¡Ay, mi Señora Doña Isabel Celaá! Que nos estamos liando, con eso de la panglosia. Que eso fue en la pascua de Pentecostés, y aquí no hemos salido de la Cuaresma.
Con que bilingües en euskera y castellano, y trilingües con el inglés. Por ese orden. Y eso de «el vascuence, tan difícil...»; más que el gallego y el catalán juntos... Suena a sucedáneo de aquello otro de 'ayudar a la lengua más débil'. Y el resultado va a ser el mismo: primar el euskera por encima del castellano, que total, se aprende por sí solo. ¿Y el inglés? Ése de postre, para los niños buenos que se coman todo el euskera del plato sin dejar sobras por los bordes.
(Me repito, soy consciente. De veras, no me hace feliz revolver en estas cuestiones, teniendo tantas cosas positivas para disfrutar. Pero es que subleva un poco que te tomen por idiota. Y en este tentadero de idiotas, cada día nos sorprende un sofisma nuevo. En realidad, el mismo sofisma con nuevo aderezo. Ahora toca trilingüismo bilingüe. ¿Pues qué, si no?)
Soy de los que celebrábamos el cambio de gobierno, y en particular la consejería de Celaá. Este último detalle demuestra, supongo, que no soy del PP. Nos alegrábamos, digo; y no era difícil. Aunque sólo fuese por el alivio de despachar al petardo de Consejero. Pero también con esperanza, porque su sucesora traía fama de inteligencia, sensatez, honestidad. Personalmente no la conozco. Sólo en una ocasión, hace bien poco, hemos cruzado unas frases de circunstancia, y la impresión no ha defraudado. Mujer muy política, y sin embargo espontánea. O eso me pareció.
Pues bien, ahora toca decir lo dicho, y añadir estotro: que tampoco me hice grandes ilusiones. Como todo el PSE, Isabel Celaá tiene una política lingüística más próxima a la de los talibanes como Campos que, por ejemplo, a la mía. Por una simple razón: los talibanes tienen política lingüística, y yo prefiero que no haya ninguna.
Años atrás, uno era más idealista. Veía factible cierta política favorable al vascuence, sobre la base de un compromiso social. Visto lo visto, he espabilado (por usar la expresión del ex lendacari Ibarretxe). El uso interesado del euskera con fines políticos de discriminación, lucro, poder y construcción nacional me ha resabiado, lo confieso.
La mejor política lingüística, aquí y hoy, es el laissez-faire, ese coco del nacionalismo impositivo y gorrón. Que cada cual mueva la lengua como guste (sin acabar como el penitenciado de Goya), y el que quiera caprichos que se los pague.
Ayer mismo, a las declaraciones de Celaá, salía uno diciendo que leía El Correo aunque fuese en castellano, pero que lo prefería en euskera. Pues ya lo sabe, amigo, a costearse la edición, y no nos venga con que entre todos financiemos esa fantasía.
Quien ame el vascuence, que lo estudie como otros hemos hecho, y si gusta, que lo hable en privado y en público, que lo escriba, lo enseñe, lo cante y lo baile. Pero por favor, sin dar la murga al prójimo.
¿Protección oficial a la lengua? Hasta ahí llego –ingenuo impenitente que es uno–; pero eso ya con reservas. La letra pequeña, ya saben; dar la mano y quedarte sin brazo. ¿Recuperación de la lengua? Si es lo mismo que euskaldunización o normalización lingüística, no, gracias. ¿Requisito laboral? Depende: en áreas de bilingüismo real, psch. Lo que estamos viendo al respecto, qué voy a decir, un atropello. Más a nivel personal, creo en el darvinismo lingüístico y me parece un despilfarro lo que nos está costando esa especie protegida. Lo siento. Si la supervivencia del moribundo asistido dependiera de una sola palabra, he aquí la mía: «Desconecten».
Me cuesta escribirlo. Sabiendo, además, que esta página es intrascendente. La cuestión no es lo que uno escribe o dejo de escribir, sino cuánta gente piensa lo mismo y no se manifiesta. Esa si que es consulta pendiente, no la de Ibarretxe.
Así pues, doña Isabel, no se me pique si adorno este ejercicio de redacción inútil con esa tabla tan bonita del Bosco, El Trilero. No va por usted, persona honesta en quien confío. Va como alegoría de la Política, que algunas veces nos engaña a los ciudadanos transeuntes, pero muchas más pega el timo a su verdadero público, ustedes los políticos profesionales. Porque su perspicacia, doña Isabel, ha pillado mi intención al vuelo. La dama a la que le cortan el bolso podría ser usted misma, que cree en la magia, no yo, que soy escéptico. Un servidor, si acaso, sería el chiquillo del molinete que le mira a usted y le avisa de la jugada.
En efecto, tengo la impresión de que usted, sin querer, está haciendo el juego al trilero. Al bilingüismo por el trilingüismo, creo que se llama el truco. «Damas y caballeros, respetable público: Prueben aquí su agudeza visual. ¿Dónde está la bola del inglés?»
Eso, ¿dónde está la bola? Porque el inglés va de bola. Vea, Consejera, yo metí al nieto en una ikastola de esas que se anuncian 'trilingüe'. De eso hace una pila de años, que ni la cuento. Y me daré con un canto en los dientes si con todo eso, más las profes particulares, más unos audiovisuales de la BBC, más las estancias en Irlanda como toda la vida, etc. etc., a poco que el rapaz se esfuerce y ponga de su parte, espero que termine desempeñándose en inglés tan bien como su abuelo y mejor. ¿Decepcionado, entonces, con la ikastola? ¡Qué va, por Dios! Para poder decepcionarse uno habría tenido primero que tragarse la bola del anuncio. Bilingüe, y gracias.
Usted, profesora de inglés, lo sabe mejor que yo. ¿Dónde está ese ejército de profesores trilingües? ¿Cómo improvisarlos? ¿Cómo reclutar enseñantes de inglés, sin que el talibanato sindical se eche encima? Porque ya verá usted cómo esos tipos le roban el bolso con el cuento de siempre: ese flamante profesorado suyo se sabrá el Chéspir de carretilla, pero podría no dar el perfil de euskera que ellos marquen.Y ahora pregunto: Sólo por complacer a esa gente patriótica, ¿hay que atiborrarse primero de cocina vasca para que, ya sin ganas, le dejen a uno catar el pudin inglés, si es el pudin lo que apetece?
Aguardando respuesta, aquí me quedo con esta fabulilla, tan al pelo como el pelo de los moluscos lo permita:
Dos caracoles un día
tuvieron fuerte quimera
en menor tiempo daría.
Una rana les decía:
–He llegado a sospechar
que sois ambos a la par
algo duros de mover.
Moraleja:
Antes de echar a correr,
mirad si podéis andar.
Eso que no podéis dar,
mal hacéis en prometer.
No creáis, buena mujer,
del trujamán falso el truco,
que aunque parle el mameluco
los lenguajes de Babel,
siendo unilingüe, Isabel,
miente, aquí y en Pernambuco.
Qué reconfortante me ha resultado leer su comentario (y que divertido, por cierto). Con su permiso, me gustaría hacer una entrada en mi blog con un enlace a este artículo. Saludos.
ResponderEliminarPor favor, NAVARTH, con toda libertad, ahora y siempre. Y yo muy honrado. Gracias.
ResponderEliminarAmigo, está vd. magistral.
ResponderEliminarNo hay huevos, señor Belosticalle, en este Gobierno Socialista no hay huevos... ¿Y qué me dice de eso de que: «Ellos -en alusión a los centros- decidirán cómo, de qué manera y por qué», aseguró Celaá. Nunca será una imposición. «Son los centros los que mejor saben si su comunidad educativa es suficientemente madura o no. Aquel que piense que no hay condiciones para que haya una presencia física de las víctimas en sus aulas no pasará nada»...
ResponderEliminar¡Cuántas decepciones nos hemos llevado algunos!... No escarmentamos, está visto.
¡Ah! Vigile a su nieto, hable con él (que supongo que ya lo hace) y pregúntele si su ikastola es de esas que pasan encuestas sobre su afección o desafección al sistema que él tiene. Sí, hombre, sí,... esa de la UPV (Sociología-Proyecto Ulibarri) que les preguntaba si se sentían más españoles que vascos o las dos cosas y en la que había que redactar qué era ser español y qué vasco....
¡Ay, Celaá!... vaya chasco más gordo... y lo que se estarán riendo los aberZales...
Les enlazo desde el blog de Gorka Maneiro, los detalles de los que sigue ocurriendo para matricular a los niños en español.
ResponderEliminarLa prematrícula en los colegios vascos
En la Comunidad Valenciana también sabemo de trilingüismo, servidor desde un principio lo bautizó como burrilingüismo, que consiste en que al cabar los estudios no sepan ni español, valenciano ni inglés. Por cierto el valenciano sufre una transformación, una especie de metamorfosis, y deja de llamarse así cuando llega a la edad adulta, en las universidades llamase catalán. La decisión de los padres irrelevante. El dogma de que hay que escoralizar en la lengua nativa del niño ahora es un mito.
ResponderEliminarEnhorabuena, D. Belosti
D. Magister, cuánto le agradezco su comentario.
ResponderEliminarEs raro verlos en entradas atrasadas, tal vez porque muchos piensan que nadie los lee. Yo por lo menos sí, porque el sistema me avisa de todos los comentarios nuevos.
Muy interesante todo lo que dice, pero para mí en especial, la metamorfosis sorprendente del valenciano en catalán, como rito de paso a la edad adulta.
Gracias, con efusivo saludo.
No lo había leído entonces; pero su miga sigue tan fresca. Celaa la trilera, otra/o sociprogre de salón. Gracias Belosti, por tu sapiencia "avant la lettre", pero eso del 'laissez faire' para esta gente dogmática y bolsillona (de meter lo que pueden, sobre todo el sillón mullido) les viene ancho. Gracias.
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