martes, 23 de septiembre de 2014

Referéndum a lo loco



Vaya por delante que celebro la derrota pírrica del YES en Escocia. Aunque sea por la mínima, pienso que aciertan en que es mejor el Cameron co(no)cido que el Salmond por co(no)cer. Dicho lo cual, estoy con los que piensan que esta consulta ha sido una insensatez desde el principio, o al menos desde que los sondeos de opinión avisaron empate técnico. Eso en cuanto al fondo, porque la forma o procedimiento tampoco ha pecado de prudente.
Hay razones para no quedar boquiabierto de pasmo ante una apuesta como la de Escocia. Sólo como boutade, voy a poner la primera: el entusiasmo que ha despertado en nuestros separatistas catalanes y vascos ese «ejercicio ejemplar de democracia». Si no temiera ser malinterpretado como que insulto, citaría en apoyo la fábula de Iriarte, ‘El oso, la mona y el cerdo’:

Cuando me desaprobaba
la mona, llegué a dudar;
mas ya que el cerdo me alaba,
muy mal debo de bailar.

Si gente tan especialista en lo suyo, como son los nacionalistas en general, aplaude un intento secesionista, no es por amor platónico a la democracia.
En efecto, sólo con ver el cómo y los porqués del aplauso vasco y catalán a la consulta, queda claro que la suerte de Escocia y de los escoceses les importa un haba. Ni política, ni economía ni bienestar social: la aventura escocesa es buena en sí porque le conviene al separatismo ibérico. Habrían preferido el resultado inverso, y de hecho han enviado delegaciones, no tanto para «observar y aprender» (Ortuzar) como para hacer propaganda separatista,  jaleándose a sí mismos y a su equipo favorito, el del entrenador Salmond. Ese era el sentido de tanta ikurriña y estelada en algunos puntos estratégicos –por cierto, en contraste con la presencia discreta de banderas escocesas–, como si el referéndum fuese con nosotros los vascos y catalanes.
Ya que he mencionado al cabeza del PNV, Andoni Ortuzar, he aquí el objetivo de su excursión a Edimburgo, según él mismo:
«para ver en primera persona cómo desde el ejercicio democrático se puede resolver un conflicto de 300 años».
Pero hombre de Dios, ¿o sea que  el viaje turístico que se han concedido el declarante y toda la delegación vasca a Escocia era para asistir a la resolución de un conflicto viejo de tres siglos? Pues vamos frescos. A los no nacionalistas se nos antoja que lo ocurrido hace 300 años entre Escocia e Inglaterra no fue el nacimiento de ningún conflicto, sino justo al revés, la resolución de un conflicto mediante el Acta de Unión con Inglaterra  (1707) [1]
Lo que ocurre es que el axioma corruptio unius, generatio alterius, en la escolástica nacionalista vale sobre todo para los conflictos: resolutio unius, generatio alterius. Dicho de otra manera: resolver un conflicto es regenerarlo bajo otro aspecto. Siempre el mismo perro con el collar de moda. Al nacionalista los días se le vuelven años y los siglos milenios, mientras la Historia es la noria del eterno retorno al agravio sempiterno [2].
Otro mantra muy socorrido es el que ha dado título a un programa del realizador Jaime Otamendi para la ETB 1, ‘Eskozia beti garaile’. Escocia siempre gana, salga el YES o el NO. A primera vista podría entenderse: «¡Ya! El NO a la independencia abre la puerta a una mayor autonomía.» Desde luego, esa ha sido la oferta inglesa a los escoceses si son buenos chicos, hmmm … Pero la cosa no va por ahí. Para nuestros nacionalistas, Escocia gana por el mero hecho de haber votado en referéndum sobre su futuro. Lo cual dicho con la perspectiva de un empate técnico es algo sin pies ni cabeza. ¿Qué gana Escocia, o Cataluña, o incluso Jauja, partiéndose en dos por dentro? Pues vaya con la solución del conflicto.
Será desconocimiento mío de la filosofía política británica, pero hay cosas que no logro entender en el acuerdo angloescocés sobre este referéndum.
1. La decisión por mayoría simple. La secesión o independencia no es una alternativa ordinaria, como lo es tal o cual opción para una legislatura. Es un evento de suyo irreversible, en que la minoría perdedora va a sufrir una frustración duradera. Lo menos malo sería que esa minoría fuese lo más reducida posible, a la que el vencedor podría incluso, en acto de generosidad, ofrecer alguna compensación temporal razonable. Eso requiere fijar para el ‘sí’ una mayoría calificada, tanto más cuanto más traumáticos se prevean los efectos del cambio.
Estoy pensando en una distribución homogénea. Pongamos ahora el caso del ‘sí’ y el ‘no’ repartidos por áreas geográficas y por tramos de edad:
1a. Reparto espacial. En tal supuesto, el área perdedora podría ver natural y democrático no tener que someterse a la voluntad de quienes le son ajenos incluso territorialmente. Y en juego limpio no se les debería negar el derecho a autodeterminarse, al menos en cuanto a evitar su secesión forzosa. No valen chulerías destempladas a lo Arzalluz del «¡Ancha es Castilla!».
1b. Reparto por edades. En estos casos, la población más verde suele ser la más atrevida para la novedad y el cambio. También la gente más madura, siempre sensible al futuro de las pensiones, puede ser atraído al ‘sí’ con algún señuelo, alguna varita mágica que asegure la caja; por ejemplo, la renta del combustible marino, como hacen los noruegos desde hace 25 años. Fuera de esto, en general los mayores suelen ser más cautos.
Rebajar ad hoc la edad de voto para una consulta trascendental y permanente es una triquiñuela más demagógica que democrática, que en Escocia ni siquiera ha funcionado. Y eso que allí no llevan toda una generación de adoctrinamiento escolar a mansalva, como en Cataluña o Vasquilandia. Y eso que allí el nacionalismo tampoco dispone de los medios de propaganda de que disfrutamos en España.
No es mi intención ser sarcástico si digo que, para Salmond, pasarse de listo con la rebaja de edad puede haber sido un tiro por la culata. Baste imaginar a millares de adultos indecisos, angustiados por un dilema en verdad difícil, la víspera de los comicios saliendo de paseo a meditar pros y contras. De pronto dan con una muchedumbre festiva. Allí reconocen a sus vástagos y nietos en alegre francachela, pintados de ‘pictos’ (valga la redundancia) a lo Bravehearth, meneando aspas de San Andrés y haciendo fotos con el trasero a los ingleses, entre músicas y tragos largos, mientras da la hora de volver a casa para la cena. Ante un escenario así, más de un pensionista perplejo, con los hijos en paro y los nietos estudiando, habrá visto la luz. Esa luz sombría del NO, gracias, Señor, déjanos como estamos.
Una correlación altamente positiva entre el SÍ y la juventud tendrá otro efecto nada democrático ni sensato: propiciar el referéndum recurrente, hasta que salga lo que tiene que salir, a gusto de los promotores, y ni una más. Lo cual también puede ir para más largo de lo que imaginan, porque los jovencitos de hoy pronto dejan de serlo. Y dado que en Escocia (nuestro modelo de moda) no hay como aquí ikastolas ni etebés etc. etc., la libertad de pensar florece mejor.  
2. Censo comicial. Otra perplejidad surge del censo de personas con derecho a voto en el referéndum de Escocia. Sólo los residentes en el país, con exclusión de  los demás residentes del Reino Unido, incluidos los escoceses. Y de los residentes, también los extranjeros con cierta antigüedad. No se discute que tal cosa sea allí legal, si tal ha sido el acuerdo y no viola la ley británica. Lo que no parece es que ese acuerdo sea lógico, equitativo ni sensato, para  un asunto tan ‘nacional’ y tan ‘histórico’.  
Respecto a los extranjeros con voto, me voy a remitir a un testimonio significativo. Significativo, porque lo escuché en un programa de debate tan poco sospechoso de neutralidad como es el SIML (Sin Ir Más Lejos), que dirige y modera (es un decir) Klaudio Landa. Otro día hablaré de él, del programa. Pues bien, en vísperas de la consulta escocesa intervenía en off un residente vitoriano, quien preguntado de forma sinuosa por su intención de voto insistió en que él no votaba, por pura lógica. Y este era su argumento:
«¿Qué sentido tiene que un extranjero como yo, que no pienso hacer mi vida en este país, me meta a decidir lo que han de ser ellos y sus hijos cuando yo me haya marchado?»
Una decisión honesta, que a buen seguro no habrán tomado la mayoría de residentes comprometidos con el nacionalismo vasco o catalán, o bien cualquier forastero con derecho al voto y con ganas de fastidiar a Inglaterra.
Para los primeros sobre todo, el referéndum de Escocia –cualquier referéndum sobre independencia– tiene como base el supuesto de Ortuzar: dirimir un conflicto histórico de incompatibilidad, bien mediante divorcio acordado, o en su defecto, por decisión unilateral. No bastan competencias autonómicas, por amplias que sean, incluso privilegiadas sobre el resto del estado. Es el imperativo identitario lo que prevalece, incluso sobre los intereses materiales.
En cuanto a los naturales privados de voto por residir fuera de Escocia, ¿qué decir? Así, en bloque, lo veo tan absurdo como dárselo a los residentes foráneos. Más absurdo incluso, y excuso las razones. Eso sí, ya que Escocia nos resulta tan modélica, tómese nota para que los vascos ultramarinos no sigan votando por correo, no ya la independencia del Pueblo Vasco, sino quién gobierna el país que ellos dejaron tal vez hace mucho y para siempre. Tome nota también el senador Iñaki Anasagasti, que en los comicios  de su Venezuela natal siempre se jacta de ejercer su derecho de voto, aunque el suyo es siempre por la buena causa.
3. Participación. Otro punto admirativo ha sido para la cota altísima de participación ciudadana en la consulta escocesa. Y con motivo, porque es de admirar, en un espacio sin cadenas (y nunca mejor dicho) de TV autonómica ni otros medios de manipulación de masas como  aquí se estilan. Allí sólo gracias al esfuerzo de voluntarios trabajando a los indecisos o indolentes, para el SÍ o para el NO.
Qué digo, admirable: increíble, por temerario. Aquí no jugamos con ese fuego, y cuando toque consulta, las cajas tontas vomitarán plasma patriótico, mientras nuestro voluntariado de nómina trabaja para la nube de entes públicos o parapúblicos. Todos remando y cobrando, cobrando y remando en la misma dirección.
Gran diferencia. Allí, voluntariado ciudadano contra el ‘voto del miedo’. Aquí al revés, mercenarios que te intimidan quedándose con tu cara y nombre, mientras te explican la diferencia entre el patriota bueno y el malo. Allá tú, advertido quedas.
Admirables los escoceses. Sin dinero público, han hecho lo que han podido: una chapuza voluntariosa que les ha dejado en el limbo. Porque Cameron/Inglaterra les prometió autonomía si votaban NO. Y ahora, con el empate técnico, a lo mejor va y se agarra a eso para decir digodiego. Ilusa Escocia, si sueña con que algún día Inglaterra le conceda por la cara algo parecido a nuestro Concierto económico.
4. El votar por el votar. Last but not least, la gran lección de Escocia no ha sido votar así o asa, sino votar; como también la gran lección del Gobierno británico ha sido dejar votar. Lástima, la cerrazón de Rajoy/España impidiendo que tan hermoso ejercicio de democracia se reproduzca entre nosotros. ¿Qué tiene de malo consultar al pueblo?
En abstracto, nada. A muchos nos gustaría que los paladines de ‘la consulta’ (en singular, porque sólo hay una, ‘su consulta’) sometiesen a votación en sus programas políticos tantas cosas mucho más de alcance y menos comprometidas. La política lingüística, por ejemplo, que desde el poder se impuso sin consulta alguna. Incluso los grandes símbolos: ¿alguien recuerda un referéndum sobre el nombre de Euskadi para la CAV, o sobre la ikurriña como su bandera? O sea que votar es bueno, según qué.
En suma, que no se ve razón para tanto ‘elogio de la locura’ escocesa  en Vasconia y Cataluña. Los considerandos expuestos –nada originales por lo demás– justifican la sospecha de que el fervor escotista sobrevenido aquí y allí es impostado, para un modelo político tan manifiestamente mejorable [3].
Con todo, no cerremos en negativo. Si bien Escocia no es perfecta, al menos sus políticos nacionalistas tampoco dan la brasa perpetua, que si te vamos a normalizar, que si tu lengua propia, discurso identitario: a tale told by an idiot, full of sound and fury, signifying nothing. Como la vida misma.


[1] De verdadera ‘Unión’, como impusieron finalmente los escoceses; no de ‘Anexión’ camuflada, cuya sombra parecía rondar por la primera propuesta inglesa, el Acta de Unión con Escocia (1706). Tan de Unión, que de hecho se fusionaron ambos parlamentos, el de Escocia y el de Inglaterra. Recordado sea, para desengaño de incautos ante declaraciones como la de Ortuzar, ya que a éste nadie le va a desengañar de nada.
[2] Es memorable el dicho que un patriota radical, Tasio Erkizia, se sacó de debajo de la boina cuando Francia dejaba de ser el santuario de ETA: «Desde hace seis años, el Estado francés se ha convertido en el enemigo secular de los vascos».
[3] Nuestro nacionalistas se hacen lenguas de la madurez del pueblo escocés, de su deportividad, serenidad etc., hasta posiciones flemáticas rayanas en la indiferencia y el pasotismo. Tanto más curioso, ya que los escoceses son capaces de apasionamiento y violencia por lo menos en negocio tan banal como el fútbol. Siendo estudiante en Valladolid, si mal no recuerdo (porque de eso hace mucho), en las competiciones entre colegios, los escoceses tenían fama de algo brutos y también tramposillos, más que los irlandeses. Cosa notable, porque fuera del campo  solían ser amables y más educados que nosotros españoles.






17 comentarios:

  1. Soy Urbi et Orbi, maestro BELOSTI.

    Magníficas sus reflexiones. En mi opinión, a nuestros nazios les ha salido el tiro por la culata por mucho que hablen maravillas de lo de Escocia. Ni recurriendo a las trampas del voto a los mayores de 18 años, de la exclusión de los escoceses residentes fuera y la inclusión de los extranjeros han ganado. Y creo que se han levantado muchas orejas en señal de alerta a lo que pueden significar un referendum de esta naturaleza para el futuro de Europa. Puede resultar una gran vacuna.

    Un abrazo, admirado maestro.

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    1. Optimista le veo, amigo mío. Gracias por su amabilidad, aunque ya digo aquí que aquí no digo nada nuevo, y remeros de la ‘Argos’ que me visiten, incluído usted, se reconocerán en reflexiones que ellos ya han hecho.

      Pero aunque esta compilación es en principio para mi gobierno, para ordenar un poco el desván, celebro que guste, y nunca está de más una lanza por aquello en lo que se cree, aunque sólo sea por testimonio.

      Aquí los nacionalismos redivivos en la Transición democrática fueron su corruptores máximos desde el principio. Las legislaciones electoral y de partidos hicieron el resto, quedando el país a merced de los ‘taifas singulares’. Mal arreglo, don U. & O..

      Un abrazo.

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  2. el voto de menores de 18 o mayores de 16, claro

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  3. Todo este debate, lamentablemente es un dialogo de sordos. Todo depende del campo en el que juegues. Cualquier argumento que se emplee desde el campo constitucionalista, es inmediatamente retorcido y cambiado hasta lo inverosímil por los nacionalistas. Por el contrario, sus argumentos siempre están bendecidos por la mas pura ortodoxia democrática....son palabra de Papa...natas. A Europa se le ha abierto un melón lleno de gusanos. Deseo que la mayoría silenciosa sea lo suficientemente escuchada por nuestros sordos políticos, como para que encuentren la formula para acallarlos, cosa harto difícil ya que sin su permanente reivindicación, no tiene sentido la existencia de los partidos nacionalistas. La formula federalista, aparentemente tan apropiada, solo seria valida si se aceptaran de buena fe las reglas de juego que se establecieran, o sea la Constitución, cosa que ya vemos el respeto que merece. Tiempos apasionantes, que nos toca vivir.

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    1. No tengo fe en ningún federalismo a la española, D. Halcón. Ya se ha visto lo que nos da de sí el sistema autonómico, como para vaciar más el Estado a beneficio de las taifas.
      Y menos aún mientras el hipotético federalismo guarde contemplaciones ante los ‘hechos diferenciales’, ‘derechos históricos’ y otros cuentos. Fantasmadas asimétricas que envenenan la convivencia general, y que en nuestro caso hacen imposible la convivencia interna regional, supeditada al dominio ventajista de ‘los buenos’ sobre ‘los malos’. Señor, pase de mí este trago.

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  4. Querido Don Belosticalle, un artículo para guardar, cosa que he hecho.

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    1. Agradecido. Aunque a mí me ha impresionado muchísimo más su artículo de hoy.

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  5. La Historia es la noria del eterno retorno al agravio sempiterno, dice usted y dice bien.

    . Yo añadiría el sempiterno retorno al útero materno de todos estos narcisistas de libro.

    A los narcisos hay que empujarles al agua, no regalarles espejos. Aggggg

    Reconozco que toda esta historia me pone de mal humor, que se atempera con la lectura de lo suyo.
    Un abrazo.

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  6. Querido Profesor Belosticalle
    Para mí, la unica consecuencia buena del referéndum escocés, es el retorno de Sarkozy a la política francesa.
    Que se están dando cuenta en Francia de lo que vale un peine, de que una Europa Fuerte les conviene, que con los progres y con los asustadizos, y con los que quieren dar gusto a los que piden disparates, nos hundimos todos, y nos acabará conquistando el Estado Islámico.
    Por lo menos, Sarkozy habla claro, y actúa con contundencia. Le falta un montón de tiempo, por el camino que se ha trazado,para llegar a liderar la ¿ UDF ? , y para llegar de nuevo a la presidencia de la República Francesa, pero para mí, verle en la televisión, durante más de 40 minutos, dando la cara, y contestando a preguntas hechas con malísima intención, sin arrugarse ni enfadarse, a mí eso me ha dado un optimismo que llevaba no se cuanto tiempo desaparecido , con nuestro panorama, y con el apoyo tan acoquinado de las instituciones europeas ( cuando no es intentar hundirnos, al contrario ).
    Le pongo el enlace a lo de Sarkozy, por si le divirtiera...
    Y, por supuesto : ¡ Muchas gracias ! Que leerle es siempre un placer.

    http://www.tv5monde.com/cms/chaine-francophone/info/Les-dossiers-de-la-redaction/France-2014/p-29155-Sarkozy-un-retour-tres-commente-par-la-presse-etrangere.htm

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  7. Querido Profesor Belosticalle

    Hoy me tocaba reponer "venenos". Iba a comprar una botella de Chivas, pero, en homenaje al NO de los escoceses, he decidido hacerles más gasto, y me he comprado una botella de Macallan.
    Que es mucho más caro, y por tanto, nunca había comprado antes, pero que les encanta a los licántropos de la trilogía que les dedica Glen Duncan, un escritor cuyos libros , que no "visten" nada, pero que me parecen fabulosos, compro en cuanto salen a la venta, incluso en tapa dura, a pesar de que ya no me queda espacio en mis estantes.
    Ya comentaré si estoy de acuerdo con los hombres lobo, en que es lo mejor de lo mejor...

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    1. Un trago a mi salud, por favor.

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    2. Tomaré ese trago a su salud, Querido Profesor pero , al menos de momento, me parece que lo de los hombres lobo es puro esnobismo, y me sigue gustando más el Chivas de siempre.

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  8. Querido Maestro, sé que no es el lugar pero le adjunto mi correo electrónico para, si está interesado, poder hablar con usted sobre mil temas pero sobretodo de Las Merindades.

    sietemerindades@gmail.com

    Atentamente,



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    1. ¡Cómo, que no es el lugar! Para hablar de Merindades y de lo que se tercie. Aquí, y en su blog, y por correo. O por qué no también en persona. Un abrazo, amigo mío.

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    2. Le tomo la palabra. Propóngame día y hora y me presentaré (solo o en compañía de otro muy interesado en conocerme). ¿Bilbao?

      Y a nombre descubierto, claro.

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    3. "Conocerle", no conocerme.

      Lebato.

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