miércoles, 7 de enero de 2015

Los vascos (y las vascas) ya tienen abuela





El lendacari Urkullu,  respetuoso siempre con las formas y ‘tradiciones’, cumplió su número desgranando su Mensaje de Nochevieja, al parecer con fecha de caducidad: olvidable y perfectamente olvidado.
Pues bien, 10 días antes (domingo 21 de diciembre), El Correo publicaba una entrevista de su redactora Olatz Barriuso al mismo lendacari, con referencia a su ‘paso del Ecuador’ en el mandato. En inanidad, reiteración y autobombo allá se andaban, la entrevista y el mensaje. Lo cual tiene su lógica, pues ambos textos se cocieron juntos. En todo caso es legítimo, como método, abordar el análisis de uno de ellos teniendo a la vista el otro.
El problema es que el El Mensaje es de alcance público en la Red, tanto en texto como en voz o en vídeo. En cambio, cuando he buscado el texto de la entrevista de  El Correo no he dado con él. Hurgando en la Hemeroteca del benemérito periódico, esto es todo lo que hallo. En una política de pequeña avaricia, el veterano diario bilbaíno ha guardado para sí como de pago una exclusiva que, por venir de quien y cuando venía, pudo abrirse al público con generosidad, al menos transcurridas unas cuantas fechas. Y es que «cuando se enciende una vela no es para ponerla en un cajón ni debajo de la cama, sino en el candelero, para que a todos alumbre», como bien podría recordárselo un Íñigo Urkullu que se declara ‘socialcristiano’, citando a Mateo, 5: 15 y Marcos, 4: 21, con su paralelo en Lucas.  
No hay como el sobre sellado y el cofre bajo llave para picar la curiosidad, al menos en los cuentos populares. Sobre todo, porque la dichosa entrevista a raíz de su aparición movió críticas aceradas. El Blog de Santiago González, sin llegar a ofrecer una deconstrucción a su estilo, sacó un comentario tan raudo como hilarante y contundente,  ‘Oooh, lehendakari, qué valores’. Pocas fechas después, El Correo volvía a sorprender (o no tanto) «declinando cortésmente» el artículo ‘Los Modélicos’ , de su distinguido colaborador habitual José Mª Ruiz Soroa.
Estas circunstancias exacerbaron mi prurito de hacerme con el misterioso texto, aunque tuviese que buscarlo en las entrañas de una pirámide. Finalmente me llega por correo el tríptico de cabecera que, aunque de muy baja resolución, me permite reconstruir el objeto de mi deseo. [Yo casi habría preferido lo de la pirámide, no exagero.]
¿Decepción? En absoluto. Un discurso plano, catequético, rosario de preguntas y respuestas sin nervio ni chicha, no es cosa que pueda decepcionar a nadie viniendo de Urkullu. Él es así y es evidente que así se prefiere, en ese ámbito de comunicación pública. Porque también he tenido ocasión de conocer un par de veces al personaje como huésped visitante de otro ámbito institucional y social más cálido, y es mi impresión que sin dejar de ser el mismo es diferente.


Una corrupción que no hay por donde cogerla
Sin ánimo de repasar toda la entrevista recuperada, vamos con el paso más extravagante de la misma:
O. B.«En Euskadi no hay corrupción» , ¿verdadero o falso?
Í. U.  – «Sostener eso sería un dogma. Pero no hay una corrupción institucionalizada ni generalizada. No se puede confundir corrupción con malas prácticas. Hay que ser muy honestos con los términos. Nadie está libre de malas prácticas, pero creo que, de la misma manera que la sociedad vasca tiene una cultura modélica y unos valores de rigor, de esfuerzo de sacrificio, de intentar hacer las cosas bien, lo mismo es aplicable para la personas que tenemos responsabilidad institucional. Nosotros como Gobierno, además de reducir los cargos públicos, hemos aplicado un código ético muy exigente, y hay una Ley de Transparencia aprobada en el Parlamento vasco.
¿Reímos? ¿lloramos? ¿no enfadamos? ¿lo dejamos? Mejor, analizamos. Y para mejor analizar, sigamos leyendo:
O. B. «Usted mismo tuvo que expulsar siendo presidente del PNV a los imputados en el ‘caso De Miguel’.»
Í. U.  – «Fueron medidas cautelares. Parece que ya cualquiera puede decir por ejemplo en la tribuna del parlamento quién es corrupto y quién no, sin pruebas. ¿Dónde queda la presunción de inocencia
O. B. – «A veces da la sensación de que el nacionalismo institucional vende una imagen de oasis vasco.»
Í. U. – «Insisto, somos una sociedad modélica. Todo el mundo cuando viene a Euskadi, embajadores, representantes políticos y empresariales, te ponen ante el espejo y te dicen que Euskadi es diferente en este sentido. Y lo digo con sinceridad, no con ánimo de ofender sino de reforzar esos valores que han caracterizado a la sociedad vasca, también a sus políticos.»
Lamentable. Una parrafada esta última, que en otro contexto podría figurar con honores en la Antología del Humorismo Vasco Bilbaino, pero que largada en serio da como vergüenza ajena. Este no es el hombre cortés y mesurado al que antes me refería. ¿A qué se debe tanta infatuación?
Paso por alto el hecho de que las «malas prácticas» –como se ha dicho toda la vida para designar las corrupciones sistémicas más sutiles– están tan acreditadas en el PNV, que hasta el Fiscal Jefe del Tribunal de Cuentas lo tiene en lista con los demás corruptos, que son prácticamente todos. No voy a desmentir ni desmontar la falacia de la presunción de inocencia, cuando cualquiera entiende que la corrupción ideal sería aquella que no hay por dónde cogerla, ni jurídica ni administrativamente. [Es como cuando dicen: «Fulano es un zorro». Es que no es un zorro, o no se sabría.]
Precisamente dos semanas antes el periodista Javier Olaverri había dado su respuesta a la misma pregunta de la Barriuso, ‘¿Es que no hay corrupción vasca?’ Todo un homenaje al buen hacer de los vascos en sus ‘malas prácticas’ –meter la mano, no la pata–, con ámbitos de opacidad y disimulo, donde también podríamos incluir la tibieza o frialdad de la policía autonómica en materia tan sensible.
Como digo, me interesa el fenómeno de borrachera o hybris racial (híbrido es término de Genética y Antropología), capaz de apoderarse de un sujeto normal y de bonhomía reconocida, hasta convertirlo en un txotxolo, algo así como la Abuela de Euskadi. Porque me costaría creer que es cinismo puro, cuando la hipocresía basta. Porque para mí que entra en juego aquí la vieja solera religiosa del partido de JELZ y de su fundador Sabino Arana [1].
El propio Urkullu en el preámbulo de la entrevista nos es introducido como «sin miedo a presentarse como socialcristiano». Ojo, no socialdemócrata ni demócrata cristiano. Él lo confirma:
O. B.«¿Es usted el lehendakari más a la izquierda del PNV?»
Í. U. – « Bueno, no lo sé [sonríe] ... Tengo un concepto socialcristiano de la vida política y también del Gobierno ... Pese a que en los últimos veinte o treinta años se ha pervertido el concepto de la democracia cristiana, el PNV ha sido un ejemplo en cohesión social …»
O. B.«También Podemos se apunta a la socialdemocracia. Curioso, ¿no?»
Í. U. – «Yo me defino como socialcristiano porque creo en otros principios y otros valores más allá de la socialdemocracia. Me satisface que Podemos tome como referente nuestro sistema de RGI y nuestras políticas sociales. Y me reconforta que Podemos y otros agentes se identifiquen ahora con el documento del Papa Francisco, cuando en el Parlamento de Estrasburgo apeló al ‘alma de Europa’. Yo ya lo hice cuando se celebró el Global Forum en Bilbao: defendí una economía más humana y denuncié la falta de alma de Europa, y me criticaron por ello.

Bueno, lo que denunció el lendacari en su intervención inaugural de 3 de marzo 2014  –mientras la villa hervía en plena kale-borroka–  fue «la tiranía de un mercado financiero tan poderoso, sin ‘alma’ y sin controles» que «pone en riesgo el estado de bienestar… en Europa». Que quizá no tiene mucho que ver con   ‘el alma buena de Europa’ a la que se refirió el Papa en octubre («insto a Europa a trabajar en conjunto para ayudar a Europa a redescubrir su alma buena»). Pero en fin, el vasco había hablado primero, lo hizo en socialcristiano, y la verdad es que pronunció ambas palabras, ‘alma’ y ‘Europa’.
Pero a lo que íbamos. Urkullu es un hombre del partido, entregado al mismo desde su mocedad y aun antes, en el hogar doméstico, bajo una impronta religiosa compatible con el barniz externo laico que ha ido adoptando la formación jeltzale. Preguntado nuestro nacional-social-cristiano por la impecabilidad de Euskadi (en cuanto a corrupción, se entiende), responde confusamente que «sostener eso sería un dogma». ¿Un dogma? ¿o habrá querido decir una ‘herejía’? La Biblia dice que «nadie está libre de malas prácticas» (literalmente, «de pecado»), y «hasta el más justo cae al día siete veces».
El concepto eclesial no es en absoluto extraño al PNV. Todo lo contrario, Arana fue un político integrista radical imbuido de mística católica. Le obsesionaba lo ‘verdadero’. El Credo cristiano define la Iglesia verdadera por cuatro ‘notas’ o señas de identidad: Una, Santa, Católica, Apostólica. Tres de esas notas no ofrecen mayor dificultad. La segunda, sin embargo, ha sido caballo de batalla en la catequesis, la apologética y la controversia religiosa: la Iglesia Santa. ¿Cómo puede ser y decirse santa una institución tan industriosa en malas prácticas, tan florida en canallas a todo nivel? Ahí está la que se ha llamado «historia criminal del cristianismo» (KH. Deschner); o mucho antes, con más finura y sutileza, «el espíritu de la Iglesia» (Louis de Potter). ¿Qué santidad es esa?
Pues velay. Es una cualidad intrínseca de la Iglesia, que deriva de la santidad de su Fundador imitada por sus miembros más genuinos, los santos, independientemente de las malas conductas individuales o colectivas. Es más, la Iglesia siempre ha sido agradecida a sus canallas, si el daño que hicieron reportó algún bien a la causa. Así muchos reyes y príncipes criminales han sido canonizados y figuran en el santoral.
De modo análogo, en esa iglesia semilaica que ha sido el partido de JEL  –«pese a la perversión del concepto de democracia cristiana en estos último 20 o 30 años» (matiza Urkullu)–, aquel soplo nacional-religioso que le inspiró el fundador Sabino y sobrevive en los auténticos jeltzales es lo que impide hablar de corrupción generalizada; «porque aquí tenemos valores» (que otros no tienen, se entiende). Aquí se puede meter la mano, que no la pata. Y con la pata fuera, esa metida de mano aunque se prodigue ad infinitum no pasará de ser ‘mala práctica’, nunca corrupción, y menos institucional ni generalizada. Amén de que el vasco es muy mirado en eso, procurando siempre que las ‘malas prácticas’ redunden en provecho del grupo.
Esa es mi interpretación, y no del todo mía, si el profesor catalán Javier Barracoya entiende también que «el nacionalismo es una religión secularizada» . No tan secularizada, señor mío, en el caso concreto del PNV.
Se me objetará tal vez que en su entrevista el lendacari no se ha referido en exclusiva a los afiliados y simpatizantes de su partido, sino a los vascos en general. Pues peor me lo ponéis. Porque entonces para Urkullu los vascos-vascos no son toda la ciudadanía que gobierna –plural y heterogénea como ella sola–, sino sólo los vascos oriundos y los foráneos asimilados, ya que de otro modo no tiene sentido hablar de no sé qué valores como señas de identidad. No equivocarse con Íñigo Urkullu. Es un jeltzale puro, y al final siempre le sale lo vasco. [Por la misma razón y tras  mucho debate, no me he atrevido a titular en primera persona, «los vascos (y las vascas) tenemos abuela», ¡qué más quisiera yo, una amonatxo así!]


« Embajadores, representantes políticos y empresariales…»
Ataviados con semejante perifollo de valores, no nos extrañe que luego vengan los forasteros y nos miren como a bichos raros, embalsamados en nuestro propio ámbar incorruptible.
No sólo simples viajeros o turistas, también políticos, hombres de empresa, ¡hasta embajadores! Ellos vienen, nos ven y nos lo cuentan. Les caemos tan distintos de los españoles, que no se explican cómo todavía somos una nación sin estado. Nosotros a cambio les hablamos de nuestra vocación europea milenaria, y si se tercia les ponemos estatua en la Gran Vía, o al menos una placa, o una calle pequeñita.
Porque además de pueblo incorruptible somos agradecidos al extranjero que reconoce nuestro mérito (hispanos, abstenerse), sobre todo si acierta a descubrirnos algún valor que ni a nosotros mismos se nos hubiera ocurrido. Lo cual, a decir verdad, es más que difícil.
Y aquí lo dejo. Pendiente una segunda parte sobre la entrevista misteriosa y el Mensaje de Finde, tratando de clarificar las declaraciones del lendacari sobre política social y proyecto político. Mañana será otro día, si Dios quiere.
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[1] Cfr. F. Navarro y Belosticalle, El Patriota insufrible (2013), en especial caps. 4 (‘Sabino como automito religioso’) y 8 (‘Sólo JEL basta’); también caps. 10 (‘Sabino, el otro Cristo’) y 12 (‘Tartuferías’).










7 comentarios:

  1. Buenos días, maestro Belosticalle, soy Urbi et Orbi.

    Me ha gustado mucho su post (¿cuál no?), aunque debo señalar que he encontrado alguna incoherencia que rechina un poco. Me refiero a cuando muy virtuosa y acertadamente se autoexcluye de la condición de basko-basko [... no me he atrevido a titular en primera persona, «los vascos (y las vascas) tenemos abuela», ¡qué más quisiera yo, una amonatxo así!] para luego caer en el autoelogio de ser basko-basko (¿qué si no?) escasos renglones después ["No sólo simples viajeros o turistas, también políticos, hombres de empresa, ¡hasta embajadores! Ellos vienen, nos ven y nos lo cuentan"].

    Por primera vez y sin que sirva de precedente el discípulo osará dar un consejo a su maestro: Don Belosti, no vaya a caer usted en la tentación de Rosa Parks y comience a pedir cosas que Jainkoa, en su infinita sabiduría, no le concedió.

    Reciba un fuerte abrazo de su discípulo Urbi et Orbi.

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    1. Es usted el demonio, mi querido Urbi et Orbi. Amable, pero el demonio.

      Bien sabe usted que no me duelen prendas para decir «touché» si llega el caso. Pero permítame una apología: el supuesto autoelogio que me atribuye es una paráfrasis y amplificación irónica del autoelogio del lendacari. A a mí que me registren.

      Por lo demás, usted como lector mío sabe también que no me siento para nada extraño en el país donde nací, y hasta me siento relativamente cómodo, dentro de las molestias habituales e innecesarias que se nos infligen.

      Por ejemplo, estos días he andado con recetas médicas por un resfriado, y a mi edad me aburre la mezcolanza bilingüe, con el castellano en letra pequeña y tinta simpática, en un documento supuestamente informativo convertido en propaganda (‘política lingüística’), cuando estos saben de sobra que por ahí no nos van a recuperar a los viejos. Es un sadismo gratuito, que lo único que consigue es que uno pierda tal vez los estribos y diga: «¡A la mierda el euskera!». Porque encima el batúa de esos rótulos ni siquiera es vascuence.

      Un fuerte abrazo, y a vernos mucho y con humor, U & O.

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  2. Querido Belosti: No haga caso a Urbi, es un malote. Jainkoa, a los de Bilbao concedió la virtud de la bilocación, así que ahora puede excluirse y a la vez, formar parte.

    De todas formas, entro para poner un enlace a una noticia que mi diputado favorito acaba de subir a la red. A ver como sale, que no se muy bien si aquí se puede enlazar:
    Maneiro afirma que “es obvio que en Euskadi existen clientelismo y corrupción política

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    1. Doña Pussy, a don U & O ya le he puesto las peras a cuarto.

      De Gorka Maneiro excuso decirle que estoy de acuerdo, y ojalá todas las cabezas pensantes y parlantes de UPyD fuesen como la suya.

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  3. ¡¡Bravo Belosticalle!!

    Su post me ha recordado un viejo chiste (un poco malo), y que le dejo aquí:
    Se va a casar un hijo de un militante vasco del PNV con una chica de Valladolid. Antes de la boda, el padre le da los últimos consejos a su hijo:

    - Hijo cuando llegues al convite abre la puerta a tu mujer para que pase primero. Que vean que los vascos somos EDUCADOS.

    - Cuando llegue el momento del baile, hazlo con tu suegra. Que vean que los vascos somos GALANTES.

    - Cuando llegue el momento de las copas, invita a todos. Que vean que los vascos somos GENEROSOS.

    - Cuando estés a solas con tu mujer en la habitación, trátala con delicadeza, que vea que los vascos somos DELICADOS, acariciala, que vea que los vascos somos CARIÑOSOS y cuando estés preparado, hazte una "paja", que vea que los vascos somos INDEPENDIENTES.

    :-)

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    1. Gracias, Bonnie querida. Me hace reír de nuevo con ese chiste que tenía olvidado, ja, ja, ja ...

      Feliz Año, con un abrazo.

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  4. Querido Profesor Belosticalle

    He estado esperando a que hubiera comentarios de verdad, en este hilo suyo , que no quería bajar de entrada el nivel, que ya sabe que como no estoy dotada para el pensamiento abstracto, y me quedo siempre en lo concreto y en lo material, y, sobre todo, en lo que conozco de primera mano, en mi familia al menos me acusan de empequeñecerlo todo, y llevar siempre todo a mi terreno.
    Pues bien : Aunque siempre me he considerado vasca, me parece que todo eso de "los vascos y las vascas " ya no me incluye a mí.
    Cuando Ibarretxe sacó su plan, y lo trajo a Madrid, al Congreso, mis amigos "pata negra", me decían " tú no te preocupes, que como eres nacida en San Sebastián, hija de nacida en S.S , ( y nieta, bisnieta, tataranieta... de mujeres nacidas en SS , o en Rentería, claro, pero que también sirve ), tendrás la doble nacionalidad, o sea, lo mejor de lo mejor.
    A mi germanófilo le ocurre lo mismo.
    Pero ¡ Ay !, vivimos en Madrid, y sólo una de nuestros hijos, la del medio, ha nacido a su vez en San Sebastián, así que sólo ella podría tener la doble nacionalidad. ( independientemente del RH- , que lo tienen los tres )
    Y yo no quiero ser de nada, si mis hijos y mis nietos ,( ellos han nacido en Madrid ) no pueden serlo también.

    Así que, concluyo que esas cosas que dice Urkullu, para los vascos y las vascas, a mí me dejan fuera. Y no tengo derecho a opinar, porque opinaría desde el sentimiento de haber sido desposeída de algo que siempre he considerado como mío, y que tenía derecho a transmitir a los que vinieran después.
    Ya siento

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