El argumentario racista se lleva poco; mejor dicho, se disimula. Hablar de raza, sobre todo refiriéndose a la propia, es como de mal gusto. No es palabra de prestigio, y llamarle a uno ‘racista’ se considera insulto.
Pero una cosa es reconocer las barbaridades que se han dicho, escrito y cometido en nombre de la raza, y otra muy diferente proscribir el término y aplicar la damnatio memoriae o condena al olvido de autores y obras, sólo porque hoy pueden dañar el autorretrato que continuamente se repintan y retocan los nacionalistas de partido.
Se da el caso inaudito de un fundador de partido político, como fue Sabino Arana (1865-1903), racista si los hubo, y que puso el racismo, argamasado con el catolicismo, como principio y fundamento de su ideario y obra. Pues bien, sus herederos hoy no oyen de ese oído. Por si fuese de poco efecto negar que Arana fue racista, hay quien sostiene la tesis estupenda de que fue antirracista, ahí queda eso. Por lo demás, los sabinianos tienen prácticamente censurados los escritos de Sabino sobre el particular –como quien dice, un tercio de sus Obras Completas–; y si algunos no niegan la evidencia del racismo virulento que profesó, como buenos hijos de un eusko Noé beodo tapan las vergüenzas del padre, alegando que en aquellos tiempos el tema de las razas era preocupación general, un andancio pasajera. Lo que no les impide seguir ellos aplicando el principio racista modernizado, acomodado a los tiempos nuevos. La Doma Blanda.
En el nacionalismo catalán se observa algo de lo mismo. Cierto que allí no ha habido un líder mesiánico comparable a Sabino Arana, como tampoco un partido político con la estructura, impronta y liturgia eclesial-jesuítica de su partido, el PNV. Cierto también que no han tenido un brazo armado de raíz nacionalista como ETA. De modo que los nacionalistas catalanes presumen de no violentos, porque allí los trabajos sucios han solido ser cosa de anarcos y otros antisistema, tal vez nacionalistas per accidens, pues lo suyo debería ir más por el internacionalismo, supongo.
Pues bien, quien conozca un poco en directo la idiosincrasia catalana, hágase una encuesta mental y le saldrá que hay catalanes muy suyos, con una hiper autoestima colectiva de cariz peculiar, que bien puede llamarse racismo casero. O de andar por casa; dicho sea en plan descriptivo, sin ánimo de descalificar. Pero fuera de eso, racistas catalanes haylos o húbolos.
Estoy leyendo con curiosidad La Raça (1930), de M. Rossell i Vilar, a quien sería injusto negarle su tema y método raciológico ‘científico’. No siendo tal cosa posible, lo que veo es que también allí en su tierra se aplican paños calientes incluso pueriles. Por ejemplo, referirse al autor como «político poco influyente» –cuando fue diputado por ERC en su ala radical (Esquerra Republicana de Cataluña), el partido de Oriol Junqueras–; o bien, llamar «opúsculo» a ese libro sistemático y meticuloso de 360 páginas; o en fin, meterlo de mogollón entre las publicaciones agropecuarias del mismo autor, especialista veterinario.
En honor a la verdad, este último recurso de distracción no carece de fundamento, pues el propio Rossell contemplaba la raza humana ‘catalana’ en el contexto de la raciología animal general del país, en la que era experto, toda una autoridad.
Pues bien, el mismo año de aparición de su libro, 1930, el 5 de abril D. Pedro M. Rossell y Vilá [sic] leía su memoria de recepción en la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona: ‘Las razas animales en relación con la etnología de Cataluña’ [1].
Esta Memoria –un ‘opúsculo’, ella sí– es importante porque resume los hechos conocidos y asumidos por el autor en el dominio de la antropología y arqueología prehistórica humana. Hechos demasiado escasos y poco claros –reconoce–, sobre todo en lo primero, pues «la antropología catalana puede decirse que todavía no ha empezado a manifestarse»; y en cuanto a la arqueología, «el trabajo realizado es ínfimo en comparación con el que habrá de verificarse».
Esa insuficiencia no arredrará al nuevo académico para fundar su tesis de una co-evolución racial catalana animal y humana. Catalana, ya desde la mandíbula de Bañolas y desde el hombre de las cavernas; porque en buen nacionalismo romántico, el lugar geográfico –la ‘terra’– es el molde y la peana fija y eterna de las esencias raciales. Raza, de radix, raíz. [2]
En el campo de la arqueología (o prehistoria) de Cataluña, Rossell se remite al maestro Bosch-Gimpera [3]. En el de la raciología animal, he aquí su propia síntesis del estado de la cuestión, de veras sorprendente:
«Las razas de animales que componen los ganados de Cataluña han sido estudiadas por nosotros. Los hechos contemporáneos y la historia nos han enseñado, que excepto de [sic] los reproductores importados de cincuenta años a esta parte, reproductores que han originado poblaciones animales, cuyo distintivo es la variación permanente, las razas existentes en Cataluña se remontan a los tiempos prehistóricos.» [4]
Baste con esto sobre la Memoria, digna ella misma de lectura analítica, pero que no debe distraernos de lo principal, que es el libro.
La eterna cuestión previa: raza
Tampoco en esto debemos enredarnos. ¿Qué es raza? Una palabra todavía por descifrar. Comodín multiuso, con más carga estética que precisión léxica. De etimología dudosa. ¿Seguimos? ‘Raza’: una película de J. L. Sáenz de Heredia (1942), basada en un texto homónimo del novelista Jaime de Andrade, alias Francisco Franco. ¿Seguimos? Día de la Raza: 12 de octubre. ¿Seguimos y seguimos siguiendo?...
Que para muchos ‘raza’ sea palabra maldita no debe preocuparnos. Las palabras son inocentes, y son útiles siempre que el usuario sepa y exprese lo que quiere decir, así sea una verdad, un disparate o una canallada. Barajar palabras, cambiar ‘raza’ por ‘etnia’ sólo por estética, porque suena distinto, no resuelve nada. Salvo el privilegio ‘Humpty Dumpty’, no tengamos miedo al vocabulario.
El significado de las palabras lo confieren la etimología y el uso. Luego viene el léxico, donde se fija el significado, uno o múltiple (acepciones), bien por definición propia o por referencia a sinónimos [5].
Una falsa etimología puede influir en el significado original, dando origen a nuevas acepciones. Por ejemplo, el parecido entre raza y el latín radix, raíz, pudo llevar a relacionar raza con tribu o nación enraizada en un solar.
La Real Academia de la Lengua en su Diccionario prefiere la etimología bajo latina *radia, femenino hipotético de radius, rayo. Raza y raya serían la misma cosa, etimológicamente, y también rayo de luz que penetra por una hendidura o grieta, e incluso la misma hendidura. Etimología improbable.
Las acepciones del término raza en el DRAE pueden agruparse en dos campos: uno biológico y el otro de la industria textil.
Al campo biológico pertenece las acepciones 1. y la 2., por orden diacrónico, perdón, de antigüedad:
1. Casta o calidad del origen y linaje [6]
2. Cada uno de los grupos en que se subdividen algunas especies biológicas, y cuyos caracteres diferenciales se perpetúan por herencia.
Este es el significado genético, biológico. Raza es lo mismo que variedad intra- o subespecífica. Y como las razas animales útiles se obtienen por selección artificial, de ahí el valor atribuido a su pureza y fijeza. Valor que se pierde en los linajes bastardos y viles, las malas razas: «y que no le toque raza de judío, moro, hereje ni villano».
Un ejemplo notable –porque refleja la idea pesimista de la deriva y degeneración racial, corriente en el siglo XVI– el que trae el Diccionario de Autoridades, tomado de Juan de Mariana [7]:
«No de otra manera que los sembrados y animales, la raza de los hombres y casta, con la propiedad del cielo y de la tierra, sobre todo con el tiempo se muda y se embastarda»
Anotado queda. En aquel siglo XVI, antes de las investigaciones pecuarias catalanas de Rossell, no se tenía mucha fe en las propiedades conservativas del terruño.
Ch. Darwin y A. R. Wallace (1859) introducen la idea de ‘selección natural condicionada’, como mecanismo (no el único) productor de razas y eventualmente de especies biológicas, descartando todo finalismo y toda valoración absoluta o relativa de unas razas con respecto a otras. Ni Wallace ni Darwin fueron racistas. Sus hipótesis científicas no implicaban corolarios políticos. No eran románticos.
Las acepciones de campo textil nos llevan a otras etimologías. El Du Cange-Favre registra para el siglo XV: raz o raza: paño de seda algo espeso y raso. De ahí raso, sinónimo del gálico satín o satén. Para complicarlo un poco más, razel era un género de paño de lana, sinónimo de repostero (1485) [8].
Desde el s. XVI se relaciona raza y casta con ralea, en sentido despectivo, aunque no necesariamente. Por ejemplo, Juan de Mariana en el prólogo de su Historia de España, sin insultar del todo a sus lectores de diversas naciones españolas, les reconoce: «cada ralea de gente tiene sus gustos, sus aficiones, sus juicios». Fuera de eso, casi siempre lo usa en peyorativo: «ralea perjudicial y abominable» (los aduladores de príncipes); «ralea de hombres fiera y mala»; «los mismos carniceros, ralea de gente, por el oficio que usa, desapiadada y cruel»; etc .
Resumiendo y aplicando a nuestra especie: raza humana es todo grupo humano definido por características comunes, que supuestamente se transmiten por herencia.
Qué características, somáticas o psíquicas, cumplan con el requisito de transmisibilidad genética, es materia de discusión. Discutible es también adjetivar la raza por referencia a una nación o pueblo como ente histórico-natural: raza española, raza vasca.
El tabú asociado al término raza ha propiciado el uso del griego etnia. Más aceptable en sociedad, viene a ser sinónimo, aunque la etnia se refiera más a la cultura. Como si el racismo no fuese también cultural; y aquí Rossell tiene algo que decirnos.
Sobre el Autor
Pere Màrtir Rossell i Vilar (o Vilá) (1883-1933). Veterinario y político español n. en Olot (Gerona) y m. en Barcelona.
Las biografías de alcance en la Red no cumplen. La de Viquipèdia es demasiado concisa. Lo mejor de ella, el listado de obras. La de Enciclopèdia Catalana (firmada por JMMPu) tampoco es muy explícita y es equívoca. Tras incluir el libro La raça entre los «ensayos científicos y de divulgación», dice: «Los últimos años de su vida actuó en política.»
¿Conque vocación tardía? ¡Ya, ya! ¿Y los pecadillos de juventud, sus entradas juveniles en la prensa catalanista (Joventut, 1904-1905); su contribución en Olot para crear La Ciutat (1909)? Este semanario era portavoz del Centre Nacionalista Republicano. Y su participación, aunque sólo presunta, en la ‘Semana Trágica’ (1909), que le llevó a buscar refugio en Francia, ¿no revela cierta dedicación a la política? «Publicó algunas obras de tema político, como ‘Diferències entre catalans y castellans’ (1917)» ¿En qué quedamos? Y todavía no estaba en sus últimos años.
Pedro Mártir nace en una familia olotina con negocio de trasporte de tracción animal. Sería esta circunstancia la que le lleva a estudiar Veterinaria en Zaragoza, licenciándose en 1907. Catalanista desde joven, deriva al nacionalisma radical.
Procesado en septiembre 1909, en relación con la Semana Trágica, pone frontera de por medio y se refugia por tres meses en Tolosa. Allí prepara oposiciones al cuerpo de Inspectores de Sanidad Veterinaria, ganando plaza en Puigcerdá, donde trabaja como inspector sanitario aduanero. (1910-1913). Al mismo tiempo investiga en razas autóctonas animales y escribe un manual de veterinaria (Malalties del bestiar, 1911).
En 1913 pasa a Barcelona como profesor en la nueva Escuela Superior de Agricultura (1913-1924). Son los años de la Mancomunidad Catalana, con las cuatro diputaciones unidas bajo la presidencia de E. Prat de la Riba (1914-1917) y de J. Puig i Cadafalch (1917-1923).
Primo de Rivera da el golpe (1924), y como dictador suprime la Mancomunidad, que llevaba camino de ser embrión de estado catalán. La oposición a la dictadura se radicaliza bajo liderazgo de F. Maciá y su Estat Català (1922).
Rossell Vilar ya era entonces seguidor de Maciá, en una vía de insurrección radical remedada ahora por el epígono Artur Mas y adláteres; aunque hacia 1923 se produce el divorcio por diferencias menores, que no le impidieron seguir declarándose macianista hasta su temprana muerte por fallo hepático.
Rossell era un técnico de élite de la Mancomunidad. La Dictadura dio al traste con su brillante carrera, dejándole sólo como conservador del Parque Zoológico, elevado a director del mismo en marzo 1930. (Para entonces ya había dimitido Primo de Rivera, sustituida su dictadura por la ‘dictablanda’ del general Dámaso Berenguer.) El mes siguiente ingresaba en la Real Academia de CC. y AA. de Barcelona, con la memoria antes referida, velado desafío a la corrección política del momento, corroborando así la publicación del libro-manifiesto La Raça.
El mismo año 30 por agosto se firmaba el Pacto de San Sebastián entre los partidos republicanos para derrocar la Monarquía e instaurar la II República Española, lo que tuvo lugar el año siguiente (abril, 1931). Maciá, con típica fides Punica o lealtad nacionalista catalana para el caso, interpretando el pacto al revés, aprovecha la resaca para proclamar de forma unilateral la República Catalana, «a la espera de que los demás pueblos de España se constituyesen en repúblicas, para formar entre todas la Confederación Ibérica» .
El Gobierno provisional central bastante hizo rebajando lo de República Catalana a Generalitat de Cataluña, provisional, ocupada en su proyecto de Estatuto de Nuria. Aquí sale de nuevo a escena política el demagogo racista M. Rossell con un panfleto, Organizatció de la defensa interior (noviembre 1931). Veinte páginas sin desperdicio, que me habría gustado conocer cuando escribí sobre ‘Los catalanes y la violencia’.
‘La Raça’
Publicada en 1930, es una de las obras más notables que produjo la ‘histórica’, la ‘mítica’ Llibreria Catalònia (1924-2013), y una rareza bibliográfica [9].
El autor firmaba como M. Rossell i Vilar. He aquí el Índice:
Introducción
Parte I: El Imperialismo
Parte II: Raciología
Parte III: Interpretación de la Política
Resulta algo sorprendente el orden de conceptos. A tenor del título, debería empezarse por la Raciología. A menos, claro, que la intención sea utilizar la presunta ciencia como recurso argumental para una tesis a priori independentista .
Así es, en efecto. La Parte I contiene «una demostración de la universalidad del principio racial». « La raza se plantea como elemento básico de constitución de las naciones».
Y es que, como se anuncia en la Introducción (todo un manifiesto):
«La raza puede constituir un valor indefectible, para reunir la universalidad causal y ser aplicable a todos los asuntos humanos.»
La Parte II es ambiciosa: «Convertir la raza en ciencia». Ciencia pura, pero aplicable y aplicada. A cualquier asunto humano, en este caso, a la política:
«Hasta ahora, la raza ha sido un concepto vago. De ahí la necesidad de fijarlo» Esta parte del libro «se dedica a esclarecerlo de la única manera sólidamente factible: convertir la raza en ciencia.»
«La ciencia de las razas (raciología) estudia el carácter fundamental, orígenes, conservación, adulteración, regeneración, mejora y reconstitución de las mismas.»
Aplicada la Raciología a la Política, permite interpretarla, dar sus claves:
«El principio racial enseña que las ideas a las que se han atribuido los cambios políticos han sido meros accidentes, y que la causa trascendental es la raza.»
Pero a la vez la raciología es ciencia predictiva:
«El principio racial puede predecir la política del futuro, ya que toda manifestación humana se supedita al conocimiento».
Y aquí se enuncia la tesis central del libro: La raciología como ‘ciencia de las mentalidades, madres de la cultura’:
«[La raciología] no se reduce a la parte corporal de las agrupaciones humanas. Las razas poseen una mentalidad particular y son las únicas forjadoras de cultura. Sin raza no hay cultura, y allí donde la población se encuentra mestizada, la ausencia de cultura es absoluta» .
Perte III. El tema aquí es «mostrar que la raza informa la política».
«Todo lo que hay de valor toma origen y está presidido por la raza. En consecuencia, el principio raciológico es de aplicación universal.»
«Dado que la finalidad de las razas es la cultura, la política necesariamente ha de estarle subordinada.»
¿Y las ‘poblaciones desrazadas’? Éstas carecerán de cultura, y por ello «su política, incapaz de despegar hasta la cultura, no pasará de la fase imperialista.»
«El conocimiento alcanza en la raza la última etapa evolutiva, y es ella exclusivamente á continuadora del progreso» En cambio, «las colectividades desrazadas o mestizas, al haber destruido la evolución cognoscitiva normal, no pueden contribuir a la cultura ni conseguir la política humanizada.»
Resumiendo: La raza es el principio y fin de toda actividad colectiva humana. Sin raza pura (mestizaje), la colectividad humana no tiene futuro político propio. Su destino es el sometimiento.
Esta presentación puede haber dado una idea del pensamiento del autor y su calidad argumentística. Baste por hoy, y lejos de mí toda intención de dejar en ridículo a un veterinario zootécnico que aspira a elevar una raciología humana confusa a la categoría de ciencia. Ciencia de aplicación universal en los negocios humanos, por vía y arte de lo esencial a toda raza pura: la ‘mentalidad de raza’, creadora de ‘cultura de raza’, al servicio del humanismo universal. Algo que Cataluña Virgen y Mártir posee, y España martirizadora mestiza no.
Lejos de mí. Pero no voy a negar que eso de la ‘mentalidad racial’ (vulgo seny catalán) me recuerda al Jaime Balmes de ‘El Criterio’ (1845).
En cuanto al proyecto científico de Rossell, pienso que el puesto de conservador y director de aquel Zoológico barcelonés, que llegué a conocer, pudo proporcionar perspectivas muy interesantes de reflexión sobre la condición humana. También los directores del penal de Alcatraz, según el cine, tuvieron su observatorio y punto de vista particular sobre la sociedad norteamericana.
_____________________________________________
[1] Memorias de la R.A.de CC. y AA. de Barcelona, 3ª época, XXIII, Nº 1. P. M. Rossell practicó cierto tranformismo onomástico, reservando por ejemplo la forma Vilá para sus publicaciones en lengua castellana.
[2] Una de las etimologías convencionales; ver más abajo.
[3] P. Bosch-Gimpera, Prehistória Catalana. Assaig de constitució de l’etnología de Catalunya. Discurso de recepción en la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona.
[4] Memoria, pág. 2.
[5] Las ‘definiciones’ referenciales suelen llevar a la indefinición por circularidad –palabras que se ‘explican’ mutuamente–; o a salir por la tangente. Por ejemplo, en el DRAE, raza remite a casta y linaje, casta y linaje a ascendencia (o descendencia), y ascendencia a origen. Y aquí nos deja tirados, al no precisar que ese origen es genético.
[6] Para casta se imaginó un origen latino (del latín castus, casto, limpio, puro, intacto) que no es auténtico pero ha influido en la acepción. De ahí castizo y casticismo. Según el Corominas-Pascual (Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, 1: 913-916), casta es «voz oriunda de la Península Ibérica, y común a sus tres lenguas romances; de origen incierto».
[7] Tomo 5 (1737): 500; Mariana, Historia General de España, 22, 1.
[8] Du Cange & al., Glossarium mediae et infimae Latinitatis. Niort: L. Favre, 1883-1887, 7: 032c (RAZ). Ibíd. RAZA1 RAZA; RASA3 «Género de vestido, túnica ordinaria, áspera»; RASA6.
[9] La propia editorial lo dio a conocer en un prospecto o edición resumida en 51 páginas, Barcelona, s. a. Una 2ª edición ha sido publicada por Llibres nacionalistes, 2012. La traducción de los textos que cito es mía, pues no conozco traducción española del libro. Mías son también las cursivas y negritas en dichos textos.
Buenos días Querido Profesor Belosticalle
ResponderEliminarHe disfrutado muchísimo con esta entrada de hoy, y me gustaría añadir un par de pequeños incisos :
1- En el entorno familiar de mi juventud, se usaba "Raza" ( una persona de Raza ), para señalar a quien era una persona clara, leal, valiente, sin dobleces, y con la que se podía contar ( aunque pudiera ser rival ). No sé si esa acepción la englobará la Real Academia...
2- He terminado recientemente el libro " Neurotribes, the legacy of..." de Steve Silberman. Pues bien, en este libro, el autor defiende la heredabilidad de las características Aspergerianas ( del tipo, no del síndrome ), y considera a los "Aspies" como "La Raza" del futuro, la que conseguirá que la humanidad siga avanzando...
Y, desde luego, el Asperger no está localizado en ningún terruño, que está diseminado por todo el mundo, aunque los casos extremos, como el autismo profundo, que es en lo que se fija la gente, suelan aparecer en familias con padres, abuelos, etc científicos, técnicos, perfeccionistas, y, frecuentemente poco sociables...
Bueno, me voy ya.
Muchas gracias
Pues ahora que lo dice … Sí, algunos síntomas del ‘aspy’ (no todos) parece que se dan entre la hinchada nacionalista.
EliminarAunque también podría tratarse de otro síndrome por describir. Algo de autismo, sin duda.
Gracias por la pista, insaciable lectora.
Qué gozada leer al maestro Belosti. Cómo siempre, una entrada para conservar.
ResponderEliminarMás gozada para mí su visita y comentario a este maestrillo.
EliminarA ver cuándo nos vemos, que ya va siendo hora.
Vamos a ver si por Álava se organiza algo para celebrar el otoño que nos tienen últimamente olvidados. Un abrazo querido Belosti.
EliminarBuenos días profesor:
ResponderEliminarsabe que los flojos nos fijamos en los santos y renqueamos en los textos.
Veo una bella joven que hacha en mano amenaza con derribar una telaraña con araña y todo. Poca cosa para someter a un pueblo con su raza me parece una telaraña y mucha la contundencia del arma para tan poca cosa. Quizá parezca una metáfora de sus ensoñaciones: toda la opresión y todas las cadenas son una simple telaraña y excesivo parece matarla a cañonazos de hacha. Al final todo es una exageración. O como diría mi abuela: no colocar las cosas en su justo término.
Observo en el santo de la libertadora que abajo a la derecha aparece un sello, quizá un franqueo de correos lo que convertiría la estampita en sello de Correos. Tal vez sea un sello de algún registro, no lo sé.
Estimado Profesor,
Querido amigo:
muchas gracias.
Tumbaollas
Es que, en efecto, es una postal patriótica con matasellos donde podría leerse (no me haga mucho caso): ‘Barcelona - 8 Febrero 1910M - (9)’.
EliminarLa he tomado del Blog Museu de la Postal, que la publicó hace un par de meses, entre varias muestras de la Diada.
La composición es descomunal, como usted señala. La hoz de segar, sustituida por un hacha desaforada. El arácnido, que por su silueta debería ser una epeira, araña bellísima de jardín, se ha ennegrecido, tal vez por inspiración de ‘La araña negra’ (1892), novela anticlerical del valenciano Blasco Ibáñez.
Sepa, amigo mío, que ahora, cada vez que pongo santos me acuerdo de usted. En la entrada anterior he puesto algunos de propina, sólo pensando en darle gusto, no sé si los ha visto.
Un abrazo.
Estos temas me llevan al desconcierto y a la maldad. Porque, con permiso de los veterinarios, ¿es posible que el estudio del bestiar le influyese en su genoma y viera a sus conciudadanos como puros animales de raza?
ResponderEliminar¿Será posible envasar sagrada tierra catalana, meterla en el cáliz y, al salir de casa, frotarlo para aumentar la inteligencia o, por lo menos, el vigor sexual para mantener la raza sin que degenere? ¿Se tendrán que casar los catalanes entre hermanos para no introducir genes degenerados en su descendencia? ¿O casarse por barrios? ¿O por cuenta corriente?
Realmente apabulla el nivel de concreción de estos animalistas. ¿Llega a concretar los hechos diferenciales de la suprema raza catalana para definirla como tal y así podernos distinguir? ¿Me identificarán como no catalán en cuanto pise la Diagonal? ¿Alguna guía simple como el Petete para zorros?
Este es el ‘Petete’ que usted reclama, estimado D. Bruno.
EliminarNo sé cuándo me aburriré definitivamente del libro de Rossell, pero alguna entrada más pienso dedicarle, y comprobará usted la simpleza mental del público destinatario, muy probablmente compartida por el propio autor.
Un saludo, y sea siempre bienvenido.
Me pilla leyendo, entre otras cosas, la Historia de España de Pierre Vilar. Un librito muy "ameno". Dentro de una amalgama en la que resume el XIX y hasta la guerra civil comenta sobre el asunto catalán. Y pone textualmente una conclusión:
Eliminar"Sin duda "la tierra, la raza y la lengua" designan claramente una Cataluña". Luego aduce otras cosas y acaba en que todo es una cuestión económica. Pero todo parece tener un punto de partida. Podía haber sido el ombligo del bestiar el origen del meollo.
Historia de España. Librairie espagnole. Paris. 1975. pag. 100.
" Procesado en septiembre 1909, en relación con la Semana Trágica, pone frontera de por medio y se refugia por tres meses en Tolosa. Allí prepara oposiciones al cuerpo de Inspectores de Sanidad Veterinaria, ganando plaza en Puigcerdá, donde trabaja como inspector sanitario aduanero. (1910-1913). Al mismo tiempo investiga en razas autóctonas animales y escribe un manual de veterinaria (Malalties del bestiar, 1911)."
ResponderEliminarEspanyaensroba.
Hay que ver la cantidad de funcionarios del estado que han consagrado su vida, y los emolumentos percibidos del mismo, a destruirlo.
Lo he leído con sumo interés. Pero con temor porque estas ideas de superioridad racial campan en Euskadi y Cataluña con un marchamo de "democráticas" porque los "pueblos sometidos" tiene un plus en España. Miradas de superioridad y gestos exigiendo humildad y agradecimiento por parte de "los de fuera" son comunes en nuestras relaciones.
ResponderEliminarA ello ha ayudado la falta de un mensaje de orgullo español por parte de nuestros dirigentes que hubiera hecho más difícil la sumisión cultural.
Un saludo, Maestro.
Sísifo.