martes, 4 de junio de 2019

Con Eurípides de apuntador y Aristófanes de traspunte



Agitprop, en el Blog de Santiago González, tras elogiar la nueva entrada, “Comienza el baile”, escribió que «despertarse con ella es confirmar que lo de ayer no fue un mal sueño. Fue la cruda realidad. El nudo de una tragicomedia que prologó el 1 de Octubre de 2017, se inició con la traición del PNV el 31 de mayo de 2018, y cuyo desenlace está por ver». (Miércoles, 22 mayo 2019)
Los gobiernos de España arrastran un fardo de compromisos que, por lo visto, sólo obligan al gobierno de turno, sin contrapartidas de nadie, sean terroristas que lo dejan, golpistas que no lo dejan, o foralistas de nuez mejor que bellota. Esa gente con patente de derechos históricos siempre viene con las cuentas hechas y saldo a su favor, de modo que al Estado no le queda sino firmar y cumplir. Cumplir, si no quiere que los otros se sientan defraudados, incluso enfadados, no nos vayan a poner en evidencia ante Europa. Cumplir, sobre todo, cuando su carísimo voto es para el gobierno respiración asistida. Es el desafío que afronta en minoría el impertérrito Pedro Sánchez, sobre la huella de Zapatero.
Alfredo P. Rubalcaba (“que Dios le tenga donde le tiene que tener”, como decía mi tía Nati de su difunto) lo dejó esculpido: «Quien le  echa un pulso al Estado, pierde». Gran verdad. Pero entonces, ¿por qué precisamente ahora, cuando él es todavía nuevo en el Hades, y vaga buscando su sitio de tormento entre los Sísifos, los Tántalos, los Ixiones..., de pronto se levanta el secreta secretorum de sus trapacerías y emerge de la tierra el fantasma ‘GorBuru’ genuflexo ante ETA y ofreciendo a los herederos de la banda criminal como feudo el apetecido reino de Navarra?
‘GorBuru’: para unos, Zapatero; el propio Rubalcaba, según otros. O tal vez eso  que se arrastra abrazado a las piernas de Arnaldo Otegui, el amigo de juventud. Qué más da. Lo importante y malo de entender es cómo gobiernos en mayoría absoluta, con las pobres cartas del enemigo boca arriba en la mesa, entraron al envite cediendo. Y encima aguantando reproches. En reunión de septiembre 2006, Josu Ternera se permitía acusar al gobierno de Zapatero de «incumplimiento a todos los niveles, en todos los campos». Réplica vergonzante del ‘GorBuru’: «La situación de los incumplimientos ha mejorado desde junio. No hay detención achacable al Gobierno…  No habéis querido reunirnos durante el verano. Nosotros hemos estado y estamos dispuestos a ir a donde sea». Y en otra negociación bochornosa, el ‘mediador’ del Gobierno con ETA reconocía que ésta «no puede hablar en su comunicado de alto el fuego definitivo, cuando… las garantías del Gobierno están todavía sin cumplir».  
Luego está el hipergarantismo paralizante frente a las fintas y golpes bajos de unos leguleyos que lo tienen fácil, con textos penales mal concebidos y peor redactados, todo resquicios y burladeros. Así es posible oír a Meritxell Budó, como portavoz de Quim Torra y su Desgobierno, anticiparse a la sentencia del Tribunal Supremo y decidir el destino penal de los encausados del procés: «tienen derecho a estar cerca de sus casas», qué menos, para «minimizar el daño que se está causando a estas familias». No es tono de súplica, es exigencia. Si han de cumplir condena –más que probable, dadas las ínfulas y puñetas que se ha tomado el tribunal del abate Marchena–, que sea en cárcel catalana, mejor todos en una, donde preparar juntos el próximo golpe mejorado, a espera de que el Rey firme el indulto apalabrado por Sánchez. Y entre tanto, todos a la calle, «con sus familias». Y dale con las familias. O con sus queridas y queridos, ¿por qué no? Con quien les dé la gana, son ciudadanos libres, porque las llaves de las prisiones catalanas las tiene Cataluña.
Nuestro sistema político padece un trastorno bipolar, con dificultades para asumir el principio de contradicción. Si no, no se entiende que unos reos de golpe de estado, en pleno juicio ante el Supremo, puedan ser candidatos al parlamento de España; y que, una vez elegidos, con permiso de su juzgador puedan asistir a la sesión constituyente de su respectiva cámara, a jurar o perjurar la Constitución y acreditarse como diputado o senador; bien entendido que de inmediato serán suspendidos en el ejercicio del cargo, por la causa que tienen pendiente.
Lo mismo para los comicios europeos. La Junta Electoral excluyó de lista a Carles Puigdemont y Toni Comín,  fugados de la Justicia española. La misma Justicia, paradójicamente, enmendó a la Junta confirmando a ésos y otros imputados su derecho a representar a España en Europa, con la inmunidad inherente al cargo. Como era previsible, tanto la pareja en rebeldía como su compinche menos suertudo Oriol Junqueras son eurodiputados electos el 26 de mayo. ¿Podrán revalidarse y tomar posesión de sus actas? Y cuestión previa: ¿habrá notario público o juntero electoral central que acredite, sin soltar la carcajada, que estos sujetos acatan la Constitución Española? Venga Parménides y lo vea.
Las candidaturas inviables son aberrantes porque confunden o seducen al elector, y para eso está el filtro de la Administración Electoral con su Junta Electoral Central. En Madrid, no en Estrasburgo. La garantía democrática –que no garantismo– es ofrecer al electorado listas depuradas (aquí sí) ‘por imperativo legal’.  Admitir candidaturas averiadas es fraude de ley, amén de imprudencia política, pues la misma avería surte efecto de señuelo pesca-votos en su caladero, y la eventual elección se vende luego como espaldarazo político al electo inviable, que se ve legitimado en las ‘sagradas urnas’.
Así fue posible el esperpento del 21 de mayo en el teatro de las Cortes, con prologuista caracterizado de Valle-Inclán, y con otra Meritxell, la Batet, ya presidenta de la Cámara Baja, dando por santa y buena la letanía de burlas a la Carta Magna que iban rezando los diputados separatistas y populistas a su capricho.
La chuleta juradera de un profesor de universidad.
Lo del acatamiento prometido o jurado a la Constitución Española es un tema que aburre. Y menos mal que no se ofrece a los parlamentarios también la Bandera, porque seguro que al cabo del acto aparecía pringada de mocos, salivazos y otros preciosos fluidos corporales. Tiene que haber una fórmula clara, inequívoca y única para todos, prescindiendo de variantes al amparo de una jurisprudencia del Tribunal constitucional, o mejor ‘juris-imprudencia’, para sortear el oxímoron.

Colar el mosquito y tragarse camellos
Aquí somos mucho de colar mosquitos mientras deglutimos camellos de tres o más jorobas.
Vamos con el mosquito: jurar/prometer. La izquierda, siempre progresista y laica, impuso su fórmula alternativa, ‘jurar o prometer’, como quien se quita de encima lastre religioso, lastre cristiano. Brillante. ¿Tenían idea de lo que significa ‘religión’ (religio o relligio)? Quiero decir, el significado primario. Y aquí ciertamente el Diccionario de la Real Academia Española no ayuda, cuando lo pone como 4ª acepción, en vez de primera: «Obligación de conciencia, cumplimiento de un deber. La religión del juramento.»
Religión es el vínculo más sagrado entre la concienca del hombre y lo que en conciencia el hombre profesa. Con ‘religion’, juramento o promesa dan lo mismo. Sin religión, son palabras al viento. En la práctica, el ‘juro/prometo’ ha sido o se ha tomado como una declaración pública de creencias y descreencias personales, un escaparete de religiosos y laicos, cosa superflua y en cierto modo inconstitucional.
Decir ‘juro’ (estoy con el derecho) es tan religioso como decir ‘comulgo’ (estoy de acuerdo). Son ‘sacramentos’ que valen igual para el católico y para el agnóstico o ateo. Hasta el Dios bíblico jura por sí mismo, o por su nombre propio, Yahveh. ¿Será que Dios es religioso?
Pues bien, colado este mosquito, venga a tragar camellos (o camelos): esas fórmulas a veces pintorescas, extrañas, imprecisas, ambiguas o manifiestamente nulas con que se desempeñan los que no están por la labor de obligarse a nada en religión o conciencia. Ya sólo falta que a alguien se le ocurra decir: «Lo juro, como Hipólito»

Hipólito es el protagonista de una tragedia de Eurípides, famosa sobre todo por el verso 612, donde el hijo bastardo de Teseo le dice a la vieja esclava nodriza de Fedra, su madrastra:
Ἡ γλῶσσ᾽ ὀμώμοχ᾽, ἡ δὲ φρήν ἀνώμοτος  
(La lengua ha jurado, pero el afecto no)
La frase es respuesta a la mujer, que le ha advertido:
–Hijo, por nada faltes a los juramentos.
–La lengua ha jurado, pero el afecto no.
Y es que la nodriza, metida a celestina y bajo sigilo sacramental, acaba de descubrir al joven que Fedra está enamorada de él. Hipólito no se siente comprometido por la palabra dada a la ligera a una criada, y aborda a su madrastra para echarle en cara la pasión indecente. Con esto sólo consigue que ella, despechada, se ahorque, pero no sin antes dejar visible un cartelito destinando al marido Teseo (que vuelve de una excursión a los Infiernos), denunciando que se suicida porque no puede soportar que el hijastro ha deshonrado su lecho conyugal. La calumnia le vale de venganza póstuma, provocando al padre contra el hijo y la muerte de Hipólito. Muy trágico todo, muy de tragedia griega y muy euripidesco.
El versículo del ‘Hipólito’ no pasó desapercibido, ya desde su estreno exitoso, el Año IV de la 87ª Olimpíada (428 a. C.). Eso de jurar de boquilla era un invento de largo recorrido. Aristófanes, que no perdía ocasión de burlarse de Eurípides en escena, más de una vez sacó partido cómico del juramento hipoliteo. Por ejemplo, en Las ranas se habla de «la lengua que perjura por libre, al margen de la intención». Y en Las Tesmoferiantas introduce esta morcilla entre el propio Eurípides y su suegro Mnesíloco, que disfrazado de mujer se aventura a espiar la junta secreta de amas de casa, a ver qué traman contra el trágico misógino las féminas maltratadas por él (vv. 266-279):

EURÍPIDES. –Pareces talmente una mujer, pero ojo, que el varón lo llevamos dentro. Cuando hables, ten cuidado de imitar bien la voz femenina, que lo parezca.
MNESÍLOCO. –Lo intentaré.
EUR. –Pues en marcha.
MNE. –No, por Apolo, si antes no me juras...
EUR. –¿El qué?
MNE. –Que me salvarás por todos medios, si me ocurre algún percance.
EUR. –Ea pues, juro por el Éter, morada de Zeus...
MNE. –¿Qué mejor que por la familia de Hipócrates?
EUR. –Ea pues, juro por todos los dioses de arriba abajo.
MNE. –Recuerda: ha jurado el corazón, no la lengua. Si es de lengua, no vale.
EUR. –Venga, date prisa. Ya aparece en el Tesmoforio la señal de asamblea. Yo me retiro. (Hace mutis.)
Aparte de la Retórica, el tópico del juramento de Hipólito interesó en especial a los padres de la Iglesia, Justino, Orígenes, Basilio, Gregorio Nacianceno… En los escritorios monásticos medievales, el ‘Hipólito’ se copiaba mucho, por lo que esta figura tan rara ofrecía de ejemplo pagano de la castidad masculina por devoción a Artemisa, la diosa virgen, trasunto de María. Vendrá luego el casuismo jesuítico satirizado por Pascal en las Provinciales. Y así hasta el último Congreso de Diputados  madrileño, donde nuestros perjuros le sacaban la lengua a la Constitución mientras sus corazones se iban por los Cerros de Úbeda, unos de República Catalana, otros de Justicia Social, o de Imperio de la Ley, ¡ay Meritxell!

Moraleja
Ya para terminar este recreo, una reflexión sobre el ‘Hipólito’ como fábula moral.
No es fácil meter en razón los mitos antiguos, ni era esa la intención de Eurípides (a diferencia de Sófocles) al ponerlos en escena. Hipólito, hijo de Teseo con una amazona cautiva, es un misógino patológico que sublima su problema como consagración a Artemisa/Diana y a la caza, en compañía masculina. Afrodita/Venus no puede tolerar tanto desprecio al amor heterosexual que ella propicia, y una vez más el destino de los humanos pende de las rivalidades entre los divinos. Es así como Afrodita la lista envenena a Fedra con amor carnal a Hipólito para destruirle; y Artemisa la tonta responde  utilizando a la nodriza para envenenar a su devoto y destruir a Fedra, sin evitar la muerte de Hipólito. Ninguna de las dos diosas se para en remilgos sobre la suerte de sus poseídos, ellas a lo suyo. ¿Nos suena?
Pues algo así ocurre en la esfera de los jefes políticos, nuevos dioses olímpicos, con sus rivalidades que terminan siempre en daño de los infelices votantes. Lo decía mi madre a su manera: «Juegan los machos y pagan los arrieros». Pues claro que nos suena.

6 comentarios:

  1. no olvidemos, querido Belosti, a Baroja que ante la pregunta de "usted, jura o promete", contestó algo a mohíno, "yo, lo que sea costumbre aquí"....más o menos.

    En el teatrillo de la constitución del Congreso hemos visto a simples como niños que no juraban ni prometían y que seguro que cruzaban los dedos como párvulos que creen engañar a alguien.


    Baltasar Garzón, ante el asesinato de la fiscal Tagle, se "con juró" junto a otros jueces y fiscales para no olvidar y buscar la justica y perseguir el delito...


    otro que olvidó el "con juro" y lo hizo con la lengua...


    Me ha gustado muchísimo tu entrada. muchísimo. Gracias


    Ata

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  2. Al rememorar juramentos históricos me ha venido a la cabeza la recia jura de Santa Gadea, tomada al rey castellano “sobre un cerrojo de hierro y una ballesta de palo”.
    Pero por mucho espanto que pudiera provocar en Alfonso VI la descripción realizada por el Cid de las nefastas consecuencias del perjurio, no podía faltar en la escena la presencia del cortesano que susurra en los oídos del rey las palabras adecuadas para que éste jure como Hipólito:

    “Haced la jura, buen rey,
    no tengáis de eso cuidado,
    que nunca fue rey traidor,
    ni Papa descomulgado.”


    Dando un salto en el tiempo medieval, me quedo con el hermoso modelo de juramento de los 9 compromisarios de Caspe (cuyo VI centenario celebrado en 2012 pasó sin pena ni gloria por la deplorable debilidad del Estado)

    “… que dichas nueve personas, después de haber confesado y comulgado, oída la misa y el sermón, que juren con gran solemnidad y públicamente, ante Dios y santa María, la corte celestial y sobre la cruz y los cuatro evangelios que en el asunto de la sucesión procederán, según Dios, justicia, su buena conciencia, su saber y poder y harán público lo más rápido que razonablemente podrán el verdadero rey y señor, pospuesto todo amor, odio, favor y temor, súplica, precio, donación, gracia o recompensa o cualquier esperanza de estas y otra mala voluntad”.

    Estupenda entrada, D. Belosti.

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  3. ...y yo con mi pobre referencia al juramento/promesa de Baroja...


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  4. ¿Seguro que no fue un funcionario, o un político, anterior a Eurípides, el que descubrió en su lengua el instrumento de la mentira?
    Máxima de los con lengua: La verdad os hará libres pero la mentira me hará rico.

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  5. Asoma el Grumete:
    Maestro, le echaba de menos. Sus dos últimas entradas me han sacado de la contemplación – desolación (ignaciana o no) de la tragedia griega que vivimos. Sigue usted en veta. No es posible ni siquiera glosarle pues ha cubierto todo el campo con precisión quirúrgica. Desgraciadamente tampoco es posible llevarle la contraria, por lo certero de sus razonamientos y diagnósticos. Además, ya lo dijo Clausewitz, no hay situación, por mala que sea, que no sea susceptible de empeorar. O algo así. Agarrémonos pues a donde sea, pues Escila y Caribdis aguardan a este mal gobernado buque de oficialidad enloquecida.
    Solo un par de cogitaciones: Aquí la inercia no nos salva. Nuestra masa cada vez es menor y en plena disgregación. Como no encontremos la forma de ponerle Superglue esto casca. Y la Entropía, que usted menciona. Ahí está, efectivamente, creciendo y extendiéndose. ¡Y a que velocidad!. Las malhadadas “redes sociales”, formidables herramientas mal utilizadas, son las autopistas de alta velocidad que la globalización y extensión de lo digital ponen a su disposición. Es un mal que se va extendiendo y no es privativo de España, sino mundial. En cuanto a España, antes de que “la autoridad competente”, divina o humana lo asuma y controle, es muy posible que Sánchez haya alcanzado su destino: ser el último presidente de algo que se llamo España. Jeremías dixit.
    Maestro, uno suele estar mejor callado. Sobre todo cuando no se ve futuro ni soluciones.
    Un abrazo.
    P.D. -Para los que no pierden la curiosidad en ninguna circunstancia, el mejor remedio: un buen libro. Recomiendo el recién publicado por Editorial RBA de Robert D. Kaplan, inmenso periodista americano experto en estrategia político-militar e historia mundial moderna, “El retorno del mundo de Marco Polo”. Aunque dirigido fundamentalmente a los lectores americanos, nos hace levantar la mirada de nuestro ombligo y ver en que mundo estamos insertos y porque las cosas son como son. Tiene cuatro o cinco más publicados en España en los últimos años. Ninguno de ellos desdeñable.

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    Respuestas
    1. Grumete:
      Ha funcionado la publicación del comentario!!! ¿Sera suerte?

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