Ayer me he ganado diez de los buenos apostando al trile poético en ‘Zapaterías rimadas’. Será falta de costumbre pero, a la verdad, estoy más ufano que un euscobildubatueco con alcaldía.
– “Apúntese diez, don Belosti” –, sonó la voz cavernosa del maestro Monsieur de Sans-Foy desde las tripas de la máquina.
Todavía me pellizco y casi no me lo creo.
Honor tan raro (y que puede que nunca más se repita) no puedo esconderlo bajo el celemín. Con que, mezclando lo jocundo a lo grave, me permito colgar aquí el mismísimo icono que, exprimido y glosado generosamente en liras impecables por el propio Archipoeta, todavía me dio de sí para un epigrama.
Con moraleja y todo. Como dice el proverbio latino, ‘de buen lector es enmendar erratas’.
Qui bene legit, multa menda tegit
(Cuidado con la pintura)
(Cuidado con la pintura)
Narciso enamorado
de sí con flecha de su propia aljaba,
al óleo pintado,
cayéndole la baba,
se mira Alfredo Pérez Rubalcaba.
de sí con flecha de su propia aljaba,
al óleo pintado,
cayéndole la baba,
se mira Alfredo Pérez Rubalcaba.
De Alfredo la pintura
cual linfa la carátula refleja;
su voz-eco murmura
con amorosa queja:
“Juntos yo-tú, tú-yo, qué gran pareja”.
De su retrato al fin
casto beso en la boca deposita,
pringando de carmín
la suya, pues (¡maldita…!)
‘Rocín pintado’, el rótulo acredita.
Si la razón, absorta
en vanidad y yerro, despertara
atenta a lo que importa,
debajo de esa cara
leer ‘recién pintado’ aconsejara.
Es de pura justicia, Belosticalle. ¡Cuanto me gustaría a mí tener un mínimo de arte para la poesía! Su poema es muy, muy bueno, lo digo con toda sinceridad.
ResponderEliminarUsted siempre tan gentil, doña Carmen.
ResponderEliminarAlgo de oficio termina pegándose. Pero Poesía… ¡ah! eso es otro cantar.
Yo también envidio a los poetas de verdad, en verso o en prosa.
Siempre a sus pies.