lunes, 29 de agosto de 2011

Laicos de mucha fe (2)

   
Romerías no



       La anécdota testimonial de doña Helena Gartzia en Begoña tuvo por lo menos esa vis cómica que suele sazonar las sobreactuaciones enfáticas del neófito o converso. Ahora toca bocado menos apetecible, como es hincarle el diente a un texto de Bildu.
       Me remito al manifiesto o proclama sobre el ‘principio de laicidad’ y ‘separación total’ de esferas civil y religiosa, emitido con ocasión de la Semana Grande de Bilbao, extractado ampliamente en la entrada anterior.
       Partiendo de enunciados doctrinales, el ‘grupo municipal de Bildu’, tras anunciar su propia línea de conducta, criticaba al resto de la corporación bilbaína, denunciando incluso por sus nombres a dos ediles, “el Teniente de Alcalde Ibon Areso y Tomas del Hierro”,  por su presencia oficial en un acto religioso, “junto al obispo católico Izeta, representativo del ala más retrógrada de la iglesia católica”.

       — Y bien, ¿alguna objeción, amigo Belosti? Pasando por alto  los nombres propios, o el juicio de valor sobre un obispo y un sector eclesiástico, no nos saldrá usted ahora confesionalista…

       En absoluto. Es más, ni siquiera creo que mis apreciaciones sobre la Iglesia histórica sean más benévolas que las que pueda justificar la gente de Bildu,  por su propia experiencia y estudio. Mi reparo no es porque alguien se proclame laico y todo lo demás, sino porque esta lección magistral nos la quieran endilgar ellos. Precisamente.
       Porque, verán, si el único marco capaz de garantizar la convivencia entre personas con creencias y valores diferentes” es el laicismo, el mismo principio debe generalizarse a toda la política. Es decir, si para que puedan convivir personas de creencias y valores diferentes, “el ejercicio de cualquier práctica religiosa no debe pasar la esfera de lo privado”, con tanta o mayor razón se ha de relegar a la misma esfera privada cualquier expresión de valores no compartidos por una sociedad reconocida plural.
       Fuera, pues, de la calle los particularismos de toda laya: banderas y otros símbolos, señas identitarias, toponimia normalizada y normalizante, semiótica, consignas, aleluyas y tanta zarandaja que, como demuestra la experiencia, pone en jaque la convivencia en paz. Un respeto al mapa lingüístico real y fuera políticas lingüísticas de imposición. En suma, que nadie se arrogue el derecho a reducir a nadie a su ‘norma’, alegando razones tan respetables como sus contrarias.
       Estoy arguyendo ad hominem. Y por supuesto, me pregunto qué legitimidad ostenta un nacionalismo –cualquier nacionalismo– para predicar urbi et orbi las condiciones de la convivencia entre dispares, que en todo caso deben referirse a un consenso minimalista. Es decir, la antítesis del particularismo identitario reglado.
       Pero es que, en boca de Bildu, el sermón sobre laicidad raya en lo absurdo. Si alguna razón de ser tiene el nacionalismo –cualquier nacionalismo–, esa razón, ese lógos o verbo, es la ‘identidad nacional’.  Y en el caso concreto del nacionalismo vasco, en el principio ese verbo estaba junto a Dios, y el verbo era Dios. Para Sabino Arana, todo venía de Dios para volver a Dios. JELZ: Jaungoikoa ta Legi Zarra. «Geu euzkotarrak Euzkadi' rentzat, eta Euzkadi Jaun-Goikuarentzat» (‘Nosotros los vascos para Euzkadi, y Euzkadi para Dios’).
       ¿Trasnochado, revenido? ¡Pues claro! Pero es como era en el principio, así nos lo inculcaron de niños. De entonces acá, el nacionalismo ha evolucionado. Bildu, sobre todo, pues está a la extrema izquierda de Sabino. El confesionalismo clerical del padre fundador les da alergia. Pues qué bien. Tan libres son para hacer la mudanza, como obligados están a escuchar un par de cosas al respecto:

       1. Laicos sí. Pero el estandarte del laicismo no lo toquen, por favor, que no es suyo. No vengan de laicos de toda la vida. Conversos, eso sí. Y bien recientes; que todavía quedamos vivos no pocos testigos de su caída del pollino.
       2. Laicos, pues. Y por lo mismo, ilógicos e incoherentes, si no cuelgan en la misma percha, junto a la confesionalidad, el nacionalismo que profesan, o al menos lo relegan al ejercicio privado. Porque  su nacionalismo es otra opinión y creencia no compartida por todos (ni siquiera por todos los nacionalistas vascos), con los mismos inconvenientes, o peores, que el confesionalismo católico que repudian.

       Para avanzar en el argumento, conviene definir los términos.
       Laicismo viene de laico –en griego, ‘el del pueblo’–, la gente común; por contraposición al clero –en griego, ‘lote’–, término tradicional eclesiástico para el conjunto de los ordenados in sacris, desde los acólitos hasta los sacerdotes y obispos, y por extensión tal vez los simples tonsurados (aunque la tonsura es sólo un rito iniciático preparatorio para las órdenes sagradas).
       En suma, como bien lo ha dicho hace unos días el poeta satírico Fray Josepho:
Con mi ritmo, que es trocaico,
exponer un dato quiero:
laico’ no es ‘ateo fiero’,
ya que siempre ha sido laico
todo fiel que no es del clero.

       El Diccionario da estas definiciones:

clero.
(Del lat. clerus, y este del gr. κλρος).
1. m. Conjunto de los clérigos.
2. m. Clase sacerdotal en la Iglesia católica.

clérigo.
(Del lat. clerĭcus, y este del gr. κληρικς).
1. m. Hombre que ha recibido las órdenes sagradas.
2. m. Hombre que tenía la primera tonsura.
(Otras acepciones son extensivas).

laico, ca.
(Del lat. laĭcus).
1. adj. Que no tiene órdenes clericales. U. t. c. s.
2. adj. Independiente de cualquier organización o confesión religiosa. Estado laico. Enseñanza laica.

       Según eso, laico (o lego, que también se dice) se contrapone a clérigo como elementos de subconjuntos cuasi disjuntos, pero no de suyo adversarios. Si bien es cierto que históricamente ha habido diferencias y pugna de intereses, de modo que para algunos ‘laico’ es sinónimo de anticlerical.
       De clérigo y laico derivan respectivamente clericalismo y laicismo:

clericalismo.
1. m. Influencia excesiva del clero en los asuntos políticos.
2. m. Intervención excesiva del clero en la vida de la Iglesia, que impide      el ejercicio de los derechos a los demás miembros del pueblo de Dios.
3. m. Marcada afección y sumisión al clero y a sus directrices.

       Las tres acepciones (la 2. no nos interesa aquí) tienen carga o matiz peyorativo: ‘excesiva’, ‘marcada sumisión’. Cosa que de suyo no se aprecia en la definición de laicismo:

laicismo.
(De laico).
1. m. Doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa.

       ¿En qué punto se situaría Bildu? Aunque en principio su laicismo sería neutral, hay en su pronunciamiento una nota estridente, en el modo de referirse a Mons. ‘Izeta’ como ‘obispo católico (¡!), pero sobre todo como “representativo del ala más retrógrada de la iglesia católica”. Iceta, obispo ‘católico’; ¿pues qué, si no, siendo un obispo vasco? El adjetivo ‘católico’ es impostado, lleva carga anti eclesiástica,  anticatólica, es de algún modo anticlerical. Bildu además se permite un juicio de valor sobre la Iglesia Católica, distinguiendo cierta ala más retrógrada, silenciando si para ellos existe alguna otra que lo sea menos, o que no sea retrógrada en absoluto.
       Insisto, sólo estoy tratando  de poner a Bildu en su sitio, en una escala desde el laicismo anticlerical, pasando por el laicismo neutral, hasta el clericalismo prístino sabiniano. Por lo que vamos viendo, algo tienen de anticlericales, aunque sólo fuese frente a una parte del clero, y no de la Iglesia en globo.
       Al exabrupto anticlerical a cuento del ‘obispo católico’ dedicaré otro comentario, ponderando el mal negocio ovejuno que ha hecho la ‘Iglesia Vasca’ con el nacionalismo, en especial el extremista. Aquí termino señalando la inconsecuencia de Bildu, se mire por donde se mire.
       Todo el mundo desea –algunos ya lo celebran– el  retorno de esta gente al redil de la democracia. Bien es verdad que todavía esperamos sentados a que el brazo político de ETA repudie de corazón  la violencia asesina. Y a buenas horas, si alguna vez lo hacen, aunque sea por oportunismo.
       Pero he aquí que los aprendices de solfeo agarran la batuta y quieren dirigir la orquesta. A otros novicios de celo parecido al de Bildu les retrató san Jerónimo con pincelada certera: “neófitos con ínfulas de obispos”.  Obispillos laicos, para el caso, definiendo por su cuenta qué artículos de la fe sabiniana conviene expurgar, por así pedirlo la convivencia en su nueva iglesia laica.
       ¿Y qué acto social censuran como impropio, estos adalides de la ortodoxia vasca? ¡Una romería! ¡una romería vasca!
       La romería es parte del folclore vasco, como cualquiera otra expresión cultural. La romería es un festival mixto, sacro-profano, cuya vinculación a un lugar sagrado no implica de suyo imposición clerical, pues las hay de iniciativa laica, donde el clero, si interviene, lo hace supeditado al elemento laico, por ejemplo, una cofradía.

      
       La presencia de una institución como el Ayuntamiento de Bilbao en la romería de Begoña, eso sí que es tradición de aquí.  Exigir la abolición de esa tradición romera como acto de clericalismo… ¡¡incompatible con la convivencia ciudadana!!... es una sandez, inexcusable aun bajo capa de ignorancia profunda de lo vasco, y desde luego reveladora de un talante totalitario.
       En cuanto al componente sacro en Begoña, no sé, ni me importa demasiado, si Azkuna como alcalde estuvo feliz en su fervorín a la Virgen. Religión, folclore, ensalada… Lo que cuenta es que se ha entendido seguir una tradición, una representación, psicodrama, como se lo quiera llamar. Algo en lo que unos no creen religiosamente, pero otros sí. Salvo escándalo farisaico, ¿dónde está el tropiezo para la convivencia?
       Pues ahí los tienen, los adanes bildutarras, siempre con el pueblo en la boca, lo vasco como patrimonio suyo..., censurando ahora la presencia institucional (pueblo con autoridades) en un romería popular vasca. ¿Pero de dónde ha salido esta gente?
       El hecho es que las basílicas, los templos, las ermitas de Bilbao y Vizcaya ahí están. Esperando a que la banda municipal de Bildu cualquier día decida si son para la ruina, o les encuentre alguna utilidad laica. ¿Begoña para la diosa Sinrazón? ¿o mejor devolverla a la mítica Mari? No demos ideas, que hay mucho adán a la que salte.

       (Concluirá)

4 comentarios:

  1. Fenomenal discurso, Belosticalle.

    Precisamente si alguna política o forma de hacerla es una CREENCIA, la más destacada es la nacionalista, nacida de una sumisión a lo clerical y religioso como ninguna otra.

    Las creencias religiosas, como muy bien define, pertenecen al ámbito privado de los individuos desde que se universalizó lo proclamado por la Revolución francesa.

    La distinción entre laico y clerical es exacta y deja en su sitio el ejercicio del lenguaje.

    Esta gente de Bildu, hijos de sacristia de siempre, son ahora más folla-curas que indiferentes religiosos como gustan de aparecer.

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  2. Brillante, Belosticalle.

    Algunos creen ser legos en la primera acepción de la RAE (1. adj. Que no tiene órdenes clericales. U. t. c. s.) y lo son sobre todo en la segunda (2. adj. Falto de letras o noticias)

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  3. Coincido con el señor Tellagorri y, naturalmente, con usted, que tan bien lo expresa: ¿cómo puede un nacionalista vasco hoy componer una frase sobre creencias, privacidad, diversidad, respeto y convivencia, sin que le estallen las sílabas en la boca? Sin embargo, hasta daré por buenas las deposiciones de la concejala, pues han sido el motivo de su impecable examen. Y mire, como guardo algunos pequeños recuerdos felices de las romerías citadas, sobre todo a San Roque, casi me alegro mucho de la tartufa y farisaica objeción de esas conciencias a la inocente tradición, pues me dejarán así conservarlos. (Heme aquí, atea casi fiera, voy viendo de mudarme en santera).

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  4. Y...¡¡¡tachaaaán!!! 70.000 visitas. Enhorabuena.
    ¡Camino a las cien mil!
    Querido Belosti, siga usted con este blog, de lo mejor publicado en España.

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