lunes, 3 de septiembre de 2012

Rentrée 2012


       El caso Bolinaga no tendría mayor relieve, de no inscribirse en la saga de ETA. Hasta por su lado trágico, la poco clara ‘etapa terminal’ del primero hace recordar la grotesca ‘agonía de ETA’, en cuanto a su duración indefinida.
       Su importancia le viene de sus posibilidades en el campo de la jurisprudencia, como eventual  ‘doctrina Bolinaga’, repitiendo lo de Parot, que también debutó como ‘caso’ y anécdota para elevarse a ‘doctrina’.
       Es lo que hábilmente pretende la Izquierda Abertzale, con la colaboración impagable de los más altos poderes públicos, en su extraña gestión técnica y mediática de un beneficio penitenciario estrepitoso.

       Como en las Termópilas
       La disolución de ETA y su entrega de las armas, en boca del Gobierno de España es un mantra de letanía que ya aburre por su incongruencia, si de veras la banda ha sido derrotada. También esto recuerda las Termópilas, con aquel cruce de comunicados entre Jerjes y Leónidas:
 πάλιν δ το Ξέρξου γράψαντος, ‘πέμψον τ πλα,’ ντέγραψε, ‘μολν λαβέ.’ 
 (Nuevo mensaje de Jerjes: «Entrega las armas». Respuesta: «Ven y las tomas») [1]
      Y es que antes el Gran Rey de Persia había escrito al reyezuelo de Esparta algo que sorprende por su paralelismo actual: 
«Si en vez de luchar contra el destino [2] te entiendes conmigo, puedes ser el monarca de toda Grecia.» 
       La respuesta de Leónidas según Plutarco es moralina hagiográfica, históricamente endeble: 
«Si tuvieses idea de lo que es decencia, no serías tan ambicioso de lo ajeno. Por mi parte, prefiero morir por Grecia a ser el monarca de todos los de mi raza.» [3]  
       Una salida como para hacer reír  a ETA y a los amos virtuales de Euscalerría, pero digna de meditación para el Ejecutivo y la Justicia de España.
       El aberzalismo en general reconocerá aquí sin dificultad el imperialismo español, ambicioso de dominar al Pueblo Vasco, si bien ETA nunca ha estado por el heroísmo a lo Leónidas y sus Trescientos. Y menos aún con la autoinmolación como alternativa al dominio político de todo el Pais Vasco.
       Lo que tiene su miga es la oferta de Jerjes-España, transportada en clave vasca: 
«ETA, ríndete, deja las armas, y yo te dejo libre el acceso al gobierno, no sólo de tu pequeña provincia y gente, sino de toda la CAV y el Pais Vasco-Navarro». 
       La victoria persa, en lo militar, estaba cantada. Aun así, la agonía de los Trescientos pudo haber durado bastante más de una semana, de no haber sido por Efialtes.
      Efialtes es un tópico ambiguo, sucedáneo mortal del deus ex machina, que interviene para soltar un nudo de  suspense, y de paso cumple función catártica, justificativa. Judas, por ejemplo: gracias a él, se captura a Jesús a tiempo para ajusticiarle, y esta circunstancia le convierte en el Cordero de Pascua.
       Hay Efialtes buenos y malos. En las Navas de Tolosa (1212) los cristianos tuvieron su Efialtes bueno, un ángel en figura de pastor –el misterioso Martín Alhaja–, que les llevó derechos al campamento de Miramamolín. El Efialtes de las Termópilas era también pastor, pero de la especie malvada, que ayudó al enemigo a rodear aquel paso honroso y atacar también por la retaguardia a los auxiliares de Esparta (él era de Tesalia).
       ¿Traición? O según se mire, pragmatismo, oportunismo, torpeza… De ahí cierta dificultad para poner nombre a nuestros Efialtes, los buenos y los malos: ¿Chusito, Currin, Rubalcaba, Yuste…? Donde no cabe duda es en la identificación de ‘Efialtes el Torpe’, que ha ido tomado nombre y apellidos de diferentes personalidades, avatarizándose últimamente en el Ministro del Interior, o en el Juez de Vigilancia Penitenciaria.

       Bolinaga y sus Trescientos 
       Para esta representación, nuestro teatrillo de las Termópilas luce el decorado de una cárcel con presos etarras en huelga de hambre. No exactamente ayuno, sólo hambre, y para algunos sólo buen apetito, mitigado con artículos de economato guardados bajo el colchón.
       Lidera el sainete Bolinaga, secundado al principio sólo por una treintena de internos, luego por otros más, con apoyo de aliados externos, hasta completar más o menos los Trescientos de Leónidas. Todo ello en el marco disciplinar de ETA sobre sus ‘presos políticos’, en su vía ortodoxa de excarcelación, frente a la ‘vía Nanclares’ que ofrece el Gobierno.
       La actuación personal del ex carcelero de Ortega Lara’ –como han dado en llamarle duró lo justo (8-22 de agosto) para dejar encarrilado el objetivo, sin poner en peligro su vida de enfermo.
       Obtenido de Instituciones Penitenciarias el beneficio del tercer grado, la libertad condicional era cosa hecha, pese a la oposición de la Fiscalía. Ante la cual, el juez titular Luis de Castro interrumpe sus vacaciones para practicar tal obra de misericordia como es visitar al preso en el hospital de San Sebastián, donde recibe tratamiento médico. Agosto, 28. La entrevista, de pocos minutos, no por breve dejó de ser jugosa, eficaz y altamente noticiable. En ella el recluso aleccionó a su juez: «Estoy enfermo. Cumpla usted la Ley».
       Lejos de ver en ello insolencia o desacato, el misericordioso Castro en un par de días ya tiene listo y emite el auto de libertad condicional.

       Un auto de fe ciega
       El auto ‘JESUS MARIA URIBECHEVARRIA (sic) BOLINAGA’, de 30 de agosto, es notable por más de un concepto.
       Todo el razonamiento jurídico se orienta a una conclusión transparente desde el principio. De hecho, ha sido objeto de una deconstrucción demoledora por parte de la Fiscalía de la misma Audiencia Nacional:
       Aplicación errónea del artículo legal clave en que se funda (art. 92 del Código Penal) –achaca el fiscal–; confusión de los preceptos a aplicar, alegación de precedentes incorrectos, dispensa arbitraria de requisitos por parte del reo, en virtud de la mera apreciación de su escasa peligrosidad y dificultad para delinquir, dado su estado físico. Ni la visita del juez al reo se libra de censura.
       Con qué convicción y nervio actúa este fiscal, después de lo visto ya no importa tanto. Se haga firme o no, el auto de Castro ahí queda, para testimonio de una actitud continuista respecto a ETA y sus presos.
       Uno no entiende de leyes, pero algo se le da la lectura. Al sentido, pues, me atengo. Por ejemplo, donde la ley habla de «la urgencia que el caso requiera», no entender «a todo meter, a toda mecha o a toda pastilla». Que es como se lo ha tomado el juez y se lo tomaría cualquier otro con ganas de despachar cuanto antes.
       Cuando el auto dice «el informe médico», no se entienda como conjunto de informes habidos, sino como el informe que, aunque viniendo sin firmar, ha sido el único tenido en consideración, ignorando otros que tal vez no coinciden con aquél, o incluso lo contradicen. Con todo, «no cabe duda de la imparcialidad y rigor de los facultativos», arguye Castro.
       Y cuando leo que un pronóstico médico adverso se mide por el baremo de una Circular de Centro, «haciendo, que en estos casos, la pena ya no cumpla la finalidad resocializadora que tiene atribuida y se considere su ejecución atentatoria a los principios de humanidad y dignidad de la persona, que tiene que predominar sobre cualquiera otra consideración legal, según reiterada doctrina de nuestro Tribunal Constitucional», no ya digo que no lo entiendo, sino que la frase en sí es initeligible, amén de ofensiva a la sintaxis. Y si de veras el TC dice y piensa lo resaltado en negrita, es preocupante.
       No puede extrañar que el auto haya irritado al Fiscal, aunque éste como tal no haya podido explicitar el porqué. El documento es un montaje de citas de libros para uso de presos y de sus abogados defensores; en especial de un Manual de ejecución penitenciaria, cap. 5, de una lenidad ‘progre’ que convierte en chicle todo hierro que toca [4]. Un ejemplo: 
«En principio, el artículo 196.2 RP está pensado esencialmente para los enfermos terminales. Sin embargo, el concepto de enfermo terminal no debe ser interpretado tan restrictivamente que pueda llegar a confundirse con enfermo agónico o cercano a la muerte… Se puede equiparar… a vivir en libertad esa ultima etapa de la vida que puede incluso tener larga duración; un vivir que es también convivir –el hombre como ser social desde los filósofos griegos–, en definitiva sentir la vida como convivencia y no como dependencia absoluta de otros. Pero además… » 
        Todo así. En estilo leguleyo, pasito a paso, de sofisma en sofisma, resulta que todos nacemos morituri terminales (bendito pecado original, felix culpa), y lo que nos resta de vida –nuestra terminalidad, q. D. g. p. m. a.– no es para que  la Justicia nos lo amargue con algo tan inhumano, tan indigno, como es la privación de libertad, aunque sea en prisiones de lujo. Además, 
«el último período de la vida de un ser humano es el más difícil de afrontar física y psíquicamente. Ello exige (sic) unas condiciones emocionales, materiales y personales (sic; ¿algún adjetivo más?) que son incompatibles con la situación de reclusión.» 
       En suma, según el auto: 
« El período terminal de la vida, (sic, coma) es un concepto indeterminado en cuanto a su duración que puede ser más o menos largo (sic).»
«No se puede interpretar enfermo grave e incurable con (sic) estado preagónico.» [5]
        Y como, por otra parte, lo de la reinserción social más parece un deber y responsabilidad de la sociedad que del propio delincuente, en llegando a esa ‘etapa terminal’ todo lo larga que Dios quiera, pues sanseacabó, allá él con su conciencia. En esta poza de buenismo se abreva el autor del auto Bolinaga.
       En defensa del mismo –del auto–, algunos sacan el axioma ‘in dubio pro reo’. Pero esa regla presupone otra inexcusable: en la duda, lo primero de lo primero es hacer todo lo posible para salir de ella. Sólo agotado ese requisito viene lo del beneficio de la duda. Y en el caso de Josu, hasta para los médicos su desmejoría ha sido efecto transitorio  de su huelga de hambre, y no un agravamiento en su enfermedad.
       Así el juez Castro bien pudo y debió ampliar y contrastar averiguaciones, si no le urgían otras prisas ajenas a la Medicina y al Derecho. ¿O es que su clarividencia ni siquiera abrigó dudas desde el principio sobre cuál iba a ser su decisión? ¿Pues qué esperaba oír en el hospital Donostia, que ya no supiese?
       No le extrañe, por tanto, que la gente haga un mohín escéptico. Es porque se acuerdan de otro enfermo, hace años igualmente gravísimo irreversible; el cual, una vez recobrada su ‘dignidad humana’ en forma de libertad condicional, con buen acuerdo aprovechó para ponerse a cubierto de la Ley. Y aunque por su mala salud de hierro ya no iba con él la obligación de reintegrarse en sociedad, él en su celo ciudadano lo hizo voluntariamente, pasando a ejercer la honrada profesión de taxista en la Gran Bretaña.
       Casualidad, De Juana era de la misma banda que Josu y que otra partida numerosa de presos que  ya reclaman el mismo beneficio, por el mismo motivo y con el mismo jaleo en la calle. Pues no sólo presionan las víctimas, señores Juez y Ministro, también del otro lado sufren ustedes presiones, aunque no parezcan sentirlas, volcados como están en afear a aquéllas su apetito de venganza.
       Y no es que las víctimas sean especialmente vengativas, ni que pidan el talión, cuando muchas de ellas ni siquiera desean la muerte u otro mal ni a sus peores enemigos. Es sólo que les haría maldita gracia, de aquí a unos años, ver a otro verdugo moribundo haciendo vida normal por ahí, sin haberse arrepentido ni resarcido por el daño causado. Pues eso: ¿a qué tantas prisas?
       Otro escrúpulo viene de la misma fe ciega que Castro expresa y reclama, en cuanto a la pretendida dificultad del reo para delinquir, que le hace poco o nada peligroso. Hombre, para pegar tiros y salir corriendo, o para vigilar a un secuestrado en un zulo durante meses, probablemente un canceroso incurable no sea el peón indicado. Pero es que la trama de ETA es muy compleja, con variedad de vidas y milagros, donde entran también los especialistas del espionaje y el chivatazo. Y en esto sí que un paciente desde su butaca en un balcón todavía puede prestar cierto servicio. Máxime si no ha dado muestra alguna de arrepentimiento.
       El que la banda haya dejado las armas no significa, señor Juez, que aquí nadie tenga que andar ya con la barba al hombro.  No seamos ingenuos, dicho sea con la venia y sin ánimo de señalar. 

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[1] Plutarco, Apotegmas lacónicos, 51,11.
[2] Literalmente, θεομαχεν, ‘guerrear contra el Dios’ (el divino Jerjes); o tal vez irónicamente, ‘guerrear a lo divino’, evocación de la Titanomaquia, que terminó en victoria total del panteón del Olimpo.
[3] Plutarco, ibíd. 51. 10.
[4] Julián Carlos Ríos, Manual de ejecución penitenciaria. 1998. Prólogo de Arturo Beltrán Núñez. (“Defenderse en Prisión”, sería el subtítulo. De hecho, el libro sigue en serie a otros del mismo autor: Aprender a defenderse en prisión, y Manual para la defensa de las personas presas). Se nota que no está escrito para fiscales, pero ¿para jueces?
[5] Auto 'Uribechevarria Bolinaga', Séptimo, c) y d).

8 comentarios:

  1. Buenos tardes Profesor,
    se ve que el norte de Burgos le sienta a usted de maravilla. Ha vuelto con brío y elocuencia para nuestro deleite.
    Muchas gracias.

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  2. A pesar de lo ignorante y lo bruta que soy, he disfrutado muchísimo con este texto suyo, y con la comparación con Jerjes, Leónidas, y lo de las Termópilas.

    ¡Muchas Gracias!

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  3. genial, genial, genial, ... Tanto gusto me ha dado leerle que aún voy a tener que agradece al improbable pero cierto juez Castro haber elaborado su 'Auto' por haber dado con ello motivo a su glosa: del estiércol salen las flores.

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  4. Querido Belosticalle, menudo hallazgo. El juez ha usado una fuente de conocimiento realmente inesperada, y estas cosas suelen ir a peor. Si esto sigue así, en el futuro habrá que adaptar la redacción de alguna norma de nuestro cuerpo legal. Por ejemplo: “las fuentes del ordenamiento jurídico español son la ley, la costumbre, y los manuales de autoayuda”.

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  5. Genial texto, maestro Belosticalle. Para guardar.

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  6. Brillante.
    (Como siempre)

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  7. Impecable y audaz maestro!
    Y, como siempre, para meditar.
    Gracias!

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