martes, 22 de octubre de 2013

El último Sabino


“Grave y trascendental”
Bajo este título, el 22 de junio de 1902 el semanario sabiniano La Patria publicaba un artículo sin firma, oscuro y retorcido, eco de un rumor autogenerado. Un  enrevesado párrafo primero venía a decir:
«Corre el rumor de que el señor Arana-Goiri, que proclamó el nacionalismo vasco y fundó el partido, viendo hoy que a éste no se le permite la vida legal…, convencido ya de que continuar la campaña nacionalista sería gastar inútilmente preciosas energías…, propónese desistir de continuar llamando a sus compatriotas al nacionalismo, recomendar a los que hasta ahora han acudido, reconozcan y acaten la soberanía española, y pedirles su último voto de confianza para redactar y exponerles el programa completo de un nuevo partido vasco que sea a la vez español…, que aspire a restaurar del pasado vasco lo bueno y a la vez compatible con la unidad del estado español…»
Para rumor no estaba mal. Pero no era todo. El bien informado rumor se acrecía:
«Añádese que, si dicho señor obtuviera de todos los nacionalistas actuales, o de su mayor parte, ese voto de confianza, se consagraría desde luego a trabajar el programa, convocaría… a todos los adheridos, hubiesen sido o no nacionalistas, y después de discutido aquél, y constituido el nuevo partido…, se retiraría a la vida privada…, permaneciendo a la vez alejado del partido naciente, para dedicarse exclusivamente al estudio y exposición de la historia, las leyes, la etnografía y la lengua del vasco.»
Asombrado por su propio eco, Don Rumoroso se da cuenta de lo verdaderamente ‘grave y trascendental’ de sí mismo y decide acudir a la fuente, a Sabino en persona. El cual a la sazón estaba encerrado en la cárcel bilbaina de Larrínaga.
«Así que, tan pronto como nos fue posible, nos personamos en la cárcel, para que el mismo señor Arana-Goiri nos sacara de dudas. La respuesta nos dejó casi tan a oscuras como antes: “Se hará –nos dijo– en toda ocasión lo que deseen los mismo patriotas: estoy a sus órdenes”.
Esto indica que algo hay: ignoramos qué. Si es lo que dice el rumor, resulta tan inexplicable y enigmático como si nada dijera… Nada nos explicamos. Sólo vemos claro que al partido nacionalista, realmente, se le ha hecho imposible la vida. Para él la ley no está en vigor, sino la fuerza bruta.»
Ante todo, ¿era Sabino Arana el autor del suelto? Del suelto y del autógrafo del mismo, que se conserva en perfecto estado, más una nota al director del periódico:
«Amigo Grijalba: Reservadamente, saque copia del suelto adjunto, rompa el original, e inserte el texto en La Patria. Y hágase la composición de lugar que en el suelto se le atribuye. Suyo en Jel.
                                                Firmado:  Sabin.
Veremos cómo cae. No es más que un ensayo
El día siguiente, 22, Sabino escribe a su hermano Luis una carta y se la envía abierta a través del confidente Engracio de Aranzadi («léala como si fuera para V.») Luis vivía retirado en Laburdi, marginado del partido.  
«Toda la prensa acoge como sincero el rumor de La Patria. No era posible otra cosa. Empieza mi pasión. Reconocen mi buena fe, pero consignan mi extravío pasado, mi debilidad o candidez…; cae por su base toda la grandeza del Nacionalismo…; mi corona se ha marchitado. ¡Bien se puede sufrir todo esto por la misma Patria! Como quiera que no explico mi pensamiento a nadie, sino que a todos pido un voto de confianza absoluta, hay resistencia en muchos. Pero aun al principio ha habido varios que al primer golpe de vista me han comprendido y se han adherido…
Este era el momento de mi vida en que podía inspirar más confianza a los nacionalistas y más respeto a los demás. Era preciso aprovecharlo. Escribiré mi pensamiento y se lo expondré a tres o cuatro nacionalistas reservadamente, por si Dios me lleva antes de llegar al fin del plan, para que ellos puedan continuarlo.
Los periódicos insinúan que he cedido antes de llegar al castigo, que se ha humillado mi voluntad. ¡Qué hermoso es sufrir por la Patria!
Mi consejo es éste: hay que hacerse españolistas y trabajar con toda el alma por el programa que se trace con este carácter. A mi modo de ver, la Patria nos lo exige. Esto parece un contrasentido; pero si en mí se confía, debe creerse. Es un golpe colosal, desconocido en los anales de los partidos.
Queda empañada toda mi reputación. Deshecha la obra de muchos años… Tú ya me comprenderás. […]»
Obviamente, Luis nada comprende, salvo que su hermano se ha vuelto loco. O tal vez la enfermedad, junto al temor de una condena grave, promesas combinadas con amenazas, con torturas tal vez… La misma perplejidad tenía en suspenso a todo el partido.
El partido repartido
No es lugar este para explicar la coyuntura compleja del nacionalismo. La incursión euskalerríaca del adinerado Ramón de la Sota y sus ‘fenicios’ significó para Sabino una inyección financiera, el acta de diputado y un primer triunfo electoral en las municipales. Se plantea incluso el dilema, antes impensable, de hacerse presentes en el Congreso, «en Madrid».
El desarrollo del nacionalismo, su implantación social, su peso en las instituciones y la prensa, todo ello saltaba a la vista. Con las credenciales de Sota, Arana y sus muchachos no es que aprendieran buenos modales, es que los malos ya eran de poco o ningún provecho (salvo contra el nuevo enemigo interior, ‘el fenicio’). Y desde fuera, la curiosidad o las burlas de antaño daban paso a otros afectos: simpatía, respeto, temor o rechazo incluso violento, según matices políticos.
Paradójicamente, dentro de la casa común se gestaba la guerra por el control de un partido inviable políticamente, por el personalismo tiránico de Arana y su camarilla, según la parte contraria; contaminada de liberalismo y nada puritana, a decir de los sabinianos.
El B.B.B. era como una reserva masónica de alta graduación, secreta y hermética, bajo el ojo triangulado de Sabino. El órgano deja de funcionar desde el otoño de 1899, cuando su animador Luis deja la política activa y se retira a Francia, a gobernar sus gallinas y su montón de papeles. Al anunciarse el cese (enero de 1901), llevaban sin reunirse desde febrero de 1898. Sabino se echa la culpa, pero ya sólo hubo otra reunión (9 de julio) para renovar cargos.
A finales de 1901 el Consejo Supremo de Vizcaya no existe; pero el partido y las bases ni se enteran. Sabino, desde su boda (febrero de 1900) vive recluido en su aldea. Allí  padece el síndrome de soledad del líder. Cree (o finge creer) que sus íntimos son un freno a su audacia carismática, y se lanza en solitario a operaciones de riesgo.
Una sonada empezó por una polémica filológica en apariencia. En abril de 1901, un  encubierto Euskaldun Bat (Un Euskaduna) publica en el periódico ‘fenicio’ Euskalduna un artículo antisabiniano: ‘¿Por qué Euskeria?’ El inventor del término, Sabino, entra al trapo y pierde los papeles, hasta exigir al director del periódico descubra el nombre del autor del artículo, que se niega a darse a conocer. El dislate es más cómico si, como todo indica, autor y director eran la misma persona, Nicolás Viar.
En todo caso, Sabino detesta aquel periódico  y necesita otro más suyo. Este fue el semanario La Patria, desde octubre de 1901, dirigido por Felipe Zabala Suárez.  Este era también presidente del Centro Vasco, y en las elecciones municipales (noviembre del mismo año) salió concejal.
Pero Zabala tenía un defecto: ser abierto y proclive a la gente de Sota; como tenía también un talón de Aquiles: su periódico, como órgano oficioso del partido, tenía a Sabino como censor. Hubo fricciones, y la cuerda se rompió por lo más delgado. No había terminado el año, y el Caudillo tenía decretada la expulsión de Zabala.
Al efecto, y respetuoso siempre con su propia ley, Sabino convoca al B.B.B., que consta de 5 miembros, acudiendo sólo dos. Ante lo cual, opta por hacerse trampa en el solitario, incluyendo en el acta como presente a Izpízua, hombre de toda su confianza.
Otra genialidad de Sabino fue el famoso cablegrama al presidente Teodoro Roosevelt, felicitándole por conceder la independencia a Cuba. El mensaje, enviado desde Pedernales al nuevo director de La Patria, Pedro Grijalba, para su remite, quedo interceptado en Telégrafos, y denunciado a la autoridad motivó el ingreso del firmante en prisión incondicional por delito de rebelión, el 30 del mismo mes. A dicha imputación se sumó la de prófugo, ya que Arana había eludido el servicio militar.  
Pro(me)teo encadenado
De nuevo encadenado por jugar con fuego, el diputado provincial Sabino/Prometeo discurre nueva travesura. El 10 de junio hace llegar a la oficina de Telégrafos otro mensaje felicitando a Su Majestad Británica por la terminación en Sudáfrica de la II Guerra Anglo-Boer.
La conducta de Arana en el nuevo pabellón para presos políticos, con su celda habilitada como despacho, con escupidera y todo, fue irreprochable. Su contacto con los comunes causó impresión, interesándose el señor Arana por la alfabetización, catequesis y cumplimiento pascual de algún interno.
En Madrid, su hermana Paulina jugaba bien sus contactos políticos. Sabino no estaba en absoluto incomunicado. Tampoco lo estuvo en su primer encarcelamiento (1895), cuando el cierre del Bachoqui, aunque Paulina ponderó entonces, como es lógico, las astucias para pasarle documentos en los bultos  de comida y ropa, hasta en la miga del pan francés. Recordemos la foto del preso entre rejas, con un ostentoso candado abierto.
En este sentido, los detractores han criticado mucho y mal la cena de Nochebuena de aquel 1895, con el famoso menú de Paulina, servido en Larrínaga no por funcionarios subalternos de prisiones, sino por la propia servidumbre ataviada de los Arana. Un menú para cuatro personas, gastronómico pero no pantagruélico. Y si bien se mira, un menú de  vigilia: ostras, chirlas, bacalao, angulas, besugo, bermejuelas, merluza y caracoles; todo ‘pescado’, sin promiscuidad de carnes, huevos o lacticinios. Sabino fue mirado en ese precepto de la Iglesia , ayunador y abstinente incluso en jornadas de montería, siempre según Paulina.
En esta segunda prisión las cosas han cambiado. Sabino es un enfermo terminal en sentido técnico de entonces y de ahora, sin las licencias filantropo-jurídicas del juez De Castro en el ‘caso Bolinaga’. Sólo que entonces la figura de enfermo terminal significaba de suyo asistencia médica en el centro penitenciario,  y últimos auxilios espirituales servidos por el capellán del mismo.
Si su primer procesamiento le resultó bien a Sabino, ahora con el estado de guerra y la tensión política puede ser muy diferente. Se teme el rigor de los militares, enconados por la pifia cometida por ellos mismos en el asalto vandálico del Centro Vasco, el 2 de mayo de 1902, aniversario del alzamiento del Sitio de Bilbao por los liberales.
Una campaña pro Sabino, con eco de simpatía de amplio espectro, reúne hasta 9.000 firmas pidiendo al Gobierno la libertad provisional del político y diputado enfermo.  También éste insta lo mismo ante la Audiencia, para cuidar su salud. Doble negativa: de la Audiencia (agosto) y del Consejo de Ministros (octubre).
A todo esto, el 7 de noviembre se incoa el juicio por el telegrama a Roosevelt, y el día siguiente Sabino sale absuelto. El fiscal recurre. El Gobernador ordena detener a Sabino, pero éste, disfrazado de Monsieur Sylvain d’Arbeste, ha puesto frontera de por medio, trocando las aguas salutíferas de Cestona por las de Vichy, mientras lanza el rumor de estar en París por negocios. En su refugio conoce muy pronto que el Supremo ha desestimado el recurso. La absolución es firme y Sabino vuelve a casa.
Deshojando la margarita
Desde luego, tan rocambolesco desenlace todo el mundo lo relacionó con las proclamas de Sabino, converso a la legalidad española. Todavía nadie hablaba entonces del síndrome de Estocolmo, pero en cambio se conocía bien la técnica del palo y la zanahoria. Conociendo la testa dura de Arana-Goiri, ¿qué le habrían dado y ofrecido, para convertir al Prometeo en Proteo?
El escéptico Dr. Areilza escribe a un amigo:
«Lo de Sabino de Arana no ha extrañado en Bilbao, desde el momento que el Gobierno encargó a los jurados la solución del asunto. No vaya a creer usted que el jurado era vizcaitarra ni mucho menos. Era sencillamente de burgueses… enemigos de disgustarse con nadie… En el proceso Arana los únicos defensores de España fueron los magistrados, el fiscal y los alguaciles.»
A primera vista, el dilema era y sigue siendo éste: Españolista, ¿sí, o no? ¿sincero, o sólo táctico?
1. El antinacionalismo fue más proclive a ver algo así como una nueva conversión sincera del Sabino ex carlista y ex nacionalista-independentista, a un Sabino españolista-fuerista e incluso autonomista, pero no separatista.
2. Los nacionalistas vascos, empezando por el PNV, lo han interpretado en clave táctica, sin convicción alguna, sólo para legalizar el partido y hacerlo políticamente viable. En todo caso, prefieren poner sordina a esta etapa del fundador; etapa efímera, por su muerte en cuestión de meses.
Ya el 24 de junio, El Noticiero Bilbaino publicó un editorial, ‘Los bizkaitarras y su evolución’, interpretando el ‘rumor’ en el sentido de una entrada en razón. Más aún, la cosa no sería nueva, salvo que Sabino se vio siempre impedido por «esa especie de guardia pretoriana que… le piden cada vez más». Y terminaba:
«No cabe dudar que el señor  Arana, aleccionado por la experiencia, se dispone con toda sinceridad a arriar la bandera nacionalista para poner sus doctrinas políticas al abrigo del santo emblema de la patria española una e indivisible.»
Lo de la ‘guardia pretoriana’ era una insidia inspirada sin duda por los adversario internos ‘fenicios’.  A Sabino le faltó tiempo para difundir un comunicado de rectificación más que largo, larguísimo,  donde al fin y como siempre clarificaba con tinta de calamar:
«En resumen: que me he declarado español español  y españolista, dictando yo mi declaración y estampando mi firma al pie.  Perfectamente falso. […]
No me he declarado español. De dos modos puede uno ser español: de modo natural ó de modo constitucional; esto es, por obra de la naturaleza, o por obra de los hombres… Bajo el punto de vista étnico o de razas, no soy español… A los vascos, en ese concepto étnico, nadie podrá hacerlos españoles ni a tiros de cañón… Enteramente vasco y enteramente español en ese sentido, no se puede ser a un tiempo, como tampoco bellota y naranja.
Del segundo modo, o constitucional, soy ciertamente español, porque soy ciudadano español… sencillo súbdito español.
Pero ni españolista o partidario de a unidad del estado español, comprendiendo en él al pueblo vasco, me he declarado ante nadie, ni pienso por ahora hacerlo más después… Tengo el propósito, si llega a realizarse la reforma doctrinal del partido nacionalista, de no ingresar en el nuevo…
La retirada, de hacerse, se hará con orden. Nadie se moverá de su puesto hasta que suene el toque de corneta… Los buenos vascos seguirán trabajando por su pueblo, pero… dentro del Estado español.
Cárcel de Bilbao, 25 de junio 1902. Arana.Goiri.»


En diciembre de 1902, según El Nervión, Sabino contaba 10.000 firmas de confianza para su proyecto desconocido. Nadie las ha visto, y seguramente fueron muchas menos. Los más reacios, los vizcaitarras radicales, los ‘suyos’.  Y a todo eso, Sabino enrocado sin soltar prenda, sin redactar una sola línea de acción. Bien es verdad que ya apenas hablaba de política, «por prescripción médica». La preocupación por el crack de la Bolsa competía duramente con el interés del público por Sabino, y probablemente del mismo Arana y Señora por Sabino mismo. El cual, el 30 de septiembre, abdica en su delfín Ángel Zabala.
El 8 de novimebre le anuncian que en las elecciones municipales el PNV ha sacado cinco concejalías. «¿Pero no teníamos once?». Da igual, el 25 por la mañana el alma de Sabino entra en los Campos Elíseos Bascongados.
Entre los papeles de Sabino Arana que su viuda vendió al PNV, figura una doble hoja con texto inacabado y nunca publicado hasta 1979, en que lo da a conocer Javier Corcuera. Dice así:
«Mi pensamiento: Tan pronto como he sabido la suspensión de nuestros concejales de Bilbao, y he comprendido la actitud de simpatía en que nos ha de colocar la inmensa mayoría de la gente del país, sobre todo en Bilbao, he creído llegado el momento oportuno de simular una retirada en toda regla, para engrosar nuestras filas, combatir a mansalva, y trabajar secretamente nuestra orientación al Norte.
Instantáneamente se me ha presentado esta idea como seguramente salvadora, caso de llevarse con toda perfección a la práctica: nuestro triunfo se me ofrece seguro y próximo: la independencia de Euskadi, bajo la protección de Inglaterra, será un hecho en día no lejano, tal vez se cumpla el presagio de Bizkaitarra en su parte más feliz.
En pocos minutos he recorrido las ventajas y los inconvenientes. Pesados, me he determinado a proponer mi pensamiento. Mi convencimiento es claro. Mi decisión al sacrificio que me impongo y que impongo a mis correligionarios,  firme.
Este movimiento parece de defensa: es de ataque. El enemigo no podrá concebirlo, así que el plan comience a realizarse. Quedará engañado. Pocos hombres de Estado podrían comprenderlo, conociendo al  Partido Nacionalista. Es fenómeno que no se ha registrado en la historia de los partidos. No es una abdicación: hay que conocer el carácter de nuestro partido. Nuestro partido no es un partido político en cierto sentido de la palabra: es un partido de mártires, de…»
Dios nos valga, el profeta con carga. Aunque el papel no lleva fecha, se entiende junio de 1902, por lo del cese de los concejales. Pero, vaya por Dios, la revelación no pasa del anuncio. Sabino no pudo o no quiso confiar al papel su idea repentina, la nueva vía de salvación de la Patria. Lo único que queda claro es que se trataba de una simulación para un objetivo: convertir a Euskadi en protectorado de Inglaterra [sic]. De hecho, en el telegrama a Lord Salisbury le adulaba con lo del ‘yugo suave’ de los británicos en sus colonias. ¡Euskadi, otro Gibraltar feliz!

5 comentarios:

  1. Hay que reconocer que la táctica españolista, poner cara de moderado mientas se procede a demoler los cimientos de España, es francamente exitosa. Que se lo digan a Jordi Pujol.

    p.d. También hay que reconocer que los escritos de Sabino tuvieron finalmente una utilidad práctica: proporcionaron un dinerillo a su viuda cuando los vendió al PNV.

    ResponderEliminar
  2. Por cierto, genial la escena de los criados de los Arana sirviendo el menú de Nochebuena al martir de Abando en Larrínaga.

    ResponderEliminar
  3. Pues he consultado en Internet y el 24/12/1898 fue sabado (no viernes), o sea que no sé a qué viene tanta abstinencia. Bueno, siempre ha habido gente más papista que el Papa ....

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Apreciado Sr. Anónimo, no era papismo, veo que no alcanzó usted la disciplina eclesiástica de antaño.
      La Nochebuena era abstinencia por ser vigilia –la vigilia de Navidad–, no por caer en viernes. Yo tampoco recuerdo bien, pero creo que si caía en domingo se dispensaba.
      Una solución era cenar después de medianoche, que ya era Navidad; pero dudo que la disciplina carcelaria tolerase ese horario.

      Eliminar
  4. Es cierto, lo tenía olvidado. Porque además ni era viernes ni era Cuaresma. Se cenaba tras la medianoche .... y la misa del gallo. ¡Tantos desvelos de los Kostkas echados a perder! Gracias por el recordatorio.

    ResponderEliminar