domingo, 15 de septiembre de 2013

El parásito inseparable


«El año en que Francisco I de Francia hizo las paces con Suiza  se señaló por un monstruo nacido en Alemania.»


Así abría el gran cirujano francés Ambrosio Paré su descripción de un fenómeno humano que él pudo examinar y representó en un dibujo célebre.
El año en cuestión era 1516. La derrota de Marignano (1514) llevó a los ya no invencibles suizos a entrar en razón con Francia, y dos años después, el 20 de noviembre, las dos naciones firmaban una ‘paz perpetua’. Paré no da la fecha, sencillamente porque el dato cronológico le importa menos que la coincidencia de aquel nacimiento anómalo con un hecho histórico.
En efecto, los monstruos y prodigios, tanto terrestres como celestes (cometas, eclipses, conjunciones múltiples etc.) se tenían desde siempre como avisos de eventos buenos o malos, según la calidad del fenómenos. Lo difícil era interpretarlos.
¿Por qué se me ocurre hablar de esto?
He aprovechado la resaca de la ‘Diada monstruo’  para revisitar un museo de monstruosidades, que si ya no dan miedo siempre hacen pensar.
En mi vida académica, al explicar la Embriología comparada no podía faltar un excursus al mundo de la Teratología, la ciencia de las malformaciones mayores, que llamamos monstruos. Uno de los objetivos era familiarizar al estudiante con esos fenómenos vistos como lo que son ante todo: nada de horrores, sólo errores de programa. Nada pueden decirnos del presente o el futuro; nada que no tenga que ver con ellos mismos y los accidentes que los produjeron.
Ya de entrada, el término monstruo tiene poco de científico. En latín monstrum se relaciona con monstrare, mostrar: lo que la gente señala con el dedo. Pero este verbo  nos lleva a monere, avisar. Si del latín vamos al griego, Teratología viene de téras, cosa rara, que ya en Hesíodo y Homero significaba señal o presagio preocupante: monstruo.
Para el embriólogo, que estudia la formación del organismo vivo, ¿qué es un monstruo? Aristóteles dejó una definición clásica (Generación animal, 4, 4):


«El monstruo es algo para-físico, al margen de la naturaleza; pero no absolutamente de toda ella, en lo que tiene de norma fija, sino algo que se da en cosas que normalmente son así, pero susceptibles de ser asá».
Al Estagirita no le dicen nada las historias fantásticas, los diablos íncubos ni súcubos, etc. O son seres naturales, o no son, sin más. Lo que sí cabe tener en cuenta es el grado de rareza. Y aquí entran los rarísimos monstruos humanos viables, como el que describió Paré. Otro más raro todavía y mucho mejor documentado fueron los Colloredo.


Los hermanos Colloredo
En la primera mitad del siglo XVII anduvo exhibiéndose por Europa un individuo de buena presencia, inteligente y elegante; un tal Lázaro Colloredo, de ilustre apellido genovés, que se dejaba tratar de conde. De  ordinario usaba capa, cubriendo con ella un gran bulto delante del pecho, nada de llamar la atención.
Actuando ante su público, tras los preámbulos de rigor, el Lázaro anunciaba que iba a presentar a su hermano gemelo, Juan Bautista. Retiraba el ala de la capa, y el hermano aparecía, éste sí que monstruoso. Pero cedamos la palabra a otro científico ilustre, el médico Tomás Bartholin, que examinó un par de veces a los Colloredo, en Copenhague y luego en Basilea, cuando ellos tenía 28 años, trazando el correspondiente dibujo.


«Lázaro llevaba a su hermano más pequeño pegado por el esternón, concretamente por el hueso xifoides, si no me equivoco. Éste, bautizado como Juan Bautista, tenía una sola pierna colgante y dos brazos con tres dedos en cada mano. Sus genitales eran vestigiales. Movía las manos, orejas (sic) y labios, y tenía pulso en el pecho.
No comía ni defecaba, pero emitía secreción por boca, nariz y oídos. Sin duda tenía sus partes animales y vitales diferenciadas,  pues dormía, sudaba, se movía, independientemente del ritmo de vigilia y sueño del mayor. Tenía los ojos casi cerrados. Respiración tenue, que apenas movía una pluma; y al tacto parecía más bien frío. De la boca entreabierta asomaban los dientes y fluía babeo casi continuo.  
Su desarrollo fue sobre todo a cuenta de la cabeza, que la tuvo enorme, mayor que la de Lázaro, aunque deforme, cubierta de pelo rubio, que en posición normal colgaba en desorden. Tenían en común el hígado, bazo etc. Los dos desarrollaron barba, la de Lázaro bien cuidada…»


El boceto de Bartholin sirvió de modelo para muchos grabados de la extraña pareja, que circularon en hojas volantes, con noticias más o menos fantásticas. Esta hoja alemana (Estrasburgo, 1645) recoge el bulo de que Lázaro era de estirpe condal, pero por lo demás da noticias ciertas y datos interesantes. Llevando el gemelo menor, Juan Bautista, su vida propia –aunque  «sin entendimiento, voz ni habla»–, Lázaro comulgaba por él. La misma hoja, entre otros detalles, precisa que Bautista tenía miembro viril, los ojos abiertos a intervalos, la mano derecha con 2 dedos (la izquierda con 3, lo mismo que el único pie deforme), y que el hermano mayor proveía a los desempeños naturales de entrambos.
Otro científico especialista en monstruos fue Fortunio Liceti. Para su trabajo, y en relación con los Colloredo, un corresponsal de Genova, Dr. Pincet,  le informó de que los inseparables habían nacido en Génova, el 20 de marzo de 1617, hijos de Bautista Colleredo y Pellegrina, su legítima mujer. Matrimonio sano, con otros hijos normales, aunque la madre murió pronto (1620).
Este Pincet, habría sido el primer médico que examinó al ‘monstrum novissimum’,   la inseparable  pareja, observando la malformación de Bautista. Sólo Lázaro mamaba por los dos, y sólo él producía deyecciones. Sin embargo, si a Bautista se le goteaba leche a los labios, los movía como queriendo chuparla. Éste nunca pudo hablar, sólo gritar.
Otro experto que les examinó fue el célebre Zacchias o Zaquías, sumo pontífice en medicina legal. Los vio en Roma de bebés, 1617, luego en 1623. Sin duda dictaminó sobre la dualidad física del monstruo y el estatus legal de cada componente.
Pronto vio Lázaro que su monstruosidad era rentable. En 1638 emprende gira por Francia. En París se interesó por él Henri Sauval, que incluso le invitó a unas manos de pelota en el Jeu de Paume, con la sorpreso de que aceptó el envite, defendiéndose bien con el hermano a cuestas [1]
Ya en confiaza, Lázaro confesó  a Sauval haber pasado apuros en un burdel, cuando alguien le acosó y él le sacudió tal puñetazo que lo dejó en el sitio. Condenado a muerte, siempre según dijo, opuso un argumento perentorio: ejecutar al reo era asesinar a su inseparable inocente. Los jueces no tuvieron más remedio que indultarle.
– Y de salud, ¿qué tal?, pregunta el entrevistador.
Bien, en general; aunque Lázaro confesó haber estado enfermo tres veces, y en ocasiones le aplicaron sangrías (como a todo el mundo). En cambio tuvo la suerte de que nunca le purgaron, cautos los médicos por los efectos de la purga en un tubo digestivo compartido.
Lázaro y su inseparable visitaron Inglaterra dos veces. La primera les recibió la real pareja, Carlos I y Enriqueta. La segunda fue en 1639.
En 1640, en Polonia, manifestaron su intención de hacer gira por Turquía. Sin embargo, en 1642 estaban de vuelta a las Británicas, donde les iba divinamente, visitando Escocia. De esta estancia se recogieron datos sabrosos. Por ejemplo, Lázaro Colloredo certificó ser casado y padre de varios colloreditos.
Lázaro llevaba consigo dos criados de librea. También disponía de un gran retrato a modo de cartel, que colgaba ante su posada como reclamo. La sesión se anunciaba a toque de trompeta por un criado, mientras el otro a la puerta cobraba la entrada de visitantes.
Todo el mundo se hacía lenguas de lo bien parecido, discreto y educado que era Lázaro Colloredo, y con qué piedad fraternal cuidaba del friolero hermanito, abrigándole bajo su capa. Frente a eso, no tiene mayor importancia el que se ahorrara en barbero y peluquero los cuidades capilares del pobre colgajo que llevaba a cuestas. Y es que, el infeliz vivió angustiado (en exceso, según Bartholin) por algo tan obvio como que la muerte eventual de su hermano sería fatal para él [2]
En agosto de 1645 se exhibió en Estrasburgo. Allí volvió a reconocerle el Dr. Bartholin. El año siguiente pasa a Italia, actuando en Verona y otras ciudades. A partir de ahí se pierde la pista de los Colloredo.
Leo que estuvieron en España;  y en verdad, ¿qué destino más indicado que el reino de Felipe IV y Velázquez para tamaña monstruosidad? No dispongo de datos sobre ello [*].
Con toda la curiosidad de este caso realmente único, algunos comentaristas han negado la existencia del fenómeno Colloredo, mientras para otros fue impostura, o exageraciones de Bartholin. 

Cierto es que en estos cuatro siglos sólo una vez se ha visto algo parecido al monstruo de Paré, y eso en el cine de ficción científica. En ‘Total Recall’ (Desafío total, 1990), toda España se maravilló, no tanto por la evaginación pectoral del enano Kuato como por su celebrado parecido.


En lenguaje técnico, estos monstruos se han clasificado como Thoracopagus parasiticus. El primer término alude a la unión de los gemelos por la región torácica, un hecho objetivo; mientras que el segundo, más subjetivamente, describe como parasitismo la asimetría de la pareja. [3]
La diferencia entre uno y otro caso, el de Paré y el de Bartholin, es tan clara, que para el monstruo de Paré, sólo cabeza, se ha acuñado el término Prosopopagus parasiticus. Más discutible aquí el parasitismo, ya que el gemelo menor, según dicen, comía por su boca, y vaya usted a saber quién de los dos era el propietario principal del aparato digestivo.


Catalonipaga parasitica
Los monstruos descritos no son sólo una parábola moral de nuestra condición social. Son sobre todo una analogía. Invitan a meditar sobre las causas y efectos de unas malformaciones que también se dan en las sociedades humanas. En todo caso, hay que entenderlo como un accidente compartido. No vale que una de las partes implicadas culpe a la otra de la desgracia, ni que se haga ilusiones de una separación (siempre traumática) resuelve sin más el problema. Se está donde se está, porque ha habido un error de programa en el desarrollo conjunto.
Por fortuna, a diferencia de la teratología biológica, la social tiene marcha atrás. Detectado el punto de error, con objetividad y sensatez, tal vez se consiga equilibrar el desarrollo. Sólo entonces podrán los gemelos más o menos iguales, pero bien desarrollados, considerar serenamente la utilidad de separar sus destinos. Y hasta es posible que entonces comprendan que no les conviene.
Lo insensato es que un parasiticus sociopolítico pretenda decidir por sí el destino necesariamente compartido, o que ante su eventual suicidio o salto al vacío, la otra parte renuncie a protegerse.


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[1] Sigo en esto a Jan Bondeson, (ed.), The Two-Headed Boy, and Other Medical Marvels. Cornell Uni. Pres, 2000; Prólogo por el mismo J. Bondeson, ‘The Two Inseparable Brothers’  (págs. vii-xxi)). Es una interesante relación del caso Colloredo, con referencias bibliográficas a Paulo Zacchias, Henri Sauval y J. Spalding, entre otros.
Sin embargo, Sauval no dice que el homicidio de Lázaro Colloredo fuese de un puñetado o fuerte golpe en la cabeza («a mighty blow on the head»), sino de una cuchillada. Como tampoco se ve que tal revelación se la hizo Lázaro a él después de un envite al juego de pelota, pues tampoco dice Sauval que jugaron, sino que Lázaro podía jugar.  Cfr. Henri Sauval, Histoire et recherches des antiquités de la ville de Paris. Paris, 1724, t. 2, págs. 564-565.
[2] John Spalding, Memorialls of the Trubles in Scotland and in England. A. D. 1624-A.D. 1645. (Aberdeen, 1850-51), 2 vols.; vol. 2, págs. 125-126.
[3] Si como parece, la unión es por el ombligo, es más correcto hablar de Omphalopagus (parasítico en todo caso).

[*] No disponía, cuando escribí. Ahora, gracias a la pista de Dª. Alejandra, he aquí el texto del padre Nieremberg en su Curiosa y oculta Filosofía, libro III, pág. 63.


8 comentarios:

  1. Estupendo, Profesor Belosticalle

    Pero en el caso de Cataluña, los separatistas dicen que el parásito es el resto de España, y aunque no dudan que el efecto de su secesión fuera fatal para España, que se desmembraría sin remedio en poquísimo tiempo, ( que si se permitiese la secesión de Cataluña, ¿ con que argumentos se iba a prohibir las de Valencia, de Canarias, de Baleares, de Galicia, de Andalucía...) y que el resto de los Estados europeos o musulmanes, nos iban a fagocitar a trozos.
    Incluyendo a Cataluña, pero eso no lo quieren ver.
    Parece mentira que con lo que presumen de inteligentes, la secesión les pueda parecer bien.
    ¡Muchas Gracias !

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    1. Esa no es la cuestión, querida Viejecita.

      Entre gemelos compactos, sean siameses o ‘parasíticos’, los reproches recíprocos no han lugar ni tienen sentido, al menos en Biología. Y en la analogía sociopolítica tampoco deberían tenerlo, pues nada resuelven.

      Eso, cuando hubiera o hubiese algún fundamento histórico serio.

      Pero es que, en los casos concretos ‘EusCaGal’ respecto a España, estamos hablando de seudo monstruos, monstruos inventados y desarrollados por una propaganda falaz y pertinaz, sobre unos agravios ‘históricos’ imaginarios.

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  2. Que malvado es usted, Don Belosticalle, poniendo la foto de ese Kuato tan parecido a Jordi Pujol.

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  3. Buenos días,
    pues yo al Kuato lo veo clavadito al cuate Pastrana, el ex-mandamás de UGT-A, en un momento de enojo al ver que se habían acabado las gambas.

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  4. Vaya, don Tumbaollas y don Navarth.
    ¿Con que no les parece bien una inocente foto fija?.
    Pues hala, abran sus mentes, que a su atención de ustedes acabo de ponerles al cuate Kuato a lo vivo.

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    1. Funcionó.Hasta la gran revelación del Gran Parásito.
      Sorprendente la retirada del Kuato a la vida privada.

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  5. El Jesuita Eusebio Nieremberg comenta en "Curiosa y oculta filosofía..." del año 1649 lo siguiente: “porque con ocasión de un desacierto de la naturaleza, que estos días pasados ha admirado esta corte, de dos cuerpos humanos asidos entre si…” refiréndose a los hermanos Coloreto que probablemente estuvieron en la corte en el año 1629 cuando tenían 12 años antes, incluso, de que fueran a Londres o Estraburgo.

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    1. Aunque medio año tarde (acabo de ver su nota), gracias por la información, Alejandra. Y mira que tengo hojeado el libro de Nieremberg, pero sin fijarme en el dato. Bienvenida a este blog, y que vuelva usted siempre con mano tan llena.

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