domingo, 5 de diciembre de 2010

Lo vasco que nunca existió (1)


A estas alturas, ya mucha gente sabe que la verdad del político no siempre coincide con la verdad a secas, pero a menudo ni siquiera con la verdad científica. Mucha gente lo sabe, otros lo sospechan. Pero también hay quien sigue en la higuera. Como el Dr. Ibarretxe, que lleva años repitiendo que el pueblo vasco tiene 7.000 años de antigüedad. A propósito, el lingüista Joaquín Gorrochategui ironizaba: 


«¿El pueblo vasco? Ya se sabe que, popularmente hablando, el pueblo vasco, remonta a la más oscura prehistoria de los tiempos. Así, el anterior lehendakari le había conferido, no sé por qué, 7.000 años de antigüedad, aunque para nosotros eso no tiene ningún sentido

Para Ibarretxe, sí. Esa es una de sus grandes verdades de político, y hasta ahí, todo normal. Lo grave es que incluso reciclado como profesor universitario y conferenciante por esos mundos, el ex lendacari ha seguido repitiéndola como mantra. Hasta se murmura que a punto estuvo de meterla en su reciente tesis doctoral. El colmo, un científico tomando en serio su propia verdad de político.
La cita del profesor Gorrochategui la tomo de un librito reciente, que acabo de leer de un tirón: Actas del ‘Encuentro sobre la Prehistoria Vasca: Presente y Futuro’– El Escorial, 9 de mayo de 2009. (Madrid, 2010, 175 págs., pág. 25). Organizado por Euroforum y la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, es una síntesis interdisciplinar de expertos (Lingüística, Antropogenética, Arqueología), donde a este profano le interesa la mirada al futuro de esa ciencia, la Prehistoria Vasca, pero muchísimo más el panorama de su estado presente.
–Bueno, ¿qué importancia tiene todo eso? Después de todo, la Prehistoria como ciencia no es relevante en lo político.
Así es, por regla general. Pero se da la circunstancia de que en Euskadi, durante toda una generación –desde la transición democrática–, la política real está basada en supuestos de proyección prehistórica. Borremos el imaginario prehistórico del nacionalismo, y toda su política se viene abajo. El nacionalismo reivindica un pueblo independiente, en unos territorios históricos, hablando una lengua propia, todo ello con una sola base: la Prehistoria. A Sabino Arana le quitas la sustancia prehistórica, y es que no queda nada, nada en absoluto, salvo trifulcas de taberna contra el maqueto.
Trataré de hacerlo ver, discurriendo por tres temas de calado político:

1.      Independencia vasca.
La eventualidad de un País Vasco independiente no es monopolio del nacionalismo. Yo, que no me considero nacionalista militante ni triunfante –si acaso, purgante–, contemplo tal posibilidad con estoicismo y flema. Eso sí, me gustaría verla fundada en verdades con más enjundia que las que nutren la política nacionalista.
Cualquiera entiende que un equipo de pensadores, sociólogos, economistas etc., tras estudiar a fondo la realidad del país, llegue tal vez a la conclusión de que, en la actual coyuntura, lo mejor para la ciudadanía vasca (supongamos que también para España) sería cambiar el estatuto actual por una secesión acordada y amable, abriendo cuanto antes un proceso de consulta, referéndum y autodeterminación.
–¡Pero eso es lo que propuso Ibarretxe!
Bueno, la propuesta de una consulta o referendo por ese comité ideal de expertos no sería técnicamente muy distinta del ‘Plan Ibarretxe’. ¿Entonces…? Pues que no sería el ‘Plan Ibarretxe’. No tendría nada que ver con él, ni en el punto de partida ni en el de llegada.
De partida, mi comité de expertos se basaría en considerandos científico-técnicos. De llegada, el nuevo estado surgido de ese experimento ideal tendría que dotarse de una constitución, conforme a un modelo de sociedad asumible desde postulados científico-técnicos.
Lo de Ibarretxe es otro mundo. Como nacionalista vasco, su Plan parte de una imagen política de Euskal Herria, lo que ellos toman como el pretérito indefinido de este país, proyectándola al futuro. Nuestros nacionalistas no quieren ser españoles, ante todo y sobre todo porque se tienen por distintos y por vascos desde mucho antes de existir España y cualquier otro ente político ajeno a ellos. Vascos desde la Prehistoria. “Los vascos no datamos”, que dijo el otro.
El mismo abismo separa los respectivos puntos de llegada. Podemos no tener idea clara del modelo de país que recomiende nuestro comité de sabios. Lo que podemos adelantar con certeza es la inclusión de un pluralismo real, en los antípodas de los bachoquis y herricotabernas, donde el pluralismo se excluye o se tolera como mal necesario.

2) Lengua vasca.
La política lingüística nacionalista va por la euskaldunización de toda la población de Euskadi, extensiva a todo el territorio de Euskal Herria, al Sur y al Norte de la raya pirenaica.
La euskaldunización, sobre el modelo lingüístico artificial del vascuence unificado (euskera batua), es un fenómeno singular en el mundo entero, comparable sólo a la hebraización masiva de la población de Israel. El costo de la llamada ‘normalización lingüística’ no se conoce, pero nadie discute que ha sido, es y va a seguir siendo fabuloso, por tiempo indefinido. Un cuento de nunca acabar.
La pregunta obligada es: ¿Por qué y para qué? Respecto a lo segundo –el ‘para qué’–, mejor será pasarlo por alto, para no distraernos de la proyección hacia atrás en esta diatriba.
Pero ese ‘para qué’ tiene por delante un ‘por qué’. El descomunal esfuerzo y gasto invertido en euskaldunización y, como la llaman, ‘normalización’ lingüística tiene como principio y fundamento un dogma político, con varios artículos de fe acerca del euskera:

El euskera es nuestra lengua propia como vascos.
El euskera es la lengua más antigua de Europa, o una de las más antiguas.
El euskera como lengua data del Neolítico, o de ahí para arriba.
El euskera se ha preservado maravillosamente desde la más remota antigüedad.
Por todo ello y algo más, por ser lengua única en el mundo y exclusiva nuestra desde siempre, es un bien cultural que, como pueblo, tenemos obligación de amar, conservar, conocer, hablar y propagar.

Eso es lo que se nos dice –todo de golpe, o a pequeñas dosis–, y vamos a suponer que con sinceridad. Eso es también lo que se inculca al niño vasco desde que entra en una guardería.
Pero es que todo ello es rigurosamente falso, de principio a fin, sin una sola proposición que se salve. En realidad ya lo sabíamos, pero por si acaso, el Encuentro sobre Prehistoria Vasca lo viene a recordar, punto por punto: nada de lengua propia ni exclusiva de un pueblo o área determinada; nada de antigüedad neolítica; nada de preservación. El vascuence actual no es más antiguo que el castellano, y en su evolución como cualquier otra lengua (máxime, siendo ágrafa) ha tenido cambios diacrónicos en su distribución geográfica y pueblos hablantes. Si realmente es bien cultural, no lo es en el sentido que se le atribuye, ni con las responsabilidades que se quieren deducir.
Si no queremos enredarnos en una catequesis buenista, al estilo de Babel o barbarie de Baztarrika, hay que preguntar con valentía qué clase de bien cultural es el vascuence. Humboldt y otros sabios del siglo XIX prestigiaron esta lengua pensando que, en efecto, era una reliquia prehistórica, un fósil viviente, cuyo estudio podía resolver puntos oscuros de la lingüística general e indoeuropea. Sólo por eso. Curiosidades tan curiosas como el euskera, un explorador tan viajado como Humboldt las había visto a porrillo. Si el vascuence le llamó más la atención fue sobre todo por la supuesta utilidad académica.
La epigrafía ha desmontado el mito del euskera milenario. Y aunque (por la razón que sea) los antiguos vasco hablantes debieron de ser muy reacios a la escritura, los vestigios que se adivinan, más que se ven, llevan a conclusiones más bien negativas. No sabemos ni el dónde ni el cuándo ni el cómo. Y sobre todo: de lengua prehistórica, nada.
Ante el vacío de cualquier evidencia objetiva, epigráfica, sobre la distribución diacrónica de hablas euscaroides, hay quien arguye: “Bueno, en alguna parte tuvo que hablarse el euskera”. Subrayo ‘el euskera’, en singular. ¿Y eso, qué es?
Notemos el razonamiento: hoy se habla euskera en alguna parte, luego en el siglo I en alguna parte tuvo que hablarse. Es como decir: hoy se habla castellano, luego en el siglo I alguien y en alguna parte tuvo que hablarlo.
—No vale: el castellano es lengua romance, derivada del latín, nace en la Edad Media, tiene sólo 1.000 años de antigüedad.
Así que me concedes que el castellano no es latín, y a la vez pretendes que yo te conceda que en el año 1000 y en el año 1 se hablaba el euskera?
El vascuence ágrafo de tiempos de Cesar y de Augusto, hablado no sabemos por quiénes ni dónde –gentes, eso sí, de contactos múltiples y móviles, debió de evolucionar mucho más de prisa que el latín. Con el trasiego cultural, la lengua no escrita se volvería incomprensible cada 3 o 4 siglos, por decir algo. El euskera empieza a fijarse por escrito en el siglo XVI. Leamos en público un texto de entonces; por ejemplo, un poema de Lazarraga, a ver cuántos ‘vascongados’ lo entienden. (Uso aquí ‘vascongado’ como el equivalente de euskaldunberri. Sé que puede sorprender o molestar, pero es correcto.)
En suma, lo que se pregunta: ¿cuál es concretamente el patrimonio cultural que tenemos que preservar? No ‘la lengua milenaria’, desde luego, pues sólo existe en la imaginación. ¿El euskera moderno? Pero llamar a eso ‘patrimonio sagrado de todos los vascos’ es excesivo y ridículo, cuando hasta sus dialectos vivos se han planchado con el batua. El euskera moderno tiene indudable valor afectivo y cultural para los euskaldunas que lo tienen como lengua materna. Para los demás no significa lo mismo, una lengua que no es más antigua que el castellano, que es minoritaria, sin apenas literatura, difícil y nada práctica.
–Bueno, es que fuera de eso, también hay otras razones para la euskaldunización. Y en último término, es lo que hemos aprobado como ley, y hay que cumplirlo.
No, si al final esta última va a ser la razón de peso. La sociedad vasca se ha impuesto a sí misma una cruz sólo porque sí, por puro masoquismo. O también porque es tonta, y se ha tragado lo del bien cultural prehistórico. Neolítico, para ser exactos.
Antes soslayamos el ‘para qué’, y ahora vemos que porqué y para qué son el misma cantar. En definitiva, nos euscaldunizan porque una minoría de vascohablantes, un reducido porcentaje de la sociedad vasca, así lo decidió. Lo de la Prehistoria y el patrimonio cultural era un embeleco. Nos euscaldunizan en aras de la construcción nacional. Totalitarismo camuflado de estafa.

3. Etnia vasca.

El argumentario racista, tan decisivo en los planteamientos del nacionalismo vasco primigenio, circula hoy como de incógnito y con sordina, después de lo de Hitler. Pero ni ha sido abolido, ni tampoco fue invento nacionalista:

“La etnicidad es algo que caracteriza hasta nuestros días a muchos vascongados de diferentes ideologías.”

Lo dijo Julio Caro Baroja, nada menos. Razón de más para andar con pies de plomo cuando el nacionalismo lo trufa en su concepto de ‘pueblo vasco’. Cuando el Dr. Ibarretxe repite –como hizo en la presentación de su ‘tesis-libro’ (15-04-2010)— que «los Fueros del pueblo vasco, siguen siendo la auténtica Constitución del pueblo vasco», es obvio que no se refiere a todo el batiburrillo actual de ciudadanos a los que presidió, sino sólo a la pars sanior, al elemento genuino de esa sociedad mezclada; en suma, al auténtico pueblo vasco milenario y prehistórico.
La etnia o raza son también términos del léxico científico, bien entendido que no significan lo mismo que en boca del político. La Antropología Física tiene hoy una herramienta muy poderosa para caracterizar a grupos humanos como pueblos y etnias, analizando ‘marcadores genéticos’ que pueden rastrearse hasta la prehistoria.
En el Encuentro sobre Prehistoria Vasca, la Genética antropológica estuvo representada sobre todo por Concepción de la Rúa, que presentó una ponencia muy interesante por lo documentada y razonada, amén de pedagógica.
Aprender es siempre hermoso, pero la emoción es inexplicable cuando quien te enseña es un antiguo alumno o alumna, convertida en autoridad mundial. De la intervención de ‘Conchi’ sólo diré que no habrá hecho muy felices a los hinchas del pueblo vasco autóctono, prehistórico, homogéneo, perdurable, continuo, aislado, uno y único...
Notable paradoja: Al contrario de la epigrafía, pobre de solemnidad, aquí el problema es una sobreabundancia de trabajos, a menudo mal diseñados y peor interpretados, que representan ruido y artefacto a la hora de hacer las comparaciones de rigor con otras etnias, muchísimo peor estudiadas, incluida esa Aquitania que es como una pesadilla para los soñadores del Pirineo como Edén vascongado.
La pregunta, entonces, es: ¿Por qué, ese exceso? ¿Por qué somos el pueblo más onfalóscopo del planeta? Una vez más, Caro Baroja tenía razón.
(¿Qué qué quiere decir onfalóscopo? El que practica la onfaloscopia. La palabra lo dice: del griego ómfalos, ombligo, y skopein, observar. Podríamos anteponer el prefijo auto-, para indicar que el ombligo que contemplamos los vascos con fruición y embeleso es el nuestro propio. Preocupante.)


9 comentarios:

  1. Estupendo comentario.
    Me lo ha mandado una amiga, que sigue viviendo en San Sebastián.
    Espero que no le importe si lo mando a mi vez a todo el que pueda.
    Y en cuanto salga a la calle me compro el libro, para leer de nuevo, y con mejor conocimiento de causa, este su comentario y los que le sigan.
    Muchas gracias

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  2. Sin acabar todavía:

    Para los demás (los no vascopalantes) no significa lo mismo, una lengua que no es más antigua que el castellano, que es minoritaria, sin apenas literatura, difícil y nada práctica..

    No, perdón. Significa mucho más: un maldito incordio, y eso tratando de no ofender demasiado al vascopiteco.

    Por ejemplo, y por poner el caso más fácil, carteles en la autopista en una lengua incomprensible para la mayoría, que para cuando se pasan a una lengua comprensible ya te quedan detrás y no te enteras. O sea, un peligro para la seguridad vial; en realidad algo más fuerte que un simple incordio.

    A cualquiera se le ocurren muchos otros ejemplos de peligro para la salud, peligro para la economía y la competitividad, etc. Así que casi cambio, ofenda o no ofenda. Más que un maldito incordio, un maldito multipeligro.

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  3. Finalmente he de concluir que la prehistoria vasca está, efectivamente, en la prehistoria. Busco más datos sobre los encuentros que citas, poniendo ["Encuentro sobre Prehistoria Vasca"] en la consabida cajita de Google, y solo salen resultados de Belosticalle Etxea, y de Ca'n Juanelo Turriano. Mucha cita bibliográfica y, por lo demás, in albis.

    Gracias por el artículo, y saludos.

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  4. "Aprender es siempre hermoso, pero la emoción es inexplicable cuando quien te enseña es un antiguo alumno o alumna, convertida en autoridad mundial."

    Preciosas palabras. Cada día aprendo de usted y no se imagina cómo disfruto. Gracias por ello.

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  5. Me quito la txapela.

    Un abrazo,

    Gorkataplines

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  6. Belosti: ha dasdo en el clavo. Nuestros mayores nos engañaron, como escribió Jon Juaristi. Pero el "canso" de Ibarretxe siguió mintiendo y sigue ys sigue.. 7.OOO millones de mentiras. Me quito la escoba en señal de respeto.
    Oriana

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  7. Juan José Ibarretxe: el científico no nace, se deshace.

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  8. Buenas tardes, acabo de aterrizar por estos mundos, llego desde el blog de Santiago González, y me encuentro en estado de estupor gozoso. Quiero agradecérselo. Ya sé que la entrada es de hace dos años, por eso precisamente no puedo extenderme más. Tengo solo un rato y voy a dedicarlo a leer todo lo que pueda de su blog. Gracias por el buen rato que he pasado y por los que sé que voy a pasar.

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  9. Sed bienvenido, amigo Gulag19, navegante en el archipiélago inmenso e incierto de los blogs, donde tantos escollos acechan no descritos en las cartas de marear.

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