martes, 15 de enero de 2013

Constitución, Constitución...



La apatía del Gobierno ante el desafío catalán da que pensar, y por reacio que uno sea a escribir de política, esta es la pregunta que me ronda: hasta qué punto el fenómeno es efecto de la Constitución Española.
Me explico. La pasividad de este Gobierno no parece cosa de apaño político, que su mayoría absoluta no necesita. La pregunta va por si su parálisis es síntoma de temor reverencial a la letra de algunos artículos de la propia Constitución  y a su oráculo y cancerbero, el Tribunal Constitucional. Vamos, que Mariano Rajoy  prefiere silbar mirando a otro lado, no sea que un gesto suyo de autoridad se interprete como lesivo de los derechos cívicos y las libertades, y le den con el texto en la testa. Eso sin hablar de Estrasburgo.
Algo tiene que haber, dado el supergarantismo reconocido de nuestra Carta Magna, administrado a discreción por dicho Tribunal, para que frente a las cabriolas de Artur Mas, Rajoy opte por quedar a la expectativa, en vez de tensar las riendas del orden puesto en jaque por el trotón catalán.
Y es que tal parece como si la Constitución del Estado, en vez de defenderse a sí misma por medio de quien la cumple y hace cumplir, amparase más bien a quien la ningunea y busca la ruina del propio Estado.
Un ejemplo elocuente de ese temor reverencial elevado a pavor patológico se vio en el caso del preso Bolinaga, cuando el supuesto enfermo terminal aleccionó a su juez penitenciario  ("cumpla usted la Ley"), y el ministro del Interior Jorge Fernández Díaz se apresuró a ponerle en libertad sin previo arrepentimiento, argumentando que "hacer lo contrario habría sido prevaricación". Hoy, según dicen, el moribundo impenitente cumple religiosamente su viacrucis chiquitero por las tascas de su pueblo; es más, ha salido en la tele, no sólo andando por su pie, sino aguantando en su hombro el brazo de un amigo que casi le doblaba la estatura.
Y a todo esto, el  excarcelado dale con que no se arrepiente, sin que el Gobierno reconsidere su caso. Quién sabe si tras las próximas elecciones autonómicas, siempre al amparo de la bendita Constitución, podrá decirse del 'Boli' lo que Cicerón de Catilina [1]:  

«El tío vive. ¿Cómo, que vive? ¡pero si hasta viene al senado, toma parte en el concejo público y, de paso, se queda con nuestras caras!  Mientras nosotros, valientes que somos, bastante hacemos por la cosa pública con esquivar los dardos de su furia... O tempora, o mores!» 

¿Es una buena constitución, la española? Es la que hay. De Derecho Constitucional sé tanto como Sócrates: nada. Pero de leer sabe cualquiera, y algo de lo que leo en nuestra Constitución nunca me inspiró confianza.
Creo recordar que en su día voté ‘no’ a ese documento. Por dos o tres razones principales y una accesoria:
La razón accesoria fue que su texto se me antojaba verboso y mal escrito, con vaciedades, ambigüedades y equívocos que lo hacían poco practicable y hasta inseguro. 
De las razones principales para el ‘no’, la una fue colarnos de rondón la Monarquía, sin referéndum previo. Todavía era nuevo el Rey de España, proclamado en virtud de la Ley de Sucesión franquista el 22 de noviembre del 75. Aquel día me puse de mal humor y me hice esta reflexión para entre mí y mi cuaderno:

Siempre que en España resonó fatal
la hora del retorno del Borbón prognato,
figuró en la yunta de su carromato
la astada figura de algún general.
Le hacía pareja la mitra, leal
de siempre al conyugio de tronos y altares;
y al compás de músicas nunca populares,
coronado un memo, de nobleza nulo,
por el patio de armas entraba de culo,
que es como andan reyes, clero y militares.

¡Qué burradas se le ocurrían a uno de joven! Y conste que no me pesa de ello, aunque hoy las cosas parecen de otro modo. En particular, el ‘prognatismo borbónico’. Yo cambiaría lo «del Borbón prognato» por otro ripio: «del Borbón no chato». Don Juan Carlos I ha superado las expectativas de muchos, pero la cuestión no es eso, sino el trágala de una restauración monárquica impuesta por un dictador.
Ahora bien, lo más indigesto para mí de la nueva Carta Magna era, y sigue siendo, la consagración de una desigualdad entre españoles, al distinguir por un lado no sé que ‘nacionalidades’ y no sé qué ‘regiones’ (art. 2), y por otro reconociendo ‘derechos forales o especiales’ (art. 149. 1, 8ª) y privilegiando a ‘territorios forales’ con sus ‘derechos históricos’ (disp. adic. 1ª).
¿Qué mandangas de derechos, qué foralidad? ¿qué nacionalidades?  ‘Nacionalidades’, en plural, sólo una vez  aparece en el texto consticional (art. 2), sin definirse allí lo que significa, que no puede ser lo mismo que ‘nacionalidad’ en otros lugares (art. 11 y art. 149): el estatus del ciudadano de la nación española, con exclusión de cualquiera otra ‘nacionalidad’ dentro del mismo Estado [2].
Tras esto, no tiene mucho sentido declarar pomposamente (art. 139. 1) que «todos los españoles tienen los mismos derechos y obligaciones en cualquier parte de territorio del Estado». ¡Pero si ni siquiera en una misma Comunidad Autónoma como Euskadi son iguales ante la ley los ciudadanos de sus ‘territorios históricos’!
No entro a ponderar otros lunares y verrugas en el rostro de Doña Constitución, en especial ese feo  lupus de las autonomías erigibles en reinos de taifas a base de traspaso de competencias sin vuelta atrás. Lo que cuenta es que el documento se aprobó, que hoy sigue siendo nuestra constitución de todos los españoles,  y que todo lo que en España se hace debería ajustarse a su normativa, o de lo contrario acarrear sanción. ¿Es así? No; pero aquí no pasa nada.
Aprobada la Constitución, sus redactores y parteros fueron saludados como próceres, sabios y casi taumaturgos, al haber consensuado y dotado al país de un instrumento de gobierno tan maravilloso. Hoy los ‘Padres de la Constitución’ se ufanan  menos, visto el resultado. Incompetentes no serían, pero ingenuos harto, respecto a la condición humana y española. Algún sabio dijo que hay que legislar para el bien común de la sociedad, esto es, en favor de su parte sana, pero como si todos fuesen  pícaros o delincuentes en potencia. El mismo sabio dijo también que el imperio de la ley puede no dar premio, pero nunca debe prescindir del miedo al castigo. Y aquí el desprecio a la Constitución, cuando no sale gratis es porque rinde dividendos.
¿Pues qué decir de una ley fundamental que los padres de la patria pueden acatar con fórmulas peregrinas y circunloquios a capricho, incluso expresando que lo hacen a regañadientes («por imperativo legal»)? A partir de ahí, ya no choca ver aquí o allá el nombre de España vitando, la bandera nacional arriada, el retrato del Jefe del Estado encubierto o vuelto contra la pared, el idioma común oficial postergado o prohibido en favor de las lenguas ‘propias’. 
Claro que si todo un Jefe de Gobierno como Rodríguez Zapatero se permitió frivolizar sobre España, un «concepto discutido y discutible», difícil se puso fijar  dónde empieza la felonía y la traición.
«¿Pero usted quién se cree que es?» Ese desplante del Jefe de la Oposición en el Congreso a Juan José Ibarretxe el año 2005 no lo repite Rajoy ahora que es Jefe del Gobierno al President Mas, que  no lo merece menos que aquel lendacari.
Con esperpentos bajo palio constitucional, como los que se representan a diario sobre todo en Vascongadas y Cataluña, no es extraño que fuera nos miren como a un país pintoresco. Y encima pobres, pero eso sí, corruptos a carta cabal.
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[1] Catilinaria I, 1: «Hic tamen vivit. Vivit? immo vero etiam in senatum venit, fit publici consili particeps, notat et designat oculis ad caedem unum quemque nostrum. Nos autem fortes viri satis facere rei publicae videmur, si istius furorem ac tela vitemus... » 
[2] El Diccionario de Autoridades (IV: 644; 1734) definía nación como «la colección de los habitadores en alguna Provincia, País o Reino». La Universidad medieval dividía a sus miembros  por ‘naciones’, identificadas por las grandes lenguas vernáculas, y la misma distinción se aplicó en otras instituciones como los concilios y dietas, a efectos de votar.
       En cuanto a ‘nacionalidad’, el mismo Diccionario remite a la autoridad del padre José de Moret, que la emplea en un sentido parecido al ‘nacionalismo’ moderno. Por ejemplo, sobre el reinado de Sancho IV el Sabio de Navarra (1150-1194) : «En aquellos tiempos antiguos no havia echado tan ondas, y dañosas raìces la passion de la Nacionalidad. Vivíase más à buena fè. Buscabanse los hombres para los Puestos de quaquiera parte, no los Puestos para los hombres de la afeccion Nacional, Sangre, ò Familia.»  (Annales del Reyno de Navarra, l. 19, c. 2, § 4, n. 23; Pamplona, P. Ibáñez, 1766; II: 472).


12 comentarios:

  1. Bueno, querido Profesor Belosticalle
    Todo el mundo le lee, y le hacen comentarios sobre sus entradas en otras partes, pero no quieren ser los primeros, porque se nota demasiado el contraste entre sus estupendos escritos y los de sus visitantes. Así que me vuelve a tocar a mí dar el primer cante...
    Por cierto, en casa, a menudo hemos comentado con otros amigos , las sopas con honda que dan los vascos que escriben bien- no los boronos , claro- al resto de los españoles que también se dediquen a escribir . No sé a qué se debe este fenómeno. Desde luego no a la existencia de una segunda lengua propia, porque los catalanes, que también la tienen, están todo el día haciendo unas faltas gramaticales espantosas, como lo de habían muchas... en vez de había. El subjuntivo vasco, en cambio, cuando se utiliza, y sólo se utiliza "para andar por casa", suele darle gracia al escrito.
    En relación con la Constitución.
    Yo voté que sí.
    No era monárquica, pero me he acabado haciendo, por puro pragmatismo, que cuando me imagino a quienes hubiéramos podido tener de presidentes de la república, "se me abren las carnes" ( Unamuno dixit ), pero, qué caramba, también por agradecimiento acerca de estos años.

    En cuanto a los privilegios, hubiera sido muy sencillo, puesto que en La Constitución dice que todos los españoles somos iguales en derechos y en deberes, vivamos en el lugar de España donde vivamos, hubiera sido bien fácil, pues, igualarnos a todos hacia arriba, y darnos esos "privilegios" a todos.
    Claro que con eso, el poder del Estado hubiera disminuido, y se hubiera quedado en lo verdaderamente esencial, y eso a los políticos les hubiera recortado poderes y no les hubiera gustado.

    Para mí, el problema no es La Constitución, sino la forma como la tergiversan los políticos de los partidos.
    Si en vez de políticos, se buscasen, como dice usted arriba que se hacía antes
    Buscábanse los hombres para los Puestos de quaquiera parte, no los Puestos para los hombres de la afeccion Nacional, Sangre, ò Familia.»

    otro gallo nos cantaría seguramente.


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  2. Don Belo, cada vez tengo más claro ( se creía el ciego que veía... y era de las ganas que tenía) que Zajoy tiene el asunto muy hablado y tanteado con los líderes y lideresas ( la Angelita, claro) europeos en particulñar y occidentales en general.

    Supongo que cuando Mas vaya a más, alguien le dará un telefonazo allende de nuestras fronteras y calmara las aguas, de forma que no sea un éxito de los constitucionalistas, ni de los PSOE o PP, y mucho menos de la voluntad de una coalición o pacto entre ambos.

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  3. Doña Viejecita,
    querida amiga,
    yo no soy el primero porque llego tarde, nunca seré el primero ni el mejor pero soy yo. Veo cabreado al profe, mecacho, mejor me escondo. Bah, no le hagamos mucho caso. Es un buen hombre que se propone expresar dos o mil ideas y se le sube la cosa. Es el hombre más bueno y sabio que conocemos y si se cabrea nos callamos y pagamos el café. Yo tengo muchos conocidos, unos cuantos amigos y después, mucho después, a mi mujer y al profe. Cuando se cabrea lo hago yo.
    En realidad, don Belosti, no pasa nada, nunca pasa nada.A la Constitución que le den. A nuestros hijos, que nos den.

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    1. Vaya, Don Tumbaollas ¡ Que gusto leerle !
      No me importa nada estar la primera, que si vienen a escribir usted, o Don Navarth estuviera en el sitio donde estuviera mi post, iba a notarse demasiado la diferencia. Por puro orgullo, debería estar muchísimo más callada, pero tengo un vicio que ...

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  4. Magnífico, Don Belosticalle. Extraordinariamente oportuno además, hoy que el PP catalán ha decidido bajarse los pantalones un poco más y ofrecer a Cataluña una especie de pacto fiscal. ¿Igualdad entre los españoles? Eso sí que es discutido y discutible.

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  5. Querido profesor:
    No había leido su entrada cuando he intervenido en el blog de Don Santiago. Efectivamente la Constitución tiene sus defectos de origen, los que gozábamos de uso de razón en 1978 conocemos las circunstancias en que se redactó; y los que, habiendola leido, sabemos de sus inconcreciones y sus concesiones a los regionalismos (que hoy han resultado secesionistas).
    Pero que cada palo aguante su vela: mientras los padres de la constitución tienen que asumir estas críticas (justas), los partidos que han creado el sístema "olvidando" desarrollar según qué e hiperdesarrollando lo diferenciador deben cargar con su responsabilidad.
    Item mas, la Constitución del 78 hubiera permitido un "sistema" mucho más ortodoxo
    democráticamente hablando.
    Gracias.

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  6. El tiempo pone las cosas en su sitio. A medida que pasa el tiempo, la clase política de la Transición, se nos ha ido empequeñeciendo, haciéndose más gris e incluso incompetente. Adolfo Suárez se diluye como un azucarillo de modo que aparece culpable de algunas de las lacras que nos azotan, en primer lugar el nazionalismo. Sin las cesiones políticas y sobre todo de mentalidad que el dúo Suárez/Martín Villa impusieron, primero no hubieran asaltado tan pronto los gobiernos autónomos, segundo el terrorismo hubiera sido reducido a la irrelevancia en pocos años y las autonomías, todas, no se hubieran desmadrado de tal manera. Reconozco que es una ucronía y nunca se puede saber, pero los errores de esa pareja son demasiado evidentes como para no asumirlos.

    Ardanza el 23 abril 1986 definió la táctica del PNV con UCD: "enfrentamiento sin concesiones". Al admitir el aquel "duo de la benzina" este escenario, tragárselas dobladas una detrás de otra y no pegar un puñetazo en la mesa ante lo que era literalmente la negación más absoluta de los principios en los que se basó la Transición, sembraron la semilla del desastre actual. Y no está mal recordar que ese "enfrentamiento sin concesiones" estuvo aderezado por los asesinatos de las dos ramas de ETA. Yo aquí tengo una hipótesis de trabajo: ETA fue la guerra sucia del PNV. Algún día lo explicaré con más detalle.

    Sobre la Constitución señor Belosticalle, en relación con el País Vasco es importante recordar un dato que aparece enterrado en las hemerotecas y que me lo encontré en ABC. El día del referendum los interventores del PNV hicieron todo lo posible para torpedear la normalidad de las elecciones. Numerosas mesas no pudieron abrirse a la hora prevista con las más nimias y absurdas excusas. Alguna incluso no pudo abrirse a las 11 horas. Miles de votos, la mayoría positivos, se debieron perder aquel día. Es la enésima constatación de que con esta gentuza, el "derecho a decidir" es el "derecho al pucherazo".

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  7. Con retraso involuntario, gracias a todos por sus comentarios siempre constructivos.

    Mi reflexión brota, más que del cabreo (que también, Don Tumba), del pesimismo por la deriva de la política española en el último año.

    Como se dijo de Erasmo y Lutero, aquí Zapatero puso un huevo que Rajoy empolla, y a ver qué sale, en vez de aplastarlo.

    Un año es suficiente para ver que don Mariano no es el timonel que libre a este país de la escollera, y en su indolencia se diluye la última esperanza. Ni él vale más que su partido, ni su partido es mejor que otro cualquiera, es lo que da de sí el sistema. Admitido esto y sin abundar en ello, buscando las causas remotas es como la cadena inductiva me lleva hasta la Constitución del 78, llamémosla ‘causa primera’, convencionalmente.

    Como apunta doña María/Viejecita, ha habido otros comentarios en el Blog de Santiago González --incluido el Sr. Higueras-–que, si me permiten los autores, quiero citarles aquí.

    Empezando por Arcu (16 enero 2013 en 11:09 am):

    «[…] Yo pienso que la Constitución está mal redactada y se hace un lío con las nacionalidades, países históricos y fueros, porque cuando el PNV estaba negociando con UCD los artículos que concernían al País Vasco o a los ‘nacionalistas vascos’, ETA mataba como moscas a los pobres políticos adscritos a UCD. Hay algún libro donde hay un repaso ‘timeline’ de las negociaciones, y de los asesinatos: PNV negociaba y ETA mataba si los de UCD eran remisos. Más remisos, más muertos. Árbol y nueces en estado puro: PeNtVa. El temor o miedo hizo el resto, y la calculada ambiguedad a la que llegaron nos ha abocado a lo que hoy tenemos y sufri(re)mos. Triste, pero es así.»

    Con mi respuesta:

    «Gracias, amigo Arcu. Así fue, como usted puntualiza, en la génesis de la Constitución Española. ¿Y ahora, qué?

    El hecho es que el pasteleo macabro parió un mal texto en lo relativo a nacionalismos. Pero es que también otros pasteleos propiciaron más contradicciones. Por ejemplo, el Tribunal Supremo es tan ‘supremo’ como en Física es indivisible el ‘átomo’.

    Tenemos cátedras de Derecho Constitucional en las Facultades del ramo. Lo que me extraña es que no las haya también de Gramática Constitucional en las facultades de Letras.

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  8. También don Jorge Higueras (16 enero 2013 en 1:07 pm):

    Don Arcu: Don Belosticalle:
    «Me van a permitir que intervenga -a falta de mejor criterio jurídico-. La maladada Constitución del 78, trajinada y vapuleada por todos los costados y bancadas que en España son, fue, probablemente, casi lo mejor que se pudo parir con las mimbres que había. Es premeditadamente ambigua e indefinida en el tema autonómico, tanto es así que no se recogen las 16 CC.AA. y la foral.
    El gran, grandísimo, error vino con su desarrollo, con los estatutos de autonomía, que cada cual quería ser “más autónomo” que los demás y con el reconocimiento de “privilegios”, así como con el nulo desarrollo del Senado, que siempre debió ser un freno a los “privilegios”(*) de las comunidades “históricas” (¿históricas de qué?), un baluarte de la igualdad territorial y no un cementerio de elefantes.
    Esto que expongo no es culpa de los constituyentes, sino de todos los ejecutivos (sin excepción) desde hace treintaitantos años y de todos los parlamentos que han legiferado (iba a decir excretado pero me he contenido) en materias tan útiles como la helicicultura y se han dejado por desarrollar plenamente los poderes BÁSICOS de un Estado de Derecho digno de tal nombre, amén de cargarse la división de poderes.
    Y de esto que he escrito no es responsable el PP individualmente, ni el PSOE, el solito, de esto son responsables TODOS los partidos que han gobernado España -!vaya¡ resulta que TODOS, son sólo dos (que sobrevivan a si mismos, hasta hoy).
    (*) perdón por la redundancia, pero no hay mejor palabra para definir el concepto de “privilegio” que ella misma, pero si quieren: beneficio, ventaja, prerrogativa, exención, dispensa, distinción, prebenda, FUERO, bula, regalía, son las que aparecen en mi diccionario de sinónimos [Editorial Gredos])»

    Belosticalle: Gracias, Sr. Higueras (1:07), por su precisión realmente esclarecedora.

    Tan de acuerdo estoy con usted, que en el borrador de mi entrada incluía al final un parrafito diciendo que no hablo de los partidos, que eso vino luego, así como el desarrollo legal del texto de la Carta.

    Qué razón tuvo el que dijo, «tú haz la ley, y déjame a mí hacer el reglamento». Pues también con un buen desarrollo legal pudieron corregirse los fallos de origen. Lo que ocurrió es que, gracias al partidismo rampante, todo (o mucho) fue de mal en peor. Y en el hondón estamos.

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  9. Finalmente, mi admirada y muy apreciada doña Carlota se refirió a mi pregunta:

    «… hasta qué punto … la apatía del Gobierno ante el desafío catalán … es efecto de la Constitución Española.

    Justo el 16 don Jesús Laínz había publicado en el ‘Diario Montañés’ un artículo titulado ‘¿Por qué calla Rajoy?’, así que no me resistí a mandarle enlace a su análisis. […]

    Hoy la prensa nos informa de que el Sr. Rajoy callaba porque estaba elaborando una oferta que el ¿Sr.? Mas no debería poder rechazar, en cuanto es un nuevo hito en la anonadación del estado que representaba políticamente en el mundo y en la historia a la nación española -y ¡ojo con las sinécdoques!-. Aún así, el chulo ese de la ¿cómo era aquello? sonrisita esquinada de tío astuto que pone siempre para las fotos desde la Diada es muy capaz de rechazarla, de modo que el Sr Rajoy que prefiere, dónde va a parar, el deshonor a la guerra, tendrá las dos cosas, la segunda, espero, sólo en sentido metafórico. »

    Esa oferta de ‘pacto fiscal’ –-a lo que también aquí se había referido Navarth-– es uno de esos gestos obscenos que ponen en evidencia a un Jefe de Gobierno desnortado y fuera de combate.
    Y encima envuelve el regalo miserable en una ‘sinécdoque criminal’ (¡bravo, Carlota!): «Financiación de la Generalidad, como si de Cataluña se tratara».

    Este D. Mariano está resultando como la maldición y venganza de su antecesor Zapatero.
    Desde luego, no lleva ninguna traza de ser el valiente que ponga dique al desmadre particularista, efecto de una Constitución mal realizada.

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    1. Advertida por mi amigo el Sr. Higueras, acudo con toda presteza a saciar mi vanidad: que el autor de un blog monumental condescienda a citarme elogiosamente es algo que yo no puedo pasar por alto. Menuda soy: un parásito oportunista [nótese el uso epiceno del género] que, en este caso, copipega con breve comentario un fragmento del editorial de Libertad Digital. Pero, en fin, incapaz de descender a aguas profundas, de remontarme a alturas sublimes, pero también de la agilidad de despachar en 140 caracteres, he de ocupar ese lugar rastrero de los saprofitos en la cadena trófica: no producen nada y se sostienen de lo que producen otros.

      El editorial comentado advertía, ‘de pasada’ la inecuación
      financiación de la generalidad ≠ financiación de Cataluña
      La confusión es frecuentísima en el discurso de todos cuanto discurren o se escurren sobre el tema., y no es sino expresión de un esquema previo y más general, instalado sólidamente después de más de tres décadas en la mentalidad de la mayor parte de los opinadores de tertulia audiovisual o de bar, y, peor aún, de los políticos. Quiero decir que, aunque al principio pudiera deberse a la prisa (economía del lenguaje) la elusión de habitual de las palabras precisas ha acabado por conformar un hábito mental por el que las masas social-nacionalistas asumen una propiedad transitiva de equivalencia entre una persona física, un órgano y un “ente” metafísico.
      Por ejemplo, Jordi Pujol (responsable de Banca Catalana)≈Generalidad de Cataluña (órgano administrativo de un ente descentralizado del estado español) ≈ Cataluña (región española, ente jurídico-político, demarcación político-administrativa del estado español, pero también, y ahí el problema, ente místico de pasado mítico y futuro en construcción volitiva y sentimental).
      La vigencia de esa falsa propiedad transitiva que no es sino otro de los ejemplos, de los más burdos, de falacias que rigen la vida política española, es lo que explica la diversa suerte del gestor de BANESTO –carente de ese eficaz blindaje- respecto del de Banca Catalana, entre otros innumerable ejemplos, pasados y presentes.
      Hace años un titular de ‘La Voz de Galicia’ proclamaba, a propósito de una anodina reordenación de competencias entre organismos gestores de cuencas hidrográficas “Galicia recupera sus ríos”
      Y los lectores experimentaban tal liberación de endorfinas que compensaba en el corpus misticum de partencia sus miserias personales, reales y cotidianas. Ese opio, muy parecido en sus efectos al ¡ganamos! del hincha futbolero, aunque con mucho menor sustento, ha sumido en la dependencia a millones, y orienta su voto con eficacia transversal a todos los partidos.
      Ese modo de hablar ha configurado un modo de pensar, mejor dicho, de no-pensar en el que el pensamiento desaparece o se degrada. Como decía el Sr. Ruiz Soroa, citando a no recuerdo quien, “metáforas que nos piensan”.
      -0-
      Volviendo a copiar y pegar, que es lo mío :
      La continuidad del zapaterismo, ya sin Zapatero, me parece, en definitiva, que es la mayor y más silenciada corrupción que puede atribuirse a este PP presidido por Mariano Rajoy. Guillermo Dupuy, en LD

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