De los relatos de viaje a Pavía, uno de los más curiosos para mi gusto es el de Cánovas del Castillo. El historiador y político en ciernes llevaba como objetivo estudiar el teatro de la histórica batalla y por supuesto, conocer la Cartuja. ‘Una expedición a Pavía’ se titula el tercero de los cuatro capítulos que forman sus ‘Memorias de Italia’ [1].
Su forma es de epístola o carta (Madrid y Junio de 1857) dirigida al Marqués del Duero, D. Manuel Gutiérrez de la Concha. Se trata de nuestro General Concha, con calle aquí en Bilbao, que por maravilla no le ha sido soplada por el PNV para dársela a alguno de los suyos. Es lo que pasó con el General Espartero, en favor de un Fulano Ajuriaguerra, el héroe de Santoña (1937). Espartero fue el isabelino que levantó el I Sitio de Bilbao y liberó la Villa (1836), y Concha el liberal que repitió la operación en el II Sitio (1874). Este por así decirlo ‘trato de favor’ a Concha, por un nacionalismo tan imparcial y equitativo como el vasco, se debe sin duda a su otro apellido, Yrigoyen, y a su vizcainismo, así como a la popularidad de las ‘escuelas de Concha’, o ‘de la Concha’ (sic), hoy camufladas y desfiguradas como la nueva Kontxa Eskola o incluso Kontxa Eskola Berria, ver para creer. No, si por algo el padre Flórez se burlaba de la etimología Biscaini, bis Caines [2]:
«Poniéndose uno a descifrar el nombre de Bizcaia, sacó (por escribirle con B) que significaba crueldad con los enemigos, como ‘dos veces Caínes’, Bis Caines.»
El viaje lo había realizado Cánovas el mismo año 57 en mayo, pues menciona la toma de posesión del nuevo gobernador o virrey austríaco de Lombardía-Véneto. De liberal a liberal (moderados los dos), el malagueño le chismorrea al marqués su regodeo en el coche de posta escuchando a los viajeros italianos, «muy entretenidos en murmurar sabrosamente del Archiduque Maximiliano, que acababa de hacer en Milán su entrada como Gobernador general». Entrada que había sido en febrero de 1857, y no para mucho, sólo hasta la derrota de Solferino (junio de 1859). Maximiliano, «el mismo que ha muerto infelizmente como Emperador de Méjico» (mayo de 1867) [3].
Cánovas en 1872 |
Lleva además un plano antiguo, adquirido por casualidad en un librero de viejo, que no muestro aquí porque está plegado, y las imágenes digitales, a diferencia del papel, son malas de desplegar.
¿Con que otra batallita del Belosti? No, pardiez, con una vale. Si traigo aquí a Don Antonio es por un cuento de algo que dicen que pasó después de la batalla de Pavía, y precisamente aquí en la Cartuja. Y no es baladí, porque tiene que ver con un punto oscuro de los muchos que tocan a dicha jornada: qué se hizo exactamente con Francisco I desde su captura hasta su envío a Madrid.
Francisco I de Francia |
Una anécdota que, bien contada, hasta pudo ser verdadera
La Historia está llena de anécdotas y frases célebres, unas creíbles más o menos, pero otras apócrifas por imposibles. Vamos a ver una que, tal como la cuentan, sencillamente no pudo ser. Pero jugando un poco a detectives, ella misma nos da la pista para enmendarla, y la cosa cambia.
Como creo haber dicho en otra entrada, la Cartuja de Pavía con su vasta huerta y esparcimiento o paseo de los monjes ocupa el vértice NO del Parque de los Visconti, o sea, del campo de batalla. Eso quiere decir que la madrugada y mañana de aquel viernes 24 de febrero de 1525, fiesta de San Matías Apóstol, no fue tan tranquila como cualquier otra en la rutina de aquellos monjes. Por otra parte, aquel edificio maravilloso, con su gran palacio ducal incluido era indicado para dar alojamiento del Rey Cristianísimo.
Cedo la palabra a D. Antonio [4]:
« Aguijábame especialmente para llegar a la Certosa, una tradición curiosa y constante.
Dícese que el Rey Francisco, inmediatamente después de ser hecho prisionero, fue conducido al magnífico templo de aquel monasterio, y que llegó a él a tiempo que los piadosos monjes, sin curarse del estruendo, ni de la carnicería de tal jornada…, cantaban a la sazón una de sus horas canónicas.
Al entrar ya Francisco I en la iglesia, el versículo que cantaban dícese que era éste:
Coagulatum est sicut lac cor eorum: ego vero legem tuam meditatus sum.
Es decir: “Su corazón está cuajado como la leche, mientras que yo medito en la Ley”.
Entonces el real cautivo, piadoso como todos los príncipes de su tiempo, entonó con los cartujos el siguiente versículo , que dice:
Bonum mihi quia humiliasti me: ut discam justificationes tuas
Que viene a rezar lo siguiente: “Bien hiciste, Señor, en humillarme, para que aprendiese a conocer tus juicios”.
Pero cuando evocaba yo tales recuerdos, en medio del atrio de la Cartuja, no faltaba de allí ya únicamente el Rey cautivo …, sino que también estaban de allí ausentes y expulsados los devotos cartujos … Sólo la tierra y la fábrica inmensa del monasterio … ofrecían a mi vista el propio espectáculo que pudieron ofrecer a tantos otros españoles, durante el viernes 24 de febrero de 1525, fecha feliz de la batalla.»
Esta versión que reproduce Cánovas es sin duda la peor posible. Dejo a su cuenta lo de ‘la piedad de aquellos príncipes’, porque no manejo sus mismos datos. Partamos en cambio de un hecho más comprobable.
Los monjes en el coro no cantan lo que se le ocurre, ni lo que venga a pelo para una historieta. Se atienen a la liturgia, que fija rigurosamente el turno de los salmos. Y esos dos versículos son del Salmo 118, que no corresponde al viernes, sino al domingo. Por cierto, el único día de la semana (junto con las solemnidades) en que los cartujos cantan las horas de tercia, sexta y nona en la iglesia, pues de ordinario las rezan en privado, lo mismo que hacen siempre con la hora de prima y las completas.
En un librito viejo, ‘Visita a la Cartuja de Pavía’ (Milán, 1857), la cosa está un poco mejor [5]:
« Conducido por sus vencedores, entraba el rey en este templo la mañana de un domingo, mientras los monjes a la hora de sexta cantaban el verso del Salmo 118, Bonum mihi quia humiliasti me, ut discam iustificationes tuas (‘Bien me está que me humillaste, para que aprenda tus razones’). Se dice que el buen rey, doblegado a resignación cristiana por su desventura, se puso a cantar con los monjes el mismo versículo, haciendo aplicación muy oportuna a su caso.»
Un poco mejor, pero mal también. El rey pudo entrar en la iglesia dos días después de la batalla, la mañana del domingo. Pero eso no quiere decir que hasta ese día no pisó la Cartuja. Además, tampoco fue a la hora de sexta, sino a tercia. El Salmo 118 de la Vulgata (119 de la Biblia Hebrea) es el más largo del Salterio, y la liturgia lo reparte para las horas menores del domingo. Y el versículo 71 del salmo (Bonum mihi etc.) corresponde a la hora de tercia.
Lo que bien mirado es más lógico, pues indica que el Rey entraba para oír la misa conventual, que se dice después de tercia.
Lo cual a su vez hace pensar que aquella no era la entrada primera del rey en la Cartuja, pues coincidencia habría sido tanta puntualidad a misa. Mejor pensar que ya estaba en el monasterio, incluso desde la tarde misma del viernes, pues las historias cuentan que allí le sirvieron aquel día el almuerzo, haciéndole de sumiller el propio Carlos de Lannoy, virrey de Nápoles.
Iglesia de la Cartuja de Pavía Uno de los trampantojos representando a un lego 'barbón' asomado a la nave, por Bernardino da Fossano |
Ahora ya sí –si no es mucho presumir–, estamos en condiciones de ofrecer una variante, digamos, ‘definitiva’ del evento.
Aquel domingo 26 de febrero, a eso de las 9 de la mañana, se encuentran reunidos en el palacio de la Cartuja el rey de Francia y acompañantes, con el virrey de Nápoles Lannoy su custodio y demás señores, todos de tiros largos para ir a la iglesia, a cumplir con el precepto.
Un monje les avisa que la misa conventual va a empezar. Cuando entra la comitiva en el templo, el coro de monjes está recitando el último salmo de tercia. Lo hacen, como todo el rezo cartujano, sin acompañamiento de órgano y a voz en cuello: plena (viva) et rotunda voce, como manda su rúbrica [6].
Fue entonces cuando el Rey de Francia, que se sabía su Libro de Horas en latín, reconoce el versículo y se lo aplica, en lección de humildad que dejó edificados a todos. Por lo demás, ese texto bíblico, «bien me estuvo que me humillaste» etc. ha sido un lugar común en sermones y libros de ascética [7].
Bien entendido que un cuento, por bien contado, no se hace historia. Lo normal habría sido llevar al rey a Pavía; pero a ruego suyo se le ahorró esta humillación de entrar como prisionero donde se figuró vencedor. A partir de ahí surgen las candidaturas: la Cartuja, el castillo de Belgioioso ..., o la más firme de todas, el convento de San Pablo cerca de Pavía. Éste habría sido su primera prisión, antes de trasladarle a la plaza fuerte de Pizzighettone, en espera de instrucciones, y de allí a España. «Aquí en Pavía he presentado mis respetos al Rey de Francia en su posada de San Pablo» –escribía al duque Francisco II Sforza su canciller Jerónimo Morone.
San Paolo in Vernavola fue un antiguo priorato benedictino, cedido en el s. XV a los agustinos observantes. Desamortizado en 1799, aquí lo vemos yermo en un grabado del ‘Cosmorama Pittorico’ (1835), antes de acabar «estúpidamente arrasado en 1856», a juicio de C. Magenta, que pone aquí la primera estancia del vencido Francisco I. El cual, añade, ya había visitado la Cartuja a primeros de octubre de 1515, aunque nada se sabe de la impresión que le causó, pues todo indica que tanto él como sus acompañantes, el cardenal Aleandro y el poeta Clemente Marot sólo fueron a pasarlo bien [8]. Se ve que al monarca francés, como a los demás príncipes de su tiempo, lo piadoso no les quitaba lo gozoso, y como dijo el Sabio, cada cosa es buena en su sazón.
Y como nuestros cartujos están rezando Completas, hora es de terminar este primer palique.
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[1] Recogidas en Estudios literarios de D. A. Cánovas del Castillo, t. 2. Madrid, 1868, págs. 243-283.
Iturriza lo adornaba un poco más, poniendo esa etimología tan improbable en boca del emperador César Augusto, enfadado por la resistencia vizcaína, y por lo que se ve, muy puesto en Historia Sagrada.
[3] Maximiliano, apremiado por su deudas y por su suegro Leopoldo I de Bélgica, aceptará ser el segundo emperador de Méjico, donde muere fusilado (junio de 1847). Cánovas murió en el balneario (luego hospital psiquiátrico) de Santa Águeda en Mondragón, Guipúzcoa, tiroteado por un pistolero anarquista italiano (1897). El veterano Concha había muerto de un balazo en la III Guerra Carlista (1874).
[4] O. cit., págs. 255-256.
[6] Nova collectio Statutorum Ordinis Carthusiensis. 2ª ed. Grenoble, 1681, Directorio de Novicios, c. 2, pág. 11. Cfr. Pío XI, Constit. Apost. ‘Umbratilem’, n. 8.
Escribo «variante ‘definitiva’» (entre comillas el adjetivo), porque sinceramente me queda algún escrúpulo, que no voy a revelar aquí por no hacerme el pesado. Me atengo a los ‘Estatutos cartujanos’ vigentes, Nº. 20-21 :
Distribución del Domingo y solemnidades
20. Los domingos y solemnidades cantamos en el coro Tercia, Sexta y Nona … A Tercia sigue la Misa conventual. Las Misas rezadas se celebran según la costumbre de las Casas. Cuando nos reunimos para cantar Sexta y Nona, tocamos cada uno la campana.
23. Vamos al refectorio después de cantar Sexta.
27. En la solemnidad que ocurra en Cuaresma, cantamos Sexta en la Iglesia más tarde, y de allí vamos al refectorio. Nona la rezamos en la soledad.
[7] Por ej., el jesuita Alonso Rodríguez, Exercicio de perfección y virtudes cristianas. Sevilla, 1609, Parte I, pág. 570.
[8] Carlo Magenta, La Certosa di Pavia. Milano, Bocca, 1897, pág. 121.
Si este artículo ha sido de su gusto, vea si puede interesar también a algún conocido.
Gracias de nuevo, Querido Profesor por otra entrada que disfrutar.
ResponderEliminarHace muuuuchos años de ello, pero yo también tenía mi libro de horas en latín, y me encantaba sobre todo lo de recitar completas, en la capilla, con las monjas...
¿ Lo seguirán leyendo en latín los cartujos actuales ? ¿ A pesar del Vaticano II ?
Si supiera seguro que sí, y que el resto del tiempo transcurre en silencio, una estancia en una cartuja, participando de la vida monástica, independientemente de que una tuviera Fe o no la tuviera, me parecería el ideal para descansar de todo...
«¿Lo seguirán leyendo en latín los cartujos actuales?»
EliminarLa ‘buena’ pregunta sería si seguirá habiendo cartujos, y hasta cuándo.
Porque si los hay, tenga por seguro que sí, que siguen y seguirán recitando en latín, o no serían cartujos.
Si me permite usted la boutade, los cartujos no tienen disculpa para dejar los latines, porque tienen todo el tiempo del mundo para aprenderlos.
Pero, como le digo también a Dª Pussy, de eso tendremos otro ‘palique’.
He escrito una pequeña sotteríe a la mañana, pero se me ha volatilizado al intentar publicarla. Que rabia. Se me olvida la precaución de copiar y así lo pago, intentando repetirlo.
ResponderEliminar¡Que conocimiento de los rezos de los frailes! Servidora, a lo que más se ha acercado a estas cosas es cuando de niña pasé brevemente por algún colegio de monjas, en el que nos hacían rezar un interminable rosario de cincuenta avemarías, intercaladas en cada decena por un padrenuestro y un gloria. Se terminaba con unas alabanzas a la virgen mucho más llevaderas, por lo variadas y próximas a nuestra lengua, que se traducían facilmente. Bueno, "turris eburnea"me costó todo un curso saber que era torre de marfil. Pero a lo que iba y es que estos salmos y rosarios, me hacen pensar que son una especie de mantras con los que se pretendía entrar en meditación, algo que mucho más tarde, en la juventud, conocí en alguna incursión por religiones orientales.Nunca conseguí meditar y creo que los amigos que se las daban de profundos mentían simplemente al pretender que alcanzaban estadios de elevación espiritual. Hay algo que no nos explicaron nunca los curas y demás gurus: Que el cerebro no es más espiritual que un riñón o un páncreas, y que tanta pretendida transcendencia no es más que una treta de brujo de tribu para dominar a incautos y crédulos.Ay...
«¡Qué conocimiento de los rezos de los frailes!»
EliminarY rezos de las monjas, Dª Pussy. Porque eran los mismos. Y encima las buenas señoras tenían que recitar en latines que ni entendían, como periquitos.
En cuanto a los ‘conocimientos’, como dice, nada de particular, compruébelo usted misma. Hace algún tiempo le ‘regalé’ a Dª Viejecita el Liber Usualis, que le hacía ilusión. Pues bien, ábralo por la página 237 (Domingo a Tercia). O con el buscador pdf, busque directamente palabras de los versículos que cita Cánovas en latín.
‘Conocimientos’: Internet y Google facilitan muchas tareas y explican muchos ‘conocimientos’. (También dejan en cueros a mucho mentecato, y tampoco es malo.)
Su referencia a los mantras no va descaminada. Muchos mantras ni siquiera se sabe lo que significan. Pues el salterio latino, que es la base del rezo coral cristiano, está lleno de frases incomprensibles, lo mismo que el griego, y no vaya usted a pensar que el hebreo se entiende mucho mejor.
¿Qué tal, si lo dejamos para otro palique cartujano?
Querido Profesor ;
EliminarDice usted : Y encima las buenas señoras tenían que recitar en latines que ni entendían, como periquitos.
Pues más bien que no.
Que, en época de mi infancia y juventud , incluso a las "hermanitas de los ancianos desamparados ", que no solían ser muy "lídas y escribidas", y que se dedicaban a cuidar a viejos, a lavarlos, a darles de comer, a fregar los suelos, les hacían aprender latín antes de profesar. ( Y ya sabe que eso lo conozco de verdad, no porque me lo hayan contado )
Y puede que no hubieran leído a Cicerón, ni siquiera a César ( que se lee de corrido sin saber latín ), pero le aseguro que lo que rezaban el latín : lo que leían en el Libro de Horas, las letanías, lo que cantaban en las diferentes misas de gregoriano, etc, etc, lo entendían perfectamente, y sabían lo que estaban diciendo.
No digo que siga siendo así ahora, que con la escasez de vocaciones, habrán tenido que abrir mucho la mano, y admitir a toda postulante que quisiera entrar.
no solían ser muy Leídas y escribidas... Ya siento. Y habré metido muchos más gazapos, fijo.
EliminarTouché, Ma’am..
EliminarAnte su valiente defensa de los latines monjiles, y con conocimiento de causa, retiro mi inconsiderada generalización.
Yo me refería más bien a las monjas de clausura de antaño en general, salvas letradas excepciones. Las que recitaban por obligación el Oficio Divino completo, y no sólo el Oficio Parvo de la Virgen, las letanías y el ‘Tantum ergo’. Por mis referencias, no aprendían más latín que el de oído, como el latín de los sacristanes y monaguillos, que algo pillábamos (como usted bien dice humorísticamente del latín de Julio César).
Hablo de unos tiempos menos sensibles que los modernos a ciertos aspectos de la educación. Unos tiempos cuando las constituciones de monjes y monjas prohibían severamente a los legos y legas aprender a leer, y a los religiosos de coro intentar siquiera sacarles de su analfabetismo.
En relación con aquellos tiempos en Inglaterra, eche un vistazo por ejemplo al apartado ‘Education in Nunneries’:
«It is likely that the majority of nuns in the fourteenth century and after knew no Latin, but sang the services by rote… There would be no teaching of Latin then, … with perhaps a little French in some nunneries.»
En la Alemania del Renacimiento la situación no sería muy distinta. No eran los tiempos de Hildegarda de Bingen ..., que, ya que de ello se trata: ¿sabía latín? (hay quienes lo dudan). La señora de Lutero, Catalina de Bora, era una de tantas monjas exclaustradas que desde niñas recitaban el breviario entero y demás en el coro, todo en latín. Sin embargo, no esperemos verla intervenir en las ‘Charlas de Sobremesa’ para discutir algún punto de letras latinas. Y en otras latitudes la situación no era diferente.
De todas formas bienvenida su aclaración, necesaria sobre un punto tan interesante.
Un clásico de referencia sobre conventos de monjas ingleses en la Edad Media es el de Eileen Power, ’Medieval English Nunneries’.
EliminarSobre el punto que nos interesa ahora, vea por ej. página 246 y sig.
Hola Viejecita, que bien, usted por aquí... y le doy la razón, esa paz que se respira en estos sitios hace añorar el poder disfrutarlos. Pero me temo que yo me iba a encocorar en horas veiticuatro. Y saldría rápidamente a respirar los aires de mi Concha querida,donde el olor a salitre me lleva a la infancia primera, en la que verdaderamente fui feliz.Saludos, querida amiga.
ResponderEliminarInteresantísimo, maestro.
ResponderEliminarEspero ese segundo palique anunciado tras el interesantísimo de hoy.
ResponderEliminarNo me cansaré de repetir que leer a Belosti es un placer.
El silencio de las Cartujas...
ResponderEliminarHay una hermosa película rodada hace unos años por Philip Gröning que muestra la vida en la Grande Chartreuse durante un año. Su título, "El gran silencio".
Al director le costó casi 20 años convencer a los cartujos para que le dejaran rodar el documental. Afortunadamente lo logró, para gozo de todos los que hemos tenido ocasión de disfrutar de tan impresionante testimonio de vida espiritual.
Maese Lemuel, vi el filme-reportaje de Gröning, y diría que fue en un cine comercial, no recuerdo bien. Realmente impresionante y de una estética muy peculiar.
EliminarComo simple espectador, mi limitación fue no percibir aliento cristiano en toda la obra. Hay cristos, estampas, rosarios…, como pudo haber budas y molinos de oración. Hay salmos, pero el Salterio no es cristiano.
¿Fue positivo para la Orden? ¿perjudicial? Eso se mide en vocaciones, y no entro. Lo que observo es que los propios cartujos han salido con otros reportajes más recientes y de un enfoque bien distinto, de un humanismo cristiano más explícito.
Los cartujos siempre habían sido muy conscientes de su singularidad de vida, y remisos a compartirla. Han aguantado una tensión entre la ‘discreción’ y el instinto de supervivencia. Finalmente parece que se impone el criterio pragmático: ‘si no te conocen, no existes’, y esto último puede acabar no siendo simple metáfora.
Le agradezco infinito su referencia a la película, porque me invita a estudiarla más despacio. No me refiero al mérito artístico, de lo que poco entiendo, sino a la sustancia, el alma, el famoso mensaje. Esta tarde he estado viendo buena parte y me confirmo en aquella impresión. No creo que a todos los cartujos les entusiasme verse en ese retrato de familia (sin familia), en parte ‘troppo vero’, y a ratos surrealista.
Tal vez estoy desbarrando, pero o me callo, o le respondo con sinceridad. Con usted debo permitírmelo.
El abrazo de siempre, amigo Gulliver.
Por supuesto que puede permitirse la sinceridad, querido Don Belosti.Y se lo agradezco mucho.
ResponderEliminarNo es fácil valorar una película como "El gran silencio". En la sesión nocturna a la que asistimos mi mujer y yo acompañados por una de nuestras hijas, seguro que hubo opiniones para todos los gustos. Para empezar, mi hija (de 17 años) se quedó dormida a media película.
A mi mujer y a mí nos gustó mucho. Es cierto que tiene sus limitaciones, pero para ambos fue compartir con los cartujos un rato de oración. Así lo vivimos nosotros y salimos del cine con mucha paz
En cuanto a su impacto sobre la Orden, yo creo que eran conscientes de lo que suponía autorizar la filmación de ese documental. Lo asumieron entonces y lo siguen asumiendo ahora (de hecho acabo de comprobar que hay citas a esta película en varias páginas web de la Orden Cartuja -chartreux.org, cartuja de Miraflores...-)
Quedo pendiente de su nuevo palique
Un gran abrazo
El grumete esta inquieto:
EliminarQue bien puesto el título: "Una cartuja de mucho palique". . . . .pero yo estoy pensando en el palique que se ha montado en un momento en el Blog.
¿Cantan en latín los Cartujos? ¿Seguirá habiendo cartujos? ¿Tienen tiempo los Cartujos? ¿Oraciones o mantras? ¿Rezos de lorito? ¿El silencio de los Cartujos?¿Era antes? ¿Es ahora? ¿Qúe será?
¡Menuda cantera en que escarbar!
Es necesario no mezclar perspectiva histórica, actualidad, y prospectiva. Lo que fue, fue así por muchas razones, alguna de las cuales no comprenderemos nunca, pues no vivimos en el mismo mundo. Podremos compartir en algún grado la motivación, pero nunca las circunstancias. Sí, se separaban del mundo, algunos dicen que con facilidad: pero ahora hay mucho mas mundo del que separarse. Alli estaban, con la fe del carbonero, dicen. Pero ahora ya no quedan carboneros. Cualquier adolescente de hoy conoce mucho mas mundo y muchas mas cosas y ha estudiado mas que cualquier cartujo de antaño. Y se le ha enseñado a intentar ver la verdad y los motivos de todo. Conoce mas idiomas, adios latín y griego. Hay peros: no diferencian lo colectivo de lo gregario, se cansan pronto. No se cree que un toque de campana espante las nubes. . . . aunque crea en ovnis y extraterrestres. No creen en los consejos de cualquiera que huela a Iglesia, pero caen en manos de sectas, caraduras diversos y variantes religiosas aparentemente ortodoxas que los usan y deforman: No se puede -no se debe - hablar con ellos y responder "porque es asi", "porque lo dice Dios" y mucho menos "porque lo dice la iglesia", y no les falta razón. Los cartujos y similares están inmersos en un fenómeno mucho mas general: somos diferentes en conocimientos, información y recursos formativos que nuestros mismos padres. EL siglo XX ha supuesto una ruptura mucho más profunda intergeneracional que los anteriores. ¿Alguien ha analizado las causas reales de los incrementos de ingreso en clausura de jovenes sudamericanas en sustitución de las nuestras? ¿Alguien ha analizado el porqué del éxito del cuco que anidó en las clarisas de Lerma, y una vez eclosionado se marcho, dejando el nido vacío para seguir su vida de otra forma? ¿O porque, dato de ayer, solo el 22% de las uniones matrimoniales han sido por la iglesia en el pasado año? ¿Alguien ha hecho una piramide de edades evolutiva, como la que propuse hace unos dias y que le gusto al Maestro, pero referida al ámbito religioso en diversos campos? De toma de datos y prospectiva estoy hablando. El mundo está cambiando. Y a la marcha que vamos solo la Ciencia -ficción va a ser capaz de respondernos algo: aunque sea mentira será una posibilidad.
Jesús, !que párrafo!. Y de un tirón. ¿Me queda algo? Si: pertenezco a la generación en que hasta los que íbamos por ciencias estudiábamos en algún curso latín y griego: jamás lo he lamentado, y he disfrutado de ellos en cuanto he pasado a mejor vida (jubilado, se entiende). De ellos venimos, y nos ayudan a ser lo que somos.
Y para terminar: esta vez no pongo un texto digital. Recomiendo un extraño libro: la novela "2084, El fin del mundo", del argelino Boualem Sansal. Seix Barral, Biblioteca Formentor. Premio de la Academia Francesa 2015.Lo voy releyendo un par de veces. Tras su aparente sencillez hay mucha miga. Evidentemente no gustara a todos. Lo decia Robert Browning:
. . . . and the next thing is - Look round
for evidence enough! 'Tis found,
no doubt: as is your sort of mind
so is your sort of search. You'll find
what you desire. And that is to be
A christian. .. . .
Ya le responderá el Profesor Belosticalle, Anónimo, pero yo, intrigada por el presente de La Cartuja, y por sus libros de horas, y su canto gregoriano, busqué en san google, y además de un montón de información sobre las diferentes Cartujas en activo, en España, y fuera de España, di con una página web propia de La Cartuja, con toda clase de información. Y el tipo de vida que llevan me parecería envidiable si no fuera por la necesidad de tener Fe en un Dios Bueno, Justo, Sabio, y Poderoso, y etc etc.
ResponderEliminarEn cuanto al libro de Sansal que recomienda, ya lo he metido en mi carrito del Amazon francés, y en cuanto tenga de nuevo un par de cosas más, lo encargo y lo leo.
Así que gracias.
http://www.chartreux.org/es/presentacion-rapida.php
EliminarPor si sale. Enlace a la página de presentación de La orden de la Cartuja.