jueves, 11 de marzo de 2010

Al margen de Pagola (y 2)


El revuelo del ‘caso Pagola’, tachado de arriano, me sugirió una reflexión ceñida al meollo intelectual. Es una historia recurrente de conflicto entre la autonomía del investigador religioso y la autoridad censoria. En mi opinión, estos conflictos sobre crítica histórico-liberal de la Biblia se basan en un malentendido sobre lo que se entiende por inspiraciòn y su efecto primario, la inerrancia de las información bíblica.

Este enfoque intelectual no me impidió ver que el ‘caso Pagola’ suena también por otras implicaciones. Pero tanto suena ya por éstas, que me preguntaba y sigo preguntando si merece la pena tenerlo en cuenta para una discusión en serio.

Por ejemplo, un párroco de Vizcaya escribe en el periódico nacionalista Deia (7 de marzo):

«No entiendo la guerra que la iglesia española, que no la romana, le está haciendo a Pagola por su hermoso libro... Le tratan de hereje, concretamente de arriano.... Pagola, como él mismo lo explica, prescindiendo de su fe, que es grande, trata de llegar a lo que se puede saber de la historia del personaje Jesús de Nazaret... Si alguna de sus tesis o apreciaciones estuviese equivocada, debiera ser refutada con argumentos puramente históricos, no de fe

Optimista, este buen párroco. «Un obispo no discute, no refuta; condena», recuerda Loisy que dijo uno de los prelados que censuraron su libro El Evangelio y la Iglesia.

Pero sigo leyendo al señor párroco:

«No entiendo lo que está pasando con Pagola. Libros análogos al suyo, gozan de plena libertad y aceptación... [Cita varios]... ¿Por qué, pues, este ataque despiadado a José Antonio Pagola? A falta de razones convincentes, sospecho lo siguiente:»

Y aquí salen a relucir «la diócesis de San Sebatián y las diócesis hermanas, muy relacionadas, aunque divididas, como hoy, en unidades eclesiales distintas»; « la estrecha relación que había entre las diócesis vascas, incluida Pamplona»; la cuestión, al parecer pendiente, de «la creación de una provincia eclesiástica formada por las cuatro diócesis»; y en fin, el obispo Setién tocando estas cuerdas pastorales... ¡en su apología ‘Un obispo vasco ante ETA’!

Ta, ta, ta. Por ahí me pierdo. ¿Qué tiene que ver el arrianismo con el mapa de Euskal Herria? Y lo mismo me ocurre con el escrito de adhesión mayoritaria de curas de la iglesia de Guipúzcoa, más o menos los mismos que hace poco repudiaban, igualmente por escrito, la idoneidad del obispo Munilla nombrado para esa diócesis. Donde, para mayor discreción, las fuentes destacan la actividad motriz del presbítero José Ramón Treviño, condenado a prisión en 1992 por haber dado posada como a ‘peregrinos’ a unos asesinos de ETA.

Mucho mejor cariz intelectual tiene el ‘Manifiesto’ de 28 teólogos criticando a la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe (el ‘Santo Oficio’ español, para entendernos coloquialmente), por su pronunciamiento sobre el libro de Pagola. Verdad es que terminan diciendo:


«Sin juzgar la intención de sus autores, la Nota de la Comisión Episcopal traspira más ganas de agredir a una persona que de defender una verdad
 
Un poco fuerte, aunque bastante lógico en un gremio corporativista de teólogos, a la defensiva frente al gremio de sus censores los obispos. En todo caso, son intelectuales en su propio terreno.

Razonamientos así son los que animan a uno a seguir tomando en serio el caso Pagola. De modo que, sin entrar en el caso, pero ahora sí en el libro, me he dado el gusto de asomarme un poco a éste, y lo he leído.

¿Y por qué no? Nunca he dicho «de esta agua... », no señor. He buscado ese ‘evangelio según Pagola’, y evangélicamente lo he hallado, aunque sólo en su primera edición. No sé muy bien, por tanto, cuáles han sido los cambios introducidos por el autor en su obra, en orden a obtener el nihil obstat del que fue su ordinario, mons. Uriarte.

Si el libro no me llamó la atención antes de conocerlo, leído me confirma que no se ha escrito para mí. O dicho con menos presunción, que no me cuento entre sus lectores adecuados.

Desde esa perspectiva, debo decir que he hallado lo que esperaba. Es un libro muy bien trazado y realizado para su público, bien escrito y lleno de unción. Con una promoción inteligente, no me extraña en absoluto su gran éxito, pues reúne mérito intrínseco suficiente. Si el autor (a quien algo conozco y mucho estimo y respeto) no lo toma a mal, yo me permitiría bromear con que sólo le faltaría entrar en el Índice de los prohibidos para alcanzar la apoteosis. Hasta pienso que el rendimiento de caja no es del todo ajeno a la liebre levantada, pues por ahí anda sin pena ni gloria una docena y media de libros más audaces, y posiblemente más dañinos. Sinceramente, chapeau.

Un detalle me ha intrigado. Hay que empezar a leer por el final. Al menos yo echaba de menos ciertos preámbulos metodológicos, hasta que los he visto a modo de Anexos. En número de ocho, esos anexos resumen las claves metodológicas con agilidad. Con demasiada agilidad, yo diría, para los alcances del lector medio. En todo caso, los anexos forman un a modo de artículo de enciclopedia clarificador. Viene a ser también un epílogo galeato, en vez de prólogo, en prevención de objeciones. ¿Por qué al final? En todo caso, podía avisarlo en la presentación.

Todo autor tiene derecho a escribir su libro. También Pagola el suyo, y en ese sentido es irreprochable. Muy distinto es que haya sido prudente. Creo que no, y creo que a sabiendas. Para un libro así, en un país así, cualquier autor más tímido y cauto se habría agenciado el paraguas de un prologuista prestigioso y a ser posible intocable. Pagola entra a cuerpo limpio. Bueno, limpio, limpio..., con 24 páginas de Bibliografía bien aprendida, que va sembrando en abundancia de notas.

Compruebo lo que ya tenía entendido. El libro consta de texto y notas a pie. Me recuerda el cuadro del Greco, el Entierro del Conde de Orgaz: abajo la tierra, arriba la gloria.

El texto de Pagola es como la gloria celeste, una homilía entusiasta donde pinta a su Jesús y se pinta a sí mismo como creyente en su Jesús. Admito sin dificultad la buena intención, el buen hacer del predicador, pero me deja frío y desinteresado en absoluto. Ya he dicho que esas lecturas no me van.

Debajo del cielo está el suelo firme, las notas. ¿Firme? No soy de los que les molesta la erudición; al contrario, siento cierta debilidad ante una mesa bien servida. Pues bien, grosso modo distingo tres tipos de notas: las aclaratorias o explicativas, las exegéticas, y las crítico-históricas. Las primeras y las segundas cumplen en cuanto a fondo y forma. De las terceras, en mi apreciación, no puedo decir lo mismo. Si el libro me interesaba muy poco por su texto homilético, con estas notas me defrauda totalmente.

De una aproximación histórica, lo menos que cabe esperar es crítica histórica. Crítica tiene que ver con ‘criterio’, discernimiento basado en argumentos objetivos de razón, no subjetivos y de autoridad. Crítica no es hipercrítica, como tampoco es asamblea de críticos. El autor, aunque muy preparado, tal vez no se fia de su propio criterio sobre temas que no ha investigado por su cuenta, y como los probabilistas de vieja escuela se parapeta detrás de un pelotón de autoridades.

«–¿Quién se dice por ahí que es el hijo del hombre? –Unos, que si Juan el Bautista; otros, que si Elías; otros, que si Jeremías, o algún otro profeta.» Ahí se me queda Pagola, enhebrando opiniones ajenas, y yo con las ganas de preguntarle: «¿Y tú, qué dices?». Porque es frustrante que asuntos cruciales, como el del cuerpo muerto de Jesús, se deje al albur de una baraja de chuletas como para pasar un examen.

La impresión que saco es de frivolidad. Impresión, no he dicho otra cosa. El ‘Jesús histórico’ –el hombre que salimos a buscar con Pagola y su linterna–, o es un fantasma, o quizá no tiene demasiado interés, una vez que contamos con ese otro Jesús en el que Pagola cree, y lo que es más, parece convencido de que es el único verdadero. A mí me puede dar lo mismo. A un catequista, en cambio, se le puede exigir que concrete un poco mejor, hasta dónde la entrada de Jesús en este mundo, y su salida de él, pertenecen a la Historia real, o a la mitología, la propaganda y la fábula.

Por eso, sin gustarme para nada la censura, debo decir que no me extraña demasiado el ‘caso Pagola’, pues al fin se trata de un clérigo sujeto a una jerarquía.
Algún admirador de don José Antonio, tras hacer unas vidas paralelas de Pagola y del jesuita Meier –el autor de ‘Jesús, un judío marginal’ (en cuatro tomazos, para cinco)–, preguntaba con retórica airada, por qué «el americano sí, y el vasco no». Hombre, no es para ponernos sarcásticos, dese usted mismo la respuesta. Pero por favor, désela sin que con Jesucristo se le enrede el obispo Munilla, la Iglesia de Guipúzcoa, las iglesias vascas ni la Provincia eclesiástica de Euskal Herría-Hegoalde.

13 comentarios:

  1. "El ‘Jesús histórico’ –el hombre que salimos a buscar con Pagola y su linterna–, o es un fantasma, o quizá no tiene demasiado interés, una vez que contamos con ese otro Jesús en el que Pagola cree, y lo que es más, parece convencido de que es el único verdadero"
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    Por ahí creo que va la cosa, querido amigo. Si según El Libro el Creador nos hizo "a su imagen y semejanza", tampoco hace falta devanarse mucho la sesera como para entender que la fe de tantos se alimenta de construcciones Prêt-à-porter, aunque sea para el consumo privado. Si además es ampliable y hay red clientelar, miel sobre hojuelas.

    Ando ahora enredado en la lectura del "Verdadero Discurso" de Celso, muy juicioso (y también prejuicioso; producto de su época) y vehemente, interesante por muchos motivos, como los relacionados con las cosmogonías y mitos de los que se nutrió, con toda evidencia (o con mucha, al menos), el cristianismo primitivo, a partir del de Tarso, claro está.

    Dada la complejidad del asunto, suelen gustarme todo tipo de fantasías imaginativas al respecto o a zonas aledañas, como el relato "Cántico por Leibowitz", de Walter Miller (Creo que se puede descargar en este enlace), "Planeta en la pupila del Tiempo", de Brian Earnshaw, o "He aquí el hombre" de Michael Morcoock.

    Magnífico comentario crítico... con criterio, que no le supondrá crisis alguna a su autor.

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  2. Interesante Celso.
    Y mira que tuvo suerte, el puñetero, caer en manos de Orígenes.
    En aquellas trifulcas, lo normal era desfigurar al contrario y luego llamarle feo; trucarle el razonamiento para dejarle por imbécil.
    El honradote de Orígenes no. Lo copia casi entero al pie de la letra, y refutándolo le salva a Celso del olvido.

    ¿Por qué demonios se metió Orígenes a desmontar a un tipo que no sabe ni quien era?
    Seguro que algún tesinando lo encontró en un rincón de la Biblioteca alejandrina y se dijo: “Para el maestro, a ver cómo entra al trapo.” Y vaya si entró. Lees el ‘Contra Celso’, y al final no sabes quién torea a quién, el pobre Orígenes a menudo contra las tablas, echando mano de alegorías y demás subterfugios.
    Un caso raro de honestidad literaria, ¿no le parece?
    ***********

    De lo otro, qué más voy a decir, amigo Gatito. Usted lo ha resumido admirablemente: un prêt-à-porter.
    No entiendo por qué el autor se ha metido en semejante jardín. La crítica del Evangelio es lo que es, y para lo que es. Por lo mismo, no parece muy cuerdo en un clérigo emplearla para soltar frescas a su Iglesia, que si lo ha entendido todo al revés, que si el Cristo de los obispos no es el fetén, o que la jerarquía tiene que convertirse al verdadero Jesús. Los hay valientes.

    Ahora, entre nosotros: mirando por el lado positivo, hay una cosa en el libro que me ha causado cierta hilaridad. Tengo la sospecha de que todo el libro está en clave.

    Jesús, un profeta preocupado por la crisis identitaria de su pueblo bajo el opresor romano, el contubernio de la Alta Iglesia y clase dominante, y una marea de gentes extrañas que diluyen las esencias vasc..., digo, judías, ¿dónde tengo la cabeza?... Una vez más: «no hay libro malo...»

    Si cae en sus manos ése, dése el gusto de hacer este ejercicio de interpretación, y a lo mejor se divierte como yo. Un saludo.

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  3. De justicia será que le lea al amigo Orígenes, tras concluir lo del amigo de Luciano de Samósata. Suelen divertirme las justas de florete que cuando se realizan con elegancia son todo un espectáculo.

    En cuanto al libro del reverendo Pagola (a quien conozco personalmente), no sé yo, pues... Tras la breve exégesis que ha acuñado, amigo BELOSTI, ("Jesús, un profeta preocupado por la crisis identitaria de su pueblo bajo el opresor romano, el contubernio de la Alta Iglesia y clase dominante, y una marea de gentes extrañas que diluyen las esencias vasc..., digo, judías..."), lo dicho: no sé, pues. Yo a los curas los prefiero mil veces de tonsura, alzacuellos y ropas talares. Vestidos de civil, como católicos de la secreta, añaden sinuosidades que poco aportan a la imprescindible dimensión mítica de la naturaleza humana.

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  4. Queda claro que la exégesis del libro en clave política iba de chufla, para entre usted y yo; una humorada tal vez impropia de la gravedad de un blog.

    De ser así, la retiro, pues mi expresión de respeto y aprecio al autor es absolutamente seria y sincera, lo mismo que mi convicción de su honestidad y buena fe.

    Es verdad, y no ocurrencia mía, que el libro remarca el hecho diferencial galileo, incluso en lo religioso, como en las obligadas visitas al templo centralista, etc., así como en lo sociopolítico. Y por ahí me ha tentado un diablillo burlón, al que renuncio y exorcizo con todas sus pompas y vanidades.

    Con todo, la tentación no habría emergido del subconsciente, de no ser por el talante argumental de ciertos “amigos” del señor Pagola. Por si me vale de descargo.

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  5. Ni el propio monseñor Pagola creo que tomaría su comentario como irrespetuoso, querido amigo. Le supongo (a él) con la suficiente cintura como para aguantar la finta.

    Si es burlón, no será tan diablillo... o lo será a medias, que lo ángeles y potestades deben de ser unos tiesos de cuidado. Recuerdo la lectura de un libro memorable, "Teología en serio y en broma", de José María Díez Alegría, en el que abogaba por no renunciar a la dimensión humorística de la fe, que no excluye la altura ni la anchura ni mucho menos la profundidad, pero que pone al margen la gravedad de la que se nutren esos "amigos" que usted cita, defensores del señor Pagola, que ya que no asimilan (y mejor que no o hagan, después de todo) ningún concepto del χριστός, nos lo quieren cambiar por un chamarilero expendedor de pines. Me quedo antes con el Cristo de don Camilo, esa voz interior magnífica creada por el gran Giovanni Guareschi.

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  6. Belosticalle:

    ¿Y por qué cree que su caricatura no es el retrato? De hecho, las interpretaciones de la Biblia son a gusto del consumidor: del centralismo del Templo de Jerusalen contra los lugares altos, de la monarquía davídica, de los exiliados que retornan de Babilonia contra la gente del país, del los sacerdotes contra los profetas o de los profetas contra los sacerdotes, de todos contra el rey, del rey contra todos, de los judeocristianos contra los gentiles cristianizados, de los "ortodoxos" griegos contra los "heréticos" sirios o egipcios.

    La Biblia es un conjunto de libros con una intención histórico política, salvo los pocos como Job, Cantar de los cantares, Sabiduria, Salmos. Del Génesis a los Macabeos se hace historia política y política histórica.

    Aquí también hay luchas de clases y de adscripción étnica, sólo que el pretexto es Jesús.

    Saludos.

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  7. Gatito:

    Supongo que tiene el Discurso de Celso de Alianza. Hay también el Contra Celso de BAC, pero no sé si estará disponible.

    Orígenes, el de la Biblia Hexapla, tan honesto intelectual que fue reputado hereje.

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  8. Celso esta muy bien informado y ha leído a cristianos y judíos. Por ejemplo, cuando habla de que el nombre de Dios consiste en las vocales griegas. Es que lo clava.

    I A O Y E

    Pero también se mete en líos sobre el Sabbath y Sabazios o sobre cuentos malévolos sobre las ceremonias cristianas.

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  9. No, don Sursum, si eso ya lo sé; que la Biblia es política, y que cada quisque la ha llevado siempre a su molino.
    Hasta los evangelistas, a los que Pagola pone en su sitio, porque no entendieron bien o manipularon los dichos de Jesús, cuando no le hicieron decir lo que no dijo.

    El dístico famoso, ya sabe:

    Hic liber est in quo quaerit sua dogmata quisque,
    invenit et pariter dogmata quisque sua.


    (Este es el libro donde cada cual busca sus dogmas, / y por igual modo, cada cual sus dogmas encuentra.)

    Sobre la otra cuestión, en la red he visto este compendio a palo seco del
    Discurso de Celso.

    También creo que se puede descargar en PDF (en inglés, de la colección ANF, t. 4) , el Contra Celso de Orígenes, con suficiente introducción y notas léxicas.

    Gracias por sus comentarios y un cordial saludo.

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  10. Belosticalle:

    Lo apasionante es que la historia se está moviendo ante nuestros ojos, con los actores que se creen su papel y que convierten su máscara en su cara. Al fin y al cabo ¿no llamamos persona al ser humano dándole el nombre de su máscara-altavoz? Pues "persona" es lo que hace resonar la voz.

    Personantes organis
    Iubilate, plaudite.



    Supongo que se puede analizar la historia de las herejías sólo como la de ideas filosófico-teológicas. Se puede añadir también el componente cultural previo que podría hacer la encarnación de un Dios en una mujer más digerible a un greco-romano habituado a historias de semidioses que a un judío monoteísta hasta el fanatismo. Pero creo que la sociología y la política de los momentos tienen un papel clave.

    Está claro que los predicadores cristianos se dirigen a un público mixto: van a la sinagogas judías pero tienen más éxito entre los prosélitos. Los judíos de etnia, lenguaje y estricta observancia de la ley de Moisés no se convierten masivamente en cristianos sino que conservan su versión rabínica tras la destrucción del Templo y de las ceremonias que justificaban la existencia de sacerdotes.

    En cambio, los cristianos surgen entre los prosélitos grecorromanos a los que no agradaba demasiado ser judíos ni comportarse como tales, pero sí la adaptación de una religión de salvación a sus formas culturales propias.

    Se forman así dos colectivos que se enfrentan porque se ven como radicalmente distintos. Más aún tras las revueltas judías del siglo I y II.

    Así que creo que debemos ver las variantes ortodoxas, monofisitas y demás no sólo como divagaciones teológico-filosóficas sino como el resultado de una dialéctica autor/grupo social. Un autor encuentra más o menos indigerible una interpretación de los evangelios, lo expone y cuenta con partidarios, que si forman un grupo social capaz de vida propia toman el discurso como bandera. Es lo que hace que un ruso vea dejar de ser ortodoxo como dejar de ser ruso, o que un irlandés vea que pasar de católico a anglicano es venderse al ocupante inglés.

    En el colectivo NACIONALISTA VASCO han adoptado a un autor que no es ortodoxo, por lo poco que he podido leer de cierto. Y lo van a defender no por lo que dice sino porque los representa frente a la Iglesia ESPAÑOLA, con la que quieren contrastar como sea. La dialéctica continúa con que el autor sigue escribiendo para su público y para serle simpático, y se afirma y enroca en sus posturas, sena sostenibles o no.


    Saludos.

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  11. Recién llegado a casa tras un viaje.

    Primo. BELOSTICALLE, el primer enlace, el de Celso, mi antivirus Karspersky de religioso (ya que estamos...) pago (he tenido unas experiencias nefastas), me advierte que trae "bicho"* y me lo bloquea, por ventura.

    Secondo. SURSUM, verdaderamente incisivo el comentario. Quizás se acerque a la verdad. No a la "trascendental", claro, sino a la histórica, por mucho que se nos escapen miles de variables, como con cualquier otra cosa. Me ha fascinado, sobre todo, esa pesquisa etimológica que ya se la había oído a Lanza del Vasto, en su visión poética (su único libro de poemas se titula "la chiffre des choses") de la realidad que se oculta tras las palabras. "Persona", per sonat, "lo que suena a través".

    Puede que "a través" (precisamente) de las pistas que nos dejan las palabras podamos llegar a saber algo más de la compleja historia del alma humana, siguiendo de alguna manera la huella de sus mitos, como por ejemplo el de la "resurrección", del que algunos cristianos poco avisados pretenden poseer el "copyright", cuando hay relatos de regresos del Hades o de emergencia de las cenizas en el ave fantástica que, a juzgar por su nombre, parece remontar sus eternos vuelos desde la cultura fenicia.

    En fin; verdaderamente apasionante.

    Un cordial saludo para ambos.



    *Dirección URL:

    http://216.239.59.104/search?q=cache:SHq
    CMu1adyAJ:www.federacionatea.org/
    documentos/Celso.doc+discurso+verdadero+
    contra+los+cristianos&hl=es&ct=clnk&cd=1&
    gl=es

    Bloqueado por Antivirus Internet

    Motivo: software malintencionado

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  12. ¡Vaya!, siento mucho lo del enlace sospechoso.
    Mi McAfee no me dijo nada, y ahora consultado me lo da por bueno total (cosa, por cierto, que no me otorga para mi propio URL, por más que le insisto).
    Las precauciones nunca sobran, y el sitio tampoco es nada del otro mundo.
    *******

    Yo también estoy de acuerdo con esa apreciación de SURSUM, con la trasposición tan sugerente al mundo teatral.
    Y más aquí, en la País Vasco. En mi vida había visto repetido el término ‘escenario’ con tanta machaconería. Cada día, ‘nuevo escenario’, total para la misma comedia.

    Lo de ‘personalizar’ ortodoxias o herejías, créanme, es cosa que tengo apuntada hace mucho tiempo. Desde que reflexioné sobre una fórmula muy repetida en textos eclesiásticos antiguos: ‘la fe de’. Por ejemplo, la ortodoxia nicena, más que como ‘divinidad de Cristo’, se vendía como ‘la fe de Atanasio’.
    Y la herejía contraria, no digamos: era el ‘arrianismo’. Antes de Nicea, lo mismo: hubo ‘encratitas’ o ‘ebionitas’, sí, pero más corriente era nombrar ‘simonía’, ‘nicolaísmo’, ‘marcionitas’, ‘valentinianos’, etc.

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  13. Belosticalle:

    Hace ya unas entradas, contó usted algo de la historia de Jan Hus. Allí parecía claro que las herejías aparecían donde había comunidades predispuestas a aceptar unas ideas PORQUE eran opuestas a las de sus adversarios. Sin enfrentamientos previos, las opiniones reformadoras se asimilaban a la ortodoxia o se las eliminaba sin ruido.

    Resulta muy curioso cómo posturas muy similares acerca de la pobreza de la Iglesia fueron origen de herejías como las de Pedro Valdo o Wycliff o Hus, pero fueron defendidas por santos como Bernardo de Claraval o Francisco de Asis. Me parece que sin enemistades que aticen las opiniones diferentes unas contra otras, todo sigue una dinámica de debates más o menos aburridos o más o menos tempestuosos, pero no degenera en guerras. Sin embargo, algo tan lejano al creyente común como la cuestión "filioque" divide a católicos de ortodoxos, a croatas de serbios y ha sido bandera de guerras con miles de muertos.

    En el caso de Pagola y su libro es el prejuicio de ser de una orientación nacionalista o antinacionalista lo que determina que se defienda su validez o su heterodoxia, y es de lo que se discute en la prensa porque al menos yo no he leído NADA comparable acerca del contenido del libro.

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