqâ al-khitânân
«Cuando ambos órganos sexuales se encuentran»
[Más al pie de la letra: cuando se encuentran (o entran en contacto), las partes circuncisas del órgano masculino y femenino. La lengua árabe es cruda, como lo demuestran los buenos diccionarios.]
La información, una vez más, procede de Abu Huraira.
Dijo el Profeta:
–Cuando él se sienta sobre las cuatro partes [los labios vulvares], y luego puja, el baño obliga.
La palabra ‘puja’ es yáhada (de la misma raíz semántica que yihâd). Respecto al grado de esfuerzo o puja, hay esta púdica nota explicativa a pie de página:
«The head of his private organ entered in her private female part.»

Humedades en la mujer
La impureza seminal es achaque típico masculino. Sin embargo, la misma preocupación se daba respecto al famoso ‘semen femenino’, incluso para sorpresa de algunas féminas, como Umm Salama.
Esta señora oye hablar del fenómeno, y con la confianza no reñida con el respeto encara al Profeta. En público, por supuesto:
De Umm Salama  (MSB, nº 106; cfr. SB9 1: nº 130)
Fue Umm Sulaim al Apóstol de Alá y dijo:
–¡Oh Apóstol de Alá. En verdad, Alá no se corta de decir la verdad. ¿Debe la mujer lavarse si tuvo un sueño [húmedo]?
Dijo el Profeta:
–Sí, si ella notó la humedad
Umm Salama se echó a reír [otra versión: se veló el rostro] diciendo:
–¡Oh. Apóstol de Alá!, ¿tiene sueños de esos la mujer?
–Pues claro: ¿de qué, si no, se le parece el hijo?

Mahoma no discurre mal, defendiendo que la madre aporta algo en la generación, igual que el padre, basándose en el parecido. Y tampoco estará mal acompañado en la idea errónea de que ese aporte o ‘semen femenino’ es el equivalente del  masculino. El óvulo de mamíferos no se descubre propiamente hasta el siglo XIX (Ernst von Baer). Los espermatozoides se vieron bastante antes, pero malinterpretados como parásitos del líquido seminal y desconocida su función.
Sobre esto de los parecidos hay otro relato curioso:
La calidad profética de Mahoma puesta a prueba   SB9 4: nº 3329
Abdullah Ibn Salam, enterado de la llegada del Profeta a Medina, se dirigió a él con tres cuestiones:
–Voy a  preguntarte sobre tres cosas que nadie sabe si no es profeta.: 1. ¿Cuál será el primer portento de la Hora? 2. ¿Cuál el primer plato que comerá la gente del Paraíso? 3. ¿Y a qué se debe el que el hijo se parezca a su padre? ¿y a qué se debe que se parezca a sus tíos maternos?
Respondió el Apóstol de Alá:
–Celebro que me hagas esas preguntas, porque son las mismas que acaba de notificarme Gabriel.
Cortó Abdullah:
–Ese es, de entre los ángeles, el más enemigo de los judíos.
Pero el Apóstol de Alá prosiguió:
–El primer portento de la Hora será un fuego que empujará a los hombres desde oriente hacia poniente.  El primer plato que comerá la gente del Paraíso será la excrecencia de hígado de pez [el lóbulo caudado]. En cuanto al parecido del niño, si el hombre cubre a la mujer y eyacula antes que ella, el parecido es de él; pero si ella se adelanta, el parecido es de ella.
–Doy fe de que tú eres Apóstol de Alá.
Así Ibn Salám se dio por satisfecho, antes de volver a la carga contra los judíos. Pero esto no nos interesa ahora, y basta de digresión.

Distillatio urethralis (SB9 1: nº 269)
Todos los moralistas del sexo han descrito y comentado, a veces con morosidad, ese reflejo banal. Nuestros coleccionistas no iban a ser menos. Esta vez el testimonio viene del mismo Alí, el marido de Fátima y yerno del profeta. Un hombre, como el mismo dice, ‘húmedo’, pero a la vez tímido y vergonzoso. Es el título que pone Bujari: «El que tuvo vergüenza de preguntar y encargó a otro hacer la pregunta»:
Esto es lo que dijo Alí:
–Siendo yo un hombre húmedo, encargué a Al-Miqdad que consultase [por mí] al Profeta. Así lo hizo, y él respondió:
–Debe hacer el wudû [ablución]


Dejemos eso. La Suna también toca otros temas de higiene. Por ejemplo:
Un ratón en la comida (MSB 52: nº 175)
El Apóstol de Alá, consultado acerca de un ratón que cayó en la manteca, dijo:
–Quitadlo con lo de alrededor y tiradlo, y comed vuestra manteca.
Y una mosca en la bebida (SB9, 4: nº 3320: cfr. nº 5782)
De Abu Huraira:
Dijo el Profeta:
–Si cae una mosca en la bebida de uno de vosotros, primero se la sumerge y luego se la retira. En efecto, en una de sus alas lleva el daño y en la otra el remedio.
Aquí el editor islámico anota, no sin admiración, que hoy se sabe que las moscas son portadoras de gérmenes patógenos en distintas partes de su cuerpo, pero que también Alá creó organismos y otros mecanismos curativos («el hongo de la penicilina, por ejemplo, mata los estafilococos etc.») Y añade:
«Experimentos recientes realizados bajo supervisión indican que una mosca lleva la enfermedad (patógenos), más el antídoto para esos organismo patógenos. De ordinario, cuando una mosca toca un alimento líquido lo infecta con sus patógenos. Así pues, conviene sumergirla para que suelte también el antídoto para esos patógenos.»
Cita también a un especialista en hadîth de la Universidad de Al-Azhar (El Cairo), autor de un artículo sobre este dicho del Profeta, donde afirma que los microbiólogos han demostrado la presencia de levaduras parásitas en el abdomen de la mosca, las cuales para repetir su ciclo vital se asoman por los túbulos respiratorios del insecto; de modo que si éste es sumergido en el líquido, dichas células se hinchan y revientan en él, liberando su antídoto contra los patógenos que transporta la misma mosca [3].
No mear en agua quieta (MSB, nº 177)
Dijo el Profeta:
–No debéis mear en agua quieta, la que no corre. Así luego podréis lavaros en ella.
Nada que objetar. La pregunta es, ¿inspiración profética, o sentido común?
Esputos (SB 1: 183; cfr. 4, c. 70, nº 241):
Aunque al traductor inglés parece darle igual (spit, spittle), no es lo mismo expectorar (tanahhama) que escupir (bazaqa). Hay relatos del Profeta haciendo lo uno o lo otro sobre las personas de sus acompañantes, seguramente por descuido. La enseñanza, en todo caso, es que aquellos fluidos corporales de Mahoma no producían asco y eran incluso apreciados:
«Cuando el Profeta expectoraba, y por casualidad la flema caía en la mano de cualquiera del corro, el afectado se frotaba con ella el rostro y la piel.»
Al compañero Anas, por su parte, le cayó un salivazo sobre la ropa. Y aunque el relato no especifica, cabe interpretar que la prenda ganó en el aprecio del agraciado.

De barbas y bigotes, y teñirse el cabello (‘El libro del atuendo’, MSB nº 1997-1998)

Dijo el Ápóstol de Alá:
–Haced al revés de los paganos: afeitaos el bigote y dejáos la barba libre
Dijo el Profeta:
–Los judíos y los cristianos no se tiñen. Así que vosotros haced lo contrario.
¿Piojos? (SB 9: nº 7001-7002)
Del Sahih de Bujari, libro 91 (‘La interpretación de sueños’), cap. 12 (Soñar de día) es este relato:
El Apóstol de Alá solía entrar a visitar a Umm Harami bint Milhan, la cual estaba sometida a ‘Ubada ibn as-Sámit.
Un día entró a  donde ella, la cual le dio de comer y se puso a despiojarle la cabeza. El Apóstol de Alá se quedó dormido, y cuando despertó se reía.
Antes de proseguir, hay una nota editorial que dice:
«El Profeta era muy limpio y acostumbraba bañarse a diario, incluso dos veces al día, y no es lógico que pudiese tener piojos en la cabeza» [4].
Efectivamente, buscar piojos (fala, yafly) no implica encontrarlos. Suena sin embargo a excusa no pedida, enmendando la plana al relator, que es nada menos que el compañero Anas Ibn Malik. Éste habla de una operación rutinaria  femenina, lo bastante prolija como para descabezar una siesta el paciente masculino, y es probable que aquellas visitas y sobremesas terminaran siempre así. Por su parte, a Anas le tienen sin cuidado los insectos presentes o no. Su relato se centra en lo que soñó el Profeta, que le hizo reír.
Sigue el relato con la pregunta de la mujer:
–¿Qué te ha hecho reír, oh Apóstol de Alá?
Había soñado con una batalla naval, una victoria que le hizo feliz. Ella tuvo la ocurrencia de desear estar presente. Así se lo prometió y volvió a quedarse dormido, para despertar de nuevo riendo.
–¿De qué te ríes ahora, Apóstol de Alá?
Había soñado con los combatientes gloriosos, y ella le pidió figurar entre ellos.
–Tú serás de los primeros.
Pasaron los años, y «en tiempos del califa Moavia ella hubo de viajar por mar, y tras el desembarco prosiguiendo el viaje en camello tuvo una caída y se mató».
Encontramos aquí los ingredientes del cuento popular: la repetición del sueño, con la risa y la pregunta; la expresión de un deseo, y el presagio a la vez feliz y funesto. El destino trágico de la hija de Milham y madre de Harami corrió, que duda cabe, en romances, antes de remansar en el Hadîth y la Sunna.
Y a todo esto, los piojos mereciendo nota aclaratoria. Un poco de seriedad; o lo que es lo mismo, un poco de risa. La risa es humanismo.

Cierro esta selección con testimonios de la opinión negativa de Mahoma para con el animal que otros llaman el mejor amigo del hombre.

Hombre con perro malo
       Davids Samling, Copenhage

Pobres perros  (Ibíd. 4: nº 3222-3225)
Dichos del Profeta:
«Los ángeles no entran en casa donde hay perro o imagen pintada»
Según Abdulah ibn Umar:
«El Apóstol de Alá ordenó matar a los perros»
Aquí se comenta que los compañeros de Mahoma lo entendieron de los perros rabiosos. Como en el relato nada apoya esa salida, los expertos siguen discutiendo si a los perros inofensivos hay que matarlos o no.
Según Abu Hurairi
Dijo el Apóstol de Alá:
–El que tiene perro verá descontado un quilate diario [de la recompensa] por sus obras, salvo que el perro sirva a la agricultura o al pastoreo.



[1] L. Marracci, ‘Vida y hechos de Mahoma’, en Alcorani textus universus, Padua, 1698, t. 1, pp. 31-32.
[2] At-Tabari, Târîh al-rusul wa 'l-mulk (Annales), ed. M. J. de Goeje & al., E. J. Brill, Lugd. Batav., 1879-1881, I/3, págs. 1460-1462; Târîh al-’umam wa-l-mulûk, ed. Baitu-l-afkâr ad-dawliyyah, Jordania y A. Saudita, s. a., pág. 391. [Disponibles en la Red].
[3] V. por ejemplo SB 7, 7: nº 5072, donde Mahoma crea un lazo de hermandad entre dos ‘compañeros’, uno bien establecido en Medina, y el otro un recién venido  de la Meca con lo puesto. El primero, casado con dos mujeres, propone al compañero pobre quedarse con una, y con la mitad de su fortuna. Celebrado el matrimonio, Mahoma lo aprueba, exigiendo al nuevo que ofrezca un banquete, «aunque sólo sea de una oveja».
[4] SB, 4: pág. 322, nota (2).
[5] SB, 9: pág. 95, nota (2).



9 comentarios:

  1. ¿ Así que no iba usted a poner detalles truculentos ? je,je je...

    Muchas gracias, querido Profesor, porque este capítulo ha sido divertidísimo.
    Y lo de lavarse una y otra vez, con la misma poquita cantidad de agua, cada vez más sucia... ! puaf ! Y lo de intentar disimular la peste a viejos efluvios, a base de perfume, y más perfume, ¡ requete puaf !

    Va una comprendiendo la malísima fama de Diana de Poitiers ( que vivió mucho más tarde, en una época en que las damas se bañaban, muy de vez en cuando, con agua caliente perfumada ), porque a ella le gustaba cazar, y montar a caballo, y hacer ejercicio, y tenía la inaudita costumbre de ducharse cada día, con agua fría. La Reina decidió entonces que era una bruja por ello y había utilizado sus malas artes ( como lo de las duchas, como no usar maquillajes, como conservar su cuerpo mucho más joven y terso de lo habitual , etc ) , para mandar sobre el Rey su marido ...
    Pero al final, la que tiene el Chateau de la Loire dedicado a ella, es Diana...

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    1. Doña Viejecita, sus aportaciones siempre son refrescantes… y no lo digo esta vez por las duchas de madama Diana, sino por la propia Diana, mujer extraordinaria en en tantas cosas.

      Se refiere usted sin duda al cható de Chaumont s./Loire, a medio camino entre las maravillas de Amboise y Blois. Gracias por hacerme recordar un viaje ya muy lejano, remontando el río siempre por lugares históricos, hasta la gran abadía románica de Fleury.

      Sobre el tema que nos ocupa, encuentro divertido su adjetivo, ‘truculento’. En penitencia, seguirá usted el enlace que le pongo directo a ‘Muslim Villa’: Un club donde unas muchachitas, enamoradas perdidas de su santo Mahoma y del Corán, arremeten contra la ‘Sunna’ y el ‘Hadith’, inventos del diablo, o peor aún, de los barbudos imanes, que el diablo se los lleve.

      Chicas de una simplicidad cautivadora; ni muchas ni muy visitadas por lo que se ve, pero valientes en sus ideas y ‘libre examen’ del Libro sagrado. Libro que, según ellas, se entiende todo, primera vez que leo semejante opinión.

      En fin, que como se entere el imán de su parroquia, les cierra el blog, seguro.

      De todas formas, es una semilla entre tantas, y es notable (aunque no sorprendente) que la crítica al islamismo convencional y clerical cunda entre las féminas. De hecho citan como autoridad a una desaparecida Dra. Lila Fahlman, canadiense, con su lema: «Man-written Hadiths have ruined Islam».

      Un saludo.

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    2. He ido al enlace a ver. Parece que tiene mucho que leer. Cuando termine con mi lunes terribilis ( ahora estoy en un descanso que tenía que haber sido mucho más corto ), allí que me voy.
      Muchas Gracias

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    3. Y, si no me engaña la memoria, ( nosotros también lo visitamos hace cerca de 50 años), el Chateau que Francisco I construyó para Diane de Poitiers , fue Chenonceau. Y están las iniciales del Rey y de Diana, por todas partes. Pero cuando el rey murió, Catalina de Médicis su viuda, echó de allí a Diana, ( ella fue la que la obligó a aceptar Chaumont a cambio ), y se instaló ella en el castillo, al que , desde entonces llamaron " Chateau des Dames". Pero ese Castillo, sigue siendo el de Diane de Poitiers.

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    4. No le engaña la memoria, no. Y gracias por la precisión.

      Pues por ahí le andaría también la época de nuestro fisgoneo por los castillos.

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    5. ¡ Si seré bruta !
      No fue Francisco I , el amante de Diana, a pesar de que le tenía tanto enchufe que la hizo tutora de su hijo, , el futuro Henri II, cuando este fue devuelto por España ( Francisco era tan "buen" padre, que cuando perdió la guerra y fue hecho prisionero, dejó a sus hijos en España como rehenes en su lugar ), sino el propio Henri II, que se enamoró de su "mentora", la cual era bastante mayor que él. Y son Sus iniciales, las que están mezcladas con las de Diana en el chateau de Chenonceau.

      ¡ Ya siento !
      ( cada día estoy peor. Debería callarme mucho más. Y conste que borro muchíssssimo, pero no lo suficiente )

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  2. Una de las tradiciones más curiosas que aparece en las colecciones de hadith es la del uso del "siwak", cepillo de dientes hecho con una raíz. Está plenamente vigente en el mundo islámico. Ignoro si en el occidente cristiano se usaba algo similar.
    https://sonopuntura.wordpress.com/2012/10/19/miswak-siwak-cepillo-de-dientes-natural-y-ecologico/

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  3. «¡Gran Dios, alabado sea! ¡Alabado sea Dios, que trastorna los corazones!».

    Debía ser realmente impactante Zenobia para causar una reacción tan fulminante en el Profeta.

    Por favor, continúe con esta edificante serie Don Belosti. Queremos saber más.

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    1. Quizá no tan fulminante, amigo Navarht. Sin quitarle mérito a la dama, la reacción del marido y otros detalles no traslucen sorpresa.

      Fíjese en el comienzo de la historia, un tanto enrevesado: Mahoma primero pregunta dónde está su ahijado, y luego va a su casa, donde (obviamente) no le encuentra.

      Pues la revelación coránica ‘ad casum’ tampoco tiene desperdicio: es Mahoma quien le hace favor a su ahijado Zaid quedándose con la nuera. Digo mal: el tándem Alá-Mahoma hace el favor (qué torpes somos lo infieles con esos detalles).

      Por lo demás, en ello estamos, curiosones.

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