viernes, 10 de abril de 2009

JORNADAS PARA LA PUBLICIDAD

Interrumpo el discurso sobre el euskera durante estas fechas, en que vivo marginado de la Red, sin un acceso que merezca ese nombre. Con velocidades de hasta 14 kb/seg, el vértigo de las esperas me traslada a los tiempos de lejana juventud, con aquellos protocolos de 'conferencia' telefónica y enlaces rigurosamente aleatorios. Por cierto, en Guipúzcoa las conexiones se hacían a través de operadora (nunca operadoro). Otro tema de rechifla para el buen vecindario.

En realidad, poco trabajo cuesta colgar un post, como este mismo, o la continuación del comenzado, que tengo escrita. Pero debo pensar también en mis prójimos. Unos estarán en situación precaria como la mía, o todo lo contrario, felices en una desconexión total. De vuelta a la normalidad, volveremos sobre el 'Euskera como fetiche'.

Además, el corazón me canta que el próximo Aberri-eguna toca caño libre de inspiración, sobre lo que de verdad nos concierne como a vascos, nuestra identidad en crisis agónica permanente. Seguro que no han de faltar chalapartituras de alarma, ante la deseuscaldunización rampante que nos amaga, auspiciada por los enemigos de nuestro pueblo, ebrios de pírrica victoria. Venga todo a enriquecer el identitarium vasco: ese catálogo de señas de identidad, por el que, en el Armagedón…−digo mál− en el Arrigorriaga autodeterminista, Aitor reconocerá a los suyos.

De todos modos, la cortesía para con mis amables visitantes me sugiere proponer algunas reflexiones sobre 'el santo del día'. Esta tarde, concretamente, algo así como una homilía sobre Jesús de Nazareth. Recordemos que homilía significa coloquio, charla, conversación. Y entre los sinónimos no pongo 'diálogo', porque esta palabra me está cayendo aburrida, de tiempo a esta parte.

Luego homiliamos, si les parece. Un saludo.

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