sábado, 19 de febrero de 2011

Nos vascongamos



O nos vascuengan, queramos o no.
El pasado martes 5 de febrero se ha emborronado otra página de nuestra Historia. El Parlamento español daba por bueno cambiar los nombres oficiales de las tres provincias vascongadas a sus respectivas formas en vascuence unificado.
De aquí a dos/tres meses, Vizcaya será Bizkaia y Guipúzcoa será Gipuzkoa. En cuanto a Álava, los bizcaitarras nunca ocultaron su desprecio hacia esos babazorros castellanizados. Que para colmo estuvieron con Franco y lucharon contra Euzkadi. ¿Pues y cómo no? Criado en Ayala, ya me dirán qué proporción de alaveses miraban la icurriña como bandera patria. Y ello a pesar del proselitismo nacionalista desarrollado en el Seminario de Vitoria por elementos guipuzcoanos y vizcaínos mayormente. Pues bien, la añorada Álava se complicará y nos complicará un poco más la existencia cuando pase a llamarse y escribirse Araba/Álava para todo el mundo.
¿Urgencia, clamor popular, resultado de un referéndum? Qué va… Con la que está cayendo, al pueblo español (incluido el vasco) esas virguerías parlamentarias le parecen trucos de evasión, formas de pasar el rato.
La iniciativa ha sido (una más) ocurrencia típica del PNV. Para el nacionalismo, todo lo identitario es vital: ortografías, colores, marcas, emblemas… No es que se muera por ello, no vale la pena, pero al menos se mata. “Por mober la lengua de otro modo”“por haber nacido en otra parte” (Goya), la Inquisición te llevaba al patíbulo; y por tener una visión distinta de su accidentario nacional, los más exaltados han sacudido el roble, mientras sus afines ‘moderados’ les jaleaban apañando bellotas. Y en esas estamos (en las bellotas, quiero decir).

Total, ¿para qué?
¿Qué representa este gesto? Para el PNV, una forma más de demostrar quién sigue mandando en el País Vasco, en este interregno de ‘Patxi el Breve’, alias el ‘Presidente López’. Ni siquiera han tenido que esperar a la reconquista de Ajuria Enea, quizás otra vez de la mano de la siempre Nueva Izquierda. Ellos solos han mercadeado con Rodríguez Zapatero un paquete de valores, reales unos (traspaso de competencias), otros más aparentes, incluida esta expansión ortográfica compulsiva a toda España.
Lo más esperpéntico, la coyuntura: un Presidente de Gobierno a merced de unos votos para aprobar sus presupuestos. Y en vez de pactarlos con la oposición, el socialista acude al mercado negro, donde bien se entienden los caballeros de mohatra.
¿Vituperable? Lo del Presidente sí, desde luego. Una vez más, Zapatero se retrata como sujeto sin principios, pero con fin único: él mismo. Si funciona el invento, cada vez que este presidente, u otros de su talla, se encuentre en apuro, irá cambiando el mapa de España hasta cumplirse la profecía socialista: “que no la reconozca ni la madre que la parió” (Alfonso Guerra, 1982).
“Te saco el plan de Pompas y Circunstancias, si me rebautizas dos ríos, tres montes y un cabo.” ¡Y vaya que nos haría felices que el Betis no fuese sólo un equipo de fútbol! Pero mejor no dar ideas, porque este mixturero de civilizaciones jamás llamaría Betis al Guadalquivir; pero en cambio, por un acuerdo con el vecino Rey Moro, es muy capaz de decretar que Andalucía ‘vuelva a ser’ oficialmente Al-Ándalus. Con que no he dicho nada. Muy mal por Zapatero, y punto en boca.
En cuanto al PNV, por esta vez se lo ve hasta moderado, y más bien infantil y pedante en su prurito gráfico, incluso cambiando letras que al fin suenan igual. Porque conociendo a José Luis y teniéndole cogido tan por sus partes, moderación es no haber cargado más la suerte. Pedirle, qué sé yo, algo más difícil. Por poner un ejemplo, abolir esa Ley de Partidos, que al parecer tanto molesta al nacionalismo. Una ley que “algún día nos la aplicarán a nosotros”, llegó a decir Ibarretxe…
Pero tate, ahora caigo. Si no han exigido eso, teniéndolo a pedir de boca, tiene que haber sido porque no lo desean de verdad. Igual que EA, Aralar y demás, todos pidiendo el retorno de Batasuna, cuánto altruismo. Con el algoritmo D’Hondt, ¿qué interés puede tener esa gente en prodigar siglas, cuando todos venden lo mismo? Ahora el hada madrina ofrece tres deseos, y el ahijado desperdicia el tercero en esa sosada, Bizkaia por Vizcaya etc. De la Ley Electoral, ni mención; ergo

Efectos prácticos
Los nombres eusquéricos de las Vascongadas ya son oficiales en ellas, desde hace seculares décadas. Hacerlos extensivos a todo el Estado admite varias interpretaciones, y ojalá tuviese alguna ventaja.
El ‘españolismo’ biempensante podrá saludar el cambio como un reconocimiento de que somos culturalmente plurales, y de que los vascos se sienten españoles. (Bueno, estos último sólo algún iluso alma de cántaro.) El mal pensante, junto con el nacionalismo vasco, verá justo lo contrario: una profesión de diferencia, a espera de que la nación vasca sea estado.
El cambio en sí no vale nada, porque no explica nada. Decir cesaraugustano por zaragozano puede ser pedante, pero al menos recuerda que la vieja Saldub(i)a se honró tomando nombre imperial, Caesarea Augusta. De las provincias vascas desconocemos la etimología y significado. De Guipúzcoa, hasta el nombre original (¿Ipuscoa, Lepuscoa…?). Y Araba tampoco dice nada más que Álava, con el riesgo añadido de convertir a los alaveses en arábigos, o al ilustre general Álava (don Miguel) en un Juan sin Tierra; y lo mismo a tantos Álava que hubo y hay por el mundo. Nadie se apellidó jamás Araba, como tampoco entre tanto Bilbao se conoce ningún Bilbo.
¿Más inconvenientes? Se me ocurre uno que, supongo, habrán  sopesado sus Señorías. ¿Qué pasa si en documento público, un contrato o lo que sea, alguien escribe ‘Vizcaya’ o ‘Guipúzcoa’, como hasta ahora? ¿Podría impugnarse todo el documento, a instancia de parte? Yo no lo sé, pero no me parece nada bizantino.
A los promotores del cambio yo les preguntaría si –aparte lo que a primera vista parece y vulgarmente se dice ‘tocar las pelotas’— esperan alguna ventaja. Si creen que así vamos a ser más apreciados o admirados. Con imposiciones así, seguro que no. Además, piensen en los niños. La chiquillería hispana puede empezar a leer Jipúzcoa, y con el tiempo, no lo duden, así se dirá en castellano esa provincia. Piensen también en los adultos. Todo el desprecio que un Presidente de Gobierno acumula por esta y otras majaderías de igual calibre puede volverse contra los que se aprovechan de semejante individuo para sacar las suyas propias adelante. Y en definitiva, vencer no es convencer.

Voces tribunicias
Defendió la proposición de ley el peneuvista Aitor Esteban Bravo (1962-   ), del linaje de los Esteban y los Bravo, más que del de Aitor. Convillano mío, aunque algo más joven (a juzgar por las fotos, las fechas, pero sobre todo, el entusiasmo), el tribuno “se congratuló” (¿?) de que “por fin” –a la sexta, la vencida—se haya enderezado un entuerto que bien puede llamarse ‘plurisecular’, en términos de Tasio Erkizia (1993). En efecto, si el siglo de aquí es igual a una semana de años (o tal vez menos), “con la negativa a aceptar el cambio durante décadas, lo que han hecho los partidos mayoritarios ha sido faltar al respeto a la voluntad de los ciudadanos”.
¡La voluntad de los ciudadanos, santo cielo! Pero hombre, don Aitor, ¿de veras cree usted que a la ciudadanía en general le importa un pito esta sinsorgada? Y si sólo a la vasca se refiere, ¿es que los tres o cuatro discrepantes no contamos? ¿Los cinco o seis vascos indiferentes no son nadie? ¿Es que no hay ciudadanía fuera del bachoqui y la erricotaberna?
Otra cosa es decir usted que lo concedido a otras comunidades autónomas con lengua propia no se puede negar a la vasca. Eso sí que va a misa. Porque ya se sabe (y si no, pregunte a Erasmo) que locura llama a locura, y en esto no van ustedes a ceder a nadie.
Pero hablando de tribunos, o de tribunas, para ser exactos, la palma del martirio fue para la Sra. Fernández Barahona, diputada socialista por Álava-Araba. La cual, ante el acoso de doña Rosa Díez a su partido, por sacrificar al interés sus convicciones y defensa del pluralismo y bilingüismo vasco, hizo gala de penuria argumental, apelando a la urgencia de unos presupuestos “claves para el destino de España”, ahí queda eso.

“Vascongadas, ¿por quién?”, preguntaba una vez Hendrike Knörr [1], reprendiendo al Rey de España por usar la expresión ‘Provincias Vascongadas’. En su arrebato, el académico se ofuscó hasta tomar la palabra ‘vascongado’ como participio pasivo en toda regla. Pues ya lo ve, don Hendrike –si es que en el cielo siguen importando estos tiquismiquis terrenales–: ahora sí, vascongadas; por el PNV, y por narices.
Nos vascongan (¿o es vascuengan?) por imperativo legal. Fuera de eso, la vida sigue. A los más jóvenes y a los simples se les revelan los “verdaderos nombres” del Señorío y de las otras dos ilustres Provincias. ¡Qué divertido este carnaval de los “nombres verdaderos”! O “prístinos”, que diría el otro. Como si algún nombre fuese verdadero, prístino, adánico, inmune a la ley fatal del convencionalismo. De la otra parte, la gente madura, más curtidos en edad y escarmentados en seso, sonreímos a lo Erasmo, sintiendo mucho que por esos desagües se nos va la convivencia.

         [1] ‘La realidad y la realeza’ (El Correo, 2004-05-11).

9 comentarios:

  1. Ziudadano eZclaviZado19 de febrero de 2011, 16:15

    No entiendo como Jose Luis Rodríguez Zapatero no está ya en la cárcel por sus muchos delitos, especialmente el de alta traición.

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  2. Los nombres eusquéricos de las Vascongadas ya son oficiales en ellas, desde hace seculares décadas. Hacerlos extensivos a todo el Estado admite varias interpretaciones, y ojalá tuviese alguna ventaja.
    El ‘españolismo’ biempensante podrá saludar el cambio como un reconocimiento de que somos culturalmente plurales, y de que los vascos se sienten españoles. (Bueno, estos último sólo algún iluso alma de cántaro.)


    Los almas de cántabro, seguro que no lo piensan.

    Impresionante entrada, D. Belosti.

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  3. Excelente, Belosticalle.

    Otra buena noticia. El catalán no es determinante según el TS en unas oposiciones.

    Ojalá, esta sentencia se generalice a todas las oposiciones y concursos -a todas las categorías y niveles profesionales- de la Adm. Pública de Cataluña y Baleares. Y por supuesto, que se acaten.

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  4. Me quito el sombrero ante Vd. y su atinado e inobjetable análisis, don Belosticalle.

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  5. Arana sobre arana van construyendo Euskal Herria.

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  6. Sigo adorándole, señor mío, y difundiendo las excelencias de su blog.

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  7. Me entusiasma su blog. Su lectura atenta y reposada me recuerda la fascinación que he sentido muchas veces en las frías noches de invierno, “paseando” por la superficie lunar con un buen telescopio, descubriendo cráteres nunca vistos o revisitando con nuevos ojos otros bien conocidos, y casi siempre pensando ¡cuánta gente se pierde este paisaje! Y es que aquí en el País Vasco casi siempre “es de día”, nadie siente interés por la realidad del firmamento, no se conocen los mares de la luna, ni los objetos del cielo profundo. Los vascos vivimos o cegados por el Sol, o quemados por su radiación.

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  8. Tan amigos que son para compararse con Irlanda y nuestros nacionalistas (y asimilados) no reparan en el ejemplo que nos dan con el idioma. El gaélico se enseña en la educación como una asignatura más y hay partidos que quieren que sea optativa. Ved en Wikipedia "Idioma irlandés" y comprobaréis como la lengua propia pierde importancia ante un idioma "franco" como el inglés (y ello pese a la historia). Se conserva en la intimidad y se la protege (en su diversidad)pero a nadie se le ocurre el disparate que estamos cometiendo aquí.

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  9. Lo malo de todo esto es que los nacionalistas de otras regiones siguen su estela. En Asturias han conseguido que se una a la denominación «española» la «bable». Toda la nomenclatura de las señales de tráfico ha tenido que ser cambiada para que aparezca Oviedo-Uvieu, Gijón-Xixón, a despecho del Ovetao y el Gigia original.

    Por suerte para nosotros, no llegan más lejos; pero lo de los vascos es un delirio. Cuando viajas por el País Vasco armado con un mapa de carreteras, sobre todo si está un poco anticuado, te puedes volver loco. Siempre recuerdo un viaje a Flandes, en el que llevábamos un mapa de carreteras con los nombres en francés (1980) y nunca sabrán los flamencos la angustia y las maldiciones que recibieron ante la locura que suponía esperar un rótulo determinado y encontrar un nombre de población que no tenía nada que ver.

    Lo del presidente, lo ha bordado. No hay mejor indicador de su sentido de estado que sus apaños con el PNV saltándose a su conmilitón.

    Le dejo un enlace al castro del Chao San Martín. Interesante que lleve el nombre de un santo guerrero muy venerado en la Asturias altomedieval, un emplazamiento que parece haber tenido orígenes religiosos.

    http://www.scribd.com/doc/33207698/ENTERRAMIENTO-CRANEO-EN-MURALLA-CHAO-SANMARTIN-Angel-Villa

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