martes, 1 de junio de 2010

Yo no pensaba hablar hoy de esto...




Vuelve a la palestra Ramón Jáuregui (Sobre lenguas y viajes’), para defenderse de Ruiz Soroa. Son ganas de repetir la purga, allá él. Y quién sabe si hasta un pescozón, porque de entrada se refiere a sus argumentos, un poco a la ligera, como «comentarios que me resultan más propios de titulares de 'El Mundo'». Sin ánimo de echarle una mano a don José María, que no es ningún manco, no me privo de catar unas frases de Jáuregui:

«Entre Bélgica y el País Vasco hay enormes diferencias… pero la descripción de la crisis política belga enmarcaba la reflexión sobre bilingüismo, como un recurso literario sin más pretensiones.»

Desmañada defensa de un planteamiento absurdo de cabo a rabo, que desvirtúa cualquier razonamiento.

Pero admiremos ahora este par de goles impecables… en portería propia:

«En la política lingüística ha habido errores y excesos muy propios de los fundamentalismos nacionalistas.»

«Lejos de mí cualquier exigencia [de obligar a que se aprenda euskera], aunque reconozco –y me autocritico por ello– que en el sector docente la euskaldunización fue acelerada y produjimos injusticias personales

¿A quién se lo cuenta? A los nacionalistas no, desde luego. Ayer mismo, en Bermeo, Andoni Ortuzar (PNV) protestaba por lo contrario: en este año socialista «el euskera se ha debilitado», y hay que «pedirle al Gobierno un cambio de orientación claro en la política que ha desarrollado hasta ahora en favor del euskera».

Eso el nacionalismo ‘moderado’. El ‘otro’ no llegó a tanto, pero cerca le anduvo. En el mismo escenario de euforia vascongada, la consejera socialista Isabel Celaá «tuvo que parar su intervención, realizada íntegramente en euskera, por los insultos de varios jóvenes que le reprocharon desconocer la lengua vasca y le 'invitaron' a abandonar la localidad marinera por su condición de ‘maketa’. “¡Maketa, jun zaitez etxera!” , le gritaban.»

Ramón Jáuregui no es ningún obtuso, aunque trate de hacernos creer que cree, contra toda evidencia, que el nacionalismo no va a donde va, y por donde suele ir. De ahí que cause hastío el empeño de hacer como en la copla de ‘María Cristina’, seguirles la corriente.


Seguirles la corriente, o ir a remolque. Es lo que se ha venido haciendo de forma bobalicona, disfrazándonos todos de nacionalistas como para pasar desapercibidos. Ya somos Euskadi, como se le ocurrió a Sabino Arana; nos lidera un Lehendakari, dignidad de su invención; nos identificamos por su bandera de partido, la ikurriña (procurando no molestar mucho nosotros con la rojigualda, mero trapillo estatal para que los monterillas se suenen los mocos), etc. etc. Pero ¡ay!, las encuestas sobre euskera dicen lo que dicen, que aquí lo que mola es hablar castellano. Así que, para que los aberchales no se apropien también la lengua vascongada, ¡hala! todos al barnetegui. De eso modo no podrá decir la gente que el PNV nos quiere gobernar.

Pues qué, ¿hemos de ignorar el vascuence, sólo por llevarles la contra? Eso es lo que ellos desearían. Y en eso es donde los socialistas vascos, les han hecho el juego. Un juego que ha llegado a ser sucio, atropellado, injusto, como el mismo autor acaba de reconocer y autocriticarse.

El sábado –el euskera– para el hombre, o el hombre para el euskera y para el sábado: esa es la diferencia entre un vasco razonable y otro fanático.
Poner la lengua vasca a disposición de todos, sin privilegios ni exclusiones, eso es razón. Sacrificar los derechos de las personas al identitario lingüístico, eso es fanatismo, y ahí llevan su parte de culpa los socialistas como socios de gobierno del PNV.

Jáuregui es partidario de una política lingüística de apoyo al vascuence que a mí se me antoja igual o muy parecida a la del PNV, aunque los jeltzales no se lo van a reconocer jamás. Es muy dueño de defender eso, o lo que le plazca. Lo que me interesa aquí al respecto es un frase de su artículo que dice así:

«El rechazo a toda política de fomento del euskera... se opone a todo lo que desde el comienzo de la Transición hemos hecho por consenso en esta materia.»

¡El dichoso ‘consenso’ de la dichosa Transición! Cada vez que salen a relucir aquellos consensos, aquellas transacciones y acuerdos políticos con los nacionalistas en materias de lengua, pero también en todo lo demás, en que tanto y tanto se les cedió, todavía me sigo preguntando en qué cedieron ellos. Toda negociación es toma y daca. Pues eso, cuál fue su daca. Me gustaría conocer alguna renuncia, una siquiera, por parte del nacionalismo vasco, sólo para poder pensar que mis admirados socialistas de entonces no fueron unos primos.

No abomino de la Transición, aunque ahora vemos que fue chapucera. De haberla negociado mejor, no estaríamos discutiendo estas sinsorgadas. En todo caso, ya me gustaría saber quiénes consensuaron en mi nombre unos compromisos que a mí como ciudadano particular me incumben, y a ellos como políticos no. Dominar la lengua para poder acceder a la función pública es uno de ellos.

Y aquí me despido de Ramón Jáuregui y su artículo.  Don José María, es todo suyo.


12 comentarios:

  1. Maestro Belosticalle: ha dejado usted tan tocado al torito "Jáuregui" que no ha dejado faena alguna para Don José María. Parece que el estar en Bruselas amuerma mucho y uno llega a convertirse en un cuasifuncionario tan descuidado con el lenguaje escrito como con el supuesto ideario a defender. Felicidades por su Blog.

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  2. D. BELOSTICALLE, como de costumbre, suscribo hasta la última coma. Muy interesantes los datos que nos enlaza sobre uso del eusquera. Corríjame si me equivoco, pero creo haber leído en algún sitio que ese modelo de encuesta (que los anglosajones llaman "self-reporting") exagera el número real de hablantes de una lengua. La razón es que un gran número de encuestados se atribuyen un nivel de competencia en el idioma sobre el que se les pregunta superior al que tienen en realidad ¿Es esto cierto?

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  3. «Un gran número de encuestados se atribuyen un nivel de competencia en el idioma sobre el que se les pregunta superior al que tienen en realidad ¿Es esto cierto?» (BenGunn).

    Yo creo que sí, que el ’self-reporting’ o autoevaluación sesga los datos, tanto sobre hablantes como sobre competentes.
    Tampoco los tramos están definidos. Peor aún, ¿a qué viene eso de ‘sabe palabras o frases de euskera’, para evaluar el nivel real de conocimiento y uso?
    Por si fuera poco, estas encuestas se hacen a veces a domicilio o por teléfono. Eso explica esa anomalía tan rara del hábito lingüístico en el trabajo: el 35 % de vascos, más de un tercio, ¡no saben/no contestan!.
    Si aquí entran los que ‘no trabajan’, mal diseño de encuesta. En todo caso, es obvio que a bastante gente la pregunta le resulta embarazosa (por ser funcionarios, profesionales subvencionados o por lo que sea).

    No es difícil ver fallos en este tipo de encuestas en que nos hacemos trampas al solitario. Tampoco está nada clara su utilidad pública.

    Lo que sí creo que interesa a mucha gente es el secreto mejor guardado: cuánto nos ha costado, nos cuesta y nos va a costar la UVI del euskera. Una lengua que malvive muy por encima de sus posibilidades.

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  4. El insulto que los jóvenes dedicaron a la Celaá, maketa, me parece gravísimo. Tras treinta años de democracia, estos cachorros no han variado la mentalidad de sus abuelos, seguidores de Arana. Es la consecuencia de haber dejado al nacionalismo la competencia de educación.Maeshus y andereños les han inculcado en el mejos de los casos la superioridad racial(?), cuando no la eliminación del español.Catástrofe.

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  5. Estaba cantado.
    Hoy, Ruiz Soroa: ’Gracias, señor Jáuregui’.

    «Si cedemos y adquirimos la identidad vasca fetén, le quitaremos al nacionalismo su afán. Obvio.

    Una receta para exportar:
    Si todos los inmigrantes musulmanes se hicieran católicos, no habría en España problema identitario religioso con ellos.
    Y si los negros se blanqueasen en Estados Unidos, ya no tendría el racismo blanco motivos para la exclusión.
    Y, como decía Mario Onaindia, si todos los vascos nos volviésemos nacionalistas desaparecería incluso el problema nacional entre nosotros.

    ¡La verdad es que no logro entender cómo no se me había ocurrido, tan sencillo que era! Gracias por abrirme los ojos, señor diputado.»


    Mejor dicho, imposible.

    Pero miusté, aun así, el nacionalismo encontrará siempre una razón para privilegiarse. No olvidemos que la lengua es aquí un elemento de la etnia (etnolingüismo), y un criptosucedáneo de la raza, dado que el racismo no está del todo bien visto.

    Doña Pussy Cat acaba de abundar en esto mismo con un ejemplo apodíctico.

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  6. Efectivamente, Sr. Belosticalle.

    Decía un amigo mío que las versiones catalana y vasca del nacional-socialismo tienen una formulación verbal adaptada a los tiempos que corren pero idéntica base filosófica.

    El "socialismo" se declina en fórmulas de progresía, ("los vascos y las vascas" o entelequias como "participación ciudadana" para encubrir asociaciones controladas por los fieles), mientras qque el nacionalismo se viste con la actualización identitaria para evitar el peliagudo término de "raza".

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  7. Ramón Jauregui ha sido siempre un exponente del "pensamiento flojo".Es un político de formas externas educado pero está más en la línea de poner obstáculos a la política de acuerdos con el PP.Tanto él como Javier Rojo(quien le veía tras el asesinato de Buesa)y ese especimen que se llama Charly Prieto son los mayores obstáculos para cualquier cosa.

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  8. La aplicación del decreto que obligará a comercios medianos y grandes a atender en euskera a partir de mediados de julio va a suponer para algunas empresas un esfuerzo importante en estos tiempos que corren. El Corte Inglés, Media Markt y otras grandes superficies han disfrutado ya de subvenciones de más de medio millón de euros (en conjunto), que a buen seguro no volverían a las arcas públicas de ser derogada la norma. ¿Pero qué harán los cada vez más numerosos comercios chinos? Algunos son ya suficientemente grandes para verse afectados por el decreto. Pues nada, pondrán a los suyos a aprender el idioma local. Vistas las dificultades que tenemos los vascos para sacar el EGA y dada nuestra baja fecundidad, es posible que el futuro y la supervivencia de la lengua de Larramendi, Lizardi y Lauaxeta dependa de la comunidad cantonesa afincada en el País Vasco. El chino es un grupo humano con alta natalidad, muy trabajador y notablemente creativo, capaz de las mayores hazañas.

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  9. Al mismo tiempo que agradezco todas y cada una de las intervenciones, pido que no se hagan desde el anonimato.
    No se trata de fiscalizar a nadie, sólo de aportar claridad, relacionando cada comentario con un interlocutor determinado.

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  10. D. Belosti: Me encantaría una entrada suya sobre el Atlético de Bilbao, el único club de fútbol racista que conozco, en esta época de globalización del fútbol.

    Y equipo que tradicionalmente tuvo muchos simpatizantes aquí en Andalucía y en toda España.

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  11. Siguiendo con el fútbol: Un día me quedé estupefacto ante la noticia que daba un periódico, no sé cual, hace años. Decía algo así: "El PNV no tiene nada que objetar a la candidatura de fulanito de tal a la presidencia de la Real Sociedad". ¿Qué condiciones concurrían en él para obtener el placet del partido-guía?.

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  12. Amigo Luis, sin pecar de petulante, me tengo por una de las personas más y mejor desinformadas de todo el ‘Estado’ en materia balompédica (y deportiva en general).

    Del Athleti, le diré:

    1. Gracias a llamarse como se llama, se ha evitado el disparate de cambiar el nombre de la villa, Bilbao, por la boronada de Bilbo.
    Mire usted que no me gusta insultar, pero me descompongo y pierdo las formas ante la majadería esa de que ‘el verdadero nombre de Bilbao es Bilbo’; o esta otra, que ‘Bilbao es en castellano y Bilbo en euskera’.
    De no ser porque nadie conoce por ahí ningún ‘Athletic Club de Bilbo’, seguro que la memez habría prosperado. Ya ve lo mucho que Bilbao le debe a su Club.

    2. Aunque procuro sofocar y, sobre todo, no trasparentar demasiado mis bajos instintos, incluido el ramalazo de racista primario que todos o muchos llevamos dentro, creo que el deporte merece tratamiento aparte.
    El deporte en su expresión más noble y pura lo entiendo como actividad lúdica no mercenaria y absolutamente aldeana, y en ese sentido ‘racista’, por qué no.
    Nada de fichajes mercantiles, porque si se puede comprar futbolistas y contratar entrenadores, no entiendo por qué no se puede también sobornar árbitros y jueces de línea. Lo bonito sería competir a cuerpo limpio y que gane el mejor, o en su defecto el siguiente.

    3. Con esto creo haber orientado mi respuesta a su segunda cuestión.
    Una vez despojado el fútbol de todo interés crematístico, los partidos políticos lo marginarían como a la peste, el primero de todos el PNV.
    Donde no hay parné para tomar o repartir, la política mira a otro lado.

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