miércoles, 24 de junio de 2015

“Parla, cane!”



La última semana han sido noticia las exhibiciones de Gure Esku Dago (GED), con su mantra ibarrecheano de «nuestro derecho a decidir». No sé si esta plataforma está declarada de utilidad pública, pero como si lo fuese: la TV vasca se ha volcado en el proyecto que tienen diseñado para nosotros, para que podamos al fin ser auténticos demócratas, con la ranura de una urna como ‘bocca della verità’. Coincidencia, que el que fue director del ente público, Andoni Ortuzar, ha sido uno de los burukides jelkides (valientes palabras, vive Dios) señalados por unirse a título personal a EH Bildu en el apoyo a la iniciativa:
No es una reivindicación nacionalista, sino democrática.
El miércoles pasado, en ‘El Dilema’  que dirige Juan Carlos Etxeberria, se eligió el documental, mejor dicho publi-reportaje ‘Jostunak’, producido por GED, como preámbulo de debate sobre ‘¿Quién decide qué?’. O si se prefiere, como pretexto para hacer propaganda de los autos sacramentales a desarrollar días más tarde, el domingo 21 en «las cinco capitales vascas» (sic).
El espacio incluía una entrevista de lo más llevadera, a la portavoz de GED, Zelai Nikolas. Baste con señalar la pregunta más comprometida:
– ¿Nos podría aproximar cuánto costó el montaje de la cadena humana, el año pasado, entre Durango y Pamplona, y cómo se financia todo ello, incluido el vídeo?
– Celebro que me haga esa pregunta. Yo no puedo hacer esa aproximación, porque no es mi competencia –vino a decir la interpelada, para sostener luego con desparpajo que todo sale exclusivamente de los bolsillos y la entrega personal de los voluntarios. Al parecer, los programas de una televisión pública puesta al servicio de particulares salen gratis al contribuyente. Los estadios se ocupan por la cara, los artistas y equipos trabajan de balde. Y ‘Jostunak’, todo un alarde técnico, ¿tampoco ha merecido una subvención pública?
Por el hilo al ovillo
El publi-reportaje ‘Jostunak’ (Costureros/as) lleva por subtítulo ‘Cuando la voluntad es el hilo’. Siempre en el lenguaje simbólico y gestual de los viejos profetas bíblicos, tan caro a la pedagogía batasunera, esta vez la metáfora ha pasado por la ocurrencia de hilvanar miles de retazos multicolores, hasta formar con las bandas de tela unas urnas simbólicas, donde se entiende que entramos todos.
La Sra. Nikolas se presenta como portavoz de Gure Esku. Un título, ‘portavoz’, que francamente sabe a poco: una forma discreta de camuflar responsabilidades muy altas de esta abogada del Gobierno Vasco, en un movimiento de empuje y calado.
Camuflaje. Aquí nada es lo que parece, y de hecho ni siquiera parece lo que se muestra. Las puestas en escena recuerdan los mejores tiempos de Herri Batasuna, en los años de plomo, cuando todo eran colorines para despistar, y hasta las ikurriñas se disfrazaban de arco iris.
Cada cual elige su estrategia. Justo cuando el líder del PSOE, Pedro Sánchez, utiliza como telón de fondo una gran bandera rojigualda, los escenógrafos de GED reducen al mínimo la visibilidad de la tricolor sabiniana. Por lo que explica la portavoz, se trata de representar juntas todas las sensibilidades de este país variopinto, donde unos son de la ikurriña, otros de la ‘española’ en sus dos versiones, ‘españolaza’ y ‘republicana’, algunos hacen a dos o, en fin, pasan de banderas.
¿Convincente? Por supuesto que no. Fuera de ese detalle, la parafernalia ha sido de folclore y seudo folclore vasco –lo ‘nuestro’, para entendernos–, disfrazados todos y todas, como en la novela pastoril, de los rústicos que nunca fueron.
Entre tanto colorín, no podían faltar los payasos de plantilla y nómina, clones beneméritos que tanto han hecho por el amasado y modelado patriótico de la infancia. Me abstengo de nombrarlos, recordando el comportamiento infame de una de ellos (marzo 2001), concejala de Lasarte-Oria por HB  –como sustituta de su colega de partido y de pista–, cuando ETA asesinó a Froilán Elexpe, igualmente concejal del mismo ayuntamiento.
La presencia de estos artistas invita a meditar sobre otro aspecto del camuflaje. Éste más sórdido, por implicar a la población infantil en actos que son exclusivos de adultos. Porque el protagonismo de toda esta fábula lo lleva una urna, en una consulta política. ¿Qué pintan los niños en esto? Pues ahí lo tienen. La portavoz Dª Zelai, para leer en el estadio de San Mamés una soflama política, va y se arropa en un círculo de menores. Y en el de Anoeta, la mascarada culminó cuando el mistagogo abusa literalmente de dos criaturas. Entregándoles un gran sobre electoral –orlado de negro (¡?), como las cartas de pésame y luto–, les llevó de la mano al centro del campo, y allí les obligó a meterlo por la ranura de una urna fingida. Pedofilia política. Pobre Juvenal, con aquello de que «maxima debetur puero reverentia».

Y es que esa obscenidad aquí ya ni se nota. Para la Sra. Nikolas, «las ikastolas, como las cooperativas, son herramientas y vías  para desarrollar la independencia material, previa a la consecución del estado formal». Eso sí, «aunando consensos». Como quien ata moscas por el rabo.
Otro aspecto más de fondo del camuflaje era la supuesta pluralidad ideológica de un público espontáneo, participativo. Espontaneidad desmentida por el rígido guión y programa del espectáculo. Tanta aldeana e hilandera, tanto pescador y pastor, la cencerrada pirenaica de importación, la estridencia del viejo chistu mal avenido con la novísima chalaparta, todo ello y más sólo quería reflejar la pluralidad del pueblo vasco. Cada cual hijo de su padre y su madre, pero todos de acuerdo en obedecer la consigna del líder natural: la Izquierda Abertzale en su quintaesencia guipuzcoana. Todos a votar. ¿Votar qué? Votar. Con eso basta para darles el gusto de marcar tiempos y etapas.
¿A quién engaña la farsa? Aquí, a nadie. El destinatario del sainete no es el País Vasco, ni España. Es Europa y el Mundo. Que se nos vea como  pueblo festivo, pueblo en paz consigo mismo, que sólo reclama de los gobiernos prepotentes de Madrid y París un respeto de mínimos. ¿Independencia? A su debido tiempo.
Ahora bien, la gran consulta formal se anuncia precedida de pequeños ensayos puntuales. ¿Dónde? No seamos malpensados, si da la casualidad de que esos simulacros de plebiscito se van a celebrar en el Goyerri profundo, más algunos ayuntamientos de Vizcaya en manos de Bildu. Es decir, donde campa la minoría favorable a la secesión. Casualidad, sí, porque por ahora la consulta no va de independencia, aunque eso está por ver.
El meollo de la cuestión es la pregunta. ¿Qué se desea averiguar, concretamente? «Eso se decidirá por acuerdo entre todos», dice la portavoz Nikolas como si lo creyera ella misma.  No lo que guisen para nosotros los políticos, sino lo que nosotros el pueblo decidamos que queremos decidir. La maniobra de camuflaje pasa por fingir que detrás del desafío a la Constitución vigente no hay partidos nacionalistas, sino un ramillete de ciudadanía atado con un hilo: la voluntad de decidir incluso por encima de la Ley. Pero basta con tirar del hilo para llegar a la madeja.
La estatua en el mármol
Más parábola. En el vídeo de las costuras sale un personaje por mérito propio. El ex lendacari y profesor  Ibarretxe, que del bracete de Sortu (Izquierda Abertzale) reaparecía, reciclado en adivino:
Soplan vientos a favor del derecho a decidir en el mundo.
Tras esta vaciedad de precalentamiento y algunas más, vendrá el oráculo propiamente dicho (abril de 2015):
– Si no se reconoce el derecho a decidir de vascos y catalanes, habrá proclamaciones unilaterales de independencia. En todo caso, para el año 2030 habrá nuevos estados independientes en el mundo. Entre ellos, Euskadi.
El año 2030 es el término ad quem del vaticinio. Podría ocurrir antes. Aun así, no me hago ilusiones de llegar a verlo, y por tanto no va conmigo. A menos que España se embarque pronto en una reconstrucción federal, porque entonces sí, la voladura del barco podría adelantarse hasta mis días.
Ibarretxe cuando pontifica tiene gesto ampuloso de demiurgo, y así no le es ajena la metáfora de la escultura. Por ejemplo, a cuento de la «identidad nacional»:
Como dijo Miguel Ángel, «las estatuas están ya en el mármol, sólo hay que sacarlas de allí».  Nuestro pueblo está ahí, esperándonos. Esperando a que nosotros hagamos que tome en sus manos su destino.
No sé si la cita es auténtica o apócrifa. La he buscado en la extensa biografía de Miguel Ángel por el Vasari, sin encontrarla. En todo caso, la idea es muy anterior al citado. Tanto la filosofía escolástica como la árabe y la india ya especularon sobre infinitas estatuas dentro de la materia, o sobre infinitas figuras en el espacio.
Lo chocante de la cita es lo mal traída. El Moisés de Miguel Ángel no estaba en el mármol del mismo modo que el Pueblo de Juanjo Ibarreche está encorsetado en España. El Moisés era criatura del escultor, que desbastando la piedra materializaba su propia idea. El Pueblo Vasco se supone que «está ahí», sin más intervención de Ibarretxe que la de  partero. De todos modos, resulta cómico eso de que «está esperándonos, esperando a que nosotros»  etc.
Incongruente es así mismo que Ibarretxe añada, en el mismo contexto paritorio:
Lo que no sabemos es la opinión de la sociedad vasca.
Pues sí que es buena. ¿Su opinión, sobre qué? ¿Sobre su propio ser e identidad? ¡Pero si el feto a término «está ahí»! ¿O bien, sobre si desea o no salir a luz? ¡Pero si «nos está esperando»! A Ibarretxe le traiciona el berrinche por el fracaso de su plan, hace una década, y quiere ver realizada como sea la consulta que no le dejaron hacer:
Pregunten ustedes a la sociedad vasca, para que con total tranquilidad se pronuncie.
¿Y si esa sociedad no está por la labor? ¿Quién interpreta los silencios? ¿Quién gestiona los resultados? Pero sobre todo, ¿quién decide a priori el «ámbito de decisión» de una sociedad o pueblo totalmente libre?
Pregunten ustedes...
Volviendo a Miguel Ángel, la leyenda improbable dice que, extraído del bloque de Carrara, su Moisés permanecía mudo como una estatua, porque era una estatua. Aquel silencio irritó al maestro, que hecho un demiurgo, con el mazo le arreó un golpe en la rodilla, gritándole: «¡Habla, perro!» (Parla, cane!).
El Señor nos libre. Conociendo la obstinación de mis paisanos y la desidia de los gobiernos centrales, no dudo que la consulta se hará, más pronto que tarde. Y lo siento por los que, sin ser separatistas, tomen parte en ella. Si no sale a la primera, se repetirá cuantas veces sea preciso, por fas o por nefas, hasta que salga lo que tiene que salir. Hasta que el perro hable.



4 comentarios:

  1. Llevamos ya tanto tiempo con esta matraca... Justo es desenmascarar el teatro y hace usted bien en recordarlo. Un placer leerle de nuevo Don Belosticalle.

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  2. Quizá es que el imaginado pueblo del escultor Ibarreche no va a lograr ser nunca un nuevo Moisés salido de la piedra, ya que se ha quedado atrapado eternamente en la roca primigenia como un Gigante inacabado de Miguel Angel.
    Un abrazo, Don Belosti

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  3. Querido Profesor Belosticalle:

    Eso que dice al final : lo de que se repetirá, una vez y otra, hasta que salga lo que ellos quieran que salga, me produce una tristeza tremenda. Porque yo no vivo allí. Y cuando lo que ellos quieren saliera, yo dejaría para ellos de tener derecho a sentirme vasca.
    Los Norteamericanos, a pesar de ser ante todo Norteamericanos y patriotas, siguen considerándose irlandeses, italianos, chinos, rusos, y manteniendo las tradiciones , las leyendas, y el amor por sus raíces.
    ¿ Por qué a mí, y a los que son como yo, nos quieren privar de las nuestras ?
    Es injusto.

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  4. Por cierto , y respecto de la foto de Ibarretxe:
    Tiene las manos bien altas, y en primer plano. Ese ha estudiado quirosofía, antes de hacerse la foto, y se ha puesto el anillo en el dedo de Saturno, donde su significado , para los que se ocupan de esas cosas, es : sabiduría, autoridad benévola ( mientras que en el pulgar delataría a un tirano ), y capacidad para conseguir ayuda de otros...
    Puro " wishful thinking" por su parte. Y ganas de volver a mandar.

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