El Diccionario de la RAE registra varias acepciones del término precisión. He aquí dos de ellos:
2. f. Determinación, exactitud, puntualidad, concisión 4. f. Fil. Abstracción o separación mental que hace el entendimiento de dos cosas realmente identificadas, en virtud de la cual se concibe la una como distinta de la otra.
A lo que se ve, la Academia no recoge otra acepción retórica de precisión en el sentido de reticencia, cuando empezamos a decir una cosa y, por algún respeto, cortamos el discurso dejándola a entender.
Aquí vendría bien un ejercicio de aplicación para usar con propiedad la palabra. Empezando por la acepción número 2, haremos la siguiente
1. Precisión sobre la novedad del término vasco.
Escribiendo la entrada anterior (miércoles 29 de julio), no tuve a mano algunas fuentes habituales, que ayer he podido consultar. Sin quitar nada de lo dicho, me gustaría puntualizar y completar algún dato. Me refiero a los dos diccionarios de la lengua más importantes de los siglos XVII y XVIII respectivamente.
1.1. Sebastián Covarrubias Orozco (1539-1613), toledano, canónigo de Cuenca, fue autor del Tesoro de la Lengua Castellana, o Española (Madrid, Luis Sánchez, 1611; 2ª ed. añadida, 1673/4). Uso la edición de Martín de Riquer.
Por supuesto, la palabra 'vasco' le es totalmente desconocida. Tampoco registra 'vascongado' como gentilicio (sólo como nombre de la lengua, vascongada), aunque ya lo usó en el siglo XVI Martín de Azpilcueta, el 'Doctor Navarro' (derecha), en su Manual de confesores y penitentes (1553), que Covarrubias tuvo que conocer necesariamente.
Aquí nos interesan primeramente dos entradas sinónimas: Gascuña y Vascuña:
Gascuña. Es lo mesmo que Vascuña. Gascones y vascones.
Abraham Ortelio dice ser Navarra, según la opinión de Tarafa, y añade: Postquam autem ex Hispania in Galliam se transtulere, Gascones dicti fuere, ut hactenus vocantur.
De allí se dixo su lengua gascuence o vascuence.
Verás al padre Pineda en su Monarquia Ecclesiástica, en la segunda parte, lib. 14, cap 16, § 5, y dize assí:
«Vasconia, que agora se llama Gascuña, de la otra parte de los Pirineos; y dize bien Blondo Fabio Forliviense que Vasconia quiere dezir en lengua góthica Gothia Occidental; y en tal caso no Vasconia sino Vasgothia se avía de llamar; y es creyble aver sido assí, sino que con la corriente de los tiempos se mudan las cosas y sus nombres». Hasta aquí Pineda.
[El Tarafa citado es el canónigo catalán Francesc Tarafa, en su deficiente Crónica de los Reyes de España (Amberes, 1553), traducida del latín por Alonso de Santa Cruz (1562). Pineda es fray Juan de Pineda, franciscano, autor de una Historia Universal del Mundo, titulada extrañamente Monarquía Eclesiástica (1ª edic. completa, Salamanca 1588). No confundirle con el padre Juan de Pineda, docto escriturista e inquisidor jesuita o 'teatino', que según Góngora, tenía más de 'tea' que de 'tino', al menos como censor; y no le andaba lejos Quevedo. El Forliviense fue Flavio Biondo de Forlì (1392-1463), un secretario papal humanista y arqueólogo, precursor de Gibbon como historiador del decadente Imperio Romano. Ortelius fue el realizador del primer atlas mundial, el Theatrum Orbis Terrarum, con 31 ediciones entre 1570-1612, donde se habla de los vascos franceses como emigrantes desde España.]
Vascuña. Por otro nombre dicho Gascueña y por otro Lipúzcoa y Cantabria; comprehende en sí los pueblos de Bizcaya y parte de Navarra. La lengua de los desta tierra llamaron vascongada. Tiénese por cierto que la primera población de España fue la de esta tierra, por Túbal, tataranieto de Noé; y es cosa admirable que hasta nuestro tiempos se aya conservado sin mezcla de otra alguna, excepto algunos vocablos que por la comunicación de los demás pueblos se avrán introducido. Esta gente hasta la predicación del Evangelio vivió en la ley de naturaleza, adorando un solo Dios verdadero. La Cantabria, Guipúzcoa, Álava, Vizcaya y las demás partes del reyno de Navarra que han participado y participan desta lengua, es de la gente más antigua y más noble y limpia de toda España.
[Subrayo el entusiasmo de Covarrubias por la leyenda de Túbal y por una gente que le parecería familiar por su segundo apellido, Orozco. Nótese la inclusión sólo de «parte de Navarra», lo que lleva a una identificación del 'vascuence' como topos lingüístico.]
También conviene conocer del mismo diccionario el artículo siguiente, donde el gasto lo hace básicamente Garibay:
Cantabria. Provincia en la España Tarraconense, que confina con las Asturias, de donde el mar Océano, vezino a ella, se llama Cantábrico. Vulgarmente se dize Vizcaya, y por otro nombre Lipúzcua o Guipúzcoa.
De los vizcaínos se cuenta ser gente feroz y que no viven contentos si no es teniendo guerra; y sería en aquel tiempo quando vivían sin policía ni dotrina. Agora esto se ha reduzido a valentía hidalga y noble, y los vizcaínos son grandes soldados por tierra y por mar; y en letras y en materia de gobierno y cuenta y razón, aventajados a todos los demás de España. Son muy fieles, sufridos y perseverantes en el trabajo. Gente limpíssima, que no han admitido en su provincia hombres estrangeros ni mal nacidos. Dellos escribe Silio Itálico:
Cantaber ante omnes hyemisque, aestusque, famisque / invictus.
Y luego hablando de los mesmos:
Nec vitam sine Marte pati: quippe omnis in armis
Lucis causa sita est, damnatam vivere paci.
Escriven de los cántabros, que quando vencidos de sus enemigos los enclavaban en las cruzes, que en aquel tiempo eran como agora las horcas, mostravan alegría y contento, cantando canciones en su lengua. Díxose también Cantábriga, según algunos autores de Brigo. Vide Estevan de Garibay, lib. 4, caps. 3 y 7.
[Aparte la misma visión idealizada del 'vizcaíno', hidalgo noble por su propia naturaleza y virtud, conviene precisar lo de «aventajados en letras», que como explicó Caro Baroja, se refiere a lo que se llamaba 'cosas de pluma', es decir, de escribanía, empezando por la caligrafía y siguiendo por la redacción y la contabilidad –«cuenta y razón»–, lo que les hizo destacar como buenos secretarios. En cuanto a lo de «gente limpísima», se refiere a 'limpieza de sangre', con un toquecito racista que ya apuntaba en aquellos orgullosos hidalgos, en una tierra inhóspita para 'extranjeros y mal nacidos': los que finalmente se señalarían como maketos, pero que de momento eran sólo judíos y moros, como también gabachos, tudescos o ingleses apestosos de herejía. Los versos latinos de Silio Itálico (siglo I) son de Las Guerras Púnicas,), poema épico muy apreciado entonces porque se creía que el autor fue sevillano de Itálica.]
Covarrubias no dedica entrada al vascuence. Sin embargo, en Bizarría propone esta etimología: «Otros dizen ser nombre bascuence 'bizarría' y 'bizarro', y que vale tanto como 'hombre de barba'…; y assí la bizarría no sólo se muestra en el vestido, pero también en el semblante y en la postura de la barba y vigotes». El mismo origen vascongado (bizarro = bizardun o 'barbado', de bizar, barba) había publicado poco antes Baltasar de Echabe en sus Discursos de la antigüedad de la lengua cántabra bascongada (Méjico, 1607), opinión que conoce la Academia, como vamos a ver.
1.2. El primer diccionario de la lengua autorizado fue el de la Real Academia Española (6 tomos, 1726-1739), llamado 'de Autoridades', por las citadas para ilustrar las entradas. Veamos las que no interesan:
Despachamos primeramente Bizarría, artículo basado en Covarrubias, suspensa la etimología entre el árabe, el italiano y el bascuence. Opinión esta última que subleva a don Juan Corominas en el extenso artículo Bizarro, a favor del italiano (Corominas-Pascual, Diccionario etimológico castellano e hispánico, 1: 595-597).
El 'bascuence', escrito con be en el artículo 'bizarría', tiene en este Diccionario entrada propia con uve:
Vascuence. s. m. El idioma, ù Lengua de Vizcaya. Lat. Idioma Cantabricum. Ambr. Mor. lib 9, cap. 3. De lo dicho resulta entenderse, cómo no tienen buen fundamento los que quieren decir, que la lengua que los Vizcaínos agora tienen, y llaman Vascuence, fue la común antigua de toda España.
Vascuence Se llama también lo que está tan confuso, y obscuro, que no se puede entender…
Vascongado, da. adj. que se aplica al dialecto de Vizcaya. Lat. Cantabricus, a, um. NAVARR. Man cap. 22. El qual, si viera los Obispados de Castilla, Navarra, y Francia, en que hay Vascongados, y Romanzados, no dixera esto.
[La 'autoridad' para el caso, Navarro, es el citado Azpilcueta en su Manual de confesores, lo que prueba que ya en el siglo XVI se decía vascongado, no sólo del idioma, sino de los que lo hablan, los euscaldunas.. La otra autoridad anterior es Ambrosio de Morales, cronista de Felipe II y contrario a la tesis vascoiberista de Garibay]
Lo que no existe para el Diccionario es el término vasco, ni como adjetivo ni como gentilicio. Sólo unas décadas más tarde el adjetivo hará inclusión como galicismo, desde Francia.
Sin embargo, hay una entrada que a primera vista haría suponer la presencia de 'vasco' desde mucho antes. Me refiero a la voz
Basquiña. s. f. Ropa, o saya que trahen las mugéres desde la cintúra al suelo, con sus pliegues, que hechos en la parte superior forman la cintura, y por la parte inferior tienen mucho vuelo. Pónese encima de los guardapieses y demás ropa, y algunas tienen por detrás falda que arrastra. …
La relación entre 'basquiña' y 'vasca' es obvia para Corominas. Incluso existe la variante basca, 'especie de jubón' (dice), V. basquiña. Veamos pues:
Basquiña, del port. anticuado vasquinha íd., diminutivo del gentilicio vasco. 1ª doc.: 1547, Palmerín.
En portugués se halla también desde el s. XVI. El uso en la Península ha de ser algo anterior, pues el fr. basquine, de uso frecuente en el siglo XVI y tomado del castellano, ya aparece en 1535 (Schmidt, ref.). Baltasar del Alcázar emplea la forma castellanizada basquina, de donde viene el fr. basquine, ya en Rabelais, Gargantua, cap. 56 (Sainéan, la Langue de Rab. I, 164). Ast. basca 'vestidura parecida al jubón, hecha de bayeta' (V.). El hispano-árabe gaskûn traducido "camisia" por R. Martí, y procedente también del lat. VASCONEM (>gascón) ha de tener origen semejante; pasó al val. basquinya (= cat. faldilla) a. 1575… (Corominas-Pascual, 1:536).
¿Qué decir de ello, y en especial de lo que marco en negrita y amarillo? Con todo respeto a filólogos tan autorizados, creo que la palabra no deriva del castellano 'vasco', sino del francés basque. De hecho, ya dice que la variante arábiga para Ramón Martí (siglo XIII) en femenino sonaría igual que 'gascona'.
La primera referencia francesa, 1535, es precisamente el año de publicación del Gargantua. El citado cap. 56 es muy interesante para la nomenclatura del traje, tanto femenino como masculino, pues describe la supuesta moda de vestir en la imaginaria Abadía mixta de Thélème. Allí se dice que las monjas, por debajo de la camisa, «vestoient la belle vasquine, de quelque beau camelot de soye» (vestían la hermosa vasquiña, de cierto hermoso camelote de seda). Un oximorón irónico, pues los camelotes se hacían de pelo de camello, o en su defecto de cabra, algo insoportable para las refinadas telemesinas. De camelote eran, por ejemplo, los cilicios de penitencia que se llevaban a flor de piel, como aquí la basquiña monjil, que siendo de seda, bien estaba para por debajo de la camisa.
Por cierto, la anotadora de la edición que uso de Rabelais, Oeuvres complètes, París, Seuil, 1973, pág. 200, despacha la vasquine definiéndola como 'corset très raide' (corsé muy tieso), que no sé de dónde lo saca, para señoras tan finas como las del camelote sedoso. Camelote (dice): forte étoffe de poil de chèvre (paño fuerte de pelo de cabra). Y así todo por el estilo. Sin comentario.
2. La precisión como operación lógica y figura retórica.
Aquí podríamos tomar como ejemplo las declaraciones de Joseba Egibar sobre ETA que publicaba ayer El Correo. No sobre el final de ETA, sino sobre su «decisión de parar», cosa que según el político jeltzale debe tener «un final dialogado», porque si no, ya se sabe (o por lo Menos Egibar lo sabe), «este tipo de fenómenos puede rebrotar».
Aquí sí que hay 'precisiones' a barullo (abstracción, reticencia, de todo...). Lástima que lo anterior ha salido un poco largo y no queda sitio para otro tanto. Otro día será.
Vuelvo a casa y me encuentro con su sabiduría, y como siempre, gracias por la historia y la documentación.
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