¿Usted cree que era el lugar? |
Para estas vanidades un mes es la eternidad. Muchos sin duda ya tienen felizmente olvidado el último tango de Tangana y Peluso en la Catedral de Toledo, si es que alguna vez la noticia les llegó al córtex cerebral, allí donde las impresiones son noticia. No voy a sumarme, pulgar arriba, pulgar abajo, al montón estadístico de opiniones, ¿a quién le importa eso? Me limito a reflexionar ante un hecho que sólo conozco por mensajes mediáticos y un video publicitario. ¿Escandaloso? ¿Patético? ¿Ridículo? A elegir adjetivo, me quedo con los tres, pero me pinta más el tercero, englobado en el segundo según la Academia:
Escandaloso. 1. Que causa escándalo.
Patético. 1. Que conmueve profundamente o causa un gran dolor o tristeza. Como no es mi caso, me quedo con 2. Penoso, lamentable o ridículo. Probemos con ridículo.
Ridículo. Como adjetivo, nos basta con 1. Que por su rareza o extravagancia mueve o puede mover a risa. Como nombre, 5. m. Situación ridícula en que cae una persona.
Conque caer en ridículo, o hacer el ridículo, es propio de personas, qué interesante. Entendiendo por
Persona: 1. Individuo de la especie humana; como también en Derecho, 6. Sujeto de derecho; o incluso en Filosofía, 7. Supuesto inteligente.
Y aquí topamos con la Iglesia de Toledo como «sujeto de Derecho», conformada en su clero por individuos «supuestos inteligentes»: de un lado, el Cabildo capitaneado por su Deán; del otro, el Arzobispo. Como individuos, a cada uno la inteligencia se le supone. Como cuerpo clerical y sujeto de derecho, no tanto, si en asunto lúbrico no han ido de acuerdo.
«Asunto lúbrico por lo delúbrico», dicho sea en reguetón juguetón: lúbrico o resbaloso, porque algo lúbrico o lascivo se realizó en un delubrum o recinto sacro. Para una pareja de baile, cantautor y cantautriz, se ha tenido la ocurrencia de promocionar su nueva obra, ‘Ateo’, grabándola en el templo de máximo rango en la Iglesia de España: la sede primada de Toledo. El mismo baile y cantinela ejecutado en lugar profano pasa desapercibido (hagan la prueba). Realizado en la catedral de Toledo bajo iluminación nocturna con el trascoro de fondo, y en la sala capitular llegando al orgasmo lírico entre las miradas de todos sus mitrados retratados en serie, es de un surrealismo morboso impactante. Y para ellos ha funcionado. ¿Por qué?
Es la transgresión de montarlo en sagrado lo que convierte la letra en blasfemia y el baile en sacrilegio. Dicho sea todo en el sentido técnico de los términos en cursiva, definidos en los diccionarios y calificados en el ordenamiento eclesiástico, al margen de la fe y el sentimiento religioso.
Lo peliagudo del caso es que no se trata de una transgresión ‘robada’ ni clandestina, sino ejecutada en virtud de operación mercantil suscrita entre la sociedad productora del vídeo y una autoridad eclesiástica competente, aquí representada por el Deán del Cabildo catedral de Toledo. Más aún, al dejar el cabildo la realización totalmente en manos de la otra parte contratante, sin nadie de la casa supervisando lo que allí se guisaba, tiene figura de arrendamiento o alquiler de la catedral para lo que salte. Y lo que saltó ha llamado la atención, por supuesto. De eso se trataba, al menos para la parte contratante seglar que dijo haber pagado por usar el templo 30.000 €, o sólo la mitad según el deán.
Una diferencia contable de importancia, sin importancia. Quince o treinta mil, qué más da, el vídeo circula por la Red con la fluidez del éxito para la pareja de artistas, mientras la Santa Iglesia de Toledo y Primada de las Españas inicia su viacrucis. ¿Se puede ser menos inteligente?
Surgido el escándalo, el mismo deán sale al paso justificando el permiso como para la difusión de una obra buena y positiva. Según él, ‘Ateo’ de Tangana es «la historia de una conversión» a la fe en Dios por el amor, lo que le confiere valor religioso.
Yo era ateo, pero ahora creo,
porque un milagro como tú ha tenido que bajar del cielo.
Esto implica de parte del canónigo conocimiento pleno de la letra que acompaña al baile, del baile mismo y de la grabación toda, que si bien «utiliza un lenguaje visual provocador», recibe su nihil obstat en el sentido de que «no afecta a la fe»; mejor aún, «a ciertas actitudes de intolerancia contrapone la comprensión y acogida de la Iglesia, tal y como se manifiesta en las secuencias finales del vídeo» (¡!). Luego vemos esto.
Ya da en manía fundar las pretensiones artísticas plásticas en el maltrato a la cultura cristiana, al reclamo de la provocación y el escándalo. Cuanto más chabacano y a lo bruto, más llamativo y rentable, si al fin «todo Arte es propaganda» (Orwell). Con el Islam se atreven menos, porque allí no funciona el principio de Tiberio: Deorum iniuriae diis cura (‘de injurias a los dioses, allá cuidados’). O sí funciona, sólo que allí Alá cuida de sí por medio de dos brazos humanos vengadores automáticos, uno penal y otro de acción directa. Aquí en cambio guisar cristos al microondas se ampara en la libertad de expresión artística… ¿qué digo, arte? Para el difunto Krahe (r. i. p. a la brasa), lo suyo era ¡filosofía!; y si alguien se da por escandalizado, que se fastidie o se adapte a la semiótica de los tiempos. Dejo fuera de debate si lo del Tangana con la Peluso es más derogatorio para la Religión que lo del fallecido en Zahara de los Atunes.
A propósito de atunes y Toledo, allí también el último agosto la Zahara daba que hablar con su cartel de ‘Puta’, donde la cantautriz se presentaba como la Virgen con el Niño y luciendo la gran banda azul celeste del viejo oficio.
La cosa es compleja, por lo que tiene de subjetivo y hasta paradójico. En una sociedad secularizada las creaciones religiosas mantienen su prestigio cultural y emotivo también para los no creyentes. Así ocurre que una misma irreverencia ofenda más a gente agnóstica y atea que a creyentes y practicantes, y todo por diferencias de sensibilidad estética, valga el pleonasmo si es aclarativo. Para colmo, hay clérigos de prestigio que ven normal y hasta positivo que la Iglesia vaya entrando en vereda y compromiso con las formas de expresión artística moderna, como si una pareja como T&P tuviese algo que mostrar con su ‘arte’ y manera, tan edificante que merezca el escenario insólito de un templo.
El cartel de Zahara fue denunciado al consistorio toledano, que respondió con una censura civil administrativa prohibiendo su fijación pública en la ciudad, para salvaguarda del sentimiento religioso. Por contraste, la profanación de la catedral con el rodaje de un vídeo impropio, chocante y escandaloso ha tenido no sólo el visto bueno del deán del cabildo, sino su aplauso.
Sostenella y no enmendalla
Ignoro si el deán Sr. Ferrer Grenesche se pronunció sobre lo de Zahara. Con respecto al videoclip, en respuesta a «las reacciones provocadas por la publicación» del mismo, el 8 de octubre la Archidiócesis de Toledo (sic) archituiteaba una ‘nota’ del clérigo, que reproduzco, porque es para leída entera y despacio.
Analicemos:
A una breve exposición del motivo («las reacciones provocadas») sigue un manifiesto del Sr. Deán en cinco puntos:
Uno por uno, en todos justifica plenamente la grabación y en ninguno admite margen de error o motivo de reproche.
Sólo en el punto 4. se toca el motivo de la nota, o sea las ‘reacciones’, que aquí se reducen a posible «desagrado» y posible «sensibilidad herida» en «algunas personas»; lo que «lamentamos» y «pedimos disculpas», bien entendido que «la finalidad ha sido exclusivamente» otra muy distinta.
En plata: un daño colateral menor, al lado del buen fin procurado y de la bondad y calidad del contenido.
Tras esto, el Sr. Deán fecha y firma. El que empezó en primera persona de singular («deseo manifestar»), así mismo cierra con su nombre y apellidos, aunque un punto del manifiesto, el 4. precisamente, va expresado en plural: «Lamentamos… Pedimos… La finalidad ha sido exclusivamente…» ¿Hablaba el deán como cabeza de un cuerpo colegiado, el cabildo canonical? ¿O tal vez era portavoz de la Archidiócesis de Toledo, como sugiere la cuenta y el membrete?
Nota tan notable de monseñor Ferrer no le sonó bien a su superior y cabeza de la Iglesia de Toledo. El mismo día 8 y sin aludir al deán ni a su tuíter el Arzobispado por la misma vía y órgano oficioso tuiteaba en nombre del arzobispo D. Francisco Cerro Chaves una ‘nota de prensa’:
Nota de prensa, o ‘nota aclaratoria’. En efecto, se trataba de «aclarar algunas cuestiones suscitadas al hilo de la publicación del vídeo musical grabado el pasado mes de septiembre en la S. I. Catedral Primada».
¿Qué cuestiones? Concretamente tres, y en las tres el prelado aclara su postura contraria a la del deán en su nota:
1. El Arzobispo desconocía totalmente la existencia del proyecto de grabación, su contenido y «el resultado final».
2. El Arzobispo lamenta lo sucedido y desaprueba las imágenes grabadas.
3. Lo hecho constituye «uso indebido de un lugar sagrado», por lo que «pedimos humilde y sinceramente perdón a todos los fieles laicos, consagrados y sacerdotes que se han sentido justamente heridos» por ello. Un final punto 4. va encaminado a asegurar que en el futuro no se pueda repetir algo semejante en ningún templo de la archidócesis. Ambos puntos, 3. y 4., expresan una condena sin paliativos de lo mismo que el deán aprobaba y alababa en su nota. Ni una palabra de condescendencia en atención a posibles valores religiosos ni culturales.
La respuesta del prelado pareció floja a los más descontentos. Tonante no es, ni siquiera culpa a nadie. Un correctivo al deán y su nota era esperable, pero también de su parte como pastor algún mea culpa ‘de non vigilando’, aun tratándose de una operación discreta y grabación nocturna, que para eso están los canes. D. Francisco ha preferido llamar a D. Juan-Miguel a capítulo en privado, y el efecto ha sido doble: el deán ha dimitido de su cargo, no sin antes enmendar su primera salida absurda con un reconocimiento algo más explícito de su responsabilidad, eso sí, compartida: «He pedido perdón por lo que hemos podido hacer mal; de palabra, de obra y omisión, según la responsabilidad de cada uno. Porque en el cabildo no todos tienen la misma responsabilidad».
(En tan tibio ‘reconocimiento’ del deán, algún chusco le corregía una supuesta errata: «hemos podido hacer mal, de palabra, de obra y [c]omisión», apuntando a los 15.000 € de diferencia entre el supuesto pago y el supuesto cobro.)
Se diría que el hombre, o se hace el loco, o es incapaz de entender y sentir el quid del problema, a juzgar por esas declaraciones y otras que luego hizo a los medios: «Es verdad que cometimos el error, cuando eso se grabó, no había nadie que nos representara. Entonces no se pudo hacer advertencias, a lo mejor, a algunas de las cosas que luego han provocado el escándalo de algunas personas… Esto se tenía que haber evitado, fue un fallo». ¿Y la justificación que dio del contrato y permiso concedido, con base en el supuesto valor religioso de la letra de la canción y su ortodoxia («nada contra la fe»)?
Yo era ateo, pero ahora creo…
Quiero hacerle religión a tu melena,
a tu boca y a tu cara,
y que me perdone la Virgen de la Almudena
las cosa’ que hago en tu cama.
Nada que rectificar: «Lo que tratábamos de decir [en el comunicado] era verdad, porque, sobre todo, lo que explicábamos eran las razones por las que se llegó al permiso».
¿Conque esa letrilla es para ti una balada religiosa de conversión a la fe? Amigo exegeta, te soy sincero: trato de ponerte en lo tuyo, explicando al pueblo el credo y los mandamientos, y me pongo nervioso.
Si alguna empatía y conmiseración se siente hacia quien de buena fe se equivoca, esa disposición favorable flaquea ante cabeza tan firme y segura de sí. Frente a la sensibilidad expresada por su arzobispo, el deán en todo el asunto sólo lamenta el ruido mediático y «el escándalo de algunas personas». Sólo le faltó recordar que no todo escándalo es legítimo, pues también hay escándalo de fariseos. Pero es que hasta el único error admitido –dejar sin supervisión a la pareja artística explayarse a sus anchas en la catedral y sala capitular– lo desvirtúa luego el deán con una disculpa apabullante: la normativa del Cabildo no contempla «todas las características como para evitar un conflicto de este tipo» (!).
A don Juan-Miguel le preocupan hablillas de enfrentamiento entre él y el prelado y protesta hallarse «en total comunión con el arzobispo»: una expresión que en su sentido prístino tradicional se refiere a la esfera de la fe y caridad religiosa, sin excluir diferencias de criterio a otras niveles. Quien tenga alguna idea de historia de las diócesis sabe que la fricción y choque entre canónigos y obispo por cuestiones prácticas ha sido tanto excepción como regla, sin perjuicio de una comunión perfecta. Y es lógico, como ocurre en tantos organismos eclesiásticos y seglares: los obispos pasan, igual que los ministros, mientras los cabildos y el funcionariado en general permanecen. De hecho los canónigos tienen su autonomía y su reparto de atribuciones, y aquí entra la concesión de permisos como el que nos ocupa. ¿Qué tiene eso que ver con la total comunión –excusa no pedida– , ni ésta con los «fallos de comunicación» que el deán reconoce, sin reconocer también a qué se deben? La verdad, tanto apuntar a dianas distintas del propio patinazo a cuenta del vídeo aburre.
«Yo admito toda crítica y reconozco que me puedo equivocar e incluso hacer mal, espero que sin querer; pero cuando me corrigen también me gusta que me corrijan con un poco de caridad y respeto.»
El martes 12 de octubre, fiesta patronal de la Guardia Civil, el todavía Deán de Toledo, al final de los actos castrenses, hizo declaraciones para la prensa sobre el ya famoso vídeo, a raíz de la noticia oficial de su dimisión. En ellas figura el párrafo anterior y otras apreciaciones del ya ex deán desde el sábado siguiente 16 de octubre, sin más consecuencia: no pesa sobre él ninguna pena canónica, sigue siendo canónigo, capellán, profesor, asesor y miembro de consejos, etc. etc.
En todo esto, a él le preocupan sobre todo sus padres, que son mayores. Desde luego, si son personas a la antigua y han visto, como todo el mundo, lo que su hijo permite hacer por dinero en la catedral, es fácil imaginar la zozobra de una madre, o el cabreo y hasta la bronca de un padre que vuelve de echar la partida con los amigos avergonzado de la chirigota después de tragarse el vídeo.
La cerrazón del ex deán de Toledo es chocante si, como leemos, se trata de una persona capaz y muy preparada, con larga experiencia en cargos de responsabilidad y un cursus honorum brillante como favorito del valenciano cardenal Antonio Cañizares, que en su fase de Arzobispo de Toledo (2002-2009) tuvo a mons. Ferrer de Vicario General y encargado de Asuntos Económicos, y al ser nombrado arzobispo de Valencia (2014) quiso hacerle obispo auxiliar suyo, sin resultado.
Pero bueno, lo que aquí nos importa más es su doctorado en Liturgia Sagrada obtenido en Roma (1994) y su prestigio en la materia, profesor en la misma, consultor y miembro de importantes comisiones que marcan el rumbo de nuevas formas de expresión religiosa pública católica más conforme al lenguaje estético de nuestro tiempo. En fin, desde el año 2000 es Capellán mayor de una singular capilla en la catedral de Toledo, la del rito Mozárabe con su liturgia propia. Es además autor de obras divulgativas de su especialidad, a destacar el Curso de liturgia hispano-mozárabe (1995). Un una palabra, don Juan-Miguel Ferrer es un liturgista de cuerpo entero.
Pues bien, y viniendo a lo primero: ¿qué es liturgia?
De la liturgia a la orgía, por filológica vía
Mi abuela, muy de iglesia, no usaba esa palabra, liturgia. Ella decía función. Liturgia es la función de iglesia como asamblea programada –la principal, la misa–. Liturgia es también el conjunto de funciones de iglesia ajustadas a forma o rito. Liturgia es, en fin, la ciencia y arte de ejecutar las funciones litúrgicas como está mandado: es por tanto la especialidad doctoral del ex deán de Toledo y capellán de su liturgia o rito mozárabe.
Con esta debilidad que padezco por la etimología –el estudio del origen de las palabras–, el reverendo me disculpará la pedantería de recordar de dónde viene ésta tan bonita, liturgia, ya que por lo que he podido ver él no lo hace en su libro citado, donde tanto la repite.
Liturgia es palabra latina de origen griego (λειτουργία), donde se reconocen los elementos érgon (ἔργον: obra, servicio) y léiton/líton (λήιτον: lo popular o público), derivado de laós, (λᾱός, también ληός y λεώς: pueblo). Es la función pública, en especial la desempeñada en lo público, en la casa del pueblo, o sea el templo.
De érgon (ἔργον) deriva órgion, órgia en plural (ὄργιον, ὄργια), forma especial para nombrar los servicios no públicos sino secretos y arcanos propios de religiones mistéricas. Las celebraciones de los misterios nocturnos de Baco y otros similares, a puerta cerrada y entre el entusiasmo desatado de los adeptos, en latín se decían orgia, nombre plural neutro que el francés hizo singular femenino, orgie, y de ahí también el español afrancesado hizo llana su orgía.
Y mira por dónde estos vericuetos filológicos nos llevan de nuevo a la catedral. Ahora ya tenemos nombre para la función dionisíaca allí celebrada y grabada a puerta cerrada con nocturnidad y misterio, mucho entusiasmo y poco freno: técnicamente una orgía.
Me sacaste de la oscuridad:
tú despierta ese diablo mío
que me roba
toda espiritualidad.
Yo era ateo,
pero ahora creo...
De modo que, con la venia del Dr. Ferrer, si liturgia es la santa misa que él celebra en la Capilla Mozárabe, liturgia fue también la pachanga de T&P. Liturgia divina la primera, la misa; y liturgia profana ésta segunda: abuso grave del templo, lo que técnicamente se llama profanación y sacrilegio, aunque el arzobispo mon. Cerro prefiera rebajarlo a «uso indebido». Tanto es así, que por ello el domingo 17 en el mismo templo-catedral se practicó otra liturgia para el caso, como es el rito de reconciliación y purificación del templo.
Y como para todo hay gente, no faltaron cejas enarcadas como de quien ve fantasmas de la Edad Media. ¿Excesivo? Lo visto aquel domingo en Toledo era sombra de lo que fue esta liturgia, pensada para devolver al pueblo la confianza en un templo profanado, y por tanto inservible, donde no había misa ni perdón que valga, y rezarle allí a un Dios airado era inútil o contraproducente. Como rito expiatorio, el gesto principal era la humillación del obispo postrado en tierra durante las letanías.
Esto otro ha sido un acto penitencial más sencillo, pidiendo perdón por «las negligencias en el cuidado y respeto del templo», así en abstracto, que nadie se pique. Y, la verdad, contando Toledo con un liturgista de la talla del Dr. Ferrer, no habría estado mal que el arzobispo, ya que no ha querido implicarle en la culpa, le hubiese impuesto la pena de organizar el acto y dirigirlo como maestro de ceremonias. Habría sido fina penitencia para hombre tan cervigudo, dicho sea con todo el afecto y el respeto que a él le gusta de sus correctores, sin ser yo uno de ellos ni quién para corregirle.
Cosas de otros tiempos
Lances de este género dan ocasión para curiosear un poco en temas que han evolucionado mucho de ayer a hoy, no siempre en la dirección que imaginábamos. Hoy los conciertos en los templos son cosa ordinaria, y aunque no todo es música sacra ni clásica, la norma es de dignidad. ¿Quién se acuerda de los excesos musicales italianos en funciones de iglesia, siglos XVII-XIX, donde sólo capones humanos (castrati) podían prestar voz al pentagrama orgiástico, y un público entusiasta sus oídos al éxtasis?
'Farinelli il Castrato' (1994) Evocación libre de Carlo Broschi Barrese (1705-1782) |
La primera documentación, o de las primeras, es precisamente de la capilla Sixtina en el Vaticano (1562), y entre sus grandes aficionados y mantenedores figuran cardenales y eclesiásticos que, al parecer, no se planteaban dudas morales sobre tal práctica. Más aún, una sólida teoría pone el origen de los capones cantantes en la lectura, algo atravesada, de un texto auténtico de San Pablo: «Las mujeres callen en la iglesia» (1 Corintios, 14: 34). Una forma de estar calladas las mujeres era no cantando, ni a coro ni a solo; de ahí la idea de sustituirlas por varones de voz blanca, ya en tiempo de Clemente VIII (1592-1605). Lo sustancial es que la voz de tales personas era perfectamente litúrgica. Para algunos incluso más litúrgica que la de las féminas no castradas.
Cierto que había contratenores, pero ni comparar su falsete con el tiple ‘natural’. El buen capón era la voz blanca ideal para el templo, sin el inconveniente del vibrato algo caprino que suelen emitir las féminas soprano, o eso se decía. Por lo demás, las esferas eclesiásticas seguían en esto el consejo del filósofo chino: «Un caballero a la mesa no se hace preguntas sobre lo que pasa en la cocina». Se inventaban tapujos de todo tipo: que si accidentes en la infancia, que si remedios médicos, mordeduras de animales etc.
Como curiosidad, el pueblo italiano del XVIII ante los extranjeros del Grand Tour se avergonzaba de sus castrati y hasta se negaba la existencia de compatriotas de tal condición. Benedicto XIV (1740-1758), el ilustrado Lambertini, fue uno de los primeros papas que no disimuló su disgusto por la operación; pero no se atrevió con unos profesionales que, por otra parte, tenían mayor seguridad laboral en la iglesia que en la farándula o la agitación cortesana. De hecho la Iglesia fue su último reducto y, de nuevo la Sixtina, su último testimonio.
En 1922 fallecía en Roma con 63 años el cavaliere Alessandro Moreschi, famoso como ‘el último castrado’. En todo caso, el único de su condición que ha dejado registro sonoro impagable. Escuchemos al Moreschi en grabaciones de su cuarentena, cuando era director del Coro Sixtino.
Iglesia violada o poluta: reglas y excepciones
Tras esta digresión sobre un uso menos propio del templo, aunque dentro de lo artístico y lo litúrgico, demos un vistazo a los abusos que siglos atrás se consideraban más graves. Metidos en el ‘Jardín del Mal’ – ese botánico inmenso de las plantas nocivas–, para no perdernos y sin pisar parterres jurídicos, vamos derechos a la glorieta donde dice: ‘Iglesia violada o poluta’. Es como queda la iglesia o templo donde se han realizado con notoriedad actos pecaminosos especialmente indecentes para lugar sagrado.
En esta excursión me llevan de la mano dos autores tan graves como rivales entre sí, un dominico y un franciscano, cuya coincidencia por tanto es garantía de verdad. Los dos escribieron sendas Sumas que tengo abiertas: el dominico fray Silvestre Mazzolini (1456-1523) la suya en latín, la ‘Sylvestrina’ (Roma, 1516); mientras que el franciscano portugués fray Manuel Rodrigues publicó su ‘Manuelina’ originalmente en castellano (Salamanca, 1596). Su Cap. 153 trata precisamente ‘De la Iglesia polluta [sic], y de su reconciliación’. La ‘Silvestrina tiene enfoque teológico y empaque magistral, como corresponde a un Maestro del Sacro Palacio (desde 1515), como quien dice el teólogo oficial del papa. Rodrigues era jurista y casuista. Razón de más para apreciar hasta qué punto representan ambos una misma teoría y praxis ya fijada sobre lo que nos interesa, a saber: qué clase de actos, realizados culposa y públicamente en un templo, lo contaminan y en cierto modo lo ‘desconsagran’, dejándolo prácticamente inútil hasta la obligada ‘reconciliación’ del recinto.
En la lista de esos actos hay dos que nos llaman la atención porque se estudian juntos y aparte. Se trata del derramamiento de dos fluidos corporales humanos: sangre o semen. Cualquiera de los dos, se entiende. Efusión intencionada, culposa, notoria y (añaden) copiosa, nada de gotitas. Sangre, semen... ¿qué tienen que ver? Entran aquí sin duda tabúes culturales, y así lo reconocen los entendidos. Para el casuista dominico Martín Wigand (1703) –por poner un ejemplo–, «vemos que siempre fue así».
¿Aplicación práctica del supuesto? Hoy no se le ve mucha. Tal vez algún caso raro como este de Toledo, en que un permiso se concede sin la prudencia de un control y supervisión, a riesgo de lo que resulte. En otras épocas fue diferente. La cuchillada en el templo era un tópico casi tan trivial como el sexo en el mismo, según la regla del buen sentido: si algo se prohíbe, es porque se comete. Vamos por partes:
Efusión de sangre. La contaminación del templo por la sangre humana está muy vista en las historias, por su relevancia política. En estas páginas recordábamos un caso histórico: la catedral de Florencia a la misa mayor, como escenario del asesinato rebajado a la consideración de fea chapuza, en la Conjura de los Pazzi (1478). No fue caso único en Italia y a templo lleno. Pasemos a lo otro.
Lo del semen viene de muy antiguo, pero al ser mancha meramente religiosa, en lo particular está menos documentada. Por ejemplo, la Biblia recuerda muy de paso la historia de los hijos de Helí, pareja de sacerdotes indignos, que le sisaban a Dios la comida en el mismo altar, retirando la carne de los sacrificios antes de soltar la grasa. Tras lo cual, bien comidos, en el mismo templo se servían sexualmente de las hieródulas [1].
Sin ir tan lejos. El templo como lugar de apaño amoroso es tópico literario. En Santa Clara de Aviñón descubrió Petrarca a su Laura. En iglesias de su ciudad (¿Salamanca? ¿Toledo?...) hacía Celestina «sus devociones», y en el clero tenía ella su clientela más segura, como evoca en boceto autobiográfico con algo de hipérbole:
«En entrando por la iglesia, veía derrocar bonetes en mi honor, como si yo fuera una duquesa. El que menos había que negociar conmigo, por más ruin se tenía. De media legua que me viesen, dejaban las Horas. Uno a uno, dos a dos, venían a donde yo estaba, a ver si mandaba algo, a preguntarme cada uno por la suya. Que hombre había que, estando diciendo misa, en viéndome entrar se turbaba, que no hacía ni decía cosa a derechas.»
Muchas iglesias, con tanta capilleja y recoveco, se prestaban a retiros y ejercicios menos santos. Por eso en las catedrales y otras iglesias principales había el perrero, clerizonte armado de un báculo, que durante los oficios hacía el suyo, como el nombre dice, echaperros, pero que también imponía silencio a las bocas parlanchinas, interrumpía los sueños con la vara y exploraba los rincones oscuros.
Otrosí, ciertos santos tuvieron fama de casamenteros o prolíficos, y a sus santuarios se iba en romería a pernoctar, las mujeres solas o en pareja en busca de fruto del vientre, y a fe que por designios admirables más de una y de dos volvían contentas.
Item más, en las edades media y moderna las peregrinaciones masivas a santuarios de prestigio eran ocasión de encuentros promiscuos. Los viejos ejemplarios recogen casos realmente escandalosos. Elijo uno, también italiano, por ser de un santuario mariano actualmente de moda por otro concepto que luego diré.
Por cierto, mi informante Carlos Stengel, abad benedictino bávaro a mediados del XVII, ni siquiera nombra el monasterio, como si lo pixelara, aunque da las pistas para identificarlo. Mis entrecomillados son mayormente suyos, de un capítulo pintiparado: ‘Los templos son para rezar, no para ser celebrados con canciones impuras, y mucho menos para ser violados con nefaria libídine’ [2].
Montevergine actual - Wikipedia |
En el reino de Nápoles, bajo la Corona de Aragón, la abadía y santuario de Montevergine era uno de los focos de peregrinación más importantes de Italia, y ya a principios del XVII disponía de un complejo hotelero adelantado a su tiempo, «a modo de ciudad, con trescientos apartamentos o más», sin contar los muchos espacios de esparcimiento turístico. Y aquí entra el Diablo. Aquella hostería religiosa modelo «era insuficiente», entiéndese que la copaban los ricos; los peregrinos de clase general se acomodaban, como toda la vida, en la gran iglesia, hombres y mujeres juntos, usándola como si fuera mesón y posada.
Los registros oficiales de Montevergine recuerdan «el gran incendio de la hospedería en 1611». Hay también un par de folletos de un testigo a raíz de la tragedia. Stengel lo confirma, pero su reportaje es más explícito y crudo. Aquella noche del 21-22 de mayo, vigilia de Pentecostés, la iglesia presidida por el gran icono de la Madonna pintado por San Lucas era una Sodoma digna del fuego de Dios. Hartos de cenar y beber, los devotos se propasaban a los peores excesos sexuales –nefaria stupra faciebant, non satis digna quae in intimis lupanariorum recessibus committerentur– «los que estarían mal vistos hasta en lo más escondido de los burdeles»:
«Empapados de vino los pavimentos, oliendo a comida las paredes, sonaban las flautas acompañando letrillas de lo más subido, y ya todo era un hervor de estupros y violaciones, adulterios y hasta hurtos. Fue –comenta el piadoso abad– como forzar a Dios a hacer un escarmiento ejemplar sobre lo peligroso de ensuciar los templos suyos y de sus Santos.
Fue en el mes de junio de 1611, en la sagrada vigilia de Pentecostés, hacia la medianoche, cuando aquel gran edificio lleno de huéspedes reunidos en número de hasta 10.000 prendió fuego, y en cosa de dos horas se vino todo abajo.»
Lo peor fue la avalancha del pánico en la estampida, pues de los dos portones del complejo uno lo encontraron cerrado «por descuido de los porteros». Muchos perecieron aplastados, otros defenestrados y el resto encerrados en la barrera de fuego. Por todas partes, montones de cadáveres. Los supervivientes hablaban de 1.500 muertos por lo menos, la mayor parte en los portones. En el cómputo no entran los niños ni las criaturas en brazos de sus padres, tampoco los desaparecidos, y al mismo hay que sumar lisiados, ciegos, accidentados en general y madres que perdieron la razón.
Frente a la crudeza de mi bávaro sobre la razón de la tragedia, las fuentes locales son discretas. El único pecado que aventuran en aquella ocasión fue que algunos peregrinos habían introducido entre sus provisiones carne, huevos y lacticinios (cosas de leche), artículos vedados en un recinto que desde su fundación por San Guillermo de Vercelli (1119) profesaba abstinencia perpetua. De lo otro, ni palabra.
Madonna de Montevergine (detalle) |
Hoy en día, Montevergine sigue atrayendo peregrinos y turistas por igual, con buen contingente de homo- y transexuales. Hay allí cierta tradición de simpatía con los femminielli (mariquitas) devotos de la ‘Mamma Esclavona’. La mamma en cierta ocasión salvó de la justicia con un milagro a dos muchachos amantes, encerrándolos vivos dentro de un helero (el santuario está en la montaña del Apenino meridional a 1200 m de altitud). Debió de ser un 2 de febrero, porque la fiesta de la Mamma Schiavona, se celebró y celebra en la Candelaria [3].
Tirando del hilo, resulta que donde San Guillermo se instaló, en una vetusta iglesia lombarda, antes hubo un santuario de la Cibeles, cuyos sacerdotes eran capones (galli) vestidos de mujer. Se ve que en la transmisión de poderes, Nuestra Señora heredó de la Diosa Madre el compromiso para con aquellos marginados, víctimas de un rigor legal no compartido por una población más abierta.
Pero ya Montevergine y Nápoles se avergüenzan también de sus femminielli, como antes la Italia de sus castrati. Es tiempo de reivindicaciones:
«En Montevérgine había un pacto de no beligerancia, referido en el pasado sólo a los ‘femminielli’, una figura que en otro tiempo tuvo esta representación bucólica de híbrido, que por juntar ambos sexos era en cierto modo asexuado, y así se le admitía en las casas para ayudar a las mujeres. Hoy aquel femminiello ya no existe y ha cedido el puesto a una cuestión más problemática, que es la de la identidad de género…»
Lo que va de ayer a hoy
Hablábamos de reglas con sus excepciones. El mismo Stengel, en su apartado de rigor sobre «la polución de templos, tal que deban ser de nuevo consagrados» , al hablar de la efusión de semen exceptúa: «aquí no se incluye la que se realice con causa justa por el acto conyugal» [4]. ¿Acto conyugal en la iglesia, y con causa justa? Algo sorprendido –lo reconozco– acudo a autores algo más modernos, como el maestro Wigandt, que por supuesto coincide:
«Lo mismo se diga del coito. Pero si los cónyuges se demoran demasiado en la Iglesia por causa razonable y llegan a usar del coito como es debido, la iglesia no queda poluta.»
Más puntilloso, mi viejo portugués Rodrigues:
«No queda poluta la iglesia por el derramamiento de la simiente in somnis. Ni por el derramamiento de la simiente en el coito conyugal que se tiene en la iglesia sin pecado, cuando los casados están contra su voluntad mucho tiempo en la iglesia, y no pueden fácilmente evitar el peligro de la continencia, si no es pagándose el débito, y se tiene este coito en secreto…. Porque haciéndolo públicamente se hace grande injuria a la iglesia, y esto basta para queda polluta en este caso… Y adviértase que para que el derramamiento de la simiente cause esta violación, ha de ser en cantidad, y no basta que se derramen una o dos gotas, porque aunque en este caso se comete pecado mortal, empero no se hace a la Iglesia notable injuria, ni injuria consumada.»
Ahora caigo. Esta reserva evoca usos de antaño, como lo dicho de acudir las parejas estériles a la iglesia como lugar de fecundidad. De estos tenemos además un bonito ejemplo, aunque sea imaginario. Me refiero a la fábula de Torrente Ballester, ‘Crónica del Rey Pasmado’ y su traslado en cine. Allí se ve al Valido –trasunto del Conde-Duque de Olivares– con su señora doña Bárbara –trasunto a su vez de doña Inés de Zúñiga y Velasco, la esposa del Conde-Duque–, que con tal fin acuden al madrileño convento de benitas de San Plácido. Hecha allí por ambos confesión general ante el capellán padre Villaescusa, capuchino, suben al coro de las monjas. Éstas se disponen en corro, todas vueltas hacia afuera y dando la espalda al centro, donde una colchoneta en el suelo recibe a los cónyuges para la liturgia matrimonial, pujando él y suspirando ella al son cadencioso del salmo Miserere, mientras abajo en la iglesia el capuchino celebra la Misa.
Eso para entre casados, que no es el caso de Toledo. Pero los casuistas están en todo, y no hay cabo suelto que no sea bien atado en nuestra ‘Manuelina’:
«Por la oculta pollución [sic] o fornicación, o por otro semejante acto, no se hace polluta la iglesia… ha de ser notorio el delito y público… y entonces será el delito notorio cuando jurídicamente está probado. Y así, cuando dos o tres lo saben, no queda poluta, porque aún el delito queda oculto respecto del pueblo… Y así dice Soto que si públicamente consta que un hombre y una mujer cohabitan en la iglesia en una misma cama, es suficiente prueba para que se entienda quedar la iglesia polluta. Y añade Navarro, que aunque por hacerse el delito delante de dos no queda la iglesia polluta mientras se callan, quedar lo ha después publicándose el delito.»
Notable la observación final, si por ejemplo un permiso imprudente y no controlado se utiliza en secreto para realizar filmaciones que luego se vayan revelando al público por entregas.
Ya sabe, pues, el Deanato de Toledo para la próxima vez, si es su deseo, cómo dejar su catedral bien poluta como lo fija el Derecho. En cuanto al deán Ferrer, lo malo de ésta es que se le echará a mal no tanto el hacer arrendado la santidad del templo para un acto pecaminoso, sino la belleza del mismo templo para una ordinariez, y no tanto el haber cobrado por ello, sino haberlo cedido por tan poco. Los malos negocios tienen mal perdón.
El mal negocio de don Juan-Miguel con ‘Ateo’ ha empañado una carrera lucida de gestor de bienes y dineros eclesiásticos. Pues bien, abramos el Evangelio. Su colega en los Infiernos Judas Iscariote, administrador del Colegio Apostólico, sabía cómo sacar buenos cuartos de un ungüento precioso que una buena mujer enamorada del Maestro derrochaba en perfumarle los pies (Juan, 12: 1-8). Hasta 300 duros –«para los pobres», se entiende–, calculaba Judas. Sobresaliente en teoría. Y de allí a poco, el mismo economista va y malvende a Cristo por 30 tristes duros, la décima parte del tarro de perfume. También Judas pensó que no hacía mal porque su intención era buena: una reprimenda del clero judío al rabí pondría las cosas en orden, tras el escándalo de las mesas, monedas y mercancías derribadas en el atrio del templo. Jamás se le pasó por la cabeza al pobre Judas el problema político que había detrás, ni tenía idea de que el Inocente ya estaba condenado. Devolver el dinero no sirvió de nada, y el desdichado presentó su dimisión colgándose de una soga (Mateo, 27; Hechos, 1: 18-19) [5].
De Judas, todo el mundo recuerda sus 30 dineros en mano, pero casi nadie de los 300 volando. También el deán Ferrer será recordado por su mal negocio. Porque si el beneficio económico de prestar el primer templo de España para el lanzamiento de un espectáculo –siquiera no fuese tan mediocre– tiene por destino las obras sociales de la Iglesia, hombre de Dios, 15 ni 30 mil euros no son dinero.
Hace bien poco se ha restaurado la Sala Capitular. No ha salido gratis: pongamos 300.000, siempre en múltiplos de 30, la unidad de precio sagrado. De dónde salió el dinero, yo ni idea, pero consta que el Sr. Deán estaba justamente orgulloso de su papel. Y va, y a modo de lanzamiento al mundo de esa maravilla recuperada, se asocia con una pareja de baile y por un precio simbólico les arrienda la sala para escenario de cabaret. Un precio justo sería disculpado, y un dineral sería aplaudido, porque así es el mundo. Y cuenta que Judas también llevaba comisión en negro, y de las fuertes, de creer a su gran detractor y sin embargo colega, el apóstol y evangelista Juan [6]. Y basta de homilía.
Siempre el ridículo
Todos nuestros casuistas coinciden en una cuestión de principio muy importante: ninguna acción indecorosa o infame realizada en el templo puede mancharlo realmente, porque lo santo no es susceptible de ofensa material. Nuestro concepto de «iglesia violada o poluta», explican, no es más que eso, una apreciación nuestra, al repercutir sobre el lugar santo la ofensa a Dios.
En este supuesto, concluyo por donde empecé, retomando la idea de ‘profanación por el ridículo’. Si yo tuviese que dar mi parecer sobre la mayor profanación de un templo en el mundo, sin vacilar dirigiría el índice al más conocido de todos: San Pedro de Roma. Profanación impertérrita e impune desde 1612, un año después del incendio de Montevergine, y que ya recordé en otra ocasión [7]. No se trata de ninguna obscenidad ni otra ofensa cometida dentro de la basílica. Es por fuera, en lo más visible, donde, en letras descomunales, una inscripción recorre el inmenso arquitrabe del imafronte, para que todo el que llega lea y admire el potencial de la estupidez humana:
IN HONOREM PRINCIPIS APOST PAULUS V
BURGHESIUS
ROMANUS PONT MAX AN MDCXII PONT VII
«En honor del Príncipe de los Apóstoles, Paulo V Borghese Romano Pontífice Máximo, Año 1612, VII del Pontificado». Con 36 espacios antes y 36 después de una palabra central. Una palabra que no es ni el nombre de Dios, ni el de San Pedro a quien se dice honrar. El centro exacto de la cadena de caracteres lo ocupa el apellido o nombre de familia de Paulo V, antes Camilo Borghese, a honra de sí mismo y de su parentela. La sangre y el semen juntos para lo peor: el ridículo.
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Notas:
[1] 1 Samuel, 2: 12-17 y 22-25. El santuario de Silo, sin otro mérito que la posesión de una supuesta Arca de la Alianza, no se ajustaba a la norma mosaica y como en otros lugares de culto cananeos ofrecería servicios de prostitución sagrada.
[2] Carl Stengel, Hierologia, 1653. Es un ensayo de recopilación de datos sobre lugares sagrados en general, con más atención a las iglesias cristianas y su disciplina., Obra de corta y pega, interesante para una visión comparativa de época.
[3] Cfr. Monica Ceccarelli, ‘Mamma Schiavona’. La Madonna di Montevergine e la Candelora. Religiosità e devozione popolare di persone omosessuali e transessuali. Gramma, 210.
[4] Stengel, o. cit., págs. 186-187.
[5] El final de Judas queda en el misterio. La versión de Pedro en Hechos y la de Mateo se contradicen. Según éste, Judas devuelve el dinero arrojándolo en el templo, y son los sacerdotes quienes lo recogen y lo destinan a la compra del Campo del Cerámico para cementerio de forasteros. Pedro en cambio, hablando a sus colegas y al grupo sobre la sustitución del difunto Judas, les recuerda de paso que el campo o pieza de labor lo compró éste mismo antes de morir reventado (Hechos, 1: 18), y pasa al tema de la elección de sucesor alegando en apoyo un par de textos bíblicos de alcance (ibíd. vv. 20 y sigs.). (El v. 19, sobre cómo y por qué dicho campo se llamó Haqueldama, o ‘de la sangre’, es obviamente una glosa añadida, pues una tradición popular no surge de la noche a la mañana.)
[6] «A él los pobres le importaban un bledo. Lo de vender el perfume lo dijo porque era ladrón y como tenía la bolsa del común metía la mano a discrecón» (Juan, 12: 6). Juan es el único que pone la crítica en boca de Judas. Lo de haber vendido el perfume fue idea de «los discípulos»: todos, según Mateo, o sólo algunos según Marcos. Ni siquiera hay acuerdo sobre la casa donde se celebró el banquete: la de Simón el Leproso, según Mateo, o la de Lázaro el Resucitado, según Juan, que identifica a la mujer del perfume con María, hermana mayor de Lázaro.
[7] ‘Si algo sobra en el Belén…’ (2012, 3 de diciembre).
Deslumbrante, maestro. No podía imaginar que el divertido episodio en la catedral de Toledo pudiera originar tal cantidad de reflexiones. Procedo a publicitar esta entrada.
ResponderEliminarConcho... ha salido a nombre de mi gatito. Pero la comentante soy yo, la Maite...
ResponderEliminarEstupendérrimo, como de costumbre, Querido Profesor:
ResponderEliminarEsta temporada última estoy rebasada, entre papeleos, trabajo, obras, y encima con el aislamiento y las mascarillas , y con una cosa y con otra, ni me había enterado del video de marras. Y eso que a mis nietos les gusta mucho Tangana, y me habían mandado otro video de él, muy salado. Asi que he ido al Y.T, a buscar el video, y tengo que reconocer que me ha gustado. Bastante más que esas horteradas desafinadas que se cantan ahora en las iglesias. ¡ Con lo bonitos que eran el gregoriano, y la sensación de estar en casa, en cualquier iglesia católica del mundo entero, que “la función” ( mi abuela también lo decía) era igual en todas partes !.
Y lo de las parejas copulando en los distintos templos, para intentar tener “condescendencia”, sí que lo había leído antes.
En cambio lo de templos especialmente dedicados a homosexuales, me ha sorprendido.
El caso es que a mí, lo que me ha chocado muchísimo, y me ha parecido fatal, es la “sisa” de la mitad de lo cobrado , por parte del cabildo. Eso sí que me parece escandaloso.
¿ Pagarían los de la productora la mitad en B ? Me extrañaría, porque al que paga le interesa justificar lo que paga. Y lo que se paga a La Iglesia, desgrava...
No quisiera pensar mal del cabildo pero resulta todo de lo más sospechoso...
Mi Viejecita, le quedo ‘mucho obligado’ por el esdrújulo superlativo de partida, y por su comentario en general.
EliminarUna aclaración: no deben sorprenderle los «templos especialmente dedicados a homosexuales» porque no creo que los haya. Lo peculiar de Montevergine ha sido, entre sus muchísimos devotos, tener la devoción preferente de cierto grupo social de afeminados, un poco como su patrona. Pero con la secularización cada vez hay más turismo, y a lo que entiendo, dicho grupo ha sido absorbido allí por el movimiento, LGT, más ideológico-reivindicativo que devoto.
Una curiosidad de los orígenes de la congregación virginiana es que San Guillermo de Vercelli la fundo allí como monasterio doble: dos comunidades, masculina y femenina, pero con la Abadesa como madre superiora del conjunto. Luego los ‘monasterios dobles’ dejan paso a ‘monasterios pares’, o emparejados, aunque ya ni siquiera juntos. Por ejemplo, Montevergine másculino hacía pareja con El Goleto, femenino, cuya abadesa no sólo era la autoridad suprema de ambos, sino que se convirtió en ‘abadesa nullius’ (de nadie, sólo directamente del papa). Esas abadesas, como en Las Huelgas de Burgos, lucían mitra y báculo, echaban bendiciones, concedían licencias para confesar (aunque ellas no confesaban, como se ha pretendido) y, en fin, tenían jurisdicción cuasi-episcopal exenta sobre sus monasterios dependientes pero también sobre sus lugares de señorío.
De todo eso no queda nada, una pena. No sé de qué se van a hacer tesinas y tesis el día de mañana.
Sopranos con vibrato caprino... sepa que las soprano son muy suyas.
ResponderEliminarAquí le esperaba, amigo Bruno. Usted que sabe de música… Tal vez no debí poner lo del vibrato…
Eliminar"Borghese", que al fin y al cabo es el apellido "Burgués" en español, recordando el origen comerciante de la familia al cabo ennoblecida (Por lo visto eran tratantes de paños)
ResponderEliminarIrónico.
No me extraña que mis padres tuvieran escondida en la segunda fila de su biblioteca (y en alto) una estupenda Historia de la Iglesia que, cuando yo descubrí, me prohibieron leer. Era casi un niño y mi madre sabía que me podía hacer mucho daño. Mas tarde la leí y comprendí sus razones.
Estupenda entrada, Don Belosti
¡Sopranos caprinas! ¡No se acerque al Arriaga si hacen ópera o vaya disfrazado de Trovador!
ResponderEliminarQué maravilla, Don Belosti. Tengo para mí que lo grave no es tanto el aspecto erótico del asunto –al lado de lo de Montevergine, Tangana parece una ursulina- sino el haber introducido en el templo ese anticipo del infierno que es el reguetón.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Buenos días
ResponderEliminarTengo una nueva duda:
Ya he dicho que no había visto antes el video “Ateo” de Tangana.
Y he leído que la chica se llama "Nathy Peluso"
¿ Es ese su nombre verdadero ? ¿ O han elegido ese pseudónimo , como caricatura/ antónimo de Nancy Pelosi ? ( creo que Pelosi se llama Nancy ). ¿ Estará Tangana intentando convertirse en el sucesor de Mel Brooks ?
¡ Mira que si le diera por hacer un video tomando a chirigota a los del “Calentamiento Global Acoquinante por Culpa del Hombre Pecador “ !
Don Belosti, solamente felicitarle por el blog y felicitarnos porque aún queden personas con el saber y el humor que nos da gratuitamente.
ResponderEliminarDe esta iglesia en demolición descontrolada y desde dentro por el propio papa (si, con minúsculas) "Berggogle", ya no me sorprende nada, desde la "palome" sobrevolando un arcoiris LGTB con un consolador en el pico, hasta la idolatría de las pachamamas llamándose a andanas en diversos templos romanos , que acabaron sabiamente sumergidas en el Tiber, pasando por la última: la posibilidad de despenalizar la sodomía del catecismo. Lo cierto es que me importa un bledo el catolicismo, no deja de ser otra doctrina diseñada para estreñir el caletre tan nociva en mi opinión como lo puede ser el marxismo cultural en el que estamos inmersos. Teniendo en cuenta que muchos de los autodenominados marxistas viven como los Rothschild, en lujosos chalets en urbanizaciones de alto standing, conduciendo Mercedes, Audis y BMW ´s ...pues eso, que todo va en la misma línea. Nos quieren mostrar el escenario de la función a la que asistimos forzosamente, pero muchos y cada vez más, somos los que vemos el obscenario, aquello que no sale en escena , aquello que no quieren que veamos. Y es obsceno...no por la concupiscencia de la carne en si...como en el caso del video catedralicio, o por vivir ostentosamente como los pijoprogres de izquierdas (cada cual que haga y viva como crea conveniente) sino por pisotear sus propias ideas, sus normas, su credo... a la obscenidad por la incoherencia. Mientras , los que les siguen el rollo....traga que traga, los sodomizarán y dirán que es un tratamiento para las hemorroides, así nos luce el pelo.
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