miércoles, 6 de noviembre de 2013

Cuodlibetos






A la querida Pussy Cat, 
a quien tanto debo 
como heraldisa de este blog, 
en atención a un comentario suyo.







En mi entrada anterior, al hacer la etopeya de cierto personaje, me referí a «su erudición y humor cuodlibetal».  Esta última palabra mereció un comentario, en el sentido de ser desusada o ignota.
«Lo de la palabreja, mirar primero diccionario y luego hablamos.» Eso respondí, y ahora me pregunto si hice bien. Porque el Diccionario ciertamente registra cuodlibetal como sinónimo de cuodlibético –así que desconocido no es–; pero de ahí remite al  sustantivo  cuodlibeto, con tres acepciones mal ordenadas y no bien definidas, a mi juicio.
cuodlibeto. (Del b. lat. quodlibetum, y este del lat. quodlĭbet, lo que agrada, lo que se quiere).
«Dicho mordaz, agudo a veces… »
De las tres acepciones, históricamente habría que empezar por la 3ª:
3. m. Uno de los ejercicios en las antiguas universidades, en que disertaba el graduando sobre materia elegida a su gusto.
Por lógica, debería seguir la 1ª:
1. m. Discusión sobre un punto científico elegido al arbitrio del autor.
Y en fin, por extensión, la 2ª:
2. m. Dicho mordaz, agudo a veces, trivial e insulso las más, no dirigido a ningún fin útil, sino a entretener.
Se echa de menos una acepción general de cuodlibeto como tema o materia de discurso, y no simple ‘dicho’.  A este efecto, sería aprovechable la definición del Diccionario en su primera edición (‘Autoridades’, tomo 5, 1737,  pág. 475):
Qüodlibeto. s. m. Tratado de qüestiones propuestas al arbitrio del Autor.
Y aquí, al margen de la definición,  la ‘autoridad’ al canto es Lope de Vega, en La Dorotea:
«Phelipa es su hija, pollo de esta lechuza, cuyos actos y quodlibetos le prometen el mismo grado».
Donde se aprecia la ironía de llamar ‘cuodlibetos’ a los discursos de una golfa en ciernes.
Falta también en el DRAE el aspecto musical del lema: el cuodlibeto-capricho. En fin, un pequeño desastre de artículo.
Pero antes de proseguir, vuelvo a fijarme en la 2ª acepción de cuodlibeto, según el DRAE. Por alguna razón, me mosquea. En ‘Autoridades’, desde luego, no figura. ¿De dónde lo han sacado?
Voilà. Es un texto ajeno, que al no citar fuente, cumple religiosamente los requisitos del plagio:
«De este vocablo escolástico se deriva nuestro francés Quolibet: Dicho mordaz, agudo a veces, trivial e insulso las más, y por ende desterrado  de la conversación educada, como las Cuestiones cuodlibetarias lo están de la sana Teología, no dirigidas  a ningún fin útil, sino a entretener.» [1]  
Así pues, traducido a la letra, y traducido-traicionado. Porque al omitir nuestros académicos el referente teológico-escolástico,  el último inciso («no dirigido» etc.) queda descolgado y está de más. También deberían advertir que, en esa acepción, es galicismo y es realmente otra palabra.  ¿Alguién usó jamás el castellano cuodlibeto en el sentido del quolibet (no quodlibet) francés? ¡Ah!
En cuanto al adjetivo cuodlibetal, o cuodlibético, no es nada insólito. Yo mismo lo usé aquí otra vez ‘Imaginar a Di Cosimo’ , aunque prometo no abusar. Me gustó, para  describir la impresión que me produjo el ensayo de Mr. y Mrs. Panofsky sobre La Caja de Pandora: «alucinante viaje literario e iconológico cuodlibetal».
Pues si ya la Caja pandorina da tanto de sí, imaginemos lo que sería abrir el Melón de Pandora, no digamos ambos melones, menudo cuodlibeto de desventuras.
Fuera de eso, la palabra en sí es inocente.  «Del latín quodlibet, lo que se quiera». Disertar de lo que se quiera –de lo que se le ocurra al disertante, o al auditorio–, hoy puede parecernos hasta anodino. ¿Largar de quolibet? ¡Pero si apenas se hace otra cosa! Nuestra cultura radiotelevisiva es casi toda ella cuodlibetal. Cuodlibetal y ligera, con debates eternos procurando no llegar nunca a nada definitivo, porque esto último sería tremendo.
¿Y la blogosfera? En su conjunto, ningún adjetivo le va mejor que cuodlibetal. Hay blogs temáticos, pero infinitos más somos cuodlibetos, sin que este carácter nos ponga de suyo en desventaja.
Por todo ello, no estará de más un recordatorio histórico, para romper una lanza por el cuodlibeto: esa palabra y esa cosa que (lo vamos a ver) abrió camino a la libertad del pensamiento.
El cuodlibeto escolástico
Como es sabido, la Escolástica fue el vehículo de transmisión de conocimiento teológio en Occidente medieval.  La ‘Escuela’, sin pretender  innovar nada en una ciencia que se suponía completa e intocable, se propuso doble tarea: 1. Cómo organizar la masa de conocimientos en sistema. 2. Cómo depurar el sistema y transmitirlo de maestros a discípulos, sin descorganizarlo.
En ambas tareas, el teólogo se servía de ciencias auxiliares , en especial las Artes Liberales. Con todo ello, sobre base dialéctica, la Escolástica desarrolló un método con formalismos rigurosos para la investigación y la enseñanza teórico-práctica.
Como hoy, la unidad docente nuclear teórica era la lección (lectio). Como el nombre dice,  era la lectura de un texto oficial, con explicación del mismo, empezando por su sentido literal (sin descuidar los otros, la alegoría, la moral y la mística). Los textos oficiales de lectura eran libros de la Biblia, más la antología bíblico-patrística titulada Sentencias de Pedro Lombardo, obispo que fue de París. La lección explicativa podía dar de sí todo un comentario.
En la lección iban surgiendo aquí y allá pasajes y puntos más difíciles, que daban pie a cuestiones (quaestio, pregunta). Tales cuestiones se iban aparcando como materia para otro género de unidades docentes: la cuestión (quaestio, encuesta), y la disputación (disputatio, discusión).
La disputa en particular llenaba parte de los programas en las solemnidades académicas y a menudo se ofrecía con publicidad como espectáculo, en la vida académica y fuera de ella. Se convirtió en la fórmula ideal para marcar diferencias entre escuelas de pensamiento, y fue una de las causas de desprestigio de la Escolástica, reducida a manadas de disputadores con disciplina de ‘pensamiento’. Si alguien tiene dificultad para hacerse una idea, nuestros partidos políticos le ilustrarán, no le quepa duda.
Muchas de las cuestiones, a fuerza de discutidas, se hicieron familiares como ‘cuestiones disputadas’. Articuladas temáticamente, fueron tema preferido de docencia y publicación, con algún título general de referencia: El Mal, la Omnipotencia de Dios, el Alma, los Ángeles etc.
Se comprende que, con los conocimiento y métodos de entonces, muchas eran las cuestiones sin solución única, o simplemente insolubles, por más que se disputasen. Con demasiada frecuencia, resultaron ser sólo cuestiones de palabras y de nombres sin entidad real, como lo entendió la crisis y revolución de pensamiento llamada (por eso mismo) ‘nominalismo’.
Por otra parte, el virtuosismo disputador dio lugar a un género de disputa formal sobre ‘cualquier cosa’ (de quolibet).  Esta variante, el cuodlibeto, derivaba de los exámenes de grado, bajo doble aspecto:
1. En origen, el cuodlibeto se parecía a un examen ordinario, que por su naturaleza es cuodlibetal, donde el maestro o tribunal elige las preguntas.
2. Ahora bien, todo alumno conoce el temido «hábleme usted de lo que sepa». En este tipo de cuodlibeto de elección propia, por aquí empieza el problema («eso, ¿qué le cuento yo a este tío?»), pues se supone que el examinando recitará su lección mejor sabida.
El cuodlibeto escolástico nace en la primera mitad del siglo XIII y desaparece poco después de 1320. Era un acto de suyo magistral, casi tanto como la ‘cuestión disputada’ –con la que comparte el formalismo–, pero distinto de ella porque: 1. no forma parte de la obligación docente; 2. las cuestiones, hasta agotar el tiempo, no las elige el propio maestro, sino que puede proponerlas cualquiera del público, si sabe hacerlo y suscita interés; y 3. la baraja de cuestiones es muchísimo más amplio, casi cuodlibetal al pie de la letra, salva la facultad del maestro para rechazar cuestiones que estime improcedentes.
Cuodlibeto y libertad de pensamiento
El cuodlibeto fue ante todo un ejercicio de lucimiento. El montaje de las cuestiones para su publicación era muchas veces artificioso. Con todo, los grandes maestros de la Escolástica áurea  no desdeñaron la modalidad para aumentar su crédito. Pero tras el nominalismo, cuodlibeto fue sinónimo de ‘cajón de sastre’, erudición sin pies ni cabeza.  En muchas facultades y academias, se adoptó como género festivo para divertir con cuestiones ridículas  a la asamblea.

Ahora bien, la libertad de elección temática,  con el tiempo significó romper moldes, abrir nuevas cuestiones a la investigación. Por los coladeros cuodlibetales entraron a debate temas políticamente incorrectos de filosofía y ciencia natural, cosmología, psicología, historia, derecho…
Así, paradójicamente, un género abocado a su decadencia contribuyó a la libertad de pensar. De pensar en no-escolástico, se entiende. Su misma ligereza ayudó a la divulgación.
Recuperemos, por tanto, este vocablo benemérito, con otros tantos de utilidad pública.  Etopeya, sin ir más lejos.
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[1] ‘Quodlibetum’ (par les Bénédictines de St. Maur, 1733-1736), en Du Cange et al., Glossarium mediae et infimae latinitatis.
«Ex hoc Scholasticorum vocabulo deducunt nostrum Gallicum Quolibet, Dictum mordax, acutum nonnumquam, plerumque triviale nulliusque leporis sale conditum, ideoque e politioribus colloquiis amandatum, sicut et Quodlibetariae quaestiones e saniori Theología, quod curiositati fere servirent, non utilitati


26 comentarios:

  1. Querido Profesor Belosticalle
    ¡Que divertido este comentario que le dedica usted a Dª Pussy ! ¡Cualquiera se mete con usted por inventarse palabras !
    Eso sí, le recuerdo que Dª Pussy es de San Sebastián, y de mi generación, ( aunque con menos años ), y que, por tanto, se ha criado utilizando el francés, como idioma cuasi materno desde pequeñita ( ella tiene el español y el vascuence como lenguas maternas, y el francés como lengua " mère de lait " o sea, como lengua nodriza ).

    Y en el francés de todos los días "quolibet" se utiliza como burla , pulla, chirigota…
    Estupendo saber de donde sale el término, y como se debe utilizar en español.
    ¡ Muchas gracias por el disfrute !

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  2. Apabullante lección, Belosti, además con dedicatoria para mí. (Me ha hecho mucha ilusión).
    Si lo que ha pretendido es hacer un quodlibetum, le ha salido todo un tratado perfecto sobre el asunto. O sea, que se produce la paradoja de ser un trabajo serio y alúa a la vez.
    Gracias, querido amigo, sus trabajos son siempre espectaculares, quien entra aquí siempre se desasna un poquito.

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    1. Muy amable, Mme. Viejecita, como siempre.

      Pero sí, yo me invento palabras, me divierte. Hoy, sin ir más lejos, ‘heraldisa’. (Porque no hay derecho, ‘heraldo’ sin femenino, y la Real Academia tan ancha.)

      Lo que ocurre es que muchas veces inventas una palabra, acuñas una expresión, y luego resulta –Gugelio teste – que ya estaba en la Red.

      Dada la circunstancia de que el francés es también mi lengua nodriza (el latín nunca lo he practicado en serio), conozco el quolibet, pronunciado más o menos ‘colibé’.

      Y aunque el ‘Dictionnaire de l’Académie’ diga que data del siglo XIV, eso será para el término latino. En francés debe de ser cultismo más tardío, tal vez dieciochesco, pues los padres de nuestro primer Diccionario, con lo afrancesados que eran, no lo reconocieron en español.

      En todo caso, aunque el origen latino sea el mismo, el francés ‘quolibet’ (del ablativo) es una palabra con un sentido, y el español ‘cuodlibeto’ (acusativo/nominativo) es otra palabra con otro sentido. El híbrido del DRAE moderno no es de recibo.

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  3. Huy, si ha venido mi querida Viejecita. Ya quisiera tener el francés tan perfecto como ella me lo atribuye. Aunque lo estudié de niña, el poquísimo uso que le he dado me ha hecho olvidarlo. Y mira que asistí a clases en el Colegio Francés, donde nos hacían estudiar de memoria los verbos irregulares, en un librito de tapas de cuero rojas, con letras incrustadas negras. Después íbamos a clases con la Srta Felitxu Eraso, en la C/Virgen del Coro , en un semibajo haciendo esquina con la muralla, desde donde se veía toda la bahía. Montones de chavales del barrio viejo pasábamos un par de horas de las mañanas de verano en ese sitio precioso, con la ventaja de disfrutar de la charla de aquella verdadera maestra, una adelantada a su tiempo, por su espíritu liberal y democrático. Se da la circunstancia de que fue también profesora de Fernando Savater (a él le daba clases a domicilio, es lo que tiene ser hijo de notario), y fue tal la influencia de esa mujer en el filósofo que le dedicó su primer libro, agradecido por su magisterio.Pero a lo que iba, que el francés fue el idioma mère de lait (que bonito, Viejecita) escogido por nuestros padres, que ya intuían que en él podríamos encontrar un campo mucho más amplio de sabiduría que en el inglés, tan mercenario él. Así nos fue, nadie salimos de pobres...

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    1. Impagable evocación, Dª Pussy. ¡Cuánta vida en esas líneas!

      Y lo de Savater… Siempre le he admirado, ahora le reverencio. Que pudiendo heredar notaría haya preferido esa vida epicúreo-socrática adiogenada, a mí, como pobre hijo de pobres (aun siendo de Bilbao), me impone un respeto.

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  4. Estoy viendo que mi "Quodlibetmanía" es incorregible. Ustedes perdonen.

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  5. Mi pasada vida en ese sentido es más de Arniches que de Flaubert, ya siento...

    También yo soy del bachillerato en francés, que no sé muy bien por qué fue elegido en nuestra educación nacional-catolicista-floridopensilesca, ya que la república francesa no era, a priori, un buen ejemplo para la España que Franco quería ver poblada de varones monje-soldados (creo que el porcentaje, pese al acendrado catolicismo del caudillísimo, tendía a incrementarse en lo segundo). Quizás el busilis lo tuviese Gibraltar, que obligo al Jefe del Estado a idear verdaderos disparates, como construir una verja autóctona, frente a la fronteriza, acotando un territorio pequeño que no podía ser pisado por ningún español, lo que iba en contra del Fuero de los mismos (eso le dio una idea muy cachonda a mi querido y añorado amigo Gonzalo Arias, que se le pasó por la cabeza declarar ese terrenito como la "República independiente de la Focona --Por los Four Corners que delimitaban la zona de la verja española, cerrada a cal y canto durante decenios, frente a la inglesa, que se abría todos los días con toda la flema británica del universo).

    Perdón por la digresión, pero ha sido como tirar de una cereza en un cestillo.

    Mi primer profe de francés fue el Padre Eustasio, sacerdote escolapio. con el tiempo he llegado a entender que el hombre no tenía mucha idea del idioma de Molière, pero como había vivido algunos años en Francia, pues le endilgaron la asignatura, que la enseñaba como podía.

    Luego tuve otros. Quizás el mejor fue uno coruñés que tenía un método didáctico insuperable. Cada semana no éramos los alumnos Fulano, Mengano o Zutano, sino un tiempo de un verbo de turno (avoir, être, etc.). Él pasaba lista y decía:

    --Monsieur présent d'indicatif

    Y el interpelado contestaba (suponiendo que ese mes estuviésemos con el «être») de carrerilla:

    --je suis, tu es, il est, nous sommes, vous êtes, ils sont

    Y si lo decía mal, le ponía mala nota y tarea para que lo aprendiese bien.

    Maravilloso personaje, que encima se preocupaba de la pronunciación más correcta posible, explicando ciertos arcanos fonéticos que los entendíamos hasta los más zotes.

    Con mi cambio de matrícula hacia San Sebastián, a donde me vine a vivir con quince añitos, también tuve una buena profa, nacida en Oloron, de padre francés y madre española.

    Pero mi verdadera "suelta" con el idioma, lo confieso humilde y azoradamente, fue por la lectura de las maravillosas "bandes dessinées" que pillaba en mis viajes a Hendaya y Biarritz. En la España de Franco los tebeos estaban sujetos a una censura ridícula y descubrir las publicaciones de "Pilote" y la belga "Dupuis" fue algo casi pentecostal. Con esas maravillas, que aún atesoro, leyéndolas esforzadamente, aprendí cosas que no me enseñaron en ninguna clase, un vocabulario slang impagable, como toubib (médico), flic (policía, "madero"), bagnole (coche viejo, trasto), etc. etc. etc. Y, sobre todo, aprendí que "constipé" no quiere decir "resfriado".

    Claro que ese autodidactismo puede producir algunas situaciones divertidas, como cuando una amiga mía, librera, atendió a una señora francesa algo mayor que salió de su local y, poco más tarde, apareció su marido que al parecer se había perdido, preguntando si no habría pasado por allí su esposa, que la sabía aficionada a las pequeñas librerías: Mi amiga quiso preguntarle si era una señora de mediana edad y le espetó al hombre: «Une dame du moyen âge, peut-être?». El hombre, con una sonrisa que le iluminó la cara, le contestó: «Pas si vieille, ma cher...»

    Estupendo todo, mi señor Dom Belosti.

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    1. Merci, M. Gatito. Y dígame, ¿por ventura no viviría vuesarced su encarnación como gato autónomo en la Reina Pedoca, junto al perro Miraut, maestro asador, y con Jacques Ménétrier, más conocido por ‘Tourne-broche’?
      Lo pregunto por la maestría con que ensarta las anécdotas y susedidos, que sin duda debió de aprender en aquel figón, o en otro de su calidad.

      Sólo dígamente que de joven adoró a Anatole France, y aquí tiene usted una mano de amigo.

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  6. Estupendo tratado. Yo también estudié bachillerato en francés aunque luego no continué practicándolo. Lo leo con facilidad pero soy incapaz de hablarlo.
    Cuando he leído el título me ha venido a la mente el himno universitario, Gaudeamus igitur, Lo ha buscado en Google y la palabra aparece en la 4ª estrofa:
    Vivat Academia,
    vivant professores.
    Vivat membrum quodlibet,
    vivant membra quaelibet,
    semper sint in flore.

    En la traducción que acompaña al texto original no aparece ninguna de las acepciones citadas por usted.
    Viva la Universidad,
    vivan los profesores.
    Vivan todos y cada uno
    de sus miembros,
    resplandezcan siempre.
    Da la impresión que la traducción sería "cada uno". No se tanto latín como para interpretarlo
    Siempre disfrito de sus entradas.
    Un saludo
    Norna

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    1. Bien venida, Norna. Celebro que se haya divertido.

      Porque, créame, siempre que acabo de escribir una estas cuodlibeterías (casi siempre por la noche), al ir a publicarlas me da pavor de ser un plastazo y espantar a los lectores.
      Luego veo que son ustedes de lo más generoso. Pero a la siguiente, vuelta a lo mismo.

      Bien traído el ‘Gaudeamus’, aunque la letra sea un batiburrillo bastante apócrifo. En particular, los dos versos ‘quodlibetales’ que usted cita tienen miga:

      Vivat membrum quodlibet,
      vivant membra quaelibet


      Tengo oído por ahí que algunas feministas presumen de que el segundo verso es victoria suya, añadido por razón de haberse abierto la Universidad a la mujer. Lo siento, no hay tal cosa: es un doblete ripioso y nada femenino. Como usted bien sabe, tan neutro es el plural como el singular.

      Sin embargo, es verdad que a principios del XVI hubo una cuestión cuodlibetal a cuenta del individuo que era a la vez membrum y membra de la Universidad, como se refleja en un pasaje de las 'Cartas de Desconocidos' (Epistolae Obscurorum Virorum), puestas en castellano hace años por un amigo mío. Pero esa es otra historia.

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  7. Y encima viene Don Lindo a deleitarnos con sus lecturas juveniles…

    Que me han dado una envidia tremenda, ( porque yo sí que soy une dame du moyen âge, aunque tampoco sea tan vieja, ), si comparamos lecturas, que en la adolescencia, lo que yo leía, además de "Histoire d'una âme ", o "Les enfants mártyres", eran esas revistas como " L' Étoile Noëliste", "La Semaine de Suzette ", etc etc.

    Lo cual hace comprender muy bien, que en cuanto pudiera librarme de según que imposiciones, me dedicase con tanta fuerza a leer a Renan, a Sade, a Voltaire, a Apollinaire, a Baudelaire… Cuanto más prohibidos, mejor.
    Y que haya que tenido que hacerme vieja y estar ya de vuelta de muchas más cosas, para disfrutar de nuevo con La Condesa de Segur, y con muchas de las lecturas Kitsch de aquella viejísima época.

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  8. O sea... en llegando del mercado y del aperitivo con mi prima y antes que atender las obligaciones domésticas, (que les den), vengo a ver como va esto y me encuentro con la anécdota que Lindo Gatito atribuye a una "amiga". ¡Que tentación más tentadora! Llevo casada con el felino nada menos que 42 años y me llama amiga. Fue moi même la que le llamó medieval a una cliente de mi humilde librería, allá por el pleistoceno, con el regocijo del esposo igualmente medieval, que estoy segura habrá contado mil veces la anécdota. Ser amiga en lugar de esposa es algo sumamente agradable. Este gatito no deja de sorprenderme, es un amor... Y aunque los dos seamos tan antiguos, no deja de ser hermosa esa calificación tan sugerente.

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  9. Tranquilo todo el mundo, que Lindo va a comer comme il faut. Unas espectaculares sopas de ajo (preparadas ayer)y una buena sartén de anchoas al ajillo. De aquí a diez minutos, todo estará dispuesto. Y eso contando con que llegue a tiempo, que no sé donde anda.

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  10. He sido invocado por una voz profunda allá en la Argos. De la manita de don Neo no vengo, lo hago solo como un chico mayor. Así, me quedo en la segunda acepción:

    2. m. Dicho mordaz, agudo a veces, trivial e insulso las más, no dirigido a ningún fin útil, sino a entretener.

    Y como volando vengo, volando voy.

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  11. De joven, de joven... pero qué le voy a contar de Mr. France, que para mí ya sólo por haber escrito "Los dioses tienen sed" ya tiene un lugar destacado en el Parnaso. ¡Qué titulazo! Inspirado en la terrible frase que le dirigió Vergniaud al presidente de la Convención cuando se estaba preparando la trampa que arrasaría con las mejores cabezas, las más nobles y hartas de tanta insentatez. Tenía la palabra Couthon, el diputado montagnard paralítico (su corazón estaba aún más yerto que sus piernas) y no paraba de soltar improperios e invectivas contra Brissot, Valazé y todos quienes no querían someterse a la tiranía que se cernía sobre ellos, pidiendo su "depuración". Pierre Vergniaud, melancólico, tal vez sintiendo imparable el drama que le iba a costar la vida a él y a sus amigos, dijo en voz audible, en una pausa del cruel jacobino:

    «Presidente, dale un vaso de sangre a Couthon. Tiene sed».

    (Y tengo pendiente en mis "must" «La isla de los pingüinos»)

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    1. (Da gusto pasarle la mano a este Gatito, siempre ronronea.)

      (Oui, mais ce qu’il avoue de ‘L’Île’… Il n’a pas encore visité ‘L’Île’! C’est effarant.)

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    2. Pues yo tampoco había leído " L´ile des pingouins", pero ya lo he encargado, y lo tengo en mi kindle. En cuanto termine el libro que estoy leyendo ahora , cae. Que hace muchísimo que no leo nada del "cher Anatole", y me rejuvenecerá, espero.

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  12. Bueno, vale, ya estamos aquí el lado oscuro y el lado luminoso. Esto... bi cuodlibeto de Larios, mesedes.

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    1. Perfecto, con don Tumba, timba. Pero ustedes dos del claroscuro, no se hagan señas.

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    2. Tranquilo D. Belosti. Nosotros hemos salido escaldados del juego del mus. Cuando nos hemos pasado la "treinta y una" más de uno ha pensado: ¡ Joder! Estos dos de lejos parecen, pero de cerca no cabe la menor duda.

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  13. En otro orden de cosas me asalta varias dudas.
    ¿Llegó el gato de la perilla a tiempo para comer?
    ¿Las anchoas estaban para chuparse los dedos?
    ¿La sopa de ajo llevaba chorizo?

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  14. Tumbaollitas:
    -Llegó, llegó a tiempo.
    -Las anchoas, con mucho ajito y guindilla estaban de rechupete.
    -La sopa de ajo NO llevaba chorizo. Era en plan fisno.
    Y no sigamos por ese camino que se nos va a cabrear Don Belosti, con estas txorradikas.

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  15. Napo

    Muchas gracias don Belo. Con usted siempre aprendo y me distraigo.

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  16. Napo

    ¿"Tu también" Grande-Marlasca?

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