lunes, 20 de abril de 2009

EL EUSKERA COMO FETICHE (3)

(Continuación)


6. El Gran Fetiche: Lendakaritza


La semana pasada, un burukide excelso proponía que si finalmente Patxi López sucede en el cargo al lehendakari Ibarretxe, no se le llame así, lehendakari, sino presidente. Andoni Ortuzar, lehendakari/presidente del Bizkai Buru Batzar, daba esta razón: «porque el bilingüismo se va a poner ahora de moda». Traición del subconsciente, porque el bilingüismo precisamente es el ideal que dice promover la política lingüística nacionalista, por ahora.

Pero esto aparte, la idea de cambiar el nombre no era de Ortuzar, otros la habían propuesto antes, desde que se vio venir lo inevitable. Es más, Iñaki Anasagasti cedía la iniciativa al enemigo, concretamente al «antivasco Martín Ferrand… y algunos fachas en Madrid». Paradójicamente, la razón de esos 'fachas' para devaluar el término lehendakari es que, según Jon Juaristi, «es un término
calcado sobre los vocablos fascistas de los años treinta que se referían al caudillaje de masas, como führer, duce, conducator y, por supuesto, caudillo de los que es estrictamente sinónimo».

La verdad, estas filologías al nacionalismo vasco le traen al pairo. Ellos también coinciden en que el maldito que viene en nombre del Maligno debe llamarse presidente y no lehendakari; mas no por el tufo fascista del vocablo vasco, sino porque el lehendakari encarnado es hoy por hoy Ibarretxe, como primero lo fue Aguirre, al que sucedió Leizaola. Anasagasti recuerda que «cuando Rubial fue elegido Presidente del Consejo General Vasco, a nadie se le ocurrió llamarle Lehendakari, ya que el Lehendakari era Leizaola, que seguía presidiendo un gobierno vasco en el exilio, y así lo ratificó Rubial yendo a visitarle a San Juan de Luz».

En efecto, no se trata de matices semánticos. A decir verdad, tampoco se trata de política, sino de teología. Lendakaritza es el Verbo, la Palabra que se hace carne, pero no en un cuerpo cualquiera, sino en la estirpe elegida.

Amigos como somos de buscar ejemplos exóticos para ilustrar nuestras rarezas, yo me iría al Himalaya en busca del mío, y diría que nuestros lendacaris en Euzkadi son como los lamas en el Tibet: encarnaciones de cierto Buda, o en nuestro caso, de Lendakaritza, divinidad-fetiche si las hubo. De paso noten que escribo el Verbo sacro sin hache, por respeto a la forma original en que nos fue revelado, en 1911. (Años antes, parece que se había manifestado ya como Lenenkari (1897): probablemente un avatar, eón o precursor de la emanación definitiva.)

Por tanto, señor López, sea usted o no euscaldún, no tiene nada que ver –tampoco lo era Ibarretxe cuando el chamán Arzalluz leyó en él los indicios de su lendacarización . Y no se esfuerce ni robe tiempo a sus deberes de gobierno para chapurrear vascuence, pues tampoco le valdrá de nada para transmutarse, de mero presidente efímero de la CAV, en Lehendakari de verdad y para siempre. ¡Hasta ahí podíamos!

Esta faceta del eusko fetichismo habría pasado desapercibida, de no haber sido por la magia negra de los números que la ha puesto en evidencia. O si se quiere, que ha puesto en evidencia ese fallo de la normativa electoral, que no toma en cuenta el hecho diferencial de nuestras instituciones más sagradas. A los foráneos, a los no iniciados en las intimidades del alma abertzale, a las mentalidades obtusadas por el maketismo, todo eso les parece bizantino. Y de bizantino nada; nuestro, y muy nuestro. Por eso, cuando el PNV dice que Ibarretxe, lo mismo que ha sido y es Lendakari en el poder, seguirá siéndolo en la oposición, no es cosa de risa, aunque podría serlo de psiquiatría.


7. «Napoleón soy yo»


El euskera de la gente común y de los filólogos es una lengua civil entre tantas. Puede hacerse de ella un fetiche, pero ella en sí no lo es. El otro euskera sabiniano, trufado de neologismos identitarios – batzoki (1893/1894), aberri (1896), ikurriña e ikastola (1897), ikastetxe (1899), jaurlaritza (1934), burukide (1962), lendakari…–, esotro ya es como la lengua sagrada de una religión fetichista tribal. Anasagasti lo dice, no yo, que de eso nada entiendo: «Lehendakari… este mágico vocablo consagrado por la Historia para los presidentes nacionalistas».

Quienes no son de la tribu, harán bien en mantenerse a discreta distancia del fano mistérico. En el Templo de Jerusalén había un atrio periférico para los gentiles (y las mujeres). Traspasarlo era abominación, a los ojos de Dios y de los buenos judíos, el único pueblo elegido. No ya por curiosidad, tampoco por devoción mal entendida era lícito invadir ciertos espacios. Absténgase el López de profanaciones y blasfemias. Desahuciar de Ajuria-Enea al actual inquilino ya es bastante impiedad, para encima usurpar el nombre del numen én él encarnado.

En la historia antigua, los eventos cruciales solían señalarse por prodigios. Uno muy célebre se produjo cuando la toma de Jerusalén por los romanos y la destrucción del Templo, el año 70 de nuestra Era. Al prender el incendio, cuenta Cornelio Tácito, se oyó una voz divina que decía: «¡Vámonos de aquí!» (excedere Deos). A lo que siguió un estrépito como de gente que se iba.

También en Ajuria Enea, al final de esta pequeña eternidad peneuviana, «¡nos vamos de aquí!» se oirá quizá decir al Lendakari, mero transmisor de voz de Lendakaritza, encarnado en él. Y Patxi López quedará chasqueado, porque cuando se meta en la casa, el numen ya no estará allí. Los bustos y retratos de Sabino, de Aguirre el Protolendakari, del último lendakari Leizaola y los demás que le han sucedido, ya con la hache de lehendakaris…, hasta las paredes, desde las sombras de los cuadros familiares recién retirados, repetirán con zumba: «¡Presi! ¡que eres sólo un presi!... ¡Presidenteee!»

Vendrá luego la hora de la verdad: la investidura en Guernica. También de eso hablan entre sí los arúspices y discuten los augures. ¿Tomará en vano López la fórmula 'tradicional' desvirtuada? «Yo no lo permitiría. Que se inventen la suya.» (Anasagasti)

Con que, Presidente, abra usted como abra la boca, en vascuence o en castellano, así o asá, será usted un blasfemo. Mire, no se esfuerce y procure decir algo que todo el mundo entienda. Algo así como que usted jura o promete cumplir las leyes y hacerlas cumplir; todas las leyes, incluyendo –porque somos de aquí–, los fueros y libertades de esta tierra. Déjese de barroquismos teologales y de fetiches tribales. Que todos le podamos entender, incluso los nacionalistas sensatos, que seguramente los hay, aunque poco se les nota.

Este país no anda bien de la la cabeza. Y en tales achaques, si llevar la contraria puede ser malo, tampoco es solución bailarle el agua al orate. Si uno se cree el Lendakari, como si afirma que es Napoleón, de poco vale que otro le diga:

–Pobre hombre… ¡Si Napoleón soy yo!

(Continuará)

4 comentarios:

  1. Como siempre, txapeau, amigo Belosti. Hoy se me ha adelantado en el anuncio de su nueva cabecera en lo de Santi, lástima, no he madrugado.
    En la detallada historia que nos obsequia hoy sobre los Lendas, tengo yo un detalle jugoso que me atañe de cerca. El lendakari Leizaola, tiene por segundo apellido Sánchez, detalle que no es muy conocido. Ese Sánchez, que es mi primer apellido, nos viene, a él y a mi, de Antonio Sánchez Inbernón, nuestro común antepasado, llegado de Cartagena a principios del XIX, velero de barcos, que se instaló en este país, y su descendencia fue entroncando con bravas y nada xenófobas mujeres vascas.Su abuelo fué mi bisabuelo y los viejos del muelle de San Sebastián aún recuerdan como mi abuelo, siguiendo la saga artesanal cosía las velas de los barcos en la explanada donde está ahora el Club Naútico. Poco hablan estos Leizaolas de su maketo ancestro. Otro gallo hubiera cantado a este país si Sabino no hubiera sembrado tanto racismo que tan bien prendió y tanto daño hizo.

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  2. Concurrimos, amigo Belosti, al buscar ejemplos en la mitología para explicar lo que ocurre en nuestra vida política. Y no es gusto por la metáfora exótica.
    Es que lo del país vasco no es política: El nacionalismo vasco es una teocracia.

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  3. Por eso, cuando el PNV dice que Ibarretxe, lo mismo que ha sido y es Lendakari en el poder, seguirá siéndolo en la oposición, no es cosa de risa, aunque podría serlo de psiquiatría.
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    Se cuenta un chiste de psiquiatras que dice así:
    Un loco es el que cree que dos más dos son cinco y un neurótico el que sabe que dos más dos son cuatro... pero no le gusta.

    Magnífico su texto.

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  4. Sr. Belosticalle, hace usted muy bien en rechazar la membresía del Bilis Club. Porque, a fin de cuentas, ya lo dijo Herodoto en sus Discursos Navideños, NUNCA PERTENECERÍA A UN CLUB QUE ME ACEPTARA POR SOCIO.

    De verdad, no se aflija, amigo mío, recuerdo que otra pluma privilegiada de El Argos, el Sr. Feroz, sabiamente, también ha rechazado el privilegio. Prerrogativa de los indomables espíritus libres.

    Tiene razón al catalogar de miembros de dudosa moral a la banda de perdularios que excitados por el ruido, clik, tchin, clik, de los cubitos de hielo en los vasos, comienza a agruparse en torno al Bilis Club.

    Le agradecemos, en nombre de la Directiva y los tres socios actuales, sus elocuentes palabras de afecto.

    Un gran abrazo, señor mío.

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